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Historia de la Salvación: 13° Parte - El destierro de los judíos



P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA



7.9. REALIDAD HISTÓRICA DEL DESTIERRO

El destierro de los judíos se escalona en tres etapas coincidiendo con otras tantas rebeliones del pueblo judío contra Nabucodonosor.

a. Primera deportación

En el año 597, Nabucodonosor: "deportó a Joaquín... y llevó cautivos .... a la madre del rey, a las mujeres del rey, a sus eunucos, a los grandes de la tierra, a todos los hombres de armas, en número de siete mil, y a los carpinteros y a lo herreros en número de mil", 2 Reyes 24, 15-16. Es una medida prudencial para impedir la rebelión: exiliar a los ciudadanos judíos más cualificados.


b. Segunda deportación

En el año 587, después de la toma de Jerusalén y de la destrucción del Templo, Nabuzerdán, jefe de la guardia de Nabucodonosor: "llevó cautivos a los que habían quedado en la ciudad, de los que se rindieron al rey de Babilonia y  al resto de la gente, fuera de algunos pobres que dejó, como viñadores y labradores",   2 Reyes  25, 11-12.


c. Tercera deportación

En el año 532, hay una tercera deportación, no muy numerosa,  probablemente como represalia por la muerte de Godolías, el gobernador puesto por Nabucodonosor sobre Judá.

El número total de israelitas deportados no fue excesivamente elevado en sí: entre 10.000 y 20.000. Pero dado el escaso número de habitantes de Judá, y dada sobre todo, la calidad humana de los desterrados, los que representaban algo en la vida política, económica y social y religiosa del pueblo judío, la Biblia puede hablar, y con razón que: "fue deportado todo Judá, fue llevado cautivo lejos de su tierra",  2 Reyes  25, 21.



7.10. LA CRISIS DE FE EN EL PUEBLO DE ISRAEL

La destrucción de Jerusalén con el destierro constituye humanamente hablando el fin de Israel. Todas las seguridades humanas se le han venido abajo: 


  • La Tierra Prometida, pérdida, deportación y salida humillante. Ahora viven en tierra extraña.
  • La dinastía monárquica: El Trono de David ha sido desecho y vencido. No habrá sucesión real.
  • La institución sagrada del Templo: El lugar de encuentro con Dios, donde se halla la gloria de Dios. El Templo fue saqueado y semidestruido, los sumos sacerdotes y levitas deportados. La Ciudad Santa, Jerusalén, ha sido invadida, asaltada y arrasada, sus murallas destruidas, símbolo de fortaleza y de seguridad. El pueblo israelita se siente desamparado, desprotegido.


Antes estos hechos palpables, duros y difíciles, surgen las preguntas que oprimen los corazones angustiados del pueblo judío: ¿Dónde están las victorias de Yahvé sobre nuestros enemigos para conquistar la Tierra Prometida? ¿Dónde está ahora el poder de Yahvé y la promesa al trono de David? ¿Dónde están  las promesas a la ciudad santa y al Templo? Estas y otras muchas preguntas se hacía el pueblo y se las responde con reproche el profeta Jeremías: "Desde que dejamos de quemar incienso a la reina del cielo y ofrecerle libaciones carecemos de todo y nos consume la espada y el hambre", Jer 44, 18. El pueblo ha perdido la fe y está perdiendo la esperanza. Israel en el destierro está sintiendo en toda su crudeza el silencio de Dios. La crisis estaba justificada. El momento histórico es de suma trascendencia. Es el fin de una época, cuando todo lo anterior falla y el futuro es francamente horroroso.


7.11. SENTIDO TEOLÓGICO DEL DESTIERRO

El destino del pueblo israelita en el destierro fue muy distinto, dependía de los grupos. En Palestina quedó un buen núcleo de habitantes empobrecidos, desorganizados y religiosamente abandonados, que  se mezclaron con los colonos llegados de fuera. Otros grupos de israelitas lograron huir a Transjordania o a Egipto, donde formaron colonias, las cuales dieron origen al fenómeno de la diáspora o dispersión judía, que incluía también a los deportados a Babilonia. Este grupo formado por unos cuantos miles de habitantes que representaban a lo más selecto de Israel, no fue maltratado y pudo reunirse libremente en aldeas babilónicas.

Si el pueblo, en su conjunto, logró sobrevivir a la gran crisis política y religiosa del exilio, fue gracias a la labor de los profetas y sacerdotes que reflexionando sobre el pasado, explicaron la catástrofe en términos de responsabilidad nacional y descubrieron en las antiguas tradiciones nuevas perspectivas de esperanza y continuidad. Con ello edificaron las bases de una nueva identidad más religiosa que política. La circuncisión, el día sábado, la observancia estricta de la Ley y la inquebrantable afirmación de Yahvé como único Dios, serán las nuevas mediaciones que sustituyan a las instituciones fracasadas. Jeremías desde el extranjero y Ezequiel en Babilonia junto con el profeta anónimo del Deutero-Isaías, serán los grandes impulsores de la obra de restauración de Israel como pueblo de Dios.


7.11.1. Jeremías

Aunque no fue deportado a Babilonia, él fue le primer guía religioso de los exiliados, les escribe desde Jerusalén después de la primera deportación invitándoles a escuchar la palabra de Yahvé sin hacerse ilusiones de una liberación inminente, Jer 29, 1 y s.s. Los grandes temas de su predicación: conversión del corazón, esperanza en tiempos mejores, cumplir la alianza, y vivir la verdadera religión interior, serán meditados por el pueblo israelita en el exilio y empezarán a tener la esperanza de la salvación.


7.11.2. Ezequiel

Sacerdote fue conducido a Babilonia con el pueblo israelita en el año 598. Comienza su misión profética anunciando la ruina total de Jerusalén como castigo a las faltas de idolatría e injusticia de Israel Ez. capítulo 1 al 4. Pero tras la desolación de la ciudad en el año 587, se convierte en el profeta de la esperanza en Yahvé. Durante más de 20 años reanimó la fe y la esperanza de sus compatriotas en el exilio, primero, haciendo un llamado urgente a la conversión, pidiéndoles que no se quejen de Yahvé y de su justicia, sino que más bien reconozcan sus pecados, sus injusticias, sus desvíos, su incumplimiento de la Alianza Ez 19, 1-32; segundo, infundiéndoles la certeza de que Yahvé salvaría a su pueblo para santificar su nombre y así manifestar su gloria, Ez 36, 22-25.
NOTA: Es muy conveniente leerse todos los capítulos de Ezequiel para entender bien qué fue lo que acaeció antes del destierro, durante el destierro y después del destierro.


7.11.3. Deutero - Isaías

Este lejano discípulo perteneciente a la escuela teológica de Isaías anuncia el consuelo al pueblo de Israel en el destierro, Is 40, 1.2. Ante la victoria del rey persa Ciro sobre los pueblos de Oriente, el segundo Isaías le presenta como el instrumento del que Dios se servirá para realizar su designio de salvación, Is 41, 1-4; 45, 1-6 y 12-13; y liberar a su pueblo como en un nuevo éxodo, Is 40, 3; 43, 16-19.
Este profeta presenta unas perspectivas universalistas: a la comunidad de exiliados encerrados en sí mismos les habla de un Dios que ofrece la salvación a todos los hombres, Is 45, 20-22. Finalmente anuncia un misterioso “Siervo de Yahvé”, Is 42, 1-7; 49 1, 6; 50,4-9; 52, 13 al 53, 1-12, un justo que sufre y expía los pecados de los demás (Jesucristo), sucediendo tras su muerte una glorificación y una grandiosa fecundidad espiritual.

a. El destierro no ha sido casual ni imprevisto
Desde los momentos fundacionales del pueblo elegido, al comprometerse con Yahvé en alianza con Israel y suscribir las bendiciones y maldiciones de la misma, el castigo aparecía siempre en lontananza, al menos como una terrible realidad. Los profetas se han encargado de recordárselo al pueblo judío: infiel y desviado del cumplimiento de la Alianza fueron detrás de los ídolos y no han hecho caso a las advertencias que ha hecho Dios por medio de Jeremías. Por eso Dios los ha desterrado, los ha arrancado de la tierra; los destierra, los ha abandonado.

b. El destierro tiene una causa: EL PECADO
La infidelidad a la ALIANZA del Sinaí, en primer lugar a causa de la idolatría, atentando a una de las cláusulas más importantes de la Alianza: “No hay más que un solo Dios, no adorarás a otros dioses”; en segundo lugar, la injusticia, el abuso contra el pobre, el huérfano y la viuda, tratándoles injusta y cruelmente. El pueblo de Israel atentó gravemente contra el primer mandamiento de la Ley de Dios, hicieron caso omiso a los profetas enviados por Dios, se encerraron en su codicia, soberbia e indiferencia y Dios permitió que fueran expulsados de la Tierra Prometida; permitió el final de la monarquía y finalmente la destrucción del Templo. A pesar de esa infidelidad, el destierro se habría podido evitar, si el pueblo hubiera reconocido la voluntad de Yahvé por boca de su profeta Jeremías, si se hubiera convertido a Yahvé, si hubieran adorado al único Dios, abandonando las prácticas idolátricas; si hubieran practicado la justicia y el derecho, si hubieran reconocido y apartado de sus pecados, pero no fue así, Israel endureció su corazón y prefirió seguir su propio camino, camino que fue a parar en el fracaso más grande su historia: Ser expulsados de la Tierra Prometida, fin de la monarquía y destrucción del Templo, es decir, no tener ni la presencia, ni la bendición, ni la protección de Yahvé.

c. Purificación
El destierro tiene una finalidad: purificar al pueblo de las desviaciones de su fe. Israel se había instalado en la tierra que Yahvé le había dado como su patria definitiva y se contaminó en el culto a los ídolos de Canaán, cometió el gran pecado de la idolatría, admitía de hecho que había otros dioses, y esto era una gran ofensa a Yahvé. Por otro lado, había puesto su seguridad en instituciones materiales aunque fueran de orden religioso como: La dinastía, la ciudad santa y el Templo sagrado. Por eso Yahvé les avisa por medio del profeta que les dice: "No pongáis vuestra confianza en palabras engañosas diciendo: "el Templo de Yahvé, el Templo de Yahvé.  Éste es el templo de Yahvé",  Jer 7, 4.

Ya no confían pues, en Yahvé, de quien aquellas instituciones eran iniciativa y representación de El. El error del pueblo elegido fue que confundieron a Yahvé con dichas instituciones, y esto era caer en la idolatría y en la superstición. Las instituciones ya no llevaban al pueblo a adorar a Dios. Para que el pueblo pueda nuevamente encontrarse con Dios es necesario que se vea desamparado, que le fallen todas esas seguridades institucionales, materiales.

Para eso es el destierro, para purificarse de sus pecados y desvíos, como la idolatría, la soberbia, la codicia que es fuente de toda injusticia que abusa del pobre, del huérfano, de la viuda, del que no tienen protección; el destierro les sirve para que se den cuentan que los medios materiales son medios relativos. El único absoluto es YAHVÉ.


7.12. PEDAGOGÍA DE DIOS EN EL DESTIERRO DE BABILONIA 

Junto a este aspecto de juicio de Yahvé sobre su pueblo Israel, los profetas descubren un sentido positivo al destierro: ser un camino de Salvación. En primer lugar, con motivo del destierro, es la ocasión para hacer un profundo examen de conciencia, en efecto, el pueblo reflexiona sobre su pasado infiel a la voluntad de Yahvé y esta reflexión le lleva a adquirir conciencia de su propio pecado, al reconocimiento, aceptación y confesión del mismo. Israel reconoce ante todo que ha pecado, que ha fallado a su Señor, que ha sido infiel a la Alianza. Este es el primer paso hacia la conversión. Así el profeta Jeremías dice: "¡Yacemos en nuestro oprobio, y nos cubre nuestra vergüenza! Porque hemos pecado contra Yahvé nuestro Dios, nosotros y nuestros padres desde nuestra juventud y hasta el día de hoy, y hemos  desoído la palabra de Yahvé nuestro Dios",  Jer 3, 25.


7.12.1. Conversión profunda

Israel necesita una profunda conversión y ésta sólo se puede dar si Dios toma la iniciativa: "Conviértenos a ti, Oh Yahvé,  y nos convertiremos",  Lam 5, 21. Porque Yahvé no espera, Yahvé siempre toma la iniciativa en el proceso de la conversión, Él da primer paso en busca del desterrado para restablecer la Alianza con Él. De esta manera gracias a la conversión del pueblo movido por Yahvé, el destierro se convierte en nuevo comienzo más glorioso aún que el antiguo. El orden antiguo ha muerto. Pero Yahvé no abandona a su pueblo a la muerte, antes al contrario, Él mismo se ha hecho desterrado con ellos como lo ve Ezequiel cuando la gloria de Yahvé abandona el Templo para irse a instalar en el lugar donde moran los desterrados, Ez 1, 28.

Y la presencia de Yahvé entre su pueblo es garantía de que el destierro desembocará en una nueva vida: será como una nueva creación, como una resurrección de los muertos, Ez 37, como un nuevo éxodo, más maravilloso que el primero, Is 43, que desembocará en una nueva alianza más perfecta, más pura que la primera, porque esta nueva alianza se basará en el perdón de los pecados, Ez 36, 25-27: “Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras impurezas y de todas vuestras  basuras os purificaré. y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas”.

De esta manera, el destierro, que humanamente tenía que haber significado el fin de todo, se convertirá, por obra de Yahvé, en un futuro más glorioso que el anterior. De Yahvé, solamente de Yahvé, vendrá una maravillosa salvación.

Con la experiencia del destierro, el pueblo de Israel adquiere una nueva conciencia de su propia misión en el mundo. En el destierro al tener contacto con otros pueblos y otras culturas obliga a Israel a interrogarse sobre su función como pueblo escogido con relación a esos pueblos y sobre la función de esos pueblos en relación con él. Es el profeta el que da la respuesta: "Así habla Yahvé; el creó los cielos, el Dios que formó la tierra... No he hablado yo en secreto en un oscuro rincón de la tierra... Reuníos, venid, acercaos, juntamente los sobrevivientes de las naciones... No hay Dios justo ni Salvador fuera de mí. Volveos a mí, y seréis salvos", Is 45, 18-20.


7.12.2. El Castigo – Purificación

A pesar del castigo merecido, Dios no abandona a su pueblo. Este sentido profundo religioso les impulsó a interpretar teológicamente todos los eventos históricos que estaban acaeciendo. Por eso el exilio se convierte en un tiempo precioso de purificación. Es como si el pueblo de Israel fuera llevado de nuevo al desierto, al lugar de prueba, donde se carece de todo y el hombre es purificado por la acción de Dios. La gran tragedia  es que el pueblo de Dios había acabado apropiándose de los dones de Dios de tal manera que en vez de que estos los recibieran con gratitud y les llevaran a Dios, en realidad abusando de los dones de Dios se habían apartado del Señor, advertencia hecha ya en Deut 8, 11-14: “Guárdate de olvidar a Yahvé tu Dios descuidando sus mandamientos, que yo te prescribo hoy; no sea que, cuando comas y quedes harto, cuando construyas hermosas casa y vivas en ellas, cuando se multipliquen tus vacadas y tus ovejas; cuando tengas plata y oro en abundancia y se acrecienten tus bienes, tu corazón se engría y olvides a Yahvé tu Dios que te sacó del país de Egipto, de la casa de la servidumbre”.

Israel se ha absolutizado los medios (tierra prometida, rey y Templo) y se ha olvidado del fin: Dios, al que los medios debían de conducir: ha puesto su seguridad en conquistar la Tierra Prometida, en tener un rey, en la seguridad de tener un gran Templo, en vez de confiar sólo en Dios que habita en el templo pero es infinitamente más grande y poderoso  que el Templo, Is 66, 1: “Así dice el Señor: Los cielos son mi trono y la tierra la alfombra de mis pies. Pues, ¿Qué casa me vais a edificar, o qué lugar de reposo, si el universo lo hizo mi mano y todo vino al ser?”. En consecuencia Dios les retira esos dones: la tierra, el rey, el templo ... todo, para que vuelvan al autor de todos ellos. Así el exilio, es un tiempo de purificación que conduce al pueblo a una religión más auténtica, a una piedad más sincera, a una fe más viva y depurada, a una conversión más interior.




7.12.3. Creación de la Sinagoga. 

Pronto comprendieron que en vez de lamentar errores históricos pasados se hallaban en un país impuro, Ez 4, 13, donde resultaba casi imposible seguir practicando con pureza el culto yahvista. Era preciso buscar alguna suplencia al culto del Templo y para lograrlo comenzaron a prodigar asambleas comunitarias, que les daban el descanso y la esperanza de evocar sus más genuinas costumbres y tradiciones cúlticas. En el destierro recordaban en dichas asambleas con nostalgia la mano providente con que Yahvé les había conducido, en otros tiempos, a través del desierto hasta sellar una Alianza en el Sinaí.

Tales asambleas fueron adquiriendo un cuño cada vez más religioso, dándose así origen a la "Sinagoga". Éstas, para patentizar su entronque con el ideal sinaítico, dieron gran relieve a la observancia del "Sabbat". Así, se diferenciaban de los cultos paganos, mientras iban concienciando al grupo judío de su compromiso con Yahvé. Sin necesidad de prodigar ceremonias cúlticas, el "Sábado" pasó a significar el lazo de unión entre Yahvé y su comunidad en el exilio, Ez 23, 28.
Es posible que la redacción del llamado "Código Sacerdotal" se llevara a cabo en este ambiente de delirio religioso, lo que explicaría el énfasis en la observancia del "Sábado", relacionándolo con la creación misma del mundo, Gen 2, 3. Fue tal la importancia asignada al reposo sabático que éste fue interpretado por la tradición postexílica como signo de fidelidad a la Alianza Is 56, 1-8. Así Israel enseña la Ley, manifiesta ante esos pueblos sus costumbres y sus tradiciones. Se convierte de un pueblo nacionalista y a la vez en pueblo universal y misionero.

Finalmente, la prueba del destierro ilumina con nueva claridad algunos "problemas oscuros" en la religiosidad de Israel. El primero es el de la "retribución" de las buenas y malas obras,  y el segundo es el problema  del "sufrimiento".

a. La "retribución"
Pasa de una dimensión teológica y moral comunitaria a una perspectiva personal. A cada persona se le retribuirá según su conducta, según su caminos. Ya no pagarán los hijos las culpas de los padres,  Ez 18.

b. El "sufrimiento"
Esta experiencia les hace entender también el valor positivo del sufrimiento. Dios se manifiesta como misericordioso, pues: “no quiere la muerte del malvado, sino que se convierta y viva”, Ez 18, 23. 32; 33, 11; pero esta misericordia, para ser eficaz, necesita usar la marga medicina del sufrimiento: como la plata y el oro necesitan pasar por el fuego para desechar la escoria. Israel necesita pasar por el crisol del sufrimiento para ser purificado y renovado, ex 22, 17-22; Is 48, 10; así Israel aprenderá que: “Yahvé reprende a aquel que ama, como un padre al hijo querido”, Prov, 3, 12.

El destierro hace descubrir a Israel que el sufrimiento puede adquirir un valor redentor, ya que a través de él, el pueblo sale de su egoísmo y de su corazón duro y cerrado en sí mismo para abrirse hacia una nueva vida. Esta función redentora del dolor se expresa de una forma hermosísima en la profecía de los "Cánticos del Siervo de Yahvé" del profeta Isaías.

Las características personales de este 'Siervo", como se ve no corresponden a las del pueblo elegido, Israel:


  • El pueblo judío es  cobarde,  Is 40,27; el "Siervo", es  valiente, Is 49, 4
  • El pueblo judío es pecador, Is.43,27; el "Siervo", es inocente, Is 50, 5
  • El pueblo judío es impaciente, Is 40, 27; el "Siervo", es  paciente, Is 53, 7
  • El pueblo expía por sí, Is  43, 22; el "Siervo",  expía por otros, Is 53, 4


A estos "Cánticos del Siervo de Yahvé" se le han dado dos interpretaciones:

  1. Una dice que este Siervo de Yahvé se refiere al pueblo elegido.
  2. Otra dice que se refiere a Jesucristo, el Hijo de Dios.


Esta última interpretación es la más aceptada hoy día en la Iglesia Católica pues vemos que se cumple de una manera extraordinaria en Jesucristo, que realiza la misión salvífica del "Siervo de Yahvé", y que es universal, Is 49, 1-6. Es una misión dolorosa: será menospreciado, varón de dolores, abominado de las gentes, esclavizado por los soberanos, Is 42, 7; herido, abofeteado, injuriado, Is 50, 6, hasta el punto que queda maltrecho y desfigurado, Is 53 1-3.

El siervo no va forzado sino que acepta y se ofrece a la muerte, como un siervo del pueblo, en sustitución y en beneficio del pueblo mismo. Toma sobre sí la maldición que pesaba sobre el pueblo debido a su pecado, sufriendo él el castigo que libera al pueblo elegido, Is 53, 5. El mismo siervo es ensalzado, puesto en alto, como centro de atención de todos los pueblos, herederos de ellos, como su Pastor, Is 53, 7-12.


7.12.4. Misión universal

Finalmente, Israel al contacto en el destierro con otros pueblos descubre la misión universal de su vocación salvífica; frente al particularismo nacionalista en que se había encerrado durante siglos, ahora va comprendiendo que si han sido objeto de una predilección especial de Dios, que les ha manifestado su voluntad haciendo una Alianza con ellos, es para que estos dones los transmitan y los comuniquen a otros pueblos: "Así habla Yahvé; el que creó los cielos, el Dios que formó la tierra, la hizo y la afianzó; el que no la creó caótica sino que la formó habitable. No he hablado yo en secreto en un oscuro rincón de la tierra; no he dicho a la descendencia de Jacob: “Búsquenme en el vacío”. Yo soy el Señor que digo lo que es justo y anuncio lo que es recto. Reunios, venid, acercaos, juntamente los sobrevivientes de las naciones. ¡Qué ignorantes son los que cargan con un ídolo de madera e invocan a un dios incapaz de salvar!  No hay Dios justo ni Salvador fuera de mí. Volveos a mí, y seréis salvos", Is 45, 18-23. Así los israelitas serán convertidos y se manifestarán como: “luz de las gentes”, Is 42, 6.

De este modo Dios ha preparado cuidadosamente un “resto de Israel” que cuando regrese a Palestina será portador de una fe más profunda y purificada, de una religión más espiritual. De este modo la revelación de Dios da un paso decisivo hacia la plenitud que acontecerá en la persona de su Hijo Jesucristo.

Así el exilio en Babilonia que parecía una desgracia irreparable, se convierte por la gracia de Dios en una gracia universal incalculable.



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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.

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