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La Misa: 21° Parte - La Misa del Vaticano II: Liturgia Eucarística - Rito de la Comunión y la Conclusión



P. Rodrigo Sánchez Arjona Halcón, S.J.


7.4. LITURGIA EUCARÍSTICA


Continuación


El Rito de la Comunión

El rito de la comunión en la Misa está compuesto de múltiples símbolos elaborados para significar los diversos matices religiosos del banquete sagrado y para preparar a los fieles a una comunión fructuosa.

El sacerdote invita a recitar la oración de la mesa del Señor, el Padre nuestro. Y los fieles, a una con el celebrante, cantan o recitan la oración; en ella piden la venida del Reino de Dios al mundo, piden el pan cotidiano, alusión abierta al alimento del cuerpo y velada al del espíritu, piden el perdón de los pecados y la liberación de toda clase de males.

Esta última petición es retomada por el sacerdote en el embolismo o explanación;
“Líbranos, Señor, de todos los males y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la venida gloriosa de nuestro Señor Jesucristo”.
El pueblo cierra esta parte del rito con la aclamación:
‘‘Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor”.

Ha pedido el sacerdote a Dios Padre el don inapreciable de la paz. Esta súplica anuncia el rito de paz, con el que los fieles imploran la paz y la unidad para la Iglesia y para toda la familia humana y, según la costumbre del lugar, mediante un signo externo, se dan la paz, manifestando así la caridad común y el sentido más hondo de la Eucaristía, la cual significa y realiza la unidad de los cristianos.

El gesto de la fracción del pan, acompañado del canto “Cordero de Dios”, viene a subrayar que la Eucaristía es “sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad”,-pues significa que los cristianos por la comunión del único pan de vida vienen a ser un solo Cuerpo (I Cor. 10,17).

Llega el momento de la comunión con toda la profundidad religiosa que ella trae al corazón creyente. Se impone una reflexión en la fe. El sacerdote ora en voz baja:
“Señor Jesucristo, líbrame por tu sacrosanto Cuerpo y Sangre de todos mis pecados y de todos los males: haz que siempre cumpla tus mandamientos, y no permitas que me separe de Ti...
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y lo muestra al pueblo diciendo:
Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Dichosos los llamados a la cena del Señor”.
y todos añaden:
‘‘Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”.
Todas estas frases llenas de la simbología bíblica hablan de Cristo como el Cordero que con su muerte ha dado al pecador la posibilidad de salir de su esclavitud, hablan de la Cena del Señor en donde se come la carne inmolada de este Cordero y se experimenta la intimidad de Jesucristo, hablan de la humildad del hombre que siente su indignidad y suplica al Señor una palabra poderosa capaz de traer la salud al corazón humano herido por el pecado.

Buscando en lo posible la mayor actualización de los símbolos, la Ordenación General añade:
‘‘Es muy de desear que los fieles participen del Cuerpo del Señor con pan consagrado en esa misma Misa y, en los casos previstos, participen del cáliz, de modo que aparezca mejor, por los signos externos, que la comunión es una participación en el sacrificio que entonces mismo se celebra” (56, h).
Mientras el sacerdote y los fieles reciben la comunión se entona el canto propio de la comunión. Este canto expresa la unión espiritual de los que comulgan y el gozo religioso de sus corazones.

Al terminar la distribución de la comunión se puede guardar unos momentos de silencio para que los asistentes oren en lo profundo del espíritu visitado por la presencia sacramental del Señor. ¿Qué sentimientos pueden dirigir las reflexiones en este tiempo?, también el Misal del Vaticano II nos ha presentado una serie de oraciones muy ricas en sentimientos cristianos para la acción de gracias después de la comunión:

Con la oración de Sto. Tomás se nos enseña a dar gracias a Dios Padre, pues nos ha alimentado con el Cuerpo y Sangre de su Hijo, y se nos muestra una serie de peticiones que debemos hacer a fin de que esta comunión recibida en el tiempo nos lleve al convite eterno.

A continuación se nos invita a recitar las aspiraciones al Santísimo Redentor:
“Alma de Cristo, santifícame...

En estas oraciones se nos enseña a entregarnos en cuerpo y alma a la voluntad de Dios siguiendo las enseñanzas de San Ignacio de Loyola en sus ejercicios (234), y se nos recomienda postrarnos ante Jesús Crucificado para contemplar con gran amor y compasión las cinco llagas del Salvador, y se nos aconseja pedir con el Papa Clemente XI:
“Creo, Señor, haz que crea con más fuerza; espero, haz que espere con mayor confianza; me arrepiento, haz que tenga mayor dolor...

Termina esta serie de oraciones propuestas por el Misal Romano con una dirigida a María, “Virgen y Madre Santísima”.

Estas oraciones privadas preparan a todos los presentes para la Oración después de la comunión, en ella el sacerdote ruega para que se obtengan los frutos del misterio celebrado. El pueblo hace suya esta oración con la aclamación: Amén.





Rito de la Conclusión

El sacerdote, extendiendo sus manos, saluda al pueblo y en seguida prosigue:
“La bendición de Dios todopoderoso Padre, Hijo, y Espíritu Santo descienda sobre vosotros".
El pueblo responde:
Amén. .
Mientras pronuncia las palabras el sacerdote hace la señal de la Cruz, pues “la Cruz, fuente de todas las bendiciones, es causa de todas las gracias” (León Magno, PL. 54,340).

En seguida el sacerdote o el diácono con las manos juntas dice:
“Podéis ir en paz”.
El pueblo responde:
“Demos gracias a Dios".
La Misa ha terminado, la gracia y la paz de Dios nos acompañan para volver a la lucha diaria, para ser luz en medio de la noche, para ser una ciudad edificada sobre un monte elevado:

“Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen al Padre que está en los cielos" (Mt. 5,16).





FIN
...

Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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