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Los escritos de San Pablo: Su Teología - La esperanza y su realización



P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA

TEOLOGÍA DE SAN PABLO - 12° ENTREGA


13. LA RESPUESTA DEL HOMBRE A LA INICIATIVA DE DIOS

Continuación

13.4. LA ESPERANZA Y SU REALIZACIÓN

En la doctrina de Pablo aparece una tensión entre lo actual y lo definitivo. La redención de Cristo, realizada ya, tiene al mismo tiempo una faceta futura que es objeto de esperanza. La redención se consumará con la resurrección.

En relación con la escatología encontramos en el Apóstol dos series de afirmaciones:

A. Unas que la presentan ya realizada

  • Ahora es el día de la salvación: 2 Cor 6, 2: “Pues dice Él: “en el tiempo favorable te escuché, y en el día de la salvación te ayudé”. Mirad ahora el día de salvación”.
  • Tenemos ya las primicias y las arras del Espíritu: Rom 8, 23: “Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo”; Y en 2 Cor 1, 22: “y el que nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones”.
  • Ya hemos sido trasladados al reino celestial, somos ciudadanos de él: Filip 3, 20: “pero nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo”.
  • Dios nos ha resucitado ya y nos ha hecho sentar en los cielos: Ef 2, 6: “y con Él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús”.
  • Ya estamos salvados: Rom 8, 24: “Porque nuestra salvación es en esperanza; y una esperanza que se ve , no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se ve?”.

B. Otras que la presentan como futura

  • La consumación se tendrá en la parusía: 1 Tes 4, 15: “Os decimos esto como palabra del Señor. Nosotros, los que vivamos, los que quedemos hasta la venida del Señor no nos adelantaremos a los que murieron”.
  • Esperamos la resurrección de los muertos: 1 Tes 4, 16: “El mismo Señor bajará del cielo con clamor, en voz de arcángel y trompeta de Dios, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar”; y en 1 Cor 15, 13-57: “Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe. Y quedamos como testigos falsos de Dios porque hemos atestiguado contra Dios que resucitó a Cristo,... porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó, ... ¿pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que murieron, ... el último enemigo en ser destruido  será la Muerte. Porque ha sometido todas las cosas bajo sus pies, ... cuando hayan sido sometidas a Él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”
  • Nos aguarda el juicio de Dios: 2 Cor 5, 10: “porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal”; y en Rom 14, 10: “Pero tú ¿por qué juzgas a tu hermano? Y tú ¿por qué desprecias a tu hermano? En efecto todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios”; y en Efes 6, 8: “conscientes de que cada cual será recompensado por el Señor según el bien que hiciere: sea esclavo, sea libre”.
  • Es entonces cuando se manifestará gloriosamente nuestra condición de hijos de Dios: Rom 8, 21: “de ser liberada de la esclavitud de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios”; y en 1 Tes 2, 12: “os exhortábamos y animábamos, exigiéndoos vivieseis de una manera digna de Dios, que os ha llamado a su Reino de gloria”.

Esta escatología paulina puede ser calificada como escatología iniciada. Por eso vivimos la vida cristiana: "en esperanza" de su consumación y, es necesario que conozcamos la esperanza a la que hemos sido llamados, Ef 1, 18: “iluminados los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido llamados por Él; cuál la riqueza de la gloria otorgada por Él en herencia a los santos”; y en Col 1, 5: “a causa de la esperanza que os está reservada en los cielos y acerca de la cual fuisteis ya instruidos por la palabra de la verdad, el Evangelio”.

La esperanza en Pablo aparece constituida por tres elementos:

  1. Perseverancia paciente: en lengua griega = "hypomoné".
  2. Fe: en lengua griega = "pístis".
  3. Expectación con tendencia activa: en lengua griega = "heláis",  Rom 5, 3-5: “Más aun, nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”.

El objeto de la esperanza es la Segunda Venida de Cristo, Tito 2, 13: “aguardando la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo”.

El "Dios de la esperanza", Rom 15, 13: “El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en la fe, hasta rebozar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo”; nos ha llamado a esta esperanza en Cristo que es nuestra esperanza, Ef 1, 12: “para ser nosotros alabanza de su gloria, los que  ya antes esperábamos en Cristo”; y en 1 Tim 1, 1: “Pablo, Apóstol de Cristo Jesús, por mandato de Dios nuestro Salvador, y de Cristo Jesús nuestra esperanza”; y en 1 Cor 15, 19: “Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los hombres más dignos de compasión!”.

La venida de Jesucristo traerá consigo todos los bienes esperados:
.- la gloria: Col 1, 27: “a quienes Dios quiso dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria”; y en Rom 5, 2: “por quien hemos obtenido también, mediante la fe, el acceso a esta gracia en la cual nos hallamos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”.
.- la justicia: Gal 5, 5: “en cuanto a nosotros por el Espíritu y la fe esperamos la justicia anhelada”.
.- la salvación: 1 Tes 5, 8: “nosotros, por el contrario, que somos del día, seamos sobrios; revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación”.
.- la resurrección: Rom  8, 10: “mas si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto ya a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia”.
.- la vida eterna: Tito 1, 2: “con la esperanza de vida eterna prometida desde toda la eternidad por Dios que no miente”.
.- la herencia: Tito 3, 7: “para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna”.
.- la perfecta manifestación de nuestra condición de hijos de Dios: Rom 8, 19: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el espíritu, ya que el espíritu de Dios habita en vosotros, el que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece”.

Motivos de la esperanza cristiana son la bondad y fidelidad de Dios manifestadas en Cristo, del cuál nada ni nadie puede separarnos, Rom 8, 28-30: “Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que  han sido llamados según su designio. Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera Él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también los llamó; y a los que llamó, a ésos también los justificó, a ésos también los glorificó”.

  • La esperanza no engaña porque está alimentada por el amor de Dios, difundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo, Rom 5, 8-11: “mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por Él salvos de la ira! Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ahora ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Y no solamente eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación”.
  • La esperanza se hace cada vez mas fuerte en medio de las tribulaciones, Rom 8, 18: “Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que ha de manifestarse en nosotros”.
  • La esperanza es fuente de gozo: Rom 12, 12: “con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración”; y en 2 Cor 4, 17: “en efecto, la leve tribulación de un momento nos procura, sobre toda medida,  un pesado caudal de gloria eterna”.
  • La esperanza es la seguridad y certeza de que la vida que llevamos escondida y que nos compromete en la transformación del mundo, se manifestará cuando Cristo se manifieste: Col 3, 3-4: “Porque habéis muerto y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con Él”.

Por la esperanza el cristiano anhela que llegue el día en el que el Reino, por el cual trabaja, alcance su plenitud: cuando la fe se transforme en visión y la caridad se perfeccione, 1 Cor 13, 12: “Ahora vemos como en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido”; y en Rom 8, 24: “Porque nuestra salvación es como en esperanza; y una esperanza que se ve, ya no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se ve?”. En esa esperanza el hombre arrastra el universo: Rom 8, 19-20: “Pues la ansiosa espera  de la creación espera vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la caducidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la esclavitud de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios”.


Dios nos ha salvado, 2 Tim 1, 9: “por Él estoy sufriendo hasta llevar cadenas como un malhechor; pero la palabra de Dios no puede ser encadenada”; y nos salvará en su Reino”; y en 2 Tim 4, 18: “El Señor me librará de toda obra mala y me salvará guardándome para su Reino celestial. A Él la gloria por los siglos de los siglos. Amén”; entonces será el final de la historia cuando, "Dios sea todo en todos". Y en 1Cor 15, 28: “Cuando hayan sometidas a Él todas las cosas. Entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”.          




Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.

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