P. Ignacio Garro, S.J.
2.5. CONSECUENCIAS DE LA UNIÓN HIPOSTÁTICA
CONTINUACIÓN
Tesis 18ª.-
"En Cristo no hay más que un solo ser y una sola existencia". (de fe).
2.5.6.1. Explicación
Ya hemos dicho, repetidas
veces, que en Cristo hay dos naturalezas, la divina y la humana, perfectamente
distintas, que subsisten en la Persona divina del Verbo; esta es la unión
hipostática. Ante esta unión hipostática cabe preguntarse si las dos naturalezas
junto con la persona del Verbo forman un solo "ser" y tienen una sola
"existencia" o si hay que distinguir en Cristo de alguna manera, dos
seres, o dos existencias.
Esta conclusión tiene dos partes, que
vamos probar separadamente.
Primera parte
"En Cristo no hay más que un solo ser".
Explicación
Esta primera parte es de
fe. Consta expresamente en los símbolos y definiciones de la Iglesia. Veamos:
Adversarios
Arrianos y Nestorianos
Magisterio de
la Iglesia
Símbolo de la fe (Credo): "Aunque
(Jesucristo) sea Dios y hombre no son dos, sino un solo Cristo; no por la
conversión de la divinidad en la carne, sino por asunción de la humanidad en
Dios. Uno absolutamente no por confusión de la substancia, sino por la unidad
de la persona". Denz 40.
a. Símbolo de Nicea: "Creemos
... en un solo Señor, Jesucristo, Hijo de Dios". Denz 54.
b. Concilio de Efeso: "Si alguno no confiesa que el Verbo de Dios
Padre se unió a la carne según hipóstasis y que Cristo es uno con su propia
carne, a saber, que él mismo es Dios al mismo tiempo que hombre, sea
anatema". Denz 114.
Sagrada
Escritura
- Jn. 10, 30: "Yo y el Padre somos una misma cosa". Como vimos en su lugar correspondiente, consta con claridad que Cristo‑hombre tenía plena conciencia de su divinidad, o sea, de ser "una sola Persona" con el Verbo divino, se desprende clarísimamente de su misma manera de hablar".
- Jn. 8, 58: “Antes de que Abraham naciese era yo".
- Jn. 16, 28.: "Salí del Padre y vine al mundo, de nuevo dejo el mundo y me voy al Padre".
A través de estos textos y
de otros muchos del Evangelio se ve con toda claridad que Cristo‑hombre tenía
plena conciencia de su divinidad, es decir, que su humanidad santísima formaba
un solo "ser" y un solo "yo" con la Persona divina del Verbo. Sobre esto no puede haber ninguna duda. Por eso, según la Sagrada Escritura, hay en
Cristo una perfecta "unidad ontológica", es decir, en cuanto al ser,
y "psicológica" en cuanto a la conciencia.
Argumento
teológico
Veamos la doctrina de Sto.
Tomás: "en Jesucristo hay una sola persona en dos naturalezas distintas,
la divina y la humana. Si las dos naturalezas se predican en abstracto de la
Persona de la misma manera que con verdad decimos que en Jesucristo hay dos
naturalezas distintas, también sería verdadero afirmar que es "dos" y
no uno solo.
Pero la naturaleza humana
no se puede predicar en abstracto de Jesucristo, por lo mismo que la naturaleza
humana a diferencia de la divina se distingue realmente de la Persona de
Cristo. Por eso es erróneo decir que
Jesucristo "es" la naturaleza humana.
Se debe decir más bien,
Jesucristo "tiene", pero "no es" la naturaleza humana, como
"es" la divina. Jesucristo es Dios por identidad real de su persona
con la naturaleza divina, y hombre verdadero, porque aquella (la Persona)
subsiste también en la naturaleza humana.
De donde se sigue que, aun
cuando haya en Jesucristo dos naturalezas distintas, en El no hay más que
"un solo ser subsistente una sola Persona", (la Persona divina del
Verbo, encarnado). Y, por lo tanto, es "uno" absolutamente y no
"dos", de cualquier modo que se considere".
Segunda parte
"En Cristo no hay más que una sola existencia".
Explicación
Sto. Tomás y su escuela,
con la mayor parte de los teólogos ajenos a ella, afirman que en Jesucristo no
hay más que "una sola existencia substancial, la del Verbo divino, que
suple a la existencia propia de la naturaleza humana". El argumento fundamental lo expone Sto. Tomás
de la siguiente manera "dado que la naturaleza humana está unida al Hijo
de Dios hipostáticamente o personalmente y no accidentalmente, como ya hemos
dicho, síguese que por razón de la naturaleza humana "no le adviene al
Hijo de Dios un nuevo ser personal, sino sólo una nueva relación de su ser
personal preexistente a la naturaleza humana, de suerte que, después de la
unión, aquella persona divina subsiste ya no sólo en la divina naturaleza, sino
también en la naturaleza humana".
En resumen: Las existencias
en Cristo se multiplican, no por las naturalezas, sino por las
"personas" o supuestos. Y como
en Cristo no hay más que una sola persona , la divina del Verbo, no hay en El
tampoco más que una sola "existencia substancial" común a las dos
naturalezas.
Unidad psicológica
Puesto que en Jesucristo no
hay más que una sola Persona, la divina del Verbo, en dos naturalezas
perfectamente distintas, tratamos de averiguar ahora si su naturaleza humana se
sentía "una" con la persona divina del Verbo o si puede admitirse en
Cristo una especie de "yo" humano, producto de la conciencia humana
que indudablemente tenía, yuxtaponiendo o subordinando al "yo"
divino del Verbo. Que es lo mismo que
preguntar si en Cristo existía o no una perfecta unidad psicológica.
Por eso la Iglesia enseña : "Aunque Cristo como verdadero Dios y
verdadero hombre, tenía una conciencia divina
y otra conciencia humana, gozaba, sin embargo, de una perfecta
unidad psicológica, o sea, poseía un solo "yo", no sólo ontológica,
sino también psicológicamente: el "yo" divino del Verbo. Jesucristo, en cuanto hombre, tuvo conciencia
de su divinidad en virtud de la visión beatífica de que gozaba su alma aun en
este mundo".
Adversarios
Arrianos y Nestorianos
Sagrada
Escritura
- Jn 6, 35: "Yo soy el pan de la vida".
- Jn 8, 12. "Yo soy la luz del mundo".
- Jn 8, 24b: "Porque si no creéis que Yo Soy".
- Jn 8, 58b: "Antes que naciese Abraham, Yo Soy".
- Jn 10, 7b: "Yo soy la puerta de las ovejas".
- Jn 10, 14: "Yo soy el buen Pastor".
- Jn 11, 25: "Yo soy la resurrección y la vida".
- Jn 14, 6: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida".
- Jn 15, 1: "Yo soy la vid verdadera".
Que Jesucristo, como
verdadero Dios y verdadero hombre, tenía una conciencia divina y otra humana,
es cosa que no se puede negar y admiten sin dificultad todos los teólogos católicos
sin excepción. Más aún: su conciencia humana hay que subdividirla todavía en
conciencia sensible y conciencia intelectual, como ocurre con cualquier hombre.
Pero todo esto en nada
comprometía la perfecta unidad de su conciencia psicológica personal, puesto
que ésta dependía única y exclusivamente del Verbo divino, que subsistía personalmente en las dos naturalezas a la
vez.
Que el Verbo divino se daba
cuenta de que se había encarnado y de que, por lo mismo, era verdadero hombre
al mismo tiempo que verdadero Dios, no ofrece ninguna dificultad, puesto que lo
veía claramente por su propia ciencia divina.
Argumento
Teológico
¿De qué forma o en qué
medio se daba cuenta Cristo‑hombre de que era al mismo tiempo Dios? No parece
que haya otra solución viable que la de recurrir a la "visión
beatífica" de que gozaba su alma.
El P. Cuervo O P. dice: "la existencia de la conciencia humana en
Jesucristo de su divinidad es una
exigencia de la misma unión hipostática, la cual tiene una explicación sencillísima
y, al mismo tiempo, del todo clara y manifiesta en la visión beatífica.
Sin la existencia de esa
conciencia, el conocimiento humano de Jesucristo sería del todo imperfecto; y
como ese conocimiento experimental e intuitivo de la persona divina es imposible
obtenerlo por la ciencia infusa, y mucho menos aún por la ciencia adquirida, de
aquí la necesidad de poner en El la visión beatífica, o ciencia beata. Dada la
cual, la misma persona que por el entendimiento humano realiza el acto de la
visión beatífica, claramente se percibe a sí misma realmente presente a su
propio acto de ver, ya que esa persona es el mismo Dios..."
Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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