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Explicación y meditación de la Bula de Convocatoria del Jubileo Extraordinario (Año Santo) de la Misericordia del Papa Francisco



Invitamos a nuestros lectores de Lima a esta presentación que hará el P. Guillermo Villalobos, S.J. sobre la Bula de Convocatoria, en la Parroquia de Fátima, Miraflores. Para mayor información acceda AQUÍ.

Concluyó el Sínodo de los Obispos sobre la Vocación y Misión de la Familia

Concluyó la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la Vocación y Misión de la Familia en la Iglesia y en el Mundo Contemporáneo. Acceda a las últimas impresiones del Sínodo a través de los siguientes enlaces:

¡Ánimo, levántate! - Con la invitación del Evangelio el Papa Francisco clausura el Sínodo de los Obispos
Concluyó el Sínodo de los Obispos sobre la vocación y misión de la Familia
Síntesis del discurso del Papa Francisco al concluir los trabajos del Sínodo.

Acceda AQUÍ a la web oficial del Sínodo para mayor información.



P. José Valverde Cárdenas S.J. partió a la Casa del Padre

El P. Valverde, S.J. médico psiquiatra y jesuita, partió a la casa del Padre, fue miembro de la comunidad de jesuitas de San Pedro, de nuestra Parroquia San Pedro - Lima, donde también oficiaba la Santa Misa dominical. compartimos la nota en su memoria que publicó la Compañía de Jesús y la Homilía del P. José Luis Gordillo S.J. pronunciada durante la Misa de cuerpo presente. Acceda AQUÍ.

Curación de Bartimeo

El P. Adolfo Franco, S.J. nos comparte su reflexión sobre el evangelio del domingo 25 de octubre: "Hay muchas clases de ceguera; que el Señor nos cure de ellas, como curó al ciego de nacimiento". Acceda AQUÍ.

Historia de la Salvación: 1° Parte - Revisando cómo se escribió la Biblia, El Pentateuco

El P. Ignacio Garro, S.J. retomando la serie sobre la Historia de la Salvación, nos introduce en una revisión general sobre la conformación y escritura de la Biblia, antes del inicio del tema central porque la Historia de la Salvación sigue la secuencia de hechos narrados en la Biblia y conviene conocer su verdadera interpretación. Acceda AQUÍ.

La fidelidad a las promesas en la vida familiar

El Papa Francisco continúa brindándonos en sus catequesis de las Audiencias de los miércoles temas dedicados a la familia, en esta oportunidad el tema ofrecido tiene mucha relación con el anterior sobre las promesas o compromisos para con los hijos, que ahora se extiende a todos los miembros de la familia y se enfoca en la fidelidad de su cumplimiento. Acceda AQUÍ.

Cristología - 4° Parte: La verdadera humanidad de Cristo

El P. Ignacio Garro, S.J. en esta oportunidad nos presenta el tema relacionado con la verdadera humanidad de Cristo, complementando al tema anterior sobre su verdadera divinidad, y nos presenta tres tesis sobre su humanidad: cuerpo real, integridad de su naturaleza humana y verdaderamente engendrado. Acceda AQUÍ.

Explicación y meditación de la Bula de Convocatoria del Jubileo Extraordinario (Año Santo) de la Misericordia del Papa Francisco


Expositor:
P. Guillermo Villalobos, S.J.

El Año Santo de la Misericordia es un regalo y una oportunidad para que la gracia de Dios toque nuestros corazones.

Se tratarán los temas del documento:

  • La puerta santa
  • Las peregrinaciones
  • Las indulgencias
  • La remisión de la pena por nuestros pecados


Día: 12 de noviembre
Hora: 7:30 a 9:00PM
Lugar: Auditorio de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima – Miraflores
Dirección: Av Armendaris N°350
A dos cuadras de Larcomar.


Acceda al documento en la web oficial AQUÍ

P. José Valverde Cárdenas S.J. partió a la Casa del Padre


“No se turben; crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Para ir a donde yo voy, ustedes ya conocen el camino.” 
Jn 14, 1-4

El P. José Valverde, S.J. partió a la casa del Padre el 13 de octubre, 2015. Fue miembro de la Comunidad de jesuitas de San Pedro, de nuestra Parroquia San Pedro - Lima, donde también oficiaba la Santa Misa dominical.

Compartimos la nota en su memoria que publicó la Compañía de Jesús y luego la Homilía de la Misa de cuerpo presente por el P. José Luis Gordillo S.J.:


NOTA EMITIDA POR LA COMPAÑÍA DE JESÚS - PERÚ

Oremos en acción de gracias por la vida de nuestro hermano José Macedonio Valverde Cárdenas que falleció a los 66 años de edad, 21 años de su ingreso a la Compañía, 12 años de su Ordenación Sacerdotal, y 6 años de sus Últimos Votos.
Que descanse en paz.
El P. José Valverde nació en el 16 de agosto de 1949 en Cañete e ingresa en 1994 en el noviciado San Estanislao de Kostka (Barrios Altos-Lima) a la edad 44 años. Cuando entra en la Compañía ya era médico cirujano especialista en psiquiatría por la Universidad Cayetano Heredia. Asimismo, contaba con una larga experiencia profesional como médico jefe de departamento en el Ministerio de Salud y como profesor asociado en la Universidad Cayetano Heredia.
Al haber ingresado con una edad elevada, solo hizo un año de estudios de posnoviciado y en 1997, fue destinado a Belo Horizonte para estudiar la Teología. Una vez acabado su bachiller, en el año 2000 comienza la etapa de magisterio en El Agustino donde ayuda en la pastoral parroquial. Fue ordenado por Monseñor Pedro Barreto el 31 de julio de 2003 en Lima.
Desde 2002 regresa como docente a la Universidad Cayetano Heredia y como psiquiatra en la ClínicaStella Maris y en el Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado – Hideyo Noguchi”. Atendió en ambos centros de salud mientras su enfermedad se lo permitió.
Acabó su Tercera Probación en 2006 en Venezuela y, a su regreso, fue destinado a la comunidad de San Pedro donde además de su actividad como médico y docente, colabora en la parroquia y ayuda en la atención de los jesuitas mayores.
El P. José Valverde, vinculó estrechamente su condición de médico y sacerdote, siguiendo así la profunda tradición evangélica del Cristo médico. Siempre mostró una notable dedicación y disponibilidad para atender no solo los casos propios, sino también los que muchos amigos y jesuitas le enviaban. Su competencia y profesionalidad ayudaron a muchos recuperar la salud. También se distinguió por su trato siempre afable y respetuoso.
Desde que le fue diagnosticado un cáncer grave, luchó denodadamente contra él hasta que el día de ayer sus fuerzas se agotaron. Falleció en la noche en la Clínica Oncológica a las pocas horas de haber sido ingresado por una descompensación en la enfermedad que sufría.
Demos gracias a Dios por su vida ejemplar, de entrega apasionada al Señor, anunciando siempre su Palabra, y la confianza en el cariño maternal de María.

HOMILÍA, Misa de cuerpo presente

P. José Luis Gordillo S.J.


Estamos reunidos para dar el último adiós a un gran amigo, a un gran presbítero, un buen jesuita y un excelente médico. Nuestro hermano José Valverde Cárdenas.

Estamos juntos para celebrar la vida en medio del dolor que provoca la despedida.

Tengo la certeza de que la vida de José fue eminentemente pascual; su modo de relacionarse con los demás fue directo, claro, preciso y cálido. Tengo la certeza, además, de que nuestra amistad fue pascual, porque él tenía esa fabulosa capacidad de apreciar la vida en medio de las preguntas, en medio de la confusión.

Una de las más importantes preguntas de la humanidad ha sido siempre ¿qué hay más allá de la vida? Este tema nos desconcierta, nos asusta y nos deja en una situación difícil; por un lado, queremos mantenernos cerca del ser que amamos, que no se vaya y, por otro lado, sabemos por fe, que nada hay más importante para nosotros que el encuentro definitivo con Dios; de Él salimos, en Él vivimos, en Él resucitamos y a Él volvemos. Realmente nunca hemos salido de Él y ahora, sobre todo ahora, el P. José, el hermano, el amigo, ha vuelto al lugar en el que siempre vivió, pero esta vez, plenamente.

La muerte lo encontró dispuesto y preparado, acompañado por sus seres queridos y en medio de sus temas preferidos: el bienestar de los otros, la confianza y el deseo de encontrarse con Dios. Y llegó de la misma manera que llega la resurrección de Jesucristo: abriendo ruta para dar paso a la vida de los seres humanos, como si los despertara de ese extraño sueño para el que no fuimos hechos y que tanto rechazo produce en nuestro interior: morir para siempre. La vida de José nos habla de la confianza en que por más que muramos, viviremos (Jn 11,25)

José entró en la vida religiosa en marzo de 1994, con esa peculiar claridad que muchos vimos en él y que a veces, no comprendíamos: la certeza de quién encontró un tesoro y vende todo lo que tiene. Era mayor y sus compañeros de ingreso lo veíamos con particular sorpresa. Recuerdo que cuando nos presentaron no sabía qué preguntarle, no me cabía en la cabeza que un médico en plena edad de trabajo quisiera dedicarse a esto, que yo mismo estaba empezando con la mitad de los años que él tenía. Después de algunas preguntas empezamos a entrar en la magia de la confianza, que luego se convirtió en amistad gracias a largas conversaciones sobre la vida; en debates sobre la humanidad; en largas horas de lectura de sus filósofos preferidos y eventuales ensayos para pequeñas piezas teatrales, que trataran de explicar alguna posición sobre la dignidad humana.

Curiosamente, fue José quien me explicó por primera vez de la resurrección de los muertos desde la fe. Acababa de morir un gran amigo mío y sus palabras fueron bálsamo y puerta de confianza. La palabra resucitar, entonces, abrió una ventana en medio del alma que se resistía a creer que el final de la vida fuera tan simple y fuera tan extenso en el pecho el dolor... Luego, cuando la teología llegó, confirmé aquello que él me había dicho: nunca morimos porque la muerte no tiene poder. Ésta es, ahora, una de mis certezas de fe y de vida.

Después de la ordenación, celebré mi primera misa con él en El Agustino (él ya había sido ordenado cinco años antes) y nos reímos mucho de los errores de ambos; sin embargo, lo esencial quedó en el altar; Cristo muerto y resucitado estaba presente en medio de todos, alimentándonos y preguntándonos si teníamos alimentos.

Hoy celebramos tu Resurrección, querido amigo José, y le pedimos al Dios de la vida, que nos conceda su gracia para poder acompañar a otros desde esa infinita ternura de Dios de la que nos hablabas a menudo a pesar de tu resquebrajada salud.

Es verdad que nosotros quedamos acá acongojados y adoloridos, porque la muerte duele y porque la muerte nos hiere y nos desgarra. Sin embargo, nosotros que acá despedimos a José, mantenemos en el corazón la profunda esperanza de resucitar con él, en la misma resurrección de Jesucristo. Con aquella hermosa sensación de resucitados. Es decir: con la sensación de ver que la muerte no tiene poder sobre nosotros; que por más que se afane en destruirnos y entristecernos, la muerte no es nada porque nada nos quitará del Amor de Dios, nada nos alejará de su gracia, ni siquiera la muerte que parece tener poder.

El sábado último te visitamos, José, al hacerlo, descubrí en mí esa tonta timidez que no debería haber en la amistad y guardé silencio. Te oímos, te preguntamos cosas y nos despedimos hasta una nueva oportunidad... Quizá era el mejor momento para recordarte aquello de “confiemos, todo estará bien”, que nada hay más claro que el amor de Dios que se hace vida.

Perdona, amigo, mi silencio... no supe cómo decirlo.

Probablemente no había encontrado las mejores palabras para poder explicarte aquello que tú mismo nos habías explicado tantas veces; la vida siempre irrumpe victoriosa.

Quizá me faltan aquellas precisas palabras tuyas que solían aclarar las cosas, pero bueno... ahora te lo digo con palabras prestadas como las del poeta Miguel Hernández: “volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de mis flores, pajareará tu alma colmenera de angelicales ceras y labores”.

Al despedirme por ahora quiero leerte otros versos de Dulce María Loynaz, una poeta cubana del siglo XX, alguna vez te hablé de ella...

“Ya no es preciso que me quede aquí... Y me voy. Me voy... no sé... allá lejos. Nada te dejo ni me llevo. El sol saldrá otra vez mañana”.


Disfruta, José, de tu presencia al lado de Dios. Ya nos encontraremos para seguir la charla del sábado último y te aseguro que no me quedaré sin palabras y nos reiremos mucho... “que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero” (Hernández Miguel, Elegía a Ramón Sijé)


...

Tomado de:
http://inmemoriam.jesuitas.pe/
Agradecemos al P. José Luis por compartir su Homilía con nosotros.

Curación de Bartimeo

P. Adolfo Franco, S.J.

Marcos 10, 46-52

Hay muchas clases de ceguera; que el Señor nos cure de ellas, como curó al ciego de nacimiento.


Jesús, en este pasaje cura a un ciego de nacimiento, y pone al descubierto la importancia de la fe: por eso lo subraya y al curarlo le dice "tu fe te ha curado". Parecería que el milagro tiene una especial intencionalidad, que es destacar la importancia de la fe.

En la narración que nos hace el Evangelista San Marcos, se pone en contraste la ceguera de este hombre, con la intensidad de su fe. Por la ceguera él no podía ver las personas, no podía contemplar los árboles, ni la luz del sol; no podía ver el camino, sin ayuda de alguien podría tropezar. No tenía ese conocimiento de las realidades materiales que se nos hacen presentes por la vista corporal. En cambio tenía conocimiento de otras realidades superiores por la fe de su corazón: tenía la certeza de la presencia de Dios, supo distinguir a Jesucristo como el salvador de su extrema indigencia, sabía que una fuerza superior (la de Dios) podía incluso salvarle de su ceguera corporal. Le faltaba una vista, pero tenía otra vista la de la fe por la que “vemos” las realidades superiores. Muchos otros tenían vista, veían a Jesús de Nazareth y no creían en El, no lo aceptaban como Hijo de Dios; interiormente estaban ciegos, aunque lo conocieran de vista. En cambio este pobre ciego, por dentro veía esta realidad maravillosa de Jesús el Hijo de Dios.

Así podemos decir que hay también dos cegueras: la del que no tiene vista corporal, y la del que no tiene fe. Es curioso que nos afecte más la ceguera corporal, que la falta de fe. A pesar de que el que no tiene fe tiene una ceguera más lamentable, que la del que no tiene vista. Porque no tener fe significa no tener una respuesta a las interrogantes más importantes de la vida, es no poder apoyarse en la firmeza de Dios, es no tener un sentido profundo de la vida misma. Es una ceguera de mucha mayor importancia. Las preguntas más trascendentales del ser humano tienen una respuesta en la fe. Vivir la vida sin sentido, es la consecuencia de no vivir en la fe.

Podríamos preguntarnos ¿qué cosas no ve el que no tienen fe? Ya que la calificamos de ceguera es necesario plantearse esta pregunta. Hay dos realidades, en las cuales vive el hombre: la realidad natural y la realidad sobrenatural. Dos realidades, no una realidad y un mito, o una fantasía. Las dos son realidades; y puestos a comparar, la realidad sobrenatural podríamos decir que es más real; por que, si no, veamos ¿qué hay más real y más existente que Dios, del cual deriva toda existencia y toda realidad? Eso el no creyente no lo ve: y es algo tan importante.

A veces hay personas que no ven el sentido de la vida, por qué he nacido, cuál es el término de esta vida. Ciegos, porque solo ven los hechos y los dolores, los sufrimientos; ven la superficie de estos hechos, pero no los ponen en el contexto del plan de Dios sobre sus vidas. Así a veces se pierde el sentido de la vida misma, y estos ciegos se llegan a preguntar ¿para qué vivo?, ¿para que nací? De esa ceguera nos cura la fe; que, además nos alivia de la tristeza de una vida sin sentido.

Hay personas que no saben ver el mundo creado, como los signos de Dios en el mundo: la perfección de la creación, la armonía del conjunto de los planetas, y las estrellas, que se rigen por un orden extraordinario. No saben ver que detrás de las bellezas naturales hay la mano de un Artista. No saben ver que detrás de la maravilla organizada que es la vida, la maravilla que es el cuerpo humano; detrás de todo eso y de otras muchas cosas, hay una Presencia, con la cual sintoniza el que tiene fe, y no la ve el que no tiene fe.

La fe nos hace ver nuestro destino, la presencia de Dios en nuestra vida, y la consistencia que El da a nuestra fragilidad. La fe nos hace ver que no estamos solos en el universo, que siempre estamos cuidados, observados y protegidos por Dios, que nunca deja a sus hijos. El que no tiene fe no ve nada de eso, y además lo niega. No percibe que cada ser humano es un hermano, no simplemente un animal racional.

El que tiene fe ve en cada sacramento una maravillosa presencia, la presencia de Jesús, que está incorporando al que recibe el sacramento, a la vida misma de Dios. En cambio el que no tiene fe, no ve el misterio, solo ve la ceremonia, a la que le ha quitado la sustancia.


Tantas y tantas cosas nos hacen ver la fe, y no ven los que no tienen fe. Con razón a esta falta de fe se la llama ceguera. Porque además no ven al Hijo de Dios que vino a salvarnos, que pisó nuestra tierra, y que está presente entre nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Cuántas cosas dejan de ver los que no tienen fe. Y cuánto debería de preocuparnos esta ceguera, para pedirle al Señor, como este ciego le pedía la vista corporal: ¡Señor, haz que vea!

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Agradecemos al P. Franco SJ por su colaboración
Para otras reflexiones del P. Adolfo acceda AQUÍ.

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Historia de la Salvación: 1° Parte - Revisando cómo se escribió la Biblia, El Pentateuco

P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


1. EL ANTIGUO TESTAMENTO

1.1. EL PENTATEUCO

Antes de comenzar el estudio de la Historia de la Salvación detenidamente, tenemos que explicar brevemente cómo se fue formando el libro de la Biblia, que contiene los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Esto nos ayudará para comprender algo muy elemental en el estudio de la Biblia. Se trata de una actitud epistemológica, a saber: la Biblia no se nos entrega con conceptos, expresiones, teorías, aclaraciones, explicaciones acomodadas a nuestra mente como personas del S. XXI. La actitud correcta que debemos tomar es la contraria, somos nosotros los creyentes cristianos del S. XXI los que vamos a estudiar detenidamente la Biblia para entenderla en su texto y en su contexto, es decir, un conjunto de libros que se han escrito en diversas épocas, diversos autores, con diversas finalidades. A través de todo el libro sagrado iremos descubriendo, analizando, interpretando la mentalidad semítica en la que está escrita la Biblia que es muy diferente a la mentalidad lógica y científica occidental. Por eso antes de hablar del libro del GÉNESIS tenemos que explicar un poco cómo se formaron este libro y los 4 libros que le acompañan (Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio),  y así tener una mejor inteligencia de lo escrito en la Bibla.

Los cinco primeros libros de la Biblia forman una colección que los judíos denominan la “LEY” , la “TORÁH”. El primer testimonio cierto lo encontramos en prólogo del libro del Eclesiástico: “La Ley, los profetas y los escritos que les siguieron nos han transmitido muchas e importantes lecciones, que hacen a Israel digno de elogio por su instrucción y sabiduría”, Eclesiástico  1,1.

El Pentateuco, en su forma actual, tardó mucho tiempo en redactarse (ver al final de este libro el esquema de cómo se formaron los libros de la Biblia). El proceso humano de composición fue muy lento. Los hombres que llenan sus páginas no tenían libros como los tenemos nosotros actualmente, pero contaban con su memoria y sabían narrar fielmente los acontecimientos, de boca en boca, de padres a hijos, de generación en generación, la experiencia que tenían de Dios, del mundo y de los hombres, sabían relatar y transmitir la historia de la familia y del clan o tribu al que pertenecían como un gran tesoro que se hereda y hay que guardar fiel y delicadamente. Es lo que se conoce por transmisión de conocimiento oralmente.


1.1.1. Pentateuco

Término griego que significa: "Penta" = Cinco (5),  "Teucos" = Rollos, o Volúmenes escritos = Cinco libros escritos. Pentateuco: es el título que a comienzos de la era cristiana se dio a los 5 primeros libros de la  Biblia, que según el canon judío comienza por la TORA = LEY.
       
He aquí sus nombres:

  1. GÉNESIS: Libro de los “orígenes”
  2. ÉXODO: Libro de la “salida” de la esclavitud de Egipto hacia la Tierra Prometida
  3. LEVÍTICO: Libro de los “levitas” sacerdotes de la tribu de Leví
  4. NÚMEROS: Libro de los “censos” del pueblo de Israel
  5. DEUTERONOMIO: “Libro Segundo de la Ley”
       
El pueblo judío llama “Torah” a ese bloque de libros fundamentales que significan la LEY. Pero es algo más que meras normas y leyes. Ciertamente que se conservan muchas leyes y normas, especial y principalmente los 10 Mandamientos que Dios entregó a Moisés en el Monte Sinaí a la salida de la esclavitud de Egipto, esta era la parte primera y principal de la LEY, pero también se conservan junto a ésta otro tipo de leyes, normas, tradiciones que van desde las más importantes a las más pequeñas e insignificante. Estas leyes marcaron las etapas del Pueblo de Israel y pusieron las bases de su organización humana, histórica y sobre todo espiritual.
También se encuentran en esta colección de 5 libros relatos sobre los orígenes, recuerdos entrañables de la familia, los grandes acontecimientos históricos, diversos tipos de oraciones, actos de culto, poemas que describen vidas de héroes, etc. Este otro conjunto de elementos es el que da sentido a las leyes, porque tienen como marco de referencia la Historia de la Salvación. Ya no son una imposición arbitraria, sino una invitación de Dios a sus hijos para que se conviertan, sean justos y santos y vivan felices.
En definitiva, en el Pentateuco se nos narra el designio salvador de Dios contado de diversas maneras. Puede ser comparado a una sólida catedral en la que los pilares, arcos, muros, contrafuertes, vidrieras, etc, son elementos dispares pero armoniosamente organizados en su conjunto.
En el Pentateuco encontramos el plan de Dios para salvarnos pero contado de muchas maneras y con diversidad de géneros literarios. Así por ejemplo no se redactan de la misma manera:


  • Las leyes que rigen el pueblo
  • Las oraciones, en las que el hombre suplica y espera
  • Los poemas que embellecen la figura de los héroes con hipérboles
  • Los recuerdos de familia, en los que los hechos cuentan menos que el sentimiento
  • Los relatos llenos de imaginación oriental, que se pierden en la noche de los tiempos
  • Los ritos que regulan los actos de culto a Dios, etc.
Cada género literario tiene sus características propias que hay que tener en cuenta para llegar a comprender lo que Dios nos quiere dar a conocer de su misterio de amor.
Decíamos al comienzo de este apartado que el Pentateuco, en su forma actual, tardó mucho tiempo en redactarse. El proceso humano de composición fue muy lento. Los hombres que llenan sus páginas no tenían libros como los tenemos nosotros actualmente, pero contaban con su memoria y sabían narrar fielmente los acontecimientos, de boca en boca, (tradición oral), de padres a hijos, de generación en generación.
Estos recuerdos y tradiciones se remontan a los tiempos de Moisés. los juglares o cantores populares las cantaban en las peregrinaciones a los santuarios, los sacerdotes recogerán las costumbres religiosas, las normas del culto y las leyes destinadas a resolver las disputas o diferencias existentes entre las diversas tribus israelitas.
Por ello la redacción final del Pentateuco ha conservado las tradiciones del pueblo elegido y formado por Dios. A través de esta redacción Dios se revela. Elige a su pueblo y hace una alianza con él. Dios ama y es fiel a sus promesas, el pueblo elegido cumple y otras veces comete pecado y falla dependiendo de los diversos avatares de la vida, pero Dios siempre perdona y espera que el pueblo vuelva a la casa del Padre en una respuesta de confianza y de amor.
Los escritos del A T deben ser leídos a la luz de la lectura eclesial que la luz del N T. Algunos cristianos se preguntan ¿para qué leer hoy, el Antiguos Testamento? ¿No es una pérdida a de tiempo recorrer acontecimientos de una “historia pasada”? Este es un enorme error. El Pentateuco y los demás libros el AT son libros santos escritos antes de la venida de Cristo, recogen la vida unos hombres que es el pueblo elegido de Dios, que han vivido en la presencia de Dios como justos y pecadores, en momentos de fidelidad y alegría y en momentos de desgracia y de maldad. Dios se revela a lo largo de esos acontecimientos con su paz, con su misericordia y su amor. Por eso conservan hoy su actualidad. Veamos por qué:

La Palabra de Dios, recogida por el Pentateuco, encierra una riqueza que el pueblo de Israel no podía alcanzar con plenitud. Lo que Dios ha querido decirnos a través de estas palabras y acontecimientos del AT sólo se manifiesta plenamente en Jesús, tal como el libro de los Hechos de los Apóstoles lo han dado a conocer.
La Constitución del Concilio Vaticano II: “Verbum Dei”, sobre la divina Revelación dice que: “los libros íntegros del AT, incorporados a la predicación evangélica, alcanzan y muestran su plenitud de sentido en el NT y a su vez lo iluminan y lo explican”.
Hoy también la Iglesia nos invita a descubrir, en comunión de fe con ella, la riqueza insondable que el Espíritu Santo ha depositado en la Sagrada Escritura. De su mano y bajo guía maternal podemos releer esta palabra antigua y sacar de su tesoro: “lo nuevo y lo viejo”. La simple lectura de esta palabra antigua, “vieja”, puede hacernos descubrir hoy tesoros inmensos si tenemos un corazón ávido, hambriento de la palabra de Dios.

1.1.2. Composición del Libro del Pentateuco

El Pentateuco está compuesto por cinco libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. En un principio la composición de estos cinco libros fue atribuida a Moisés, pero las tradiciones más antiguas jamás habían afirmado explícitamente que Moisés fuera el redactor de todo el Pentateuco. Cuando el Pentateuco dice, muy rara vez, que "Moisés ha escrito", aplica esta fórmula a un pasaje particular.
Hay diversas teorías, o hipótesis de trabajo científico, acerca de la composición de este libro. El estudio moderno de estos 5 libros ha evidenciado diferencias de estilo, repeticiones y desorden en las narraciones, que impiden ver en el Pentateuco una obra que haya salido íntegra de la mano de un solo autor. Después de varios años de discusiones bíblicas y exegéticas, a finales del S. XIX, se había impuesto entre los críticos una teoría, sobre todo bajo la influencia de Wellhausen, Gunkel y otros que decían que el Pentateuco era un libro compuesto en largos siglos de la historia y que tenía 4 fuentes o tradiciones, o escuelas y que muy tardíamente en el S. V fue recopilado en la forma actual. Veamos la exposición de estas teorías.           
       
a. Teoría Documentaria de J. Wellhausen, (1844‑1918)

Durante el verano de 1867 investigó en el A T acerca de los escritos de la Biblia, especialmente los tiempos de Moisés, y descubrió que en la exposición de la historia de Israel había un gran anacronismo: se colocaba en tiempos de Moisés un gran número de leyes e instituciones que no habían surgido ni se habrían desarrollado sino en épocas posteriores a Moisés.
Durante los años siguientes, fue acumulando argumentos en favor de la "Teoría documentaria", y de la sucesión histórica de los cuatro documentos que componen el Libro del Pentateuco. Con su "Teoría documentaria" señaló la presencia de cuatro documentos principales o cuatro tradiciones.  Estas  son: Yahvista (J), Elohista (E), Deuteronomista (D), y Sacerdotal (P).



ESQUEMA DE LA TEORÍA DOCUMENTARIA DE WELLAHAUSEN





Según Wellhausen el primer documento J (Yahvista), se escribió hacia mediados del S. IX a. d. Cristo (850). El segundo documento E (Elohista), es la historia paralela y se originó un siglo más tarde (750). Estos documentos J y E se asociaron entre sí para constituir un nuevo documento J + E, que es obra de un solo redactor (650). El tercer documento D (Deuteronomista), escrito poco antes de su "descubrimiento" en tiempos del rey Josías (621) fue añadido al documento J + E, hacia el año 550 a. d. Cristo. El cuarto documento P (sacerdotal), es el escrito sacerdotal, escrito entre los años 500 y 450 en el destierro de Babilonia. Este documento sirvió como encuadre, al que se añadió al documento J + E + D, hacia el año 400 a. d. Cristo, cuando, finalmente, el libro del Pentateuco, J + E + D + P,  adquirió la forma que tiene actualmente.(Ver esquema final del libro).
        
Esta teoría revolucionó todo el ámbito de investigación bíblica y mostraba una nueva perspectiva. Según el cómputo del tiempo, aceptado por aquel entonces por los investigadores bíblicos, la salida de Egipto tuvo lugar hacia el año 1445, a.d.C. Josué conquistó la Tierra Prometida (Canaán), hacia el año 1440 a.d. Cristo. Ahora bien con la Teoría Documentaria de Wellhausen situaba los elementos más antiguos de los llamados libros de Moisés en el S. IX (J), es decir, unos 550 después de Moisés, y además sostenía que el Pentateuco actual no habría adquirido su forma definitiva, sino diez siglos después, 400 a.d.C, que el fundador de la religión de Israel (Moisés) hubiese hecho su aparición.


b. Teoría de Historia de las formas de H. Gunkel: (1862‑1932)

Insiste en que se debe de admitir como base de estas tradiciones escritas, unas "Tradiciones preliterarias" (orales), aisladas, a partir de las cuales se formaron, más tarde, los documentos escritos. (Así por ejemplo, se ha dicho que Moisés fue el autor del libro del Éxodo y del libro del Deuteronomio. Sabemos que ambos libros se han escrito entre el 800‑621, a.d.C, y Moisés vivió hacia el 1200, a.d.C). ¿Cómo entender este hecho? Posible explicación: Moisés fue el gran legislador, el gran Profeta que guió, orientó y llevó a su pueblo  a la liberación de la tierra prometida, pero entre la legislación oral y la legislación escrita median 4 siglos.
        
Moisés es el autor de lo prescrito, porque él fue elegido por Dios para esta tarea, se la inspiró pero no la realizó por escrito, la realizaron diversos autores de su pueblo después de 4 siglos. Para los semitas que practicaban un régimen comunitario muy estricto en el pensamiento y en la palabra oral y escrita, esto no tiene nada de extraño. En resumen, podemos decir, que Moisés fue el autor de los libros en cuanto a  la  fundamentación y a su actividad como legislador; en cuanto a la actividad literaria, estrictamente dicha, está condicionada al devenir del tiempo, a través de las generaciones sucesivas y de las transmisiones orales.


c. Teoría de G. von Rad: (1901-1971)

Intentó la combinación de los dos métodos: el de las “fuentes literarias” y el de las “formas literarias” y planteó la hipótesis de que el yahvista fue un gran teólogo, que sobre la base de un “pequeño credo” recogió y ordenó muchas de las “tradiciones” transmitidas independientemente unas de otras. El yahvista habría “recogido y unificado” cierto “conjunto de tradiciones” con un trabajo de composición personal, guiado por una concepción teológica propia, hasta el punto de que se puede hablar de una teología yahvista. El autor hizo una  recolección de las leyendas orales de la tradición en la época davídico - salomónica. Según von Rad, el Pentateuco está constituido por cuatro conjuntos de tradiciones, cada una de las cuales desarrolla un tema fundamental: Tradición del Éxodo y de la conquista. Tradición del Sinaí. La historia de los patriarcas. La historia primitiva.


d. Teoría de R. de Vaux, O. P.

En el ámbito de la investigación bíblica católica destaca el religioso dominico R. de Vaux, O. P. Director de la Escuela Biblia de Jerusalén. El autor mantiene el esquema de Wellhausen, J + E + D + P, como lo hacen la mayoría de los eruditos.
        

R. de Vaux admite que tal división de los múltiples materiales acumulados en el libro del Pentateuco, no pueden sustituirse todavía por otra teoría mejor. Evita utilizar el término de "documentos" y prefiere hablar de "transmisiones" o de "tradiciones" o de "corrientes de pensamiento"; algunos autores prefieren hablar de "escuelas" de pensamiento. Cada uno de los cuatro grupos de textos (J – E – D - P) tiene su propia prehistoria, en forma de una tradición que frecuencia duró siglos en formarse: una tradición primero fue oral, tal vez pasado mucho tiempo quedó fijada por escrito. Los lugares donde posiblemente se crearon estas tradiciones fueron los santuarios antiguos de Israel: Siquem, Rama, Hebrón, Bet-El = (Casa de Dios). En efecto, en dichos santuarios se conmemoraban con ritos  cultos primitivos las narraciones y hazañas que Dios había hecho en favor de su pueblo Israel. Eran tradiciones vivas, es decir, cada generación las iba transmitiendo a la próxima generación. Eran fiestas celebradas en público por todo el pueblo, eran días de acción de gracias, en las que se renovaba el compromiso de la Alianza de Dios con su pueblo en el Sinaí. Esto se aplica a las costumbres y a la transmisión de las  leyes como a los relatos salvíficos: Éxodo, conquista de la tierra prometida, etc.
               

ESQUEMA DE LA TEORÍA DE  R. DE VAUX



Como podemos observar la redacción final de Pentateuco recorre una larga y lenta historia. Especialistas en Sagrada Escritura llegan hoy a la siguiente conclusión: se puede aceptar con razonable seguridad la teoría de las cuatro “tradiciones” o “fuentes”, como la solución mejor al problema del origen literario del Pentateuco, considerando que cada una de las tradiciones se acerca al misterio de Dios de una manera diferente.

1.1.3. Tradición Yahvista: (J)

Data del S. X, a. d. Cristo. Se la denomina "Yahvista" por el uso frecuente que hace del nombre "Yahvé", para nombrar a Dios. Fue redactada en el Reino del Sur (Judea), probablemente durante el reino de David, o tal vez, durante el reinado de su hijo Salomón.

Esta tradición es de lenguaje sencillo, colorista, se fue transmitiendo dentro del territorio de la tribu de Judá, en asociación al santuario de su ciudad principal Hebrón. En efecto a este santuario aluden un buen número de relatos de la tradición yahvista J, y se atribuye a Judá un pasado hermoso, impulsado por el glorioso encumbramiento que Dios concedió a dicha tribu en el período de David y Salomón Estas tradiciones debieron ser consignadas por escrito, por obra de una persona, o bien de una "escuela", durante el reinado de Salomón, o poco después. El autor yahvista pretende presentar la comunión divina con los hombres y con una convicción tan decidida que a veces resulta desconcertante, Gen 3, 8,21; 4, 15; 18, 19.

1.1.4. Tradición Elohista: (E)

Es la tradición hermana de J. Se le denomina "Elohista" por el uso cuidadoso que hace del nombre "Elohím" para nombrar a Dios. Esta tradición fue elaborada en las tribus de Palestina central en el territorio de Efraín, quizás en el santuario de Bet-El y Siquem. La fijación por escrito debió de tener lugar más o menos que en el caso de la tradición J. Esta fijación por escrito nos hace pensar en la influencia del profeta Elías y probablemente editada en forma definitiva algún tiempo después del cisma del Reino de David. Para el autor elohista lo más importante es la Alianza de Dios con su pueblo que fue elegido en el monte Sinaí. La fusión de las dos tradiciones J y E probablemente se realizó en el tiempo posterior al colapso que recibió el reino del Norte con la invasión de los asirios y con la deportación de parte del pueblo judío a Nínive (Asiria), 721. Podría relacionarse con el intento de Ezequías por ganar a todo el pueblo de Israel para el culto auténtico de Yahvé, según se practicaban en el santuario de Jerusalén.

1.1.5. Tradición Deuteronomista: (D)

Compuesta por un autor de la tribu de Judá en el S. VII a. d. Cristo y suele identificarse con el libro encontrado por Ezequías en el Templo de Jerusalén hacia el año 621 a. d. Cristo. La identificación se ve reforzada por el hecho de que las reformas de Josías son estrictamente paralelas a las reformas recomendadas en el deuteronomista. La aportación teológica del deuteronomista es la concepción de la Alianza, como elección amorosa de Israel por parte de Dios, y el cumplimiento de la Ley como la respuesta ideal de Israel a Dios.

1.1.6. Tradición Sacerdotal: (P)

Se inicia la composición en el destierro de Babilonia (586‑538), y termina después del destierro. Escrita por el grupo sacerdotal del templo, tiene un obvio interés por los escritos litúrgico‑cultuales, por esto se le denomina "sacerdotal" (del alemán "priester", de ahí la sigla P). Pone un interés especial en la organización del santuario, en los sacrificios, y en las fiestas, en la persona humana y en las funciones de Aarón, sumo sacerdote y de sus hijos.
       
Contiene además textos legislativos o institucionales, contiene partes narrativas, donde también se encuentra el espíritu legalista y litúrgico que la anima. Gusta de los cómputos y genealogías, y se deja reconocer fácilmente por su estilo, en general abstracto y redundante; estos sacerdotes durante el destierro de Babilonia y principalmente en los tiempos que siguieron, debieron de preocuparse especialmente de consignar cuidadosamente por escrito tales tradiciones.

               

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Cristología - 4° Parte: La verdadera humanidad de Cristo

P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA

2. LAS DOS NATURALEZAS DE CRISTO Y CÓMO ESTÁN UNIDAS

CONTINUACIÓN


2.2. LA VERDADERA HUMANIDAD DE CRISTO

2.2.1. Realidad de la naturaleza humana de Cristo

Tesis 2ª
"Cristo asumió un cuerpo real, no aparente", (de fe).

2.2.1.1. Explicación

En esta tesis queremos afirmar que Cristo asumió un cuerpo humano real, es decir, no aparente. En efecto Jesús, nacido de la Virgen María es verdaderamente uno de los nuestros, no sólo por tener cuerpo y alma como la nuestra, sino también porque pertenece a nuestra familia humana, a la descendencia de Adán, a través de Abrahán, Isaac, Jacob y, con el correr de las generaciones, también pertenece al linaje de David según la carne, Lc 1, 27; Rom 1, 3.

2.2.1.2. Adversarios

Docetismo: Negaba la realidad del cuerpo humano de Cristo reduciendo a simple apariencia los hechos de la vida terrenal y humana de Cristo, principalmente su Pasión y muerte.

El Docetismo: Doctrina herética según la cual: "El Hijo de Dios, Jesucristo, no tuvo más que una naturaleza humana aparente: nació, padeció, murió, pero todo esto acaeció sólo en apariencia."
          
2.2.1.3. Magisterio de la Iglesia
S. Ignacio Obispo de Antioquía corrigió las doctrinas docetistas, afirmando: "Cristo asumió un cuerpo real, no simplemente aparente". (de fe). Denz 148. Finales del S. I y comienzos del S. II.
Santos Padres. Esta doctrina herética del docetismo fue combatida por S. Ignacio de Antioquía. S. Ignacio para refutar el docetismo se basa en los Santos Evangelios en los que se nos narran los hechos de la vida terrena de Jesús, en una forma que no deja lugar a dudas sobre la realidad de su cuerpo y de su alma. Y así, encontramos en el Evangelio de S. Lucas que Jesús después de su resurrección se aparece a sus discípulos y les dice: "palpad y ved, que un fantasma no tiene carne ni huesos, como véis que yo tengo". Lc 24, 39.  Pero es sobre todo el Evangelista S. Juan el que con su evangelio y con sus cartas combate a los herejes que niegan que Cristo se encarnó, l Jn 1, 1; 4, 2; 2 Jn 7.
Más tarde S. Ireneo y Tertuliano defendieron las fórmulas teológicas de S. Ignacio de Antioquía.

2.2.1.4. Sagrada Escritura

- Mt, 1,1 s.s. Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham".
- Jn 1, 14: "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros".
- Gal 4, 4: "Llegada la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, bajo la ley...".
También vemos que en la resurrec­ción, Jesús, para convencer a sus discípulos, que todavía andaban vacilan­tes acerca de su persona, les confirma la realidad de su cuerpo humano diciendo: "Palpad y ved; que un espíritu no tiene carne ni huesos, como véis que yo tengo". Lc 24, 39.
       
2.2.1.5. Argumento teológico

Jesucristo asumió un cuerpo real en el seno virginal de la Virgen María. Si no hubiera asumido un cuerpo real, la Encarnación hubiera sido una mera apariencia, pero no fue así, Cristo tuvo una naturaleza humana igual a la nuestra en todo, menos en el pecado. Una naturaleza humana compuesta de cuerpo y alma. No admitimos de ninguna manera que Cristo tuvo una naturaleza humana aparente, o fantasmal, esto sería negar el valor intrínseco del misterio de la Encarnación y el misterio de la Redención. Asumimos como verdadero lo que enseña la Iglesia: "que Cristo asumió un cuerpo real, no simplemente aparente", Denz 148. Esta afirmación coincide con las palabras de Jesús después de su  Resurrección  en las que Cristo afirma a sus discípulos que Jesús posee un verdadero cuerpo humano antes y después de su muerte. Si negamos esta verdad de fe invalidamos todo el misterio de la Encarnación, los méritos de Cristo en la Cruz, en fin, todo el misterio de la Redención. etc.


2.2.2. Integridad de la naturaleza humana de Cristo

Tesis 3ª
"Cristo no solamente asumió un cuerpo humano sino también un alma racional". (de fe).
       
2.2.2.1. Explicación

Esta tesis está en perfecta conexión con la tesis anterior. Al afirmar que Cristo asumió realmente una naturaleza humana, ésta comprende cuerpo y alma, no solamente un cuerpo sino cuerpo y alma. Tomamos esta afirmación del Concilio de Calcedonia (451) que enseña, a propósito de la humanidad de Cristo: "Enseñamos unánimemente que hay que confesar a un solo y mismo Hijo y Señor nuestro Jesucristo. Perfecto en la divinidad y perfecto en la humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, compuesto de alma racional y cuerpo; consustancial con el Padre según la divinidad perfecto en su humanidad, en todo semejante a nosotros menos en el pecado, ..." Denz. 301

2.2.2.2. Adversarios

Apolinarismo
Apolinar de Laodicea, Obispo de Laodicea (390): "Negaba el alma humana en Cristo juzgándola incompatible con su divinidad, enseñando que: El Logos tomó un cuerpo humano y un alma animal, ocupando el Logos divino el lugar del alma racional y espiritual que le faltaba".
Apolinar, (390), fue quien trató de hacer que la unión de la humanidad y divinidad de Cristo fuera lo más íntima posible. Pero deseoso de proteger la unidad de la persona de Cristo sacrificó la dignidad y realidad de su humanidad, negando la existencia del alma humana en Cristo.
Para lo cual adoptó una teoría tricotómica de la naturaleza humana; es decir, predicó que el hombre es un compuesto triple, a saber: Cuerpo (soma). Alma sensitiva (psijé). Y Alma pensante, intelectiva o espiritual (nous = sede de la libertad y del propio yo humano). Por tanto Cristo se compone tricotómicamente de: Cuerpo, Alma y el Verbo, que era la fuerza dominante de su humanidad. Y afirmaba: "Si Cristo tiene un entendimiento humano, estamos en presencia de dos naturalezas perfectas y hemos de confesar dos hijos, un Hijo de Dios y un Hijo de adopción; esta conclusión está en contra del Evangelio, y por lo tanto, el Verbo ocupa en Cristo el lugar, no ya del alma, sino del entendimiento. Además, la voluntad divina, cualidad esencial del "nous" es impecable, por el contrario, toda voluntad humana es pecaminosa.

2.2.2.3. Magisterio de la Iglesia

El Concilio Constantinopolitano I, (381), enseña contra Apolinar de Laodicea lo siguiente: "Anatematizamos a aquellos que dicen que el Verbo de Dios estuvo en la carne humana en lugar del alma racional".  Denz 159
La reacción de los Padres que profesaban la verdadera fe se fundaba en la realidad del misterio de la Encarnación, y decían: si Cristo no tiene un alma racional no es un hombre como nosotros, su humanidad no es consubstancial a la nuestra. Además, si no hay en Cristo ni voluntad, ni libertad humanas, no pudo merecer en favor de nosotros los pecadores, pues "nada que no haya sido asumido (por la encarnación) puede ser redimido".
La condenación solemne a esta herejía fue dada en el Concilio de Constantinopla en el año 381, que dice: "Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre, asumiendo no solamente un cuerpo sino también un alma racional". Denz  159
       
2.2.2.4. Sagrada Escritura

Acerca de la integridad de la natura­leza humana de Jesucristo:
Jesús mismo habla de su alma humana: "Mi alma está triste hasta la muerte", Mt 26, 38. Y en Lc 23, 46, dice: "¡Padre en tus manos escomiendo mi espíritu!".
La Sagrada Escritura nos habla de la muerte de Jesús diciendo que entregó su espíritu, Mt 27, 50; Jn 19, 30. La espiritualidad del alma de Cristo resalta de manera especial en sus oraciones de súplica y de acción de gracias, y en el sometimiento de su voluntad humana a la voluntad divina: "Padre, no se haga mi voluntad sino la tuya". Lc 22, 42.

2.2.2.5. Argumento teológico

En esta tesis hemos demostrado que la naturaleza humana de Cristo es íntegra, es decir, está compuesta de cuerpo y alma. No es suficiente decir que Cristo asumió un cuerpo humano, hay que decir que asumió cuerpo y alma humanos, y por lo tanto asumió una verdadera naturaleza humana y por ello es consubstancial a los hombres.
Y por ello afirmamos con el Concilio Constantinopolitano I (381) que: "Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre, asumiendo no solamente un cuerpo (humano) sino también un alma racional". Denz 159. Y las razones teológicas son muy claras:
- Porque el alma racional, lo mismo que el cuerpo, es una parte "esencial" de la naturaleza humana, de la que no puede prescindirse sin destruirla. Si Cristo ni hubiera asumido el alma racional, no sería verdadero hombre.
- El Logos no puede hacer las veces del alma racional humana, puesto que el alma humana es la forma sustancial del cuerpo y el Verbo no es la forma sustancial del cuerpo humano porque el Verbo no puede entrar en composición con ninguna cosa.


2.2.3. Origen adamítico de la naturaleza humana de Cristo

Tesis 4ª
"Cristo fue verdaderamente engendrado y nació de una hija de Adán, la santísima Virgen María". (de fe)

2.2.3.1. Explicación

Una particular garantía de la realidad e integridad de la naturaleza humana de Cristo es el haber sido verdaderamente engendrado por una madre humana y nacido de ella. Al nacer de una hija de Adán quedó incorporado, según su humanidad, a la descendencia de Adán. Su igualdad específica con los hombres llegó a ser de esta manera una comunidad de linaje; Cristo se convirtió en nuestro hermano.

2.2.3.2. Adversarios

Sectas gnósticas
Algunos Gnósticos como Valentín y Apeles, decían que Cristo había bajado de los cielos a la tierra con un cuerpo de índole espiritual y que pasó por la Virgen María sin tomar nada de ella: "de la misma manera que el agua fluye por un canal".
       
2.2.3.3. Sagrada Escritura

La Iglesia defendió en sus discusiones con estos gnósticos que Cristo fue engendrado y nació de la Virgen María, es decir, que fue concebido por ella y que tomó de ella su misma sustancia o naturaleza humana.
- Mt 1, 16 : "(María) de la cual nació Jesús".
- Lc 1, 31, : "Y he aquí que concebirás en tu seno y parirás un hijo ...".
- Gal 4, 4: "llegada la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer...".
       
Santos Padres, se señala principalmente a S. Ignacio de Antioquía como inculcador de que: "Cristo procede verdaderamente del linaje de David según la carne.. y que nació verdaderamente de una virgen".
       
2.2.3.4. Argumento teológico

La importancia redentora de la verdadera y completa humanidad de Cristo y de su descendencia común con nosotros radica, por una parte, en que asumió la misma naturaleza humana que iba a redimir: esta naturaleza humana la asumió de una hija de Adán, la santísima Virgen María, que estaba libre del pecado original y era el habitáculo ideal para que El Verbo del Padre por obra del Espíritu Santo asumiera una verdadera naturaleza humana completa, es decir, cuerpo y alma,  así estaba preparado para redimir del pecado y de la muerte eterna como verdadero Dios y como verdadero hombre a todo el género humano con Dios Padre en la reconciliación de la cruz, que El realizó por nosotros como verdadero hermano nuestro que era.







Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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La fidelidad a las promesas en la vida familiar



PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 21 de octubre 2015




Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En la meditación pasada reflexionamos sobre las importantes promesas que los padres hacen a los niños, desde que ellos son pensados en el amor y concebidos en el vientre.

Podemos añadir que, mirando bien, la entera realidad familiar está fundada sobre la promesa —pensemos bien esto: la identidad familiar está fundada sobre la promesa—: se puede decir que la familia vive de la promesa de amor y fidelidad que el hombre y la mujer se hacen el uno al otro. Esta implica el compromiso de acoger y educar a los hijos; pero también se lleva a cabo en el cuidado de los padres ancianos, en proteger y cuidar a los miembros más débiles de la familia, en la ayuda recíproca para desarrollar las propias cualidades y aceptar los propios límites. Y la promesa conyugal se extiende para compartir las alegrías y los sufrimientos de todos los padres, las madres, los niños, con generosa apertura en la humana convivencia y el bien común. Una familia que se encierra en sí misma es como una contradicción, una mortificación de la promesa que la hizo nacer y la hace vivir. No olvidéis nunca: la identidad de la familia siempre es una promesa que se extiende y se extiende a toda la familia y a toda la humanidad.

En nuestros días, el honor de la fidelidad a la promesa de la vida familiar aparece muy debilitado. Por un lado, porque un derecho mal entendido de buscar la propia satisfacción, a toda costa y en cualquier relación, es exaltado como un principio no negociable de la libertad. Por otro, porque se confían exclusivamente a la limitación de la ley los vínculos de la vida de relación y del empeño por el bien común. Pero, en realidad, nadie quiere ser amado solo por sus propios bienes o por obligación. El amor, así como la amistad, deben su fuerza y su belleza a este hecho: que generan un vínculo sin quitar la libertad. El amor es libre, la promesa de la familia es libre, y esta es la belleza. Sin libertad no hay amistad, sin libertad no hay amor, sin libertad no hay matrimonio. Por lo tanto, libertad y fidelidad no se oponen, más bien se sostienen mutuamente, tanto en las relaciones interpersonales, como en las sociales. Efectivamente, pensemos en los daños que producen, en la civilización de la comunicación global, la inflación de promesas incumplidas, en varios campos, ¡y la indulgencia por la infidelidad a la palabra dada y a los compromisos asumidos!

Si, queridos hermanos y hermanas, la fidelidad es una promesa de compromiso que se autocumple, creciendo en la libre obediencia a la palabra dada. La fidelidad es una confianza que realmente se «quiere» compartir, y una esperanza que se «quiere» cultivar juntos. Y hablando de fidelidad me viene a la mente lo que nuestros ancianos, nuestros abuelos cuentan: «Ah, qué tiempos aquellos, cuando se hacía un acuerdo y un apretón de manos era suficiente», porque había fidelidad a las promesas. Y este, que es un hecho social, también está en el origen de la familia, en el apretón de manos de un hombre y una mujer para ir adelante juntos toda la vida.

La fidelidad a las promesas es ¡una verdadera obra de arte de humanidad! Si nos fijamos en su audaz belleza, nos asustamos, pero si despreciamos su valiente tenacidad, estamos perdidos. Ninguna relación de amor —ninguna amistad, ninguna forma de querer, ninguna felicidad del bien común— alcanza la altura de nuestro deseo y de nuestra esperanza, si no llega a habitar este milagro del alma. Y digo «milagro», porque la fuerza y la persuasión de la fidelidad, a pesar de todo, no terminan de encantarnos y sorprendernos.

El honor a la palabra dada, la fidelidad a la promesa, no se pueden comprar ni vender. No se pueden imponer con la fuerza, pero tampoco custodiar sin sacrificio. Ninguna otra escuela puede enseñar la verdad del amor, si la familia no lo hace. Ninguna ley puede imponer la belleza y la herencia de este tesoro de la dignidad humana, si el vínculo personal entre amor y generación no la escribe la verdad del amor en nuestra carne.
Hermanos y hermanas, es necesario restituir el honor social a la fidelidad del amor: restituir el honor social a la fidelidad del amor. Es necesario sacar de la clandestinidad el milagro cotidiano de millones de hombres y mujeres que regeneran su fundamento familiar, del que toda sociedad vive, sin ser capaz de garantizarlo de ninguna otra manera. No es casualidad que este principio de la fidelidad a la promesa del amor y de la generación está escrito en la creación de Dios como una bendición perenne, a la cual está confiado el mundo.

Si san Pablo puede afirmar que en el vínculo familiar está misteriosamente revelada una verdad decisiva también para el vínculo del Señor y la Iglesia, quiere decir que la Iglesia misma encuentra aquí una bendición que debe cuidar y de la cual siempre aprender, antes incluso de enseñarla y disciplinarla. Nuestra fidelidad a la promesa está realmente siempre confiada a la gracia y a la misericordia de Dios. El amor por la familia humana, en las buenas y en las malas, ¡es un punto de honor para la Iglesia! Que Dios nos conceda estar a la altura de esta promesa. Y rezamos también por los padres del Sínodo: que el Señor bendiga su trabajo, realizado con fidelidad creativa, en la confianza que Él antes que nadie, el Señor —Él el primero—, es fiel a sus promesas. Gracias.



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Tomado de:
www.vatican.va