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Santísima Trinidad: 9° Parte - Cómo obra Dios, La Vida de Dios y Operaciones Inmanentes - La Voluntad Divina



Por el P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


4.B.2. LA VOLUNTAD DIVINA

Como,  según nuestro modo de concebir las cosas, después del acto de entender viene el acto de la voluntad, "después de considerar todo lo relativo a la ciencia divina, procede considerar lo que corresponde  la divina voluntad." Sobre la voluntad divina vamos tratar lo siguiente.
1.- Su existencia y perfección
2.- Su objeto
3.- Sus propiedades
4.- Sus divisiones.

TESIS 17. "Dios es infinito en su voluntad y su voluntad es omnipotente” 

1. Explicación

“Dios es infinito en su voluntad”. Se puede decir que todos los seres existentes tienden a su bien, o a su fin, aunque de diversas maneras. Así en el orden de la naturaleza vemos:

  • Los seres meramente materiales, los minerales, tienden a su bien fin con una apetencia que se llama natural.
  • Los seres animados, con capacidad de conocimiento sensitivo, tienden a su bien sensible con una innata tendencia que se denomina apetito sensitivo
  • Los seres racionales, además del apetito natural y del apetito sensitivo, al estar dotados de capacidad de conocimiento intelectual, tienden a su bien fin racional con una tendencia que recibe el nombre de apetito racional, o voluntad. Dicha voluntad es tanto más perfecta cuanto mayor es la capacidad intelectual del ser que la posee.
  • En Dios, que es espíritu purísimo, sólo cabe hablar de apetito intelectivo o voluntad. Ahora bien esa voluntad, igual que ya dijimos respecto al entendimiento divino, se identifica con la esencia de Dios, luego es infinita en su perfección.

“Su voluntad de Dios es omnipotente”. Otra propiedad física de la voluntad divina es su infinito poder u omnipotencia. Es necesario advertir que, como señala Santo Tomás, la potencia puede ser activa o pasiva; "Hay una doble potencia: la pasiva, que de ningún modo está en Dios, y la activa, que es preciso atribuírsela a Dios en grado máximo".

La potencia activa, es la capacidad de producir alguna cosa como efecto propio en otro ser, por ejemplo, el arquitecto tiene potencia activa para edificar una casa; la potencia pasiva es la capacidad de recibir algo por influencia de otro, por ejemplo, una piedra tiene capacidad de ser moldeada por el escultor. La potencia activa es una perfección que puede encontrarse en la criatura de modo limitado, y en Dios se encuentra en grado infinito. La potencia pasiva implica imperfección y se encuentra en la criatura, pero en modo alguno puede darse en Dios.

Establecida esta distinción, es claro que Dios posee en grado máximo potencia activa para realizar operaciones "ad extra", y esto como consecuencia lógica de la perfección infinita de Dios. Santo Tomás hace algunas observaciones sobre la potencia activa según se dé en Dios o en las criaturas:

  • La potencia activa, en las criaturas se da en la esencia como principio radical de operación, la potencia como principio próximo (actus primus) y la operación como efecto (actus secundus); en Dios, su esencia, en cuanto principio de operación "ad extra", es, y por eso se llama, potencia.
  • La potencia activa, en las criaturas es el principio próximo de la acción y de su efecto; en Dios, la esencia es el principio de la acción, y la potencia es el principio del efecto "ad extra".
  • La potencia activa, en las criaturas, existe una distinción real entre: esencia, potencia y operación. En Dios, "la misma ciencia o voluntad divina, en cuanto que es principio de operación, tiene razón de potencia, y, por tanto, la esencia y la potencia divinas no se distinguen como distinción real, sino de razón, de la ciencia y de la voluntad de Dios".

En cuanto a la extensión de la potencia divina, ciertamente es infinita: "según hemos dicho, en tanto hay potencia activa en Dios en cuanto está en acto. Si, pues, su ser es infinito, ya que no está limitado por cosa alguna que lo reciba, se sigue que la potencia activa de Dios es necesariamente infinita. La razón es porque en todos los agentes se observa que cuanto mejor participan de la forma con que obran mayor es su potencia de obrar ".

2. Magisterio de la Iglesia

Concilio Vaticano I : “La Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana cree y confiesa que hay un solo Dios verdadero y vivo, creador y señor del cielo y de la tierra, omnipotente, eterno, inmenso, incomprensible, infinito en su entendimiento y voluntad y en toda perfección; el cual siendo una sola sustancia espiritual, singular, absolutamente simple e incomunicable, debe ser predicado como distinto del mundo, real y esencialmente, felicísimo en sí y de sí, e inefablemente excelso por encima de todo lo que puede ser concebido”. Denz 3001

3. Adversarios

Maniqueos: que defendían dos principios, uno del bien y otro del mal
Panteístas: de los que unos limitan y otros niegan la potencia activa de Dios

4. Sagrada Escritura

  • Gen 1, 3: “Dijo Dios: “Haya luz y hubo luz ... y vio Dios que era bueno”
  • Jer 32, 17: “Tú has hecho los cielos y la tierra con gran poder de tu brazo; nada es imposible para Ti”.
  • Salmo 134,6: "El Señor hace cuanto quiere en los cielos, en la tierra, en el mar..."
  • Mt 7, 21: “No todo el que me diga :¡Señor, Señor! Entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial”
  • Mt  6,10: "Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo".
  • Lc 1, 37: “Porque para Dios nada hay imposible”.
  • Lc 22, 41: “y puesto de rodillas oraba diciendo: “Padre, si quieres aparta de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad si no la tuya”

5. Argumento teológico

“Dios es infinito en su voluntad”. Santo Tomás razona así: "La voluntad es una tendencia apetitiva que sigue al entendimiento. Dios es la inteligencia suma. Luego también es la voluntad  suma". Tiene otro argumento: "La voluntad pertenece a la perfección de Dios, y todo cuanto pertenece a la perfección de Dios se identifica con la esencia divina. Luego la voluntad divina se identifica con la esencia de Dios, y no es ni un accidente, ni una acción producida".

“Su voluntad de Dios es omnipotente”. Santo Tomás afirma que la omnipotencia de Dios se demuestra porque el poder operativo de una cosa está en relación directa con su realidad ontológica, y, por eso, a la infinita realidad ontológica de Dios le corresponde un poder tanto intensiva como extensivamente infinito.

Estas son sus palabras: “el ser de Dios, en el cual se funda la razón de la potencia divina, es el ser infinito, que no está encuadrado en ninguna categoría del ser, sino que precontiene en sí toda la perfección del ser. Por consiguiente, todo lo que puede tener razón de ser está contenido entre los posibles absolutos, con relación a los cuales decimos que Dios es omnipotente”.

“Pero nada se opone a la razón de ser, más que el no-ser. Luego lo único que repugna a la razón de absolutamente posible, que está sometido a la omnipotencia divina, es lo que en sí mismo y simultáneamente  entraña el ser y el no-ser. Esto es, pues, lo único que no está sujeto a la omnipotencia, y  no por insuficiencia del poder divino, sino que no puede tener razón de factible, ni siquiera de posible. Por consiguiente, todo lo que no implica contradicción está comprendido entre los posibles respecto a los cuales se llama omnipotente a Dios, y, en cambio, lo que la implica no está contenido  bajo la omnipotencia divina, porque no puede tener razón de posible. Por lo cual es más exacto decir que esas cosas no pueden ser hechas que decir que Dios no puede hacerlas”.

TESIS 18. "Dios se ama a Sí mismo y se ama a Sí mismo necesariamente"

1. Explicación

“Dios se a Sí mismo”. El objeto primario y formal de cualquier voluntad es aquello que dicha voluntad ama en absoluto y por sí mismo. El objeto secundario y material es aquello que una voluntad ama por su relación con el objeto primario. Estrictamente hablando, el objeto primario de la voluntad divina, es decir, aquello que Dios apetece y ama por sí mismo y en absoluto es su propia bondad, o lo que es igual su esencia con la cual se identifica.

“Dios se ama Sí mismo necesariamente”. Vamos a considerar ahora las propiedades físicas de la voluntad divina, que son:

  • La necesidad
  • La libertad
  • La omnipotencia
  • La soberanía.

Cuando, ateniéndonos a la necesidad, decimos que la voluntad de Dios tiende necesariamente a la esencia divina, queremos expresar que esta esencia divina, al ser absolutamente perfecta, una vez aprehendida por la inteligencia divina como infinitamente buena, sacia y satisface plenamente la voluntad de Dios. Y de ahí que Dios no apetece, ni puede apetecer absolutamente nada fuera de El mismo, y de su propia bondad.

2. Magisterio de la Iglesia

Vaticano I: "Si alguno dijere... que Dios no creó con una voluntad libre de toda necesidad, sino con la misma necesidad con que se ama necesariamente a sí mismo... sea anatema”. Denz 3025

3. Sagrada Escritura
  • Is  43,7: "A todos cuantos llevan mi nombre, que Yo los creé y formé para mi gloria".
  • Prov  16,4: "Todo lo ha hecho el Señor para Sí mismo".
  • Rom  11,36: "Porque de El y por El y para El son todas las cosas. A El la gloria por los siglos".
  • Apoc. 1,8: " Yo soy el principio y el fin".

4. Argumento teológico

“Dios se ama a Sí mismo”. Santo Tomás argumenta diciendo que el objeto de la voluntad divina es la bondad del propio Dios, que es su esencia. De ahí que la voluntad de Dios no sea movida por otro distinto de El, sino sólo por El y según este primer motor se mueve a Sí mismo. Es decir que Dios se ama a Sí mismo porque es el supremo bien conocido exhaustivamente por Sí mismo.

“Dios se ama a Sí mismo necesariamente”. Según Santo Tomás, la razón está en que ninguna facultad (en este caso la voluntad) tiene libertad de indiferencia respecto de su objeto adecuado y plenamente proporcionado; y, por eso, tampoco la voluntad de Dios puede ser indiferente; de donde se sigue que Dios se ama a Sí mismo de modo necesario".  Otro argumento: "La voluntad divina dice relación necesaria a su bondad, que es su objeto propio, y, por tanto, Dios quiere "necesariamente" su bondad, igual que la voluntad humana quiere necesariamente la felicidad e igual que otra potencia cualquiera dice relación necesaria a su objeto propio y primario, como la vista al color, ya que en su naturaleza está el tender hacia él".

TESIS 19. "Dios quiere a las cosas distintas de Sí libremente, aun cuando las quiere eficazmente"
  
1. Explicación 

“Dios quiere a las cosas distintas de Sí libremente”. El objeto secundario de la voluntad es aquello que la voluntad quiere por razón de otro bien amado anteriormente. Respecto al objeto secundario, es decir, todas las cosas distintas de El mismo, la voluntad divina goza de completa libertad.

En efecto, en la tesis anterior hemos mostrado que Dios se ama a Sí mismo, lo que implica que su voluntad tiende hacia su perfección infinita. Puede afirmarse que la infinita capacidad de la voluntad divina queda plenamente saciada con la bondad infinita de Dios, o lo que es lo mismo, planificada de modo que no puede apetecer algo fuera de su propia bondad infinita. Surge, pues, la cuestión de cómo es posible que Dios ame también a las cosas distintas de El, según afirma la Escritura.

La respuesta es que la voluntad divina recae sobre  todos los seres distintos de Dios mismo como objeto material y secundario, en cuanto que en ellos se refleja la infinita bondad divina. Según eso, Dios ama las cosas distintas de El porque, al amar su divina esencia y bondad, ama todo aquello  en lo que se da alguna participación de esa bondad.

Admitido esto, aún queda algo que aclarar. Cuando Dios se ama a Sí mismo y ama a las cosas distintas de Sí, no lo hace con dos actos, uno para Sí y otro para las criaturas, sino con un solo acto por el cual se ama a sí mismo como fin (objeto primario) y a los demás seres como partícipes de su bondad (objeto secundario).

“aun cuando las quiere eficazmente”. Como hemos visto anteriormente, el acto de voluntad con el que Dios se ama a Sí mismo es necesario y, por tanto, eterno e inmutable. ¿Es también necesario, eterno e inmutable el acto con que la voluntad divina ama a los demás seres? No parece coherente que Dios tenga que amar necesariamente a las cosas distintas de Sí. Entonces, ¿es un acto libre el acto de voluntad con que Dios ama a esos seres? También hay dificultad en responder afirmativamente, porque, si ese acto es libre, quiere decir que Dios puede  ponerlo o no ponerlo, en cuyo caso parece que Dios no sería inmutable.

La respuesta a este dilema viene dado por el enunciado de esta tesis: "Dios ama las cosas distintas de sí libremente, aunque las ame eficazmente". El modo de compaginar los extremos del dilema lo expondremos en la cuestión complementaria sobre la "naturaleza de la libertad divina".

2. Magisterio de la Iglesia

Vaticano I: "Si alguno... dijere que Dios no creó con una voluntad libre de toda necesidad, sino tan necesariamente como se ama a Sí mismo, sea anatema". Denz 3025

“Este solo verdadero  Dios  ... con un libérrimo designio ... creó de la nada a una y otra criatura ... la angélica y la mundana, y luego la humana ,como común, compuesta de espíritu y de cuerpo”. Denz 3002.

3. Adversarios

  • Los fatalistas. que creen en un destino absoluto, que no deja libertad ni siquiera a la voluntad y providencia divina.
  • El optimismo cósmico: llamado también optimismo filosófico, considera que el mundo existente es el mejor de los posibles, y,  por ello, Dios se siente obligado a crear necesariamente este mundo y no otro.

4. Sagrada Escritura

  • Sab 11,225-27: "Pues amas todo cuanto hiciste y nada aborreces de lo que has hecho; que no hiciste por odio cosa alguna..."
  • Jn 13,16: "Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su Unigénito Hijo para que todo el que cree en El no perezca, sino que tenga la vida eterna".
  • 1Jn 4, 9-10: “La caridad de Dios hacia nosotros se manifestó en que Dios envió al mundo a su Hijo Unigénito para que nosotros vivamos por Él. En eso está la caridad, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo, como víctima expiatoria de nuestros pecados”.
  • Apoc.  4,11: "Tu creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas".

5. Argumento teológico

“Dios quiere las cosas distintas de Sí, libremente”. Santo Tomás, para demostrar que Dios quiere a los seres distintos de El, da esta razón: "en el concepto de bondad va incluido que, en la media de lo posible, comunique a otros el bien que alguien posee, y de manera especial pertenece esto a la voluntad divina, de la que se deriva por semejanza toda perfección". Al final de ese artículo advierte que Dios se quiere a Sí mismo como fin, y a los otros seres como medios para el fin: "para que participen la bondad divina misma por su bondad".

Podría objetarse que cuando la voluntad se sacia totalmente con el objeto amado, no busca nada fuera de él; y como Dios se sacia a Sí mismo plenamente en su propia bondad infinita, no buscará cosa alguna distinta de Él. A esta dificultad, recogida por Santo Tomás, responde que, aunque la bondad infinita de Dios satisfaga plenamente a su voluntad, de ahí no se sigue que Dios no ame  otras cosas, sino que no las ama más que en orden a su propia divina bondad. Ocurre aquí como con el entendimiento divino que, siendo perfecto por conocer la esencia de Dios, sin embargo, en esa  misma esencia conoce todos los demás seres”.

En este amor divino a los seres creados en orden a la infinita bondad de Dios, no se encierra ningún "egoísmo trascendental", sino una infinita benevolencia y generosidad, ya que, al crear las cosas, no pretende Dios añadir felicidad y perfección a su felicidad y perfección infinita, sino hacerlas partícipes de su inefable bondad.

“aun cuando las quiere eficazmente”.  Santo Tomás dice: "las cosas distintas de Dios (la voluntad divina) las quiere en cuanto ordenadas a su bondad como fin último de ellas. Ahora bien, lo que tiene calidad de medio, no se quiere necesariamente por el hecho de querer el fin, a menos que sea tal que sin ello no se pueda conseguir el fin; y así queremos necesariamente el alimento para conservar la vida y la nave para cruzar el mar. En cambio no queremos necesariamente aquello sin lo cual se puede obtener el fin, por ejemplo, un caballo para ir de paseo, porque podemos pasear sin él. Por consiguiente, como la bondad de Dios es perfecta y puede existir sin los demás seres, que ninguna perfección pueden añadirle, síguese que no es absolutamente necesario que quisiera las cosas distintas de El. Sin embargo, lo es por hipótesis o suposición, pues, supuesto que las quiere, no puede no quererlas, porque su voluntad es inmutable.

Digamos también que la bondad de Dios puede ser reflejada hacia el exterior de infinito modos. Ahora bien, los modos que existen reflejando esa bondad, por numerosos que sean son finitos. Lo cual quiere decir que la razón de que unos existan y otros no, sólo puede ser la libre elección de la voluntad divina.

NOTA: La Voluntad divina y el Mal

Santo Tomás dice que "el mal no es algo en las cosas", ("malum non est ens", o , "malum non est aliquid in rebus"). El mal, es pues, la privación de algún bien y al ser negación de una entidad real, se confunde con el no-ser. No obstante, no hay que pensar que toda privación es un mal, sino sólo la privación del bien debido, es decir, aquello que se debería tener y no se tiene, ejemplo, todo hombre tiene que tener: cabeza, tronco y extremidades, por el mero hecho de ser hombre, si alguna cosa de estas le falta decimos que tiene un mal (se le priva de una parte de su ser que le corresponde). Así lo dice Sto. Tomás: "el mal se aleja del ser absoluto y del ser no-ser absoluto, puesto que ni es posesión, ni simple carencia, sino privación de algo que se debería tener".

Dejando a un lado otras clases de mal, en cuanto aquí interesa consideraremos las tres clases de mal siguientes:
  • Mal físico: es la privación de un bien debido a la naturaleza, por lo que también se llama mal de la naturaleza, por ejemplo, una enfermedad que es la privación de la salud debida a la naturaleza animada.
  • Mal de culpa: es la privación de un bien moral en cuanto que se deforma la norma de moralidad, por ejemplo, robar es la privación de la regla de las costumbres que establece respetar la propiedad ajena.
  • Mal de pena: es la privación de algún bien físico o moral impuesta al culpable como castigo de su culpa, por ejemplo, una multa que es la privación de un bien físico (el dinero) o la cárcel que es la privación de la libertad.

Después de estas aclaraciones, podemos afirmar que Dios, lo mismo que la criatura racional, no puede querer directamente ningún mal. Santo Tomás razona así: "como el concepto de lo bueno coincide con el concepto de lo apetecible, y el mal se opone al bien, es imposible que un mal, en cuanto tal, sea apetecido ni con el apetito natural, ni con el animal, ni con el racional, que es la voluntad".

En cambio, para obtener mayores bienes, Dios quiere indirectamente (accidentalmente) el mal físico y el mal de pena. Al primero, porque no se lograría el orden universal de las cosas sin que se produjeran los males físicos. Dios quiere ese mal no como un fin sino en cuanto que va unido a unos bienes que son preferibles a los bienes de los que ese mal priva. Quiere indirectamente el mal de pena como medio para obtener bienes preferibles al que se pierde, por ejemplo, restablecer la justicia, enmendar al pecador arrepentido, castigar justamente al pecador obstinado etc.

Finalmente, Dios sólo permite, sin quererlo, el mal de culpa o moral (es decir, el pecado ), al cual Dios no puede querer ni directa ni indirectamente, y si lo permite es para obtener bienes mayores. Santo Tomás explica todo lo dicho con estas palabras: "hay males que se apetecen indirecta o accidentalmente, por ir unidos a algún bien; y esto ocurre en toda clase de apetitos, debido a que lo que intenta el agente natural no es la privación o destrucción de algo, sino la consecución de una cosa a la que va unida la destrucción de otra. Y así, cuando el león mata a un ciervo, lo que intenta es procurarse alimento, aunque vaya unido a ello la muerte del animal, y el pecador que peca busca un placer aunque lleve consigo la deformidad de la culpa. Y precisamente porque el mal que va unido a un bien es privación de otro bien, nunca se apetecería el mal, ni siquiera accidentalmente, si no estuviera unido a un bien que se quiere o apetece más que el bien del que ese mal priva".

"Ahora bien: Aunque Dios quiere algunos bienes particulares más que otros, no hay bien que más quiera que su propia bondad infinita; por lo cual, de ninguna manera quiere el mal de culpa, que priva del orden al bien divino. En cuanto al mal físico y al mal de pena, los quiere indirectamente al querer cualquiera de los bienes a que van unidos; y así, al querer la justicia, quiere el castigo del culpable, y al querer que se conserve el orden de la naturaleza, quiere que mueran o se destruyan algunas cosas".


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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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