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Los escritos de San Pablo: Su Teología - Crecimiento de la vida en Cristo



P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA

TEOLOGÍA DE SAN PABLO - 14° ENTREGA

14. EL DESARROLLO DE LA NUEVA VIDA

14.1. CRECIMIENTO DE LA VIDA EN CRISTO

La nueva vida que hemos recibido: vida "en Cristo" y "en el Espíritu", no es solo un don sino también una tarea; no es estática sino dinámica. Pablo exhorta a actuar ese dinamismo por varios motivos y de diferentes maneras:

A. Podemos pecar y volver atrás, de ahí que:

  • Hay que luchar para mantenernos firmes: 1 Cor 10, 1-13: “No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar; y todos fueron bautizados en relación con Moisés, en la  nube y en el mar; todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual y la roca espiritual era Cristo. Pero la mayoría de ellos no fue del agrado de Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron para ejemplo nuestro, para que no codiciemos lo malo como ellos lo codiciaron. No os hagáis idólatras igual que algunos de ellos, ... ni forniquemos como algunos de ellos fornicaron muertos veintitrés mil en un solo día. Ni tentemos al Señor como algunos de ellos le tentaron y perecieron víctimas de las serpientes. Ni murmuréis como algunos de ellos murmuraron y perecieron bajo el exterminador. Todo esto les acontecía como en figura,... Así pues, el que crea estar en pie, que no caiga: No habéis sufrido tentación superior a la medida humana. Y fieles Dios que no permitirá seáis tentados sobre vuestra fuerzas. Antes bien, con la tentación, os dará modo de poderla resistir con éxito”.
  • Hay que evitar una falsa seguridad: Filip 2, 12: “Así pues, queridos míos, de la misma manera que habéis obedecido siempre, no sólo cuando estaba presente sino mucho más ahora que estoy ausente, trabajad como sumo cuidado por vuestra salvación”; y en 1 Cor 16, 13-14: “Velad, manteneos firmes en la fe, sed hombres, sed fuertes, hacedlo todo con amor”; y en  Col 4, 2: “Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias”.
  • Hay que hacer penitencia cuando caemos: 2 Cor 7, 10: “En efecto, la tristeza según Dios produce un irreversible arrepentimiento para la salvación; mas la tristeza del mundo produce la muerte”; y en 2 Cor 12, 21: “Temo que en mi próxima visita el Señor me humille por causa vuestra y tenga que llorar por muchos que anteriormente pecaron y no se convirtieron de sus actos de impureza, fornicación y libertinaje”.
La vida cristiana es una lucha:

  • Para caminar no según la carne sino según el Espíritu: Rom 8, 4-5: “a fin de que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros que seguimos una conducta, no según la carne, sino según el espíritu”.
  • Para sembrar en el Espíritu y no en la carne: Gal 6, 8: “el que siembra para su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre para el espíritu, del espíritu cosechará vida eterna”.
  • Hay que dejar atrás lo que se era antes de la conversión para poder entrar en el Reino: 1 Cor 6, 9-11: “¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni impuros, ni idólatras, ni adúlteros, ni afeminados, ni homosexuales, ni ladrones, ni avaros, ni borrachos, ni ultrajadores, ni explotadores heredarán el Reino de Dios. Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados, en el nombre del señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios”; y en  Efes 4, 17-22: “Por tanto, os digo y os aseguro esto en el Señor, que no viváis ya como viven los gentiles, según la vaciedad de su mente, obcecada su mente en las tinieblas y excluidos de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos y la dureza de su corazón; los cuales, habiendo perdido el sentido moral, se entregaron al libertinaje, hasta practicar  con desenfreno toda clase de impurezas. Pero no es así como vosotros habéis aprendido de Cristo, si es que habéis oído hablar de Él y en Él habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús; despojaos, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo que se corrompo siguiendo, la seducción de las concupiscencias”.
B. Debemos tender a la perfección:

  • Hay que progresar en la fe, 2 Cor 8, 7: “y del mismo modo que sobresalís en todo: en fe, en palabra, en ciencia, en todo interés y en la caridad que os hemos comunicado, sobresalid también en esta generosidad”;  y en la caridad, 2 Cor 8, 7-8: “sólo quiero, mediante el interés por los demás, probar la sinceridad de vuestra caridad”; en la justicia = justificación, Flp 1, 11: “llenos de frutos de justicia, que vienen de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios”; y en la esperanza, Rom 15, 4: “todo cuanto fue escrito en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, para que la paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza”.
  • De niño a hombre perfecto, Efes 4, 13: “hasta que lleguemos a la plenitud de de la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado del hombre perfecto, ala plena madurez de Cristo”; y en Col  1, 28: “al cual nosotros anunciamos, amonestando e instruyendo a  todos los hombres con toda sabiduría, a fin de presentarlos a todos perfecto en Cristo”.
  • De necio a sabio Efes 5, 15: “Así pues, mirad atentamente cómo vivís; no seáis  necios, sino sabios; aprovechando bien la ocasión, porque los días son malos”.
  • De débil a fuerte, Rom 15, 1: “Nosotros, los fuertes, debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles y no buscar nuestro propio agrado”.
C. El camino hacia la perfección
C.1. Punto de partida: el hombre viejo                                                                                             
C.2. Punto de llegada: el hombre perfecto a la medida de Cristo: Efes 4, 13: “hasta que lleguemos a la plenitud de la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado del hombre perfecto, ala plena madurez de Cristo”.
Con esto quiere Pablo indicar que se debe vivir el tipo de vida que tuvo Jesús: apertura a Dios como Padre y apertura al prójimo como hermano.
C.3. Para ir logrando esto tenemos que ejercitarnos en la fe y la caridad: También hay que morir con Cristo y practicar el esfuerzo de la ascesis cristiana, que Pablo expresa con lenguaje tomado del deporte y de la milicia:

  • Hay que morir con Cristo: Rom 6, 13: “Ni hagáis ya de vuestros miembros instrumentos de injusticia al servicio del pecado; sino más bien ofreceos vosotros mismos a Dios como muertos retornados  a la vida; y vuestros miembros, como instrumentos de justicia al servicio de Dios”; y en  Col 3, 5-9: “Por tanto, mortificad cuanto  en vosotros  es terreno: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos, y la codicia que es una idolatría, todo lo cual atrae la ira de Dios sobre los rebeldes, y que también vosotros practicasteis en otro tiempo cuando vivíais de ese modo”; y en 1 Cor 5, 7: “sea entregado ese individuo a Satanás para mortificar su sensualidad, a fin de que el espíritu se salve en el Día del Señor. ¡No está bien vuestro orgullo! ¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa? Eliminad la levadura vieja para ser masa nueva, pues sois ázimos. Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado”.
  • Hay que "entrenarse en la piedad", (= la vida cristiana con todas sus exigencias).
C.4. Con esto indica el esfuerzo que debe hacer el cristiano para llegar a la meta, 1 Tim 4, 7: “Rechaza, en cambio, las fábulas profanas y los cuentos de viejas. Ejercítate en la piedad”.

  • Hay que ejercitarse en la lucha y luchar: 1 Tim 6, 12: “Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que hiciste aquella solemne profesión delante de muchos testigos”; y en 1 Tes 2, 2: “sino que después de haber padecido muchos sufrimientos e injurias en Filipos, como sabéis,  confiados en nuestro Dios,  tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios entre frecuentes luchas”; y en Filip 1, 30: “sosteniendo el mismo combate en que antes me visteis y que ahora oís que sostengo”.
  • Hay que esforzarse en la carrera: 1 Cor 9, 24-26: “¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, mas uno solo recibe el premio? ¡Corred de manera que lo consigáis! Los atletas se privan de todo; y por eso ¡por una pequeña corona corruptible!; nosotros, en cambio, por una incorruptible”; y en Filip 3, 12-14: “No que lo tenga ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera para alcanzarlo, como Cristo Jesús me alcanzó a mí. Yo, hermanos,  no creo haberlo ya conseguido. Pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta, al premio al que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús”.
  • Debemos como soldados combatir el buen combate, armados con las armas de la luz: 2 Tim 2, 3: “Soporta las fatigas conmigo, como un buen soldado de Cristo Jesús”; y en Efes 6, 11-16: “Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contras los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal que están en el aire. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día funesto, y manteneros firmes después de haber vencido todo. Poneos en pie, ceñida vuestra cintura con la verdad y revestidos de la justicia como coraza, calzados los pies con el celo por el Evangelio de la paz, teniendo en el brazo siempre el escudo de la fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del maligno”; y en Rom 13, 12: “La noche está ya avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz”.
  • Así armados, debemos vigilar en la oración para no caer en las emboscadas: Efes 6, 18-20: “Siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos, y también por mí, para que me sea dada la palabra al abrir mi boca para dar a conocer con valentía el misterio del Evangelio, del cual soy embajador entre cadenas, y pueda hablar de él valientemente como conviene”; y en Col 4, 2-4: “Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias;  orad al mismo tiempo también por nosotros para que Dios nos abra la puerta de la palabra, y podamos anunciar el misterio de Cristo, por cuya causa estoy encarcelado, para darlo a conocer anunciándolo como debo”.
C.5. En la oración:

  • Se pide por uno o se intercede por los demás: 2 Cor 12, 7-9: “Y por eso, para que no me engría con la sublimidad de esas revelaciones, me fue dado un aguijón a mi carne, un ángel de Satanás que me abofetea para que no me engría. Por este motivo tres veces rogué al Señor que se alejase de mí. Pero Él me dijo: “Mi gracia te basta, que mi fuerza se realiza en la flaqueza”. Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la gracia de Cristo”; y en Rom 15, 30: “Os suplico, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo, que luchéis juntamente conmigo en vuestras oraciones rogando a Dios por mí”.
  • Se da gracias a Dios por los beneficios recibidos: Filip 4, 6: “No os inquietéis por causa alguna, antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias”.
  • Se adora a Dios por medio de doxologías: Rom 11, 35: “Porque de Él, por Él, y para Él son todas las cosas. ¡A Él la gloria por los siglos. Amén!”; y en  Filip 4, 20: “Al Dios y Padre nuestro, la gloria por los siglos de los siglos. Amén”; y en Efes 3, 21: “A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente  mejor de lo que podemos decir o pensar, conforme al poder que actúa en nosotros”.
C.6. En este camino Pablo se pone como ejemplo, porque él imita a Cristo: 1 Cor 11, 1.
  • “Sed mis imitadores, como yo lo soy de Cristo”; y en Filip 3, 12-16: “No que lo tenga ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera para alcanzarlo, como Cristo Jesús me alcanzó a mí. Yo, hermanos, no creo haberlo ya conseguido. Pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta, al premio al que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús. Así pues, todos los perfectos tengamos estos sentimientos, y si en algo sentís de otra manera, también eso os lo revelará Dios. Por lo demás, desde el punto a donde hayamos llegado, sigamos la misma dirección”.

Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.

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