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Confirmación 2018 en la Iglesia San Pedro, Lima



El Rito del Sacramento

El 18 de noviembre con la Misa para el rito del sacramento de la Confirmación, culminó el período de catequesis, que inició el 1 de abril, donde comenzaron 90 jóvenes, distribuidos en 7 grupos/comunidades, que fueron las siguientes:
Izquierda P. José Enrique Rodríguez SJ.,
derecha Vicario P. Luis Eduardo Ayala

  • San Ignacio de Loyola
  • San Francisco Javier
  • San Pedro Fabro
  • San Luis Gonzaga
  • San Estanislao de Kotska
  • San Juan Berschman
  • San Alberto Hurtado

Estas comunidades fueron acompañadas por 18 catequistas, de los cuales 8 se incorporaron al equipo de catequesis en este período.

En este período, el equipo de Coordinación estuvo conformado por:
  • Nicoll Yahuana Aliaga
  • Inés Pérez
  • Francisco Fernández
  • Julissa Velázquez lee la
    primera lectura
  • Joaquín Toguchi
La Confirmación es el sacramento que completa el bautismo y en el que recibimos el don del Espíritu Santo. Quien opta libremente por una vida como hijo de Dios y bajo el signo de la imposición de las manos y la unción con el Crisma pide el Espíritu de Dios, recibe la fuerza de ser testigo del amor y del poder de Dios con sus palabras y obras. Es entonces un miembro pleno y responsable de la Iglesia Católica.

El Asesor Espiritual fue el P. José Enrique Rodríguez S.J., párroco de San Pedro.

Durante el proceso se desarrollaron 4 Jornadas, en 3 de ellas se trabajaron los temas de Familia, Oración e Integración y en la restante se realizó una jornada de servicio en el Hogar de niñas Nuestra Señora de la Misericordia, donde se alberga a niñas abandonadas como también a niñas que no tienen quién las cuide en sus hogares mientras sus padres trabajan; en esta jornada los jóvenes vivieron esta realidad, ayudándolas en sus quehaceres diarios, finalizando con un show para las niñas.
Mariela Asenjo lee el Salmo

Se finalizó la preparación con un retiro, donde se revisó de manera vivencial los primeros temas trabajados: quién soy, qué hago, qué haré y sobre la familia, asimismo se realizó la ceremonia de la luz (oración para agradecer y pedir perdón)

La Santa Misa fue presidida por el Vicario P. Luis Eduardo Ayala Falla, concelebró el párroco de San Pedro, P. José Enrique Rodríguez S.J.

En la Confirmación se imponen las manos. Por el Espíritu Santo sabemos lo que debemos hacer, que nos motiva profundamente. Su envío resuena en nuestros oídos. Sentimos su ayuda. No queremos decepcionar la confianza que ha puesto en nosotros. Sólo tenemos que querer y escucharle.

La unción con el Crisma es un momento muy importante del rito del sacramento. El crisma es un óleo hecho con una mezcla de aceite de oliva y resina balsámica. El aceite es símbolo de alegría, fuerza y salud. Las personas ungidas con el crisma deben infundir el "buen olor de Cristo" (" Cor 2,15)
Dina Navarro lee la
segunda lectura

Ya en el Antiguo Testamento el pueblo de Dios esperaba que el Espíritu Santo se derramaría sobre el Mesías. Jesús llevó una vida en un espíritu especial de amor y en total unión con su Padre del cielo.

Este Espíritu de Jesús era el "Espíritu Santo" que anhelaba el pueblo de Israel; y era el mismo Espíritu que Jesús prometió a sus discípulos, el mismo Espíritu que descendió sobre los discípulos cincuenta días después de la Pascua, en la fiesta de Pentecostés. Y nuevamente es el mismo Espíritu Santo de Jesús quien desciende sobre aquel que recibe el Sacramento de la Confirmación.

Ya en los Hechos de los Apóstoles, que se escribieron pocos decenios después de la muerte de Jesús, vemos a Pedro y a Juan en "viaje de Confirmación"; ambos imponen las manos a nuevos cristianos, que antes "sólo estaban bautizados en el nombre del señor Jesús", para que su corazón se llene del Espíritu Santo:

"Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaría había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo; pues aún no había bajado sobre ninguno; estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús". Hch 8.14-16.

En la Confirmación el alma de un cristiano bautizado queda marcada con un sello indeleble que sólo se puede recibir una vez y que marca a esta persona para siempre como cristiano.

Vicario Luis Eduardo Ayala y párroco
José Enrique Rodríguez S.J.
imponen las manos
El don del Espíritu Santo es la fuerza de lo alto en la que esta persona realiza la gracia de su Bautismo a través de su vida y es "testigo" de Cristo.

En la ceremonia, los confirmantes recibieron la imposición de las manos de parte del Vicario P. Luis Eduardo Ayala y del párroco P. José Enrique Rodríguez S.J.

Posteriormente, cada confirmante recibió la unción del Vicario P. Luis Eduardo Ayala, cada confirmante se acercó con su padrino/madrina quien puso su mano sobre el hombro de su ahijado/ahijada.

Confirmarse quiere decir hacer un "contrato" con Dios. El confirmando dice: "Sí Dios mío, creo en tí. Dame el Espíritu Santo para pertenecerte totalmente, para no separarme nunca de Ti y para dar testimonio de ti toda mi vida en cuerpo y alma, con hechos y palabras, en los días buenos y en los días malos. Y Dios dice: Sí hijo mío, yo también creo en ti, y te concederé mi Espíritu, me doy yo
Momento de la unción con el Crisma
mismo. Te perteneceré totalmente. No me separaré de ti nunca, ni en esta vida ni en la eterna. Estaré en tu cuerpo y en tu alma, en tus hechos y palabras. incluso cuando tú me olvides, yo estaré ahí, tanto en los días buenos como en los malos".

"El Espíritu del Señor, Dios, está sobre mí, porque el señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para curar los corazones desgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad". Isaías 61,1. 


La Coordinación


Vicario Luis Eduardo Ayala marca la cruz en la
frente de los confirmados con el Crisma 
El equipo de coordinación nos compartió sus impresiones sobre el proceso realizado durante el 2018:

Esperábamos que los confirmantes interioricen el sentido de reafirmar su fe y que ésta se manifiesta con nuestras obras. Asimismo, que descubran sus talentos a partir de esta experiencia en Cristo. Somos testigos de que en la mayoría de los confirmantes se logró estos objetivos. Como parte de esto, podemos destacar como frutos el cambio de actitud, una fe más sólida y el superar el temor de expresar sus sentimientos.

Cada año es una experiencia nueva y aprendemos cada año de cada confirmante, es bueno estar aquí y seguir poniendo de nuestra parte para que el Señor obre la gracia de acrecentar la fe en los jóvenes.


Equipo de coordinación, izquierda a derecha:
Francisco Fernández, Inés Pérez,
Nicoll Yahuana y Joaquín Toguchi

En estos tiempos de secularización, donde la Iglesia y la religión encuentran más dificultades en una sociedad cada vez más orientada a vivir de manera autosuficiente y por ello sin la necesidad de un Dios, donde las tendencias sociales es atacar a la familia con ideologías impuestas desde los gobiernos, los cristianos estamos llamados a afrontar estos tiempos pidiendo la gracia de Dios para superar estos obstáculos y cuidar y fortalecer nuestra fe.

Por ello, la formación cristiana en espacios como las catequesis para los sacramentos, reviste de una importancia fundamental. Es una necesidad responder a las necesidades de los tiempos con una formación adecuada desde todas las aristas de la vida cristiana, que permitan formar una base sólida donde se sostenga nuestra fe y le permita crecer con la gracia de Dios. Ver temas y estrategias que ayuden de manera práctica y de acuerdo a las necesidades actuales, a poder construir una vida cristiana que de fruto y que ese fruto se multiplique, ese es el reto que nos exige estos tiempos.

Oremos por todos los jóvenes que cada año son llamados a confirmar su fe y a vivir bajo los principios cristianos teniendo como bandera la coherencia de una vida cristiana que de testimonio con palabras y obras.

Agradecemos y felicitamos al equipo de Catequistas de Confirmación de la parroquia de San Pedro - Lima y a las de toda la Iglesia, por la entrega, esfuerzo y docilidad a la obra del Espíritu Santo.

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