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Cristología - 8° Parte: Consecuencias de la Unión Hipostática - Continuación



P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


2.5. CONSECUENCIAS DE LA UNIÓN HIPOSTÁTICA
CONTINUACIÓN

2.5.4. LOS PREDICADOS DIVINOS Y HUMANOS DE JESUCRISTO

Tesis 17ª.- "Los predicados divinos y humanos de Cristo deben aplicarse a la misma persona del Verbo encarnado".  (de fe).
       
2.5.4.1. Explicación
        
Como la persona divina de Cristo subsiste en dos naturalezas, la divina y la humana, y puede ser nombrado por ambas, por lo mismo podemos enunciar del Hijo de Dios predicados humanos y del Hijo de hombre predicados divinos.
        
El Credo de nuestra fe, predica del Hijo de Dios las propiedades humanas de haber sido concebido, haber nacido de Sta. María Virgen, de haber padecido, haber sido crucificado y sepultado.  Por eso el Concilio de Efeso (431) enseña, contra Nestorio, que los predicados que en la Sagrada Escritura se contienen acerca de Cristo no hay que referirlos a dos personas: al Logos‑Dios y al hombre Cristo, sino a una sola persona al mismo Logos encarnado. Denz 116.
        
Sin embargo, esta mutua correspondencia de lenguaje, hablando de las dos naturalezas de Cristo, la divina y la humana, en su Persona única, está sujeta a ciertas leyes y limitaciones, para dar claridad a los contenidos y evitar equívocos.  Como vamos a ver inmediatamente, no todo lo que se dice de una naturaleza se puede decir en el mismo sentido de la otra naturaleza; hay ciertas expresiones que, si no se explican convenientemente, serían verdaderas herejías. Por ejemplo, la expresión: "Cristo es una criatura", es verdadera (aunque inconveniente) si la entendemos únicamente según su humanidad; pero significaría la herejía arriana si la queremos extender a su personalidad, que no es humana, sino divina, y por lo tanto, increada.
         
2.5.4.2. Adversarios
        
En torno a esta cuestión ha habido dos grandes herejías, una por defecto y otra por exceso.
        
a. Nestorio: afirmaba que en Cristo había no sólo dos natura­lezas, sino también dos personas distintas, una divina (el Logos‑Dios) y otra humana (Jesús de Nazaret).  Por ello, se negaba lógicamente a admi­tir la comunicación de idiomas, ya que lo que se predica (se afirma) de una de esas dos personalidades no podría predicarse de la otra.  La Iglesia condenó la herejía de Nestorio en el Concilio de Efeso.
        
b. Eutiques: incurrió en la herejía por el extremo contrario, al decir que en Cristo no había más que una sola persona y una sola naturale­za: la persona y la naturaleza divina del Verbo. Si fuera así, no habría lugar tampoco a la comunicación de idiomas, puesto que la naturaleza humana de Cristo habría desaparecido al "fundirse" con la divina en virtud de la unión hipostática.  Esta herejía, diametralmente opuesta a la de Nestorio, fue condenada por la Iglesia en el Concilio de Calcedonia.
Contra estas herejías, la Iglesia enseña: "Es necesario admitir la comunicación de idiomas en Cristo".  (de fe).

2.5.4.3. Sagrada Escritura
        
En el Evangelio y epístolas de los Apóstoles se predican continuamente de Cristo‑hombre las cosas que pertenecen a Dios y viceversa.
        
Jn 3, 13: "Nadie sube al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo".
        
Jn 8, 58: "Respondió Jesús: en verdad, en verdad os digo: antes que Abraham naciese, era yo".
        
Jn 10, 30: "Yo y el Padre somos una misma cosa". 1Cor 10, 30: "Si le hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria ".
        
Gal 4, 4: "Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su propio Hijo nacido de mujer, nacido bajo el dominio de la Ley".
         
2.5.4.4. Argumento teológico
        
La razón fundamental es porque en Cristo no hay más que una sola Persona divina, que subsiste a la vez en dos naturalezas distintas: la divina y la humana. Luego cualquier cosa que pertenezca a cualquiera de sus dos naturalezas puede predicarse, no de la otra naturaleza en cuanto tal, pero sí de la persona única de Cristo.
Y así, puede decirse con toda verdad, que la persona divina de Cristo fue concebida, por razón de su humanidad, en la entrañas virginales de María, que padeció, murió, resucitó, etc. Lo mismo que se puede decir que Cristo‑hombre, por razón de su personalidad divina, es el Unigénito del Padre, omnipotente, Dios.


2.5.5. REGLAS PARA LA COMUNICACIÓN DE IDIOMAS

Vamos a exponer la existencia o legitimidad de la comunicación de idiomas en Cristo y las principales reglas a que debe someterse su uso para hablar con propiedad y correctamente acerca del misterio de la Persona de Cristo y evitar equívocos que ya se han dado en la historia de la Iglesia, y que han sido las herejías.
        
El uso del lenguaje propio de la comunicación de idiomas en Cristo, para que sea del todo correcto y ortodoxo, ha de sujetarse a unas determinadas reglas; a saber: ha de procurarse que lo que se diga de una naturaleza se atribuya también a la otra a través de la personalidad única de Cristo, sin atribuírselo a la otra naturaleza precisamente en cuanto tal.
        
Por ejemplo: son verdaderas las siguientes afirmaciones: "El Verbo de Dios es verdaderamente hombre". (Esto es, por razón de la unión hipostática de las dos naturalezas, la divina y la humana en Cristo), o también: "Cristo‑hombre es personalmente Dios". (por la misma razón de la unión hipostática).  Pero, serían falsas estas otras: "Cristo, en cuanto Dios, es hombre", o : "Cristo, en cuanto hombre, es Dios".  queriendo significar (por la expresión "en cuanto") la naturaleza divina en el primer caso y la naturaleza humana en el segundo.
        
Precisando con más detalle las reglas para el recto uso de la comunicación de idiomas en Cristo, suelen señalarse cuatro combinaciones entre los términos que se emplean para ver si puede predicarse lo siguien­te:
       
  • Lo concreto de lo concreto
  • Lo abstracto de lo abstracto
  • Lo concreto de lo abstracto
  • Lo abstracto de lo concreto


a. De la esencia de la unión hipostática se deduce que: las propiedades  de la naturaleza divina y de la naturaleza humana se pueden predicar solamente de la persona de Cristo; mientras que no está permitido trasladar las propiedades específicas de una naturaleza a la otra., ejemplo: la divinidad de Cristo es su humanidad.
        
b. Los atributos concretos (por ejemplo, Dios, Hijo de Dios, Hijo del hombre, Cristo, omnipotente, etc) se refieren a la hipóstasis (persona); y los atributos abstractos (divinidad, humanidad, omnipotencia) se refieren a la naturaleza.
De aquí surge el siguiente principio: La comunicación de idiomas se hace en concreto no en abstracto.  Por ejemplo: "El Hijo de Dios murió en la cruz", o, "Jesucristo ha creado el mundo". Las dos afirmaciones son en concreto, una el Hijo de Dios, la otra Jesucristo.  Por eso no se puede decir: "Cristo, en cuanto Dios, padeció en la cruz", o, "Cristo, en cuanto hombre, creó el mundo".
Hay que tener en cuenta que las partes esenciales de que consta la naturaleza humana hacen las veces de esta misma naturaleza, de ahí que no sea lícito decir: "El alma de Cristo (que es parte de la naturaleza humana) es omnisciente" (que es propio de la naturaleza divina), o, "El cuerpo de Cristo es omnipresente".
No se puede decir la naturaleza divina de Cristo es su  naturaleza humana, y viceversa, se debe decir: la naturaleza divina de Cristo está unida a la naturaleza humana en la unidad de Persona; y no se puede decir: la divinidad de Cristo es su humanidad.
        
c. La comunicación de idiomas solamente puede hacerse en forma positiva, no en forma negativa, pues de Cristo, nada se puede negar de lo que le corresponde por alguna de sus dos naturalezas.  Así pues, no es, correcto decir: "El Hijo de Dios no ha sufrido", o, "Jesús no es omnipotente".
        
d. Algunos asertos, o afirmaciones, que pudieran prestarse a erróneas interpretaciones conviene aclararlas añadiendo, "en cuanto Dios", o "en cuanto hombre".
Por ejemplo: "Cristo, en cuanto hombre es criatura". La explicación es la siguiente: en cuanto "hombre", expresa a la naturaleza humana (de Cristo), por razón de la cual le conviene a Cristo ser criatura, y no la persona de la misma (naturaleza humana).
Pero si la palabra hombre viniera a significar la persona humana (y no la naturaleza humana, como en el caso de Cristo), como sucedería si se dijera "en cuanto este hombre", entonces habría que negar la afirmación y de ninguna manera aceptarla porque ya hemos dicho que Cristo no es persona humana, sino Persona divina, el Logos divino encarnado.
Por ejemplo: Sí se puede decir: “Cristo en cuanto Dios es omnipotente, es infinitamente sabio”, porque estas propiedades concretas pertenecen a la divinidad y se pueden predicar de la Persona de Cristo.
Por ejemplo: la afirmación: "Jesucristo es Dios en cuanto hombre", se ha de negar, porque hombre en la reduplicación, propiamente significa la naturaleza y no la persona.
En cambio, la proposición: "Jesucristo, en cuanto hombre, es hipós­tasis, o persona", es ambigua y se presta a error y equívoco. Si "hombre" significa = naturaleza humana, es verdadera, (porque Cristo tiene realmente naturaleza humana). Pero, si hombre, significa la naturaleza humana ­en su propia personalidad, es falsa, (porque Cristo no es persona humana) ". Ya que la naturaleza humana de Cristo no subsiste y existe en su propia­ persona, sino en la persona del Verbo divino.



En conclusión, en la comunicación de idiomas hay que atender cuidadosamente a que, entre una predicación lógica y la realidad ontológica de Cristo, haya una perfecta correspondencia, teniendo muy en cuenta, el modo distinto de significar de las palabras con que se expresan las propiedades tanto las de la naturaleza divina como las de la naturaleza humana.



Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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