APOSTOLADO
DE LA
ORACIÓN
INTENCIONES PARA EL
MES DE DICIEMBRE
Ofrecimiento Diario
Dios, Padre nuestro, yo te ofrezco toda mi jornada: mis oraciones, pensamientos, afectos y deseos, palabras, obras, alegrías y sufrimientos en unión con el Corazón de tu Hijo Jesucristo que sigue ofreciéndose a Ti en la Eucaristía para la salvación del mundo.El Espíritu Santo, que condujo a Jesús, me guíe y sea mi fuerza en este día para que pueda ser testigo de tu amor.
Con María, la madre del Señor y de la Iglesia, pido especialmente por las intenciones del Papa y de nuestros obispos para este mes:
Oremos con el Papa Francisco
Para que todos experimentemos la misericordia de Dios, que no se cansa jamás de perdonar.
Para que las familias, de modo particular las que sufren, encuentren en el nacimiento de Jesús un signo de segura esperanza.
Oremos con los Obispos del Perú
Para que las personas afectadas por la violencia lleguen a la paz interior y al
reconocimiento justo de sus derechos.
reconocimiento justo de sus derechos.
EL REINO DE DIOS
¿Qué anunciamos? Lo que anunció Jesús: el Reino de Dios, que no es una cosa, una estructura social o política, una utopía. El reino de Dios es Dios, Dios que existe, Dios que vive, Dios que está presente y actúa en el mundo, en nuestra vida, en mi vida. Pero no se puede anunciar a Dios únicamente con palabras, de segunda mano. Urge introducir en la relación con Dios, enseñar a orar. Por eso la importancia de las escuelas y comunidades de oración. Oración personal, oración popular, oración en Iglesia, oración litúrgica.
Evangelizar es seguir a Cristo, camino de mi vida. Es identificarse con Él, llegar a la unión con Dios. Esta palabra tal vez choque, pero la realidad es que todos tenemos sed de infinito, de libertad infinita, de felicidad ilimitada. Así se explican las revoluciones de los últimos dos siglos, las drogas y todos los caminos ofrecidos por la “serpiente” (Gn 3, 5), es decir, la sabiduría mundana. El hombre no se contenta con soluciones que no lleguen a la divinización. El único camino es la identificación con Cristo, realizable en la vida sacramental.
Seguir a Cristo no es un asunto de moralidad, sino un tema “mistérico”, un conjunto de acción divina y respuesta nuestra.
El seguimiento de Cristo lleva a la cruz, expresión de su amor hasta el extremo (Jn 13, 1). Es participación en su cruz, unirse a su amor, a la transformación de nuestra vida, que se convierte en nacimiento del hombre nuevo, creado según Dios (cf. Ef 4, 24)
Quien omite la cruz, omite la esencia del cristianismo (cf. 1 Cor 2, 2)
Evangelizar es anunciar el reino de Dios, al Dios presente que nos conoce y escucha, que entra en la historia para hacer justicia. Por eso evangelizar es anuncio del juicio, de nuestra responsabilidad. El hombre poderoso como el sencillo debe rendir cuentas. El artículo de fe del juicio, forma las conciencias, es central en el Evangelio, es una buena noticia. Lo es para los que sufren injusticia y piden justicia. Así se comprende también la conexión entre el reino de Dios y los “pobres”, los que sufren y todos los que viven las bienaventuranzas del sermón de la Montaña.
Las injusticias del mundo no son la última palabra. Hay justicia. Sólo quien no quiera que haya justicia puede oponerse a esta verdad. Sólo creyendo en el justo juicio de Dios, sólo teniendo hambre y sed de justicia (cf. Mt 5, 6), abrimos nuestro corazón, nuestra vida, a la misericordia divina. La vida eterna no quita importancia a la vida en la tierra. Dios no es rival de nuestra vida, sino el garante de nuestra grandeza. Si consideramos bien el mensaje cristiano, no hablamos de un montón de cosas. Evangelizar es en realidad muy sencillo: es hablar de Dios y del hombre. Así lo decimos todo.
(Continúa de Noviembre)
Evangelizar es seguir a Cristo, camino de mi vida. Es identificarse con Él, llegar a la unión con Dios. Esta palabra tal vez choque, pero la realidad es que todos tenemos sed de infinito, de libertad infinita, de felicidad ilimitada. Así se explican las revoluciones de los últimos dos siglos, las drogas y todos los caminos ofrecidos por la “serpiente” (Gn 3, 5), es decir, la sabiduría mundana. El hombre no se contenta con soluciones que no lleguen a la divinización. El único camino es la identificación con Cristo, realizable en la vida sacramental.
Seguir a Cristo no es un asunto de moralidad, sino un tema “mistérico”, un conjunto de acción divina y respuesta nuestra.
El seguimiento de Cristo lleva a la cruz, expresión de su amor hasta el extremo (Jn 13, 1). Es participación en su cruz, unirse a su amor, a la transformación de nuestra vida, que se convierte en nacimiento del hombre nuevo, creado según Dios (cf. Ef 4, 24)
Quien omite la cruz, omite la esencia del cristianismo (cf. 1 Cor 2, 2)
Evangelizar es anunciar el reino de Dios, al Dios presente que nos conoce y escucha, que entra en la historia para hacer justicia. Por eso evangelizar es anuncio del juicio, de nuestra responsabilidad. El hombre poderoso como el sencillo debe rendir cuentas. El artículo de fe del juicio, forma las conciencias, es central en el Evangelio, es una buena noticia. Lo es para los que sufren injusticia y piden justicia. Así se comprende también la conexión entre el reino de Dios y los “pobres”, los que sufren y todos los que viven las bienaventuranzas del sermón de la Montaña.
Las injusticias del mundo no son la última palabra. Hay justicia. Sólo quien no quiera que haya justicia puede oponerse a esta verdad. Sólo creyendo en el justo juicio de Dios, sólo teniendo hambre y sed de justicia (cf. Mt 5, 6), abrimos nuestro corazón, nuestra vida, a la misericordia divina. La vida eterna no quita importancia a la vida en la tierra. Dios no es rival de nuestra vida, sino el garante de nuestra grandeza. Si consideramos bien el mensaje cristiano, no hablamos de un montón de cosas. Evangelizar es en realidad muy sencillo: es hablar de Dios y del hombre. Así lo decimos todo.
(Continúa de Noviembre)
Invitación
A participar de la Misa dominical de 11:00 AM en la Parroquia de San Pedro y a acompañarnos en las reuniones semanales a las 12:00 M en el claustro de la parroquia, todos los domingos.
Asimismo, invitamos a la Misa de los primeros viernes de cada mes en Honor al Sagrado Corazón de Jesús, a las 7:30 PM en San Pedro.
El Apostolado de la Oración es antes que nada hacernos interiormente disponibles a la misión de Cristo. Esta disponibilidad tiene como su fuente y modelo a Jesucristo entregado a nosotros y por nosotros, que se nos hace presente continuamente en la Eucaristía. Recibir su vida nos lleva, en reconocimiento, a ofrecer diariamente nuestra propia vida al Padre.
Para conocer más acerca del Apostolado de la Oración y sus actividades acceda AQUÍ
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