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Historia de la Salvación: 4° Parte - Efectos del Pecado Original



P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


2.6. EFECTOS DEL PECADO ORIGINAL



Como hemos descrito anteriormente el Pecado Original no fue una acción grave intrascendente, al contrario, tuvo unas implicaciones en la dinámica del Género Humano muy graves.
         
El autor sagrado intenta demostrar cómo el mal que se inició de una manera personal en Adán y Eva comienza a tener sus efectos históricos en el centro de la sociedad humana. El escrito bíblico no formula ninguna consideración teológica sobre el pecado. Presenta el pecado concreto, en situaciones concretas. Prueba la tesis sobre la maldad del corazón del Género humano con tres ejemplos:
                 
a. Fratricidio de Caín sobre su hermano Abel, Gen 4, 1 y s.s.
         
b. La corrupción generalizada de la Humanidad. Gen 6, 5-7. El Diluvio Universal, como castigo por el desvío y maldad de los hombres.
         
c. El poder y la vanidad humanas de la Torre de Babel, símbolo de la división de lenguas y de razas de todo el género humano, y la dispersión, fruto de la división de los pueblos que Yahvé disgrega por todo el mundo. Gen 11, 1 y s.s.


2.6.1. Fratricidio de Caín sobre Abel: Gen 4, 1 y s.s.
         
La historia de Caín y Abel es la narración de la primera consecuencia de la ruptura con Dios; es la ruptura de las relaciones  entre los hombres. Es una ruptura tan trágica y definitiva como el crimen de Caín sobre su hermano Abel.
         
La historia de Caín y Abel. Caín es el primogénito, el más capaz, el más fuerte. Abel, significa en hebreo = "hebel" = lo débil, lo nulo, el más débil, el dedicado al trabajo menos fatigoso de pastor.    
         
Caín es labrador. Los dos hermanos ofrecen a Dios el holocausto dando lo mejor de sus frutos y Dios acepta el sacrificio de Abel no la ofrenda de Caín. Para una mejor comprensión del hecho,  lo dividiremos de la siguiente manera:
        

  • El favor de Dios con el nacimiento de Caín
  • El alejamiento de Dios
  • El fratricidio
  • El endurecimiento interior
  • El lamento interior por el castigo considerado excesivo
  • La clemente protección de Dios.
Caín es el primogénito preferido y privilegiado de Dios, pero son precisamente sus ricos dones los que le llevan a la perdición. El endurecimiento, la infidelidad, el orgullo y la presunción que desde muy atrás se han ido asentando en el corazón de Caín se manifiestan brutalmente con ocasión de un sacrificio ofrecido a Dios por su hermano Abel: "Agradó a Yahvé el sacrificio de Abel y de su ofrenda pero no le agradó la de Caín", Gen 4, 5. El sacrificio es solamente un gesto interior, una formalidad de la que están ausentes el corazón y la fe de Caín. El sacrificio de Caín, no grato a Dios no es sino el desorden interior religioso de Caín, que se transforma en desorden humano. Caín con esta diferencia de aceptación de parte de Dios se siente relegado, tiene envidia de la situación de su hermano y se turba interiormente. Un altercado entre los dos hermanos, Gen 4, 8, será la causa del fratricidio, a partir de ahí el endurecimiento de Caín será cada vez más evidente. 
         
No surge en ningún momento el movimiento del arrepentimiento, la vida de su hermano le es indiferente: "¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?", Gen 4, 9. Ni siquiera cuando Dios lanza sobre Caín la condena: "Maldito serás de la tierra... Cuando la labres, te negará sus frutos, y andarás por ella fugitivo y errante", Gen 4, 11‑12, aflora en sus labios una palabra de remordimiento o de arrepentimiento.  Solamente se limita a lamentarse de su desgraciada situación se aleja: "de la tierra fértil", Gen 4, 14, hacia un país extraño, como un "hijo pródigo" mientras Dios lo sigue amparando con su amorosa solicitud.
         
En la historia de Caín se manifiesta el ritmo de la teología de la gracia divina y a la elección y predilección divina, el hombre responde con el endurecimiento y con la repulsa.  Pero, después que el hombre ha cometido el pecado, Dios no lo rechaza para siempre, ni lo privará enteramente de la gracia, sino que le da una señal de su clemencia y de su misericordia. Con el pecado el hombre no atenta solamente a su relación de gracia con Dios, sino que fracasa en sí mismo, pierde su propia personalidad, su propia cabeza, envenenando al mismo tiempo la sociedad en que vive.  Ningún hombre vive solo; ningún hombre peca solo. La historia de  Caín manifiesta drásticamente cómo los asesinos de Dios  se convierten también en asesinos del hombre.
         
Con el ejemplo del fratricidio de Caín el historiador Yahvista quiere poner su fundamento teológico en el misterio del pecado. Si en el pecado original Adán y Eva de escondieron en la arboleda del paraíso Gen 3, 8, ahora el pecado de envidia se describe con expresiones muy particulares: "Se enfureció Caín y andaba cabizbajo", Gen 4, 5. El pecador no se atreve a mantener la cabeza erguida Gen 4, 7, se siente turbado, ya no es el mismo, ha perdido la cabeza. Como los primeros padres en el paraíso, también Caín se encuentra en el campo de tensión entre Dios y el pecado: "Si no obras bien, estará el pecado a la puerta.  Cesa, que él siente apego por ti y tú debes de dominarle a El" Gen 4,7.
         
También Caín, como Adán y Eva, es arrojado de la presencia de Dios, Gen 4, 12, a la tierra de nadie, "en la región de Nod", Gen  4, 16. Pero así como en el momento de la expulsión del paraíso alborea una señal de salvación Gen 3, 15.  Tampoco ahora Dios abandona al fugitivo a la perdición, sino que sigue protegiendo su honor y su vida.
         
Finalmente, si tras la caída de los primeros padres, el pecado original, se perfila la libertad humana, bajo el fratricidio de Caín afloran la aparición del mal, como efecto del pecado original en cada hombre concreto, en cada generación y su propagación en toda la comunidad humana. Desde el punto de vista metodológico, es importante hacer notar que Caín y Abel no son dos figuras del pasado.  Caín y Abel son .... todos los hombres del género humano, de todos los tiempos: somos todos nosotros ahora.  En cada uno de nosotros hay un Caín que no hay descuidar y al que no hay que dejarle actuar, (el hombre viejo, según S. Pablo). Lo que este relato nos quiere decir es que la convivencia entre los seres humanos siempre es difícil a causa del pecado. Hoy también lo es.


2.6.2. Corrupción generalizada de la Humanidad. Gen 6, 5-8
         
El pecado de los hombres no es algo estático, inofensivo, al contrario es como un gran cáncer que se va extendiendo y se va haciendo cada vez más peligroso, el pecado, el mal se comunica persona a persona, comunidad a comunidad, generación a generación. Así nos lo presenta este pasaje del Gen 6, 5-7. Ante tanta maldad que había en la creación y en la corazón de los humanos, Dios se arrepintió de haber creado al hombre a su imagen y semejanza: "Viendo Yahvé que la maldad del hombre cundía por toda la tierra, y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran puro mal de continuo, le pesó a Yahvé de haber hecho al hombre en la tierra,  y se indignó en su corazón y dijo Yahvé: "Voy a exterminar de sobre la haz del suelo al hombre que he creado ... porque me pesa haberlos hecho”. Gen 6, 5‑7.
         
Éste es uno de los pasajes más fuertes que hay en el libro del Génesis. Parece que Dios ha fracasado en todo su plan hermoso de la Creación, especialmente de la criatura humana, a su imagen los creó: para que vivieran en el amor y a la vez correspondieran a ese amor de Dios, pero el desarrollo de la Historia de la Humanidad no fue así, más bien tomó el rumbo contrario: el camino del pecado, del desamor, que todos sus pensamientos eran puro mal de continuo. Las palabras empleadas por el escritor sagrado son fuertes, hay que meditarlas en profundidad para entender la gravedad que expresan. En ellas se nos muestra las consecuencias tan graves de los efectos del Pecado Original.

2.6.2.1. Dios responde a la corrupción de la Humanidad con el castigo del Diluvio Universal. A la vez hace un nuevo pacto o alianza con la Humanidad por medio del patriarca Noé: Juicio y Salvación, Gen 6, 8
         
La narración del diluvio universal parte de esta observación: el pecado, la corrupción de las criaturas humanas no puede dejar indiferente a Dios. El Dios de la Biblia es un Dios “Santo”. Ni tolera ni puede tolerar el pecado, pues es incompatible por su propia naturaleza con Él.
         
Dios no se queda “indiferente” ante el pecado. Sobre el pecado tiene que manifestarse necesariamente de un modo o de otro, antes o después. Por eso “la ira de Dios”, “su cólera”, su celo por la justicia, la verdad, la bondad, son expresiones bíblicas que designan esa intransigencia sustancial entre Dios y el pecado cometido por la criatura humana. Dios siempre aborrece el pecado y busca una solución. El juicio y castigo de Dios no es de venganza sino medio para originar la salvación.
         
El autor de estos capítulos destaca de manera especial que el fruto del pecado es la muerte y que la maldad de los hombres atrae el juicio de Dios. Jesús nos aclara este pasaje del Diluvio universal, Lc 17, 26-27: “Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del Hombre. Comían y bebían tomaban mujer o marido, hasta el día que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos”.  Los hombres vivían despreocupados e indiferentes. Ocuparse de Dios no les interesaba, ocuparse de los hombres, tampoco. Sólo Noé, el justo, está atento a acoger la salvación que Dios le ofrece y se salva. El Señor nos advierte que el “juicio de Dios”, llegará de repente.
        

2.6.2.2. El patriarca Noé: Gen 6, 9, s.s.


Pero el mensaje religioso de esos relatos nos habla, además, de la paciencia y de la misericordia de Dios que en medio del mal y del pecado ve siempre algo que salvar. La maldad del hombre no detiene los planes de salvación de Dios. Dios hace una alianza con Noé, es como una nueva creación, de Noé, el varón justo, vendrá una nueva descendencia, debido a este mundo nuevo, salido del pacto de Dios con Noé, la tradición cristiana ha visto en el patriarca una figura de Cristo resucitado. Como Dios salvó a Noé del agua mortal del diluvio por medio del Arca, así nos salvará Jesús a los hombres por las aguas purificadoras del bautismo, reuniéndonos en su Iglesia santa. “Esta es la historia de Noé: Noé fue el varón justo y cabal de su tiempo. Noé andaba con Dios”. Gen 6, 9.  Presentamos un esquema sencillo para explicar cómo el escritor sagrado, valiéndose de las tradiciones de su pueblo intenta unir los diversos acontecimientos que acaecen en los primeros tiempos de la Historia.  Podemos imaginar la historia bíblica cómo un puente gigantesco, que va desde Adán hasta Abrahán de la siguiente manera: 




Tradición Yahvista
Gen 2, 4b – 3,24: Narración de la creación y del pecado original y castigo
Gen 4, 1-2: Genealogía Adán y Eva; Caín y Abel
Gen 4, 3-16: Narración del crimen y castigo de Caín y Abel
Gen 4, 17-26: Genealogía Caín – Lamec; Adán Enós
Gen  6 –8: Trozos, Narración del delito – castigo (el Diluvio)
Gen  9, 18-19: Genealogía de Noé
Gen 9, 20-27: Narración de un delito – castigo (los hijos de Noé)
Gen 10: Trozos, Genealogía (tabla de los pueblos)
Gen 11, 1-9: Narración de un delito – castigo (torre de Babel)

 

Tradición Sacerdotal
Gen 1, 1 –2,4ª: Narración de la Creación
Gen 5: Genealogía de Adán a Noé
Gen 6–9: Trozos, Diluvio y nueva creación
Gen 6, 9-10: Genealogía de Noé
Gen 10: Trozos, Genealogía (tabla de los pueblos)
Gen 11, 10-26: Genealogía de Sem a Abrahán
        
         
Un poderoso tramo de tiempo se extiende desde la historia de Caín y Abel hasta el relato del primer juicio universal del Diluvio. El oscuro río del pecado humano se iba haciendo cada vez más ancho y funesto: "Había crecido la maldad del hombre sobre la tierra, y todos sus pensamientos y deseos sólo y siempre tendían al mal", Gen 6, 5. "Todo en la tierra era corrupción", Gen 6, 11. "Toda carne había corrompido su camino sobre la tierra", Gen 6, 12.  El cáncer del mal que primeramente se había manifestado en el fratricidio de Caín, devoraba ya a toda la humanidad. El hombre creado a imagen y semejanza de Dios, se había transformado en un adversario de Dios, Gen 6, 11 y s.s.
         
Pero en medio de esta humanidad pecadora y separada de Dios, Dios encuentra a Noé, una persona justa y fiel al  Señor: "Pero Noé halló gracia a los ojos de Yahvé,  Noé era el varón más justo y cabal de su tiempo. Noé andaba con Dios...", Gen 6, 8‑10. El escritor sagrado no se ha limitado solamente a describir el terrible mundo del pecado sino que ha seguido también el sutil hilo de buena voluntad y fidelidad que se puede descubrir en la humanidad después de Abel y Set, concedido por Dios a los hombres en sustitución de Abel. Después de Abel y Set la línea de la salvación pasa por Enós, el hijo de Set.  "Entonces se comenzó a invocar el nombre de Yahvé", Gen 4, 26.
         
Noé es la línea de continuación de la salvación ofrecida siempre por Dios al género humano, Noé halla gracia a los ojos de Dios y Dios le asegura: "Cuanto hay en la tierra perecerá.  Pero contigo haré yo mi Alianza", Gen 6, 17‑18. Así Noé se convierte en una bendición para toda su familia, porque será salvado con sus hijos, con su mujer, Gen 6, 18 . El individuo tiene una función salvadora y santificadora para toda la comunidad.


2.6.2.3. El juicio de Dios sobre el mal que había en la humanidad
         
Junto al juicio de Dios viene el castigo, y éste fue terrible, veamos: "Perecieron cuantos animales se movían en la tierra, aves, ganados, bestias, y todos los reptiles que se arrastraban por la tierra, todos los hombres y todo cuanto vivía sobre la tierra seca. Fueron exterminados todos los vivientes sobre la superficie de la tierra, desde el hombre a la bestia y los reptiles, y las aves del cielo, quedando sólo Noé y los que con él estaban en el arca". Gen 7, 21‑23.
         
El primer juicio universal que hizo Dios fue tremendo y contiene una afirmación escatológica, porque el espantoso castigo divino que se abatió sobre la humanidad en forma de diluvio nos indica la tremenda realidad del castigo eterno.  No se puede rechazar el amor de Dios sin ser rechazado por Dios.  Dios rechaza a quien primero lo ha rechazado a El, a pesar de todas las solicitaciones de la gracia. Renunciando a castigar al hombre que persevera en el mal consciente o temerariamente, Dios mostraría aprobar la rebelión contra El. Tras el castigo del diluvio está el reconocimiento de que la vida del hombre no es un juego y que su respuesta negativa no se extingue sin sus consecuencias (el castigo).


2.6.2.4. La Alianza con Noé
         
Después del diluvio y de serenarse las aguas destructoras, Noé sale del arca, como se lo había señalado Dios y : "Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, diciéndoles: "procread y multiplicaos y llenad la tierra y dominadla",  Gen 9.1‑7. Estas palabras que se leen después del Diluvio y del sacrificio de Noé parecen un eco de las palabras que, tiempo atrás, habla dirigido Dios a los primeros padres en el paraíso, Gen 1, 28 s.s. Si entonces Adán fue la cabeza de la humanidad nueva, ahora Noé es cabeza elegida por Dios para una nueva humanidad.  Con Adán los hombres perdieron la amistad con Dios, con Noé se establece una Alianza dando comienza a una nueva humanidad.  El mal murió con el diluvio, la nueva humanidad hace un pacto con Dios y dice: "Ved, yo voy a establecer mi alianza con vosotros y con vuestra descendencia.. y con todo, ser viviente", Gen  9, 9.
         
El mensaje bíblico sobre el diluvio no debe de transformarse en una lección cualquiera de catequesis, debe estar ligado a la pedagogía que Dios lleva y muestra en la historia de la salvación.  Dios no aprueba el pecado, y lo destruye.  No quiere el pecado ni sus consecuencias: el desorden y el caos.  Cuando Dios parece que va a destruir todo lo creado, siempre hay una persona elegida de Dios, por medio de la cual, salva de nuevo al género humano.  La enseñanza más eficaz de esta narración bíblica del diluvio es la tremenda gravedad del castigo divino, del que nadie puede escapar, Dios nunca se olvida de los hombres y a la vez que castiga al hombre en ese mismo instante busca su salvación.
         
En el momento que se iba a decidir a destruir todo hombre y toda criatura animal, en ese mismo instante surge Noé como el hombre elegido por Dios para salvar al género humano.  Dios castiga el pecado y lo destruye, y quiere al pecador.


2.6.3. La Torre de Babel: Símbolo del poder y vanidad de los hombres; la confusión y dispersión de los hombres por Yahvé, Gen 11, 1 ‑ 9
         
“Todo el mundo era de un mismo lenguaje e idénticas palabras” ... “Entonces se dijeron el uno al otro: “Vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos al fuego”. Así el ladrillo les servía de piedra y el betún de argamasa. Después dijeron: “Vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en el cielo, y hagámonos famosos, por si nos desperdigamos por toda la faz de la tierra”. “Bajó Yahvé a ver la ciudad y la torre que habían edificado los humanos,... “Ahora nada de cuanto se propongan les será imposible. Bajemos pues, y una vez allí confundamos su lenguaje, de modo que no se entiendan entre sí”. “Y desde aquel punto los desperdigó Yahvé por toda la faz de la tierra y dejaron de edificar la ciudad”, Gen 11, 1-9
         
El relato de la torre de Babel es un ejemplo más que la Biblia es un libro religioso y que en este capítulo narra la soberbia de los hombres ante Dios. La Biblia sólo se preocupa de transmitir un mensaje religioso de salvación. La narración, sin embargo, recoge datos reales de la ciudad y de la cultura de Babilonia:
         

  • Había en la ciudad de Babilonia un mismo lenguaje, aunque también habría variedad de idiomas, que hablarían, probablemente los muchos prisioneros de guerra que tenía.
  • Construían edificios con ladrillos
  • En su ambición de poder quisieron construir una torre piramidal de siete pisos, llamada “ziggurat”; el último piso, es un santuario consagrado al Dios Marduk, dios de Babel o Babilonia.
         
La prehistoria bíblica reanuda continuamente los diversos hilos del pensamiento para formar nuevos puntos de enlace. La historia, de la Torre de Babel constituye uno de esos nudos, en el que se entrelazan dos series de ideas: por una parte, se manifiesta una vez más el creciente desarrollo y la continua afirmación maligna del pecado, a pesar de la alianza de Noé; por otro lado se repite el tema de la construcción de la ciudad, que ya había aflorado en la historia de Caín, Gen 4, 17.
         
La tesis semita era la siguiente: la naturaleza, obra de Dios, se contrapone a la ciudad urbana que es obra de los hombres. Así, la ciudad se convierte en la sede de todo mal y en el centro de su pecado que es la idolatría.  Este menosprecio por la ciudad urbana es típico de la mentalidad nómada, de los beduinos y de los habitantes del desierto y las estepas, que viven en contacto continuo con la naturaleza y que son fundamentalmente pueblos pastoriles.  Babel es la figura modélica de la falsa unidad, de la alianza entre la naturaleza y la fuerza del hombre, que éste persigue de manera independiente de Dios.
         
La historia de la construcción de la torre es otro relato doctrinal sobre el pecado del hombre  y especialmente del pecado de poder y vanidad humanos, es decir, la soberbia: “Dijeron después: vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en el cielo y hagámonos famosos, por si nos desperdigamos por toda la faz de la tierra”, Gen 11, 4.
         
En estas palabras tenemos a un grupo de hombres que quieren vivir al margen de la voluntad de Dios, quieren vivir según sus proyectos humanos, materiales, terrestres, son ambiciosos, orgullosos, quieren construir una ciudad donde el centro del poder sea el hombre y no Dios, y construir en ella una torre que llegue hasta el cielo para tener acceso directo a  su dios, es decir, entrar en contacto con su dios, cuando quieran y como quieran (ésa es la idolatría),  y una vez llevado a cabo este proyecto, expandirlo por todo el mundo para hacerse famosos.
         
Todo este proyecto colectivo humano está al margen de la voluntad de Dios, y Dios castiga este proyecto del pueblo interviniendo directamente con su poder divino y creando la confusión de lenguas (no se entendían entre ellos): “Bajó Yahvé  a ver la ciudad y la torre que habían edificado los humanos, y pensó Yahvé: “todos son un  solo pueblo con un mismo lenguaje, y éste es el comienzo de su obra. Ahora nada de cuanto se propongan les será imposible. Bajemos, pues, y una vez allí, confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan entre sí"” Gen 11, 7.
         
Esta historia de la torre de Babel, parece que fue escrita por la tradición Yahvista y compilada hacia el siglo IX, o VIII a. d. Cristo. El fin del relato de esta historia es  explicar la multiplicidad de idiomas y de pueblos con diversas lenguas que rodean al pueblo de Israel. Y también la experiencia de los hebreos  al constatar que las diversas naciones que les rodean: egipcios, asirios, babilonios, no son pueblos unidos, al contrario, son enemigos entre ellos, no forman una gran familia como es la del pueblo elegido.
         
¿A qué se debe esta separación, esta diversidad, de lenguas y costumbres? Esto solo puede deberse a una intervención de Dios, a una maldición de Dios como castigo por su soberbia. La construcción efectiva de la ciudad y de la torre se convierte en el símbolo del poder y de la vanidad de la humanidad. De la misma manera la efectiva diversidad lingüística de los hombres en el relato de la construcción de la torre pasa a ser el símbolo de la humanidad dividida.
         
El escritor sagrado interpreta a la  luz de la historia de la salvación y dice: hay un solo pueblo sobre el cual reposan la gracia y la gloria del Señor: el pueblo escogido de Israel.  Es evidente que la diversidad de las naciones y la historia de la torre de Babel constituyen un importante elemento necesario para la comprensión de la diversidad de las naciones que hay en el mundo, y a la vez explica la unión y la predilección divina por el pueblo de Israel.
         
Contrario a este proyecto de la humanidad que quiere prescindir de Dios, está el proyecto de salvación de Dios a favor del género humano. Llegada la plenitud de los tiempos Gal, 4,4,  Dios Padre envía a su Hijo Jesucristo para salvar a todos los hombres y el Padre y el Hijo envían desde el cielo al Espíritu Santo para que lleve a plenitud la obra de salvación comunicándoles el Espíritu Santo a los apóstoles, espíritu que unificará a todo el género humano, contrario a la confusión de lenguas de Babel, en el que todos los allí presentes entendían en su propia lengua el mensaje de salvación, para cumplir el mandato de Jesucristo:  “ir pues, y haced discípulos  a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo  que yo les he mandado”. Mt 28 19-20.

Así la Torre de Babel es contraria al don del Espíritu Santo en el día de Pentecostés. Babel, ciudad sin Dios, divide a la humanidad con la confusión de lenguas y la dispersa. Dios actúa de manera diferente en la fiesta de Pentecostés, por medio de la efusión del Espíritu Santo crea la nueva ciudad, la Iglesia, y se comunica la salvación a todo el género humano por el don de lenguas, cada uno habla en su lengua de origen y todos entienden bien el misterio de Dios realizado por Jesucristo. Así, vemos cómo el espíritu humano de soberbia de Babel divide a la Humanidad y la dispersa, el espíritu divino de Pentecostés por el don de lenguas (glosolalia) une en Dios a toda la Humanidad  y la salva. 



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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.

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