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Domingo VII Tiempo Ordinario. Ciclo C


 "Amen a sus enemigos"

Compartimos la reflexión del P. Adolfo Franco, S.J.†

para el Domingo VII del Tiempo Ordinario.

Jesús nos invita a que lleguemos al amor total sin condiciones. 


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Teología Litúrgica - El encuentro mistérico con el médico corporal y espiritual - Parte 3

 


Rodrigo Sánchez-Arjona Halcón, S.J.


CAPÍTULO 2

Continuación...


Enseñanza de los padres y de los teólogos.

Ignacio de Antioquía es la confluencia de las cristologías de Juan y Pablo, por eso pone en guardia a los fieles contra los docetas, que despreciaban la participación en la celebración eucarística, porque negaban, que la salvación de los hombres pudiera brotar de la carne de Cristo: "Se apartan también de la eucaristía y de la oración, porque no confiesan que la eucaristía es la carne de nuestro salvador Jesucristo, la misma que padeció por nuestros pecados, la misma, que por su bondad, resucitó el Padre, puesto que desprecian el don de Dios mueren y perecen en sus disquisiciones" (Smyr. 7.) y la razón de esta ruina en la fe es el rechazo del "Médico único carnal y espiritual a la vez, Jesucristo nuestro Señor" (Efes. 7,2). la frase rebosa densidad teológica y significaría que Cristo es al mismo tiempo nuestro médico por su carne como por su divinidad y que sana en nosotros a nuestro hombre interior, a quien comunica el Espíritu Santo, y al hombre exterior, en quien siembra un germen de resurrección.

Cada persona humana concreta ya estaba presente y recapitulada en la carne de Cristo desde la encarnación y por tanto salvada en posibilidad (Adv. Haer. 3, 18), pero para apropiarse subjetivamente esta salvación debe acercarse a Cristo, el hombre-Dios, que viene hacia los hombres en los sacramentos de la Iglesia (Adv. Haer 2,22).

Cristo considerado como la frontera de lo humano y lo divino capaz de dar la salvación al hombre en cuerpo y alma, es la síntesis de la cristología y de la soteriología de Ireneo (8).

Ireneo nos habla del bautismo en el marco de la curación del ciego de nacimiento narrada por Juan (Adv. Haer.·5, 15). Intentemos resumir su pensamiento.

Como la visión era la salud buscada por el ciego, así la salvación humana consiste en ver a Dios. El ciego fue sanado mediante el barro, el hombre recibe la salvación mediante la carne del Señor, pues la salvación dada por Cristo para Ireneo como para Ignacio es carnal, no sólo en el sentido de que el cuerpo humano resucitará, sino también en el sentido de que los hombres sólo pueden ser curados con el contacto misterioso de la carne glorificada de Jesús. Este tema lo trata Ireneo más detenidamente cuando habla de la eucaristía (Adv .. Haer. 4, 18; 5, 2).

Por último, las aguas de Siloé en las que el ciego debía bañarse, representan el bautismo cristiano necesitado por el hombre para recibir del Verbo la luz de la fe (Adv. Haer, 51,5).

Tertuliano se inspiró en Ireneo para escribir su libro De baptismo. La finalidad de esta obra fue la defensa del misterio litúrgico frente a una secta gnóstica que afirmaba bastar la sola fe para la salvación y negaba capacidad hierofánica al agua por ser intrínsecamente mala como cualquier elemento material.

El tratado nos presenta una teología tipológica del bautismo parecida a la expuesta por Cullmann en su comentario al evangelio de san Juan antes citado.

En el De baptismo leemos, por ejemplo, que las curaciones en la piscina de los cinco pórticos narradas por Juan (Jn. 6, 1-18) son símbolos de la salvación mesiánica encerrada en el bautismo cristiano. Tertuliano piensa que con la llegada de Cristo un algo fue añadido a las aguas y al ángel, pues lo que antes remediaba las enfermedades corporales, ahora cura el espíritu y lo que antes libraba a un solo enfermo cada año, ahora conserva a pueblos enteros de la corrupción y del pecado (De Bapt. 3). Lo que más impresiona de este libro es el capítulo dedicado a contestar a la afirmación gnóstica, "baptismus non est necessaries quibus fides satis est; nam et Abraham nullius aquae nisi fidei sacramento Deo placuit" (De Bapt. 13). La respuesta sigue la línea teológica, que hemos visto nacer de Pablo y de Juan. Concedemos, dice Tertuliano, que se pudiera conseguir la salvación por solo la fe antes de la pasión y resurrección del Señor. Pero una vez que !a fe se extiende al nacimiento, pasión y resurrección del Señor, ha recibido, como una ampliación, el símbolo sacramental, que viene a ser como un vestido de la fe interior y desnuda de los tiempos pasados.

Las palabras de Jesús, "el que no nazca del agua y del Espíritu no entrará en el reino de Dios" (Jn. 3, 6), han impuesto a la fe la necesidad del bautismo. Por eso Pablo se bautizó, aunque antes creía ya, que el Nazareno es el hijo de Dios y el Señor (De Bapt. 13).

Una reflexión sobre estas ideas nos hace caer en la cuenta que para Tertuliano existía un lazo de unión indestructible entre los hechos de la vida del Señor y los misterios litúrgicos de la Iglesia. Una fe enriquecida con la visión religiosa del nacimiento, pasión y resurrección de Cristo se une necesariamente a la participación en el misterio litúrgico, que actualiza esos hechos históricos proclamados como salvadores por la fe interior, y que esculpe, por así decirlo, en el mundo visible esa misma fe interna de los fieles.

Una cosa aparece clara en este capítulo del De baptismo y es, que el misterio litúrgico añade a la sola fe interna un algo salvador huidizo para el razonamiento lógico pero captado existencialmente por la humildad contemplativa de la fe.

El testimonio dado aquí por Tertuliano nos hace descubrir la humildad cristiana de siempre, que acepta los caminos salvadores de Dios sin la queja desesperada y sin la crítica soberbia.

Esta humildad, si se quiere irracional, de la fe cristiana, es la que dio vibración a la Iglesia para enfrentarse al arrianismo; pues, así como los docetas desnudaban al Verbo de la carne humana, los arrianos vaciaban a Cristo de su dimensión divina.

Hay un a priori fundamental en la vivencia cristiana: la salvación es una de las necesidades más apremiantes del hombre y sin embargo ella está fuera de sus posibilidades, sólo puede obtenerse de Dios como un don. Por tanto, si Cristo no es el Hijo verdadero de Dios, no puede en modo alguno traer la salvación al corazón mendigo de los hombres. De ahí que cuando una corriente ideológica hace de Jesucristo un semidios o un superhombre y lo arranca de la esfera divina, sea vista por el instinto de fe, que tiene la Iglesia como una manifestación más de la hybris humana, la cual pretende encontrar la salvación en el hombre o en otro ser creado.

Toda la larga batalla contra el arrianismo sólo señala este trasfondo y la dureza casi irracional de san Atanasio es solo un símbolo de este a priori. Atanasio prolonga la herencia de Ireneo, para quien la salvación es en última instancia la divinización del hombre llevada a cabo por el Verbo a través de su carne divinizada.

La enseñanza de Atanasio sería en resumen ésta: en el Verbo está la salvación de los hombres porque es el hijo de Dios. El cuerpo del Señor es como un instrumento material del que se vale el Verbo, para unirse por medio de él con los hombres y darles a través de él la salvación. (De Incarn: 9 y 20).

Es lo. mismo que sintetizó Cirilo de Alejandría al explicar las palabras del Señor "el que come mi carne ... tiene vida eterna"; "Comemos; no que comamos la divinidad, sino aquella carne del Verbo, hecha vivificante, porque es de Aquel que vive por el Padre" (Avd. Nest. 4, 5).

Pero el que quiera leer una síntesis de la enseñanza ortodoxa sobre nuestro tema, que tenga en cuenta las definiciones de Nicea, Éfeso y Calcedonia; no encontrará otra mejor que la "Fuente del conocimiento" de Juan Damasceno. En la tercera parte de esta obra titulada "Exposición de la fe ortodoxa" hallamos una verdadera suma de la teología griega. Ningún misterio de la fe está allí tratado con tanta extensión y profundidad como el misterio de la encarnación del Verbo.

Es muy importante afirmar, leemos, que no hablamos de un hombre deificado, sino de un Dios encarnado. Pues el que era Dios por naturaleza, vino a ser también por naturaleza hombre perfecto. (De fide orth. 3, 2).

De ahí saca una consecuencia de antiguo repetida en la Iglesia con distintas expresiones; por la unión hipostática la carne de Cristo quedó deificada, no en el sentido de que perdiera su esencia y propiedades humanas pasando a ser divinidad, sino en el sentido de que llegó a ser un instrumento de la divinidad para la salvación de los hombres (De fide orth. 3,15 y 17).

Hacia 1150 apareció en Italia una traducción de la "Exposición de la fe ortodoxa". Por ella santo Tomás se puso en contacto con la doctrina tradicional sobre la relación necesaria y perenne entre la corporeidad de Cristo y la salvación de los hombres.

Desde su concepción teológica Tomás tuvo dificultades para incorporar el dato tradicional a su sistema, pero lo consiguió.

El texto más significativo de su postura es el siguiente:

"Los sacramentos causan la gracia como instrumentos. Lo cual se explica de esta manera: Damasceno (De fide orth. 3, 15) dice que la naturaleza humana de Cristo era instrumento de la divina... Así, efectivamente, el contacto mismo de Cristo causaba instrumentalmente la salud del leproso. Como la naturaleza humana de Cristo era instrumento para realizar los efectos de la virtud divina en las cosas corporales, así también en las espirituales. Por eso, la sangre de Cristo derramada por nosotros tuvo el poder de lavar nuestros pecados ... y, de este modo, la humanidad de Cristo es causa instrumental de nuestra justificación. Esta causa nos es aplicada espiritualmente por medio de la fe, corporalmente por medio de los sacramentos, porque la humanidad de Cristo es espíritu y cuerpo ... Por lo mismo el sacramento más perfecto es aquel en que el cuerpo de Cristo está contenido realmente, es decir, la eucaristía, la cual como dice Dionisio (Eccl. Hier. 3) perfecciona la obra de los demás sacramentos. Los otros sacramentos participan algo de aquella virtud por la cual la humanidad de Cristo obra instrumentalmente nuestra santificación (De verit. 27, a.4.c).

El texto es interesante desde el aspecto cristológico y sacramental. Por una parte, la humanidad de Cristo es presentada como el medio corporal por donde la divinidad comunica a los hombres la gracia, y por otra el sacramento se explica aquí como un contacto real con el cuerpo de Cristo a través de los símbolos. Estas palabras nos muestran cómo Tomás había incorporado a su sistema teológico el dato tradicional de la mediación objetiva-corporal de la humanidad de Cristo es la economía de la salvación, y cómo estaba influenciado en este tiempo por la visión mistérica del sacramento propia de la teología oriental.

En sus últimas obras santo Tomás matiza más su pensamiento sobre la causalidad eficiente instrumental de la naturaleza humana de Cristo y de los sacramentos.

Nos habla de la humanidad de Cristo y de sus hechos terrenos como causas eficientes instrumentales de la salvación humana. Para él Cristo, en cuanto hombre, comunica la gracia "solo instrumentalmente, pues su humanidad fue instrumento de la divinidad" (De fid. orthod. 3, 15). Y así sus acciones, en virtud de su divinidad, nos fueron saludables causando la gracia en nosotros a la vez por mérito, como por cierta eficacia" (3, q. 8, a. 1, ad 1).

A este respecto es interesante recordar la explicación tipológica que da el santo a las curaciones de enfermos narradas por los evangelios:

"Cristo había venido a salvar el mundo, no con el poder de su divinidad sino también por el misterio de su encarnación. Por eso con frecuencia en la curación de los enfermos no usaba sólo del poder divino, curando por medio imperativo, sino que añadía algo de parte de su humanidad. Así san Cirilo, sobre las palabras de Lucas 4,40 "Imponiendo las manos a cada uno, los sanaba a todos" dice: "Aunque podía como Dios curar con una palabra todas las enfermedades, le tocó, para mostrar que su carne era eficaz para dar remedio". Y san Crisóstomo sobre aquello de Marcos 8,23 "poniendo saliva en los ojos etc." dice también "Escupió e impuso las manos, queriendo mostrar que la palabra divina unida a la obra realizaba las maravillas... "(3 q. 44, 3, ad 2).

Todos los misterios de la vida de Cristo incluidos la resurrección y ascensión tienen ahora para Tomás una eficacia salvífica instrumental. Para explicar, cómo pueda un misterio pasado y de la vida del Señor causar la gracia aquí y ahora, dice, que la humanidad del Señor recibía en cada uno de estos misterios de su vida una semejanza con los efectos de gracia, que iba a producir luego en los hombres. Así la naturaleza humana de Cristo vino a ser un ejemplar y un instrumento eficiente, signum et causa de la gracia (3 q. 49, a. 1,c.; q. 56, a. 1, ad 3).

Esta separación de la causa ejemplar y de la causa eficiente en los misterios de la vida del Señor va a arrastrar a santo Tomás a una concepción cosificada del misterio litúrgico.

El sacramento en la teología tomista va a ser concebido como una mezcla de signo y de causa eficiente instrumental (3,q. 62,a. 1,c), con lo cual desaparece lo específicamente simbólico del sacramento. Esta pérdida del elemento simbólico en el sacramento lleva necesariamente a una concepción cosificada del mismo (3q. 62,a. 5,c).

Pero a pesar de este empobrecimiento del misterio litúrgico, la teoría tomista salva lo esencial del dato de la tradición estudiado, es decir, que a través del símbolo litúrgico el hombre tiene un encuentro con la carne humana del Hijo de Dios:

"Por tanto es necesario que la virtud salvífica se derive de la divinidad de Cristo a los sacramentos por medio de su humanidad. En resumen, es manifiesto que los sacramentos de la Iglesia reciben su virtud especialmente de la pasión "de Cristo, cuya virtud nos llega mediante los sacramentos" (3q. 62, a. 5, e).

Terminemos esta revista de los testigos del tema estudiado recordando la figura de Nicolás Cabasilas. Él fue arzobispo de Tesalónica y uno de los grandes teólogos griegos del siglo XIV. Su tratado de los sacramentos lleva el título de "La vida en Cristo" (PG. 150, 500ss.), el mismo nombre nos indica ya la conexión, que hay según él, entre la participación en el misterio litúrgico y una auténtica vida cristiana.

Sinteticemos sus principales ideas expuestas en el primer libro de esta obra: La vida en Cristo, que alumbra la existencia de 'los fieles nace y se desarrolla un poco en este mundo, pero sólo llega a la cumbre en la eternidad bienaventurada.

Cristo concede a sus amigos vivir de esta vida divina en la presente mortalidad, pues él ha prometido estar con los suyos (Mt. 28, 20), más aún cohabitar con ellos y poner en ellos su morada (Jn. 14, 23). Vino el Salvador para que los suyos tengan vida en abundancia (Jn. 10, 10).

Cabasilas subraya que esta vida en Cristo es don gratuito de Dios, pues no somos nosotros los que nos ponemos en marcha hacia Cristo, sino es él quien viene y desciende a nosotros: no buscamos nosotros, sino que somos buscados.

Este Verbo viene ofreciendo esta vida mediante su naturaleza humana, en la cual a cada hombre le permitió matar el pecado y asociarse a su fortaleza divina.

La única manera, como los hombres en el correr de la historia pueden unirse al acontecimiento salvador de Cristo y encauzar hacia sus almas la vida en Cristo, es la participación en los misterios litúrgicos de la Iglesia. Por esta participación Cristo viene a ellos, habita y se enraíza en ellos, se engrapa con ellos, borra sus pecados y les comunica su vida y su entusiasmo.

Estos misterios litúrgicos son aquella puerta vista por Jacob (Gen. 28; 11-15), por la cual no sólo los ángeles, sino el Señor de los ángeles baja hasta los hombres, más aún por ella él se hace presente en el mundo, está y estará con nosotros siempre hasta el fin del mundo. Por esta razón el Salvador, mostrando en su bautismo del Jordán simbólicamente, lo que sería el bautismo cristiano, hizo que se abriera el cielo, para indicamos, por donde podíamos contemplar aquellas regiones eternas y para señalarnos la puerta obligada de acceso a la vida. La fe cristiana nos enseña, que el que no se bautiza en el agua y en el Espíritu no puede entrar en la vida y que tampoco puede conservar en sí esta misma vida, el que no come y bebe el cuerpo y la sangre de Aquel, que murió y resucitó. '

Porque sólo a través de estos-misterios litúrgicos entra, como por una gran ventana, en este mundo tenebroso, el sol de justicia, y así la luz vence al mundo de las tinieblas y siembra en un cuerpo frágil la vida estable y eterna, aquella vida en el Espíritu de la que habla Pablo (GaJ. 5, 16 - 16).

Por este breve resumen de su doctrina vemos, cómo Cabasilas fue un fiel receptor y trasmisor de la tradición católica. La existencia cristiana es para él la participación graciosa en la luz y en la vida del Verbo comunicada por el mismo Verbo a los hombres mediante su naturaleza humana glorificada.

Los misterios litúrgicos son presentados por él como magníficos ventanales abiertos a la región divina, es decir, como símbolos trasparentes y hierofanías de Jesús resucitado, por donde el Verbo encarnado se acerca a los hombres. De ahí la necesidad absoluta, que el hombre según él tiene del misterio litúrgico, para nacer a la vida en Cristo y para mantenerse en ella.





Referencia:
“TEOLOGÍA LITÚRGICA para agentes de pastoral” -  P. Rodrigo Sánchez-Arjona Halcón, S.J.


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Homilía: Domingo 6º TO (C) ¿Cómo un cristiano puede ser feliz?

 


Las Bienaventuranzas

Compartimos la homilía de nuestro Director fundador P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.†
para el Domingo VI del Tiempo Ordinario.
El evangelio de hoy nos da el comienzo del llamado sermón del monte. Jesús expone lo más clave de la conducta cristiana. 

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Teología Litúrgica - El encuentro mistérico con el médico corporal y espiritual - Parte 2


 

Rodrigo Sánchez-Arjona Halcón, S.J.


CAPÍTULO 2

Continuación...

Enseñanzas del N. T.

Las enseñanzas de Pablo sobre el tema, que nos ocupa, son numerosas y afortunadamente tenemos sobre ellas una bibliografía abundante y especializada (4).

Ahora sólo recordemos que una de las ideas centrales del pensamiento paulino es la unión de la redenci6n humana con la resurrección del Señor, por la cual Jesús ha venido a ser "espíritu vivificante" (1 Cor 1S, 45).

Lyonnet expone el pensamiento· de Pablo así: "Si quisiéramos buscar, cómo el mismo Pablo... se representó la obra redentora de Cristo, me parece, que se podría, sin peligro de error, atribuirle la representación siguiente, íntimamente fundada en nociones de la Escritura y familiares a él. Nos parece que S. Pablo se figura la obra de la redención de Cristo esencialmente como el regreso de la humanidad a Dios, después del alejamiento del pecado ... Esta vuelta de la humanidad a Dios se realiza asumiendo Cristo una carne enferma y capaz de sufrir, como una carne de pecado sin ser pecador (Rm. 8,3) y muriendo para resucitar con un cuerpo glorioso, convertido en espíritu vivificante (1 Cor 15,45) ...

Cristo no regresa solo a su Padre; en cierta manera todos regresamos con él; la participación en la muerte y resurrección de Cristo por el bautismo de cada cristiano: según Rom. 6, ~, parece suponer, como lo afirmaron explícitamente los padres que, en cierto' sentido, Cristo llevaba en SI todos los hombres llamados un día a participar personalmente en este misterio" (5).

De estas palabras de un especialista sacamos la conclusión de que la incorporación del pecado en la carne glorificada de Jesús es capital en la soteriología paulina, de ahí la dificultad que encuentra Pablo para expresar su pensamiento.

Las honduras teológicas de Rom. 6, 3-10 son casi indescifrables para la exégesis científica y sólo pueden ser vislumbradas por la experiencia religiosa litúrgica, por eso la teología de los misterios de la escuela de Casel considera a este texto como el más fecundo para una reflexión sobre el misterio litúrgico (6).

Lo que la exégesis nos dice, es que según Pablo el catecúmeno a través de los símbolos bautismales es injertado de modo realístico en la carne muriente y gloriosa del Señor. Esta unión sacramental con Cristo siembra en el bautizado un germen de vida nueva, de hombre nuevo y de nueva creación.

El rito litúrgico del bautismo sería, pues, para Pablo la suprema expresión de la fe por parte del catecúmeno pues por este rito el convertido manifiesta por palabras y gestos corporales la absoluta necesidad, que tiene como hombre pecador, de incorporarse real y empíricamente, aunque en forma mistérica, a Cristo muerto y resucitado, para poderse enrolar en la poderosa acción salvadora de Dios (Co. 12,11-12). Esta misma visión teológica la vuelve a desarrollar Pablo, cuando habla de la celebración litúrgica de la eucaristía.

El texto fundamental aquí es 1 Cor 10,16-17. Haciendo suyo el pensamiento religioso antiguo, según el cual se creaba una profunda comunidad existencial entre los fieles y, sus dioses en el banquete sacrificial, el apóstol nos habla de esa cercanía vital al Padre, de que pueden gozar los cristianos al unirse realmente con el cuerpo Y la sangre de Cristo en la cena del Señor por el pan y el vino eucaristizados. Además de esta unión religiosa con el Padre, la participación en un mismo pan y en una misma copa despierta en los cristianos el amor fraternal generador de la paz y de la unidad de la Iglesia. La celebración eucarística, lo mismo que el bautismo, es, pues, para Pablo un lugar de encuentro real, corporal y sacramental con el Señor glorificado, que crea y recrea sin cesar en el hombre pecador la apertura hacia Dios y hacia sus hermanos de raza.

Dejando otros textos N. T. centremos nuestra atención en el evangelio de Juan. Gracias a los estudios recientes de O. Cullmann y F. Braun podemos leer este evangelio desde una perspectiva litúrgica (7). Juan según ellos busca hacer teología a partir de la vida histórica y fenoménica de Jesús y pretende con su evangelio mostrar la identidad del Jesús histórico con el Señor, cuya gloria es sentida por los cristianos en su culto.

Él quiere subrayar contra los docetas la realidad de la carne humana de Cristo, la cual desde su resurrección es fuente permanente del Espíritu santificador (Jn. 7,37-39; 19,31-37). Para el evangelista todo acontecimiento histórico en la vida de Jesús, además de su significación inmediata, contiene un mensaje trans-histórico y figurativo de "las obras más espléndidas" (Jn. 14, 12), que se realizarán en el tiempo de la Iglesia. Todo el esfuerzo de Juan va encaminado a descorrer el velo que envuelve la vida de Jesús: Su venida al mundo, sus palabras, sus obras, sus gestos y sus milagros son símbolos tipológicos de su actividad salvadora futura.

Esta actividad salvadora del Cristo glorioso en la Iglesia naciente se manifestaba de preferencia en el culto sobre todo en el bautismo y en la eucaristía. La presencia de Jesús

resucitado en el culto cristiano tiene también su anuncio profético en los hechos de la vida de Jesús. Son muchos los pasajes del evangelio en los que Juan ve la línea que lleva del Jesús histórico al Señor contemplado en el bautismo y en la eucaristía. Así, por ejemplo, la curación del ciego de nacimiento es una narración tipológica del bautismo cristiano y la multiplicación de los panes es un símbolo del pan eucarístico. Recordemos que Juan llama a los milagros" señales " en contraposición a los sinópticos, que los llaman "poderes". Estos milagros-señales son manifestaciones de realidades ocultas, ellos significan, que a través de lo humano de Jesús la gloria divina, dada al Hijo antes de la creación, ha aparecido en medio de nosotros.

Dediquemos algunas reflexiones a la curación del ciego de nacimiento y a la multiplicación de los panes.

Al ver Jesús al ciego de nacimiento dijo: "Mientras estoy en el mundo soy la luz del mundo" (Jn. 9, 5), en seguida el evangelio nos presenta a Jesús tocando con sus manos los ojos oscurecidos del ciego y enviándolo a las aguas del "enviado". Una vez que el ciego hizo todo lo mandado volvió con la luz en sus ojos (Jn. 9,6 - 7). La historia de la exégesis de este pasaje muestra, que pronto se vio en él una catequesis bautismal. El bautismo es presentado aquí como un encuentro con Jesús, el iluminador. En este encuentro, a través de las aguas misteriosas el catecúmeno es tocado en la oscuridad radical de su persona por- las manos milagrosas del Señor y comienza a ver la presencia del Padre en su vida y a sobreestimar esta luz de Dios anidada en su alma (Jn. 1,9 - 13).

Juan ve en el ciego de nacimiento el símbolo más expresivo de la incapacidad de todo hombre para elevarse a la fe cristiana y con el relato busca subrayar un hecho de su experiencia. Entre sus coetáneos sólo se bautizaban los que se consideraban a sí mismos pobres, ciegos y pecadores. Se trata de algo de perenne actualidad, los que se tienen por clarividentes no van a la fuente de la luz, mientras que los conscientes de su ceguera acuden a Cristo y pueden recibir el don de unos ojos abiertos (Jn. 9,39).

Desde esta perspectiva se comprenden las palabras de Jesús en su conversación con Nicodemo: "Quien no nace del agua y del espíritu no puede entrar en el reino de Dios" (Jn. 3, 5). Esta necesidad del bautismo publicada en el Evangelio de Juan tiene la misma explicación, que hemos visto en Pablo, el participar en los sencillos ritos bautismales es hacerse niño, (Lc. 18, 17) es manifestar en forma cumbre. la fe. El que no acepta a Cristo en la humildad de sus misterios litúrgicos, como camino único de iluminación (Jn.14,6), ya está condenado, y esta condenación consiste en que "la luz vino al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas" (Jn. 3, 19).

El pasaje de la multiplicación de los panes y el discurso del pan de la vida nos trae un mensaje semejante. También la exégesis ha reconocido desde antiguo el lazo simbólico de la multiplicación de los panes con la cena del Señor en la Iglesia.

El realismo y la necesidad de comer la carne de Jesús y de beber su sangre es lo que más impresiona al leer el discurso, que Juan pone en boca del Señor: "Si no coméis mi carne y no bebéis mi sangre, no tenéis vida en vosotros ... El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna" Jn 6,53-54). El evangelista para expresar el hecho de comer usa un verbo, que indica "machacar con los dientes", así indica claramente el contacto real del fiel con la carne de Jesús en el sacramento y no con una apariencia de cuerpo, como pretendían los docetas.

la salvación para Ireneo consiste en que el hombre en cuerpo y alma llegue a ver a Dios. Ahora bien, el hombre no tiene en sí capacidad para remontarse a esa visión salvadora de Dios, de ahí que se hizo necesaria la aparición del Verbo en una carne humana concreta, la cual es la visibilización humana de Dios y el ventanal por donde los hombres pueden contemplar a Dios (Adv. Haer. 3, 16; 4, 5; 5, 14).

También aquí Juan nos presenta a los judíos (Jn. 6,52) y a un grupo de discípulos (Jn. 6, 60. 66) rechazando las enseñanzas de Jesús. Es posible que en tiempos del evangelista, a ciertos cristianos le pareciesen absurdas las exigencias del Señor. A ellos se dirigen las reflexiones emocionadas sobre la necesidad de la fe para penetrar en el misterio del pan de la vida (Jn. 6,36,47,60-74). De nuevo nos aparece el sacramento como la manifestación suprema de la fe, la cual contempla a Cristo hallado y sentido en el misterio litúrgico como fuente única de la vida cristiana.

Así, pues, Cristo trae la salvación porque es Dios y hombre a la vez, tenía que ser Dios para poder divinizar al hombre (Adv. Haer. 3, 19), y tenía que ser hombre, porque sólo una carne totalmente espiritualizada podía comunicar la iluminación salvadora a la carne pecadora (Adv. Haer.3, 18).





Referencia:
“TEOLOGÍA LITÚRGICA para agentes de pastoral” -  P. Rodrigo Sánchez-Arjona Halcón, S.J.


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P. Francisco Del Castillo, jesuita - Nacimiento y niñez


NACIMIENTO Y NIÑEZ

El P. Francisco Del Castillo nació el 09 de febrero de 1615 en la ciudad de Lima, cerca de la Plaza Mayor en la calle de las Aldabas, actual jirón Azángaro. Sus padres fueron Juan Rico, español nacido en Portillo, Toledo y Juana Morales Del Castillo, criolla de Bogotá, en ese entonces pertenecía al Nuevo Reino de Granada, actual Colombia.

Juan Rico llegó primero al Nuevo Reino de Granada donde se casó y luego se dirigió con su esposa a Lima en 1608, dentro de la delegación del arzobispo Lobo Guerrero, de quien era pariente. Juan Rico tenía un cargo en el Tribunal del Santo Oficio y económicamente su familia no gozaba de fortuna. Juan Rico y su esposa eran cristianos mayores y educaron a sus hijos en la fe cristiana.

El P. Francisco tuvo 5 hermanos: el primer Francisco que nació en el Nuevo Reino de Granada y lamentablemente falleció a los diez años en Lima; Alonso Rico fue alumno del Seminario de Santo Toribio que fue licenciado en Teología, capellán de coro y muy estimado por el arzobispo Pedro de Villagómez; María del Castillo, la única hermana mujer, fue viuda y tuvo tres hijas; Miguel que se hizo fraile capuchino en España; José nacido en Lima en 1612 que ingresó en la orden franciscana. El P. Francisco fue tres años menor que José. Según las costumbres de la época, sólo el hijo mayor Alonso llevó el apellido paterno. La familia vivió en la segunda cuadra del Jirón Azángaro.

El P. Francisco fue bautizado el 23 de febrero de 1615 en la iglesia Mayor de la Catedral de Lima (El Sagrario) por el P. Juan Bautista Ramírez, su padrino fue Juan Fernández Higuera y los testigos fueron Jerónimo Santa Cruz y Padilla, Pedro del Campo y Vicente Severino.

Juan Rico, falleció poco después del nacimiento del P. Francisco, debió haber ocurrido a fines de 1615 o a inicios de 1616, quedó al cuidado de su madre, sin embargo, los recuerdos del P. Francisco van más hacia su abuela materna Juana López, que se encargó del cuidado de su educación y enseñanza durante su primera niñez, quien era una persona muy dedicada a Dios y una santa mujer según el propio P. Francisco.

A partir de los diez años se notó una inclinación a las cosas religiosas, sus juegos tenían alguna referencia religiosa, como hacer altares, imitar al celebrante de la misa, repetir escenas de la vida de San Francisco de Asís, etc. Conoció amistades que fueron malas compañías, pero de las que se alejó oportunamente. 

Frecuentaba la Iglesia de San Francisco y se entusiasmaba con la biografía del santo, a quien deseaba imitar. Gracias a la generosidad de don Juan de Cabrera, Deán de la Catedral de Lima y Comisario de la Santa Cruzada el P. Francisco asistió por primera vez a la escuela cuando tenía nueve o diez años. Por estos años descubrió en sí afición al arte de la pintura y aún la practicó en ocasiones.

Para un mejor aprendizaje lo inscribieron en los estudios de Gramática en el colegio de Lima de los jesuitas, siendo su primer acercamiento a la Compañía de Jesús. Uno de sus profesores fue el P. Pedro Ignacio quien tuvo un especial aprecio y confianza, por ello le designó el cuidado de la capilla de la Congregación Mariana de la Anunciata. Para el P. Francisco el P. Pedro Ignacio fue muy importante para su formación espiritual.

Después de las clases, el P. Francisco asistía a la Catedral para visitar los altares. Le atraían sobre todo los de la Virgen de la Antigua y de la Purísima Concepción. Durante toda su vida, le acompañó los recuerdos de estas visitas, la devoción a la Virgen le retribuía fervor, consuelo y fortaleza.

Según su autobiografía, el P. Francisco complementó sus prácticas religiosas con la práctica de la caridad con los necesitados y no sólo con los mendigos que se encontraban en las calles de Lima. En su autobiografía comenta que buscaba a los pobres y les daba los medio-reales que le daban para almorzar, sintiendo que Dios le retribuía su generosidad con singulares consuelos y gozos. Nos cuenta en su autobiografía 9: “Siendo de doce o trece años me sucedió muchas veces sentir repentinamente unos interiores fervores y ardores de amor de Dios, con unos ansiosos deseos de que todos los pecadores conociesen y amasen a Dios, de suerte que algunas veces, aun yendo por la calle, era esto con tanta fuerza que no me faltaba sino dar gritos”.





...

Referencia bibliográfica: Francisco Del Castillo, El Apóstol de Lima. P. Armando Nieto Vélez S.J. Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial 1992. 



 

Homilía del 5º Domingo del T.O. (C) Alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios

 


Alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios

Compartimos la homilía de nuestro Director fundador P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.†
para el Domingo V del Tiempo Ordinario.

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Teología Litúrgica - El encuentro mistérico con el médico corporal y espiritual - Parte 1


 

Rodrigo Sánchez-Arjona Halcón, S.J.


CAPÍTULO 2

EL ENCUENTRO MISTÉRICO CON EL MÉDICO CORPORAL Y ESPIRITUAL


El misterio litúrgico de la Iglesia es ante todo un acontecimiento religioso, una sacralidad cúltica. Las sacralidades, las hierofanías, lo que hacen, es manifestar lo sagrado y hacer posible el encuentro del hombre con lo divino.

Lo divino que se trasparenta en la acción cultual de la Iglesia es el Señor Resucitado con todo su dinamismo pascual, a este dinamismo Pablo y Juan lo llaman la gloria del Señor (2 Coro3, 18; 4,6, Jn. 1, 14).

Todo encuentro en sus misterios de Jesús trasfigurado por la resurrección con el fiel fue preanunciado en la hierofanía del Tabor, (Mc. 9, 2-8) Y produce siempre un efecto de salud religiosa en las zonas más hondas y oscuras del corazón humano.

La teología oriental llama a esta curación la Théosis, y cristificación del hombre. Así Paúl Eudokimov al comparar el camino hacia Dios ascético y litúrgico nos dice: "La vida ascética conduce a la Théosis por medio de la ascensión gradual, trepando por los peldaños de la "escalera del Paraíso". Por el contrario, la vida sacramental ofrece la gracia espontáneamente", y la razón de esta trasformación del hombre un tanto pasiva es según él porque los sacramentos son el camino que nos trazó el Señor, la puerta que abrió ... Él vuelve hacia los hombres pasando por este camino y esta puerta" (1).

Los teólogos orientales han delineado su soteriología a partir de la experiencia litúrgica, pues según ellos la resurrección ha manifestado en la carne del Señor la fuerza salvadora de Dios y el resplandor de la glorificación de Jesús contemplado en la liturgia trae la esperanza de salvación al hombre consciente de su limitación pecadora radical. Por esto la ortodoxia de ordinario llama a los sacramentos "misterios" para acentuar con este nombre la presencia divina en ellos, que "trasforma y purifica" (2).

Pero es interesante hacer caer en la cuenta que para esta teología la transformación y purificación del hombre se lleva a cabo por la unión mistérica con la carne y sangre gloriosas del Señor. Simeón, el nuevo teólogo, nos expone bellamente esta experiencia soteriológica: "Me has concedido, Señor, que este templo corruptible, mi carne humana, se una a tu santa Carne, que mi sangre se mezcle con la tuya, y por lo tanto soy tu miembro transparente y translúcido. Soy trasportado fuera de mi" (3).

Una piedad litúrgica luminosamente vivida lleva necesariamente al cristiano a salir fuera de sí para entrar en sintonía de sentimientos con Dios y con los hombres. Y esta actitud de bondad brotada de un corazón iluminado y sanado por el Señor hace del cristiano una hierofanía y una luz, que atrae las miradas de los hombres y los impulsa a alabar al Padre de los cielos (Mt. S, 13-16). Con estas reflexiones hemos llegado a vislumbrar el aspecto de más abolengo en la soteriología tradicional de la Iglesia Se trata de una doctrina que partiendo de Pablo y Juan, a través de Ignacio de Antioquía, Ireneo, Tertuliano, Atanasio;

Cirilo de Alejandría Juan Damasceno, Tomás y otros, llega hasta el Concilio Vaticano II. Es la doctrina de la función capital y siempre actual de la humanidad gloriosa del Verbo en el orden histórico de la salvación. 

Esta enseñanza tradicional de la Iglesia se podía resumir diciendo, que en el tiempo que va de la Ascensi6n a la Parusía el hombre pecador necesita un contacto real, empírico, corporal aunque sacramental con Jesús resucitado, para conseguir la salvación religiosa. Esta salvación religiosa, siguiendo al Vaticano II, la podíamos considerar como la experiencia de apertura y de amor eficaz hacia Dios y hacia los hombres (LG 1).

Como en toda la doctrina católica sobre la necesidad de la Iglesia y de los sacramentos para la salvación hemos de admitir también aquí la posibilidad de una suplencia por un deseo aun implícito. Pero la enseñanza, que a continuación hemos de exponer, nos muestra, que la vida cristiana se sustenta sobre un encuentro neumático con Cristo por la fe y sobre otro encuentro corporal y empírico con el hombre Jesús glorificado. Este último encuentro simboliza y alimenta el primer encuentro por la fe (SC  59).





Referencia:
“TEOLOGÍA LITÚRGICA para agentes de pastoral” -  P. Rodrigo Sánchez-Arjona Halcón, S.J.


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Nuestra Señora de Lourdes

 


Fiesta 11 de febrero

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San Pablo Miki SJ, San Juan Soan SJ y San Diego Kisai SJ


Fiesta 06 de febrero

La Iglesia en Japón y la vida y martirio de San Pablo Miki jesuita y sus compañeros en Japón.
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JUBILEO 2025 PEREGRINOS DE ESPERANZA

 




Apertura de la Puerta Santa por el Papa Francisco
Año Jubilar 2025
24.12.2024


ORACIÓN DEL JUBILEO 2025

Padre que estás en el cielo,
la fe que nos has donado en
tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano,
y la llama de caridad
infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo,
despierten en nosotros la bienaventurada esperanza
en la venida de tu Reino.

Tu gracia nos transforme
en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio
que fermenten la humanidad y el cosmos,
en espera confiada
de los cielos nuevos y de la tierra nueva,
cuando vencidas las fuerzas del mal,
se manifestará para siempre tu gloria.

La gracias del Jubileo
reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza,
el anhelo de los bienes celestiales
y derrame en el mundo entero la alegría y la paz
de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente,
sea la alabanza y la gloria por los siglos.

Amén.


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Ofrecimiento Diario - Orando con el Papa Francisco en el mes de FEBRERO 2025: Por las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa

 

 



RED MUNDIAL DE ORACIÓN DEL PAPA
APOSTOLADO DE LA ORACIÓN

INTENCIONES DEL PAPA PARA EL MES DE FEBRERO






OFRECIMIENTO DIARIO

Padre Bueno, sé que estás conmigo.
Aquí estoy en este nuevo día.
Pon una vez más mi corazón
junto al Corazón de tu Hijo Jesús,
que se entrega por mí y que viene a mí en la Eucaristía.
Que tu Espíritu Santo me haga su amigo y apóstol, 
disponible a su misión de compasión.
Pongo en tus manos mis alegrías y esperanzas,
mis trabajos y sufrimientos, todo lo que soy y tengo,
en comunión con mis hermanos y hermanas de esta red mundial de oración.
Con María te ofrezco mi jornada por la misión de la Iglesia y por la intención de Oración del Papa para este mes:

«Oremos para que la comunidad eclesial acoja los deseos y las dudas de los jóvenes que sienten la llamada a servir la misión de Cristo en la vida sacerdotal y religiosa.»

AMÉN






ORACIÓN

Padre bueno, que sigues llamando jóvenes a servir la misión de Cristo en la vida sacerdotal y religiosa, enséñanos a acoger sus dudas y deseos. Te pedimos que nos concedas mayor apertura y cercanía a sus preguntas, desde una escucha atenta y gratuita, para acompañar mejor sus discernimientos con una libertad y entusiasmo renovados. Que como comunidad eclesial cultivemos una pastoral vocacional alegre, valiente, auténtica y movilizadora. Que, centrándonos en Jesús y su reino, animados por la fuerza del Espíritu Santo, generemos condiciones favorables para que el ‘evangelio de la vocación’ encienda el corazón de quienes se abren a tu llamada. 
 Amén.

Padre Nuestro…

Ave María...

Gloria...

Amén






VIDEO DEL PAPA









LUEGO DEL OFRECIMIENTO DIARIO
RECEMOS DURANTE LA MAÑANA, EL DÍA Y POR LA NOCHE


ENLACES AQUÍ

DESCARGUE EN PDF LAS ORACIONES
Revista virtual RED MUNDIAL DE ORACIÓN DEL PAPA, FEBRERO 2025, Nº100.
AQUÍ.






INTENCIÓN DEL MES

Papa Francisco: Dios sigue llamando a los jóvenes hoy

En el vídeo que ilustra su intención de oración para el mes de febrero, el Pontífice recuerda su vocación de joven y afirma que, escuchando a los jóvenes, se podrá acoger la llamada de Dios “en modos que sirvan mejor a la Iglesia y al mundo de hoy”.

“Por las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa” es el tema de la intención de oración del Papa para el mes de febrero de 2025: una cuestión que le lleva a hablar de los jóvenes y de la necesidad de acompañarlos en sus sueños e inquietudes, pero que al mismo tiempo le recuerda un momento crucial de su vida.


El joven Jorge y los jóvenes de hoy

“Cuando tenía 17 años -confía el Papa Francisco en el video mensaje realizado por la Red Mundial de Oración del Papa en colaboración con la Arquidiócesis de Los Ángeles- era estudiante y trabajaba, tenía mis proyectos. No pensaba para nada en ser sacerdote. Pero un día entré en la parroquia… ¡y allí estaba Dios, esperándome!”. Abren El Video del Papa precisamente sus fotos de joven -en la escuela, en familia, en la iglesia- para luego ceder el paso a escenas de la vida cotidiana de los jóvenes de hoy: cambian los tiempos, pero no cambia la capacidad del Señor de hablar al corazón de quien lo busca.

En efecto, el Pontífice afirma que “Dios sigue llamando a los jóvenes también hoy, en ocasiones de maneras que no imaginamos”, y hace “cosas nuevas con ellos”. De ahí la importancia de crear un ambiente de escucha en el que puedan manifestar sus inquietudes y sentirse “amados como son y por lo que son”, un ambiente en el que puedan oír y responder libremente a la llamada del Señor, acompañados por una comunidad acogedora. En palabras del Papa Francisco, “es necesario caminar con ellos, escucharlos… llevarlos a Jesús, y siempre favoreciendo la libertad”.

El Papa Francisco invita, por tanto, a escuchar al Espíritu Santo cuando “habla a través de las inquietudes que los jóvenes sienten”; así será posible acoger la llamada de Dios “en modos que sirvan mejor a la Iglesia y al mundo de hoy”. Por ello, nos exhorta a rezar para que “la comunidad eclesial acoja los deseos y las dudas de los jóvenes que sienten la llamada a servir la misión de Cristo en la vida sacerdotal y religiosa”.


El desafío de la confianza

El desafío es, entonces, el de la confianza en los jóvenes, en su capacidad para contribuir significativamente a la Iglesia y al mundo. De hecho, en el vídeo de febrero, el Papa Francisco invita a esperar en los jóvenes y, principalmente, en Dios, “porque Él llama a cada uno”.

“Nuestro Dios es un Dios que se toma en serio las vidas y los dones de los jóvenes”, comenta Mons. José H. Gómez, arzobispo de Los Ángeles. “La misión de la Iglesia -prosigue el obispo de la mayor diócesis estadounidense, que ha contribuido a la producción de este vídeo con los profesionales de su equipo digital – es caminar con los jóvenes para ayudarlos a crecer en su fe y trabajar para transformar este mundo en el Reino que Dios quiere para su pueblo”.

El Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, P. Cristóbal Fones, S.J., recuerda que “la confianza en los jóvenes es esencial para animarlos a examinar con libertad su propia vocación y a responder a ella con valentía. Un enfoque en la pastoral vocacional que realmente valora el diálogo y el acompañamiento también acepta y acoge las inquietudes, interrogantes y aspiraciones concretas del joven como un componente importante del proceso vocacional. Además, el Papa nos dice que, mediante la palabra de los jóvenes -a veces hasta desafiante o cuestionadora-, Dios también puede indicar caminos nuevos para la Iglesia de hoy, e incluso ofrecernos una ocasión para nuestra propia conversión”.

“En la vida cotidiana -continúa el P. Fones- todos podemos acompañar el discernimiento con cuatro actitudes fundamentales: la apertura, la escucha gratuita, la cercanía y el interés. En primer lugar, hemos de abrirnos a la misión de animar las vocaciones, y no cerrar los caminos que el mismo Dios abre. Esto es particularmente importante en el interior de las familias. Después, es importante crear en la comunidad un ambiente de escucha de la voz de Dios, de acogida, de respeto a quienes sienten deseos de seguir a Cristo en la vida consagrada o sacerdotal. Asimismo, hemos de estar cerca, con discreción y coherencia, aportando nuestro testimonio. Por último, interesarse sinceramente por cada uno ayuda a abrir el corazón. En definitiva, nuestras actitudes pueden ser decisivas para los jóvenes que quieren responder al Señor en este camino y no saben cómo hacerlo”.

Finalmente, cabe recordar que una de las condiciones necesarias para ganar las indulgencias concedidas con motivo del Jubileo del 2025 es orar por las intenciones del Sumo Pontífice; el Vídeo del Papa ofrece a todos una ocasión para ello, así como la plataforma digital de oración ClickToPray.

Con información de la Red Mundial de Oración del Papa

Tomado de:
https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2025-02/papa-francisco-dios-sigue-llamando-a-los-jovenes-hoy.html



ACTITUDES PARA LA VIDA COTIDIANA


Acompañar el discernimiento

“Es necesario acompañar a los jóvenes, caminar con ellos, escucharlos, provocarles, moverles para que vayan más allá de las comodidades en las que descansan, despertar el deseo, interpretarles lo que están viviendo, llevarlos a Jesús y siempre favoreciendo la libertad para que respondan a la llamada del Señor libre y responsablemente.” (Papa Francisco).

¿Haces camino con el otro, o caminas por el otro? ¿Respetas su libertad al decidir? Mira el ejemplo de Jesús con los discípulos de Emaús, para inspirarte en su estilo cuando tengas que acompañar a alguien en su discernimiento vocacional.


Apertura

“Muchas veces los jóvenes esperan de nosotros un anuncio explícito del «evangelio de la vocación», una propuesta valiente, evangélicamente exigente y a la vez profundamente humana, sin rebajas y sin rigideces.” (Papa Francisco).

Ábrete a la misión de animar las vocaciones cuando surgen, incluso de personas cercanas. No cierres los caminos que Dios abre. Libérate de tus bloqueos y rigideces, para dejar libre al otro.


Cercanía

“Los consagrados tenemos un papel importante: permanecer despiertos para despertar a los jóvenes, estar centrados en el Señor para poder ayudar al joven a que se centre en él.” (Papa Francisco).

Manifiesta tu cercanía a quienes buscan el camino a seguir. Tu testimonio puede ser para el hermano, un referente importante a la hora de decidir. Cercana discreción y coherencia… ¿Las cultivas en tu vida y en tu comunidad?


Manifestar interés

“Es necesario crear ambiente de confianza, hacer sentir a los jóvenes que son amados como son y por lo que son. El texto de los discípulos de Emaús puede ser un buen ejemplo de acompañamiento.” (Papa Francisco).

Interesarse por el otro, sinceramente y sin egoísmos, ayuda a abrir el corazón. Que tu estilo sea el de Jesús, que se interesa por cada uno, hasta de las cosas más triviales. Tu actitud puede hacer la diferencia para el joven que quiere responder al Señor, y no sabe cómo.


Escucha gratuita

“Orar por las vocaciones supone, en primer lugar, orar y trabajar por la fidelidad a la propia vocación; crear ambientes donde sea posible escuchar la llamada del Señor; ponernos en camino para anunciar el «evangelio de la vocación», promoverlas y provocarlas.” (Papa Francisco).

Si respetas tu vocación personal y te escuchas en profundidad, podrás escuchar gratuitamente a otros… ¿Cómo puedes colaborar para que en tu comunidad haya un ambiente de escucha de la voz de Dios, de acogida, de silencio receptivo, de profundo respeto frente al misterio del que busca seguir a Cristo?






RECURSOS EN LA RED

A. Cada Primer Viernes en Youtube, se pude buscar "El Video del Papa".

B. "Click To Pray" es una aplicación para teléfonos inteligentes (iOS y Android) en donde puedes unirte cada día a la red Mundial de Oración del Papa. Descarga ClickToPray [App Store] [Google Play]