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Oraciones al Señor de los Milagros




Oración al Señor de los Milagros

Señor de los Milagros,
en tu presencia vengo a hacer mi oración.
Mi fe en Ti, está presente, porque Tú todo lo llenas.
Estás en todas partes, para que en todas partes yo te busque.

Estás dentro de mí para darme y conservarme el ser,
estás delante de mí para guiarme, estás detrás de mí para defenderme.
Estás debajo de mí para sostenerme, estás sobre mí para bendecirme, estás a mi lado para acompañarme, estás siempre conmigo para inspirarme, para fortalecerme, para trabajar conmigo.

A tu presencia vengo pues, Señor de los Milagros,
a hacer mi oración. Haz que ella sea sencilla, humilde, sincera.
Sencilla como la súplica del niño. Humilde como la petición del pobre.
Sincera como la oración del publicano.

Aquí estoy Señor de los Milagros, en tu presencia, débil ante el omnipotente, pecador ante la santidad infinita.
Quiero postrarme, reverente para adorarte, quiero que mis pensamientos todos sean para Ti.
Que para Ti sean todos mis deseos, todos mis afectos, toda mi voluntad, todo mi entendimiento.
Y que mi oración, sencilla, humilde y sincera, sea Señor para gloria y alabanza tuya.
Te ruego atiendas mi súplica.



Oración al Señor de los Milagros

Señor de los Milagros,
aquí vengo lleno de fe y amor
porque eres mi DIOS Y REDENTOR
agradezco tu poder de creador
y mis limitaciones de criatura,
pero me siento feliz
porque tú has querido
ser mi amigo y mi hermano.

Quiero que todo mi ser,
cuerpo y alma
estén abiertos a tu plan de salvación,
que toda mi vida esté dentro de tus planes
y así colaborar contigo
haciendo en todo
la voluntad del PADRE.
Amén.





Oración al Señor de los Milagros

Bendícenos en cada hora Señor de los Milagros,
en nuestras enfermedades y pobrezas,
en nuestras pruebas y desolaciones,
en nuestros quebrantos e infortunios,
escucha nuestra voz, atiende nuestras plegarias,
acude pronto a favor de nosotros,
de nuestras familias
y de nuestros intereses temporales y eternos.

En Ti confiamos Señor de los Milagros
y de tu misericordia infinita,
esperamos alcanzar el remedio en nuestras necesidades.
Padrenuestro, Avemaría con la jaculatoria;
Señor de los Milagros,
en Ti confiamos.





Oración al Señor de los Milagros

Creemos en Ti, Hijo de Dios, Hermano y Salvador nuestro. Confiamos en tu bondad y poder.
Queremos amarte siempre cumpliendo tus mandamientos y sirviéndote en nuestros hermanos.
Te damos gracias porque nos amas, nos atraes con tu imagen, nos acoges en tus brazos,
nos guías con tu palabra y nos brindas tu perdón.

Señor de los Milagros,
te consagramos nuestras familias: consérvalas en la armonía;
nuestras casas: ilumínalas con tu presencia;
nuestras alegrías: santifícalas con tu amor;
nuestras preocupaciones: acógelas en tu bondad;
nuestras dolencias: remédialas con tu misericordia;
nuestro trabajo: fecúndalo con tu bendición.

Señor de los Milagros, te imploramos la firmeza en la fe, la fidelidad a tu Iglesia, el don de la paz y la gloria eterna. Madre del Perpetuo Socorro, recibe esta plegaria y preséntala a tu divino Hijo.
Amén.





Oración al Señor de los Milagros

Dame el día de hoy fe para seguir adelante,
Dame grandeza de espíritu para perdonar,
Dame paciencia para comprender y esperar,
Dame voluntad para no caer,
Dame fuerza para levantarme si caído estoy,
Dame amor para dar,
Dame lo que necesito y no lo que quiero,
Dame elocuencia para decir lo que debo decir,
Déjame saber qué es lo que Tú quieres de mí,
Déjame tu paz para que la comparta con quien no la tenga.
Por último, anda conmigo y déjame saber que así es.





Oración al Señor de los Milagros

Señor Cristo de los Milagros,
intercede ante tu Padre a favor de las necesidades.
Bendice nuestro trabajo, nuestro hogar y
danos valor para enfrentarnos a nuestros problemas.
Líbranos de todos los males de cuerpo y alma,
Aumenta nuestra fe y enciende nuestra caridad.
Danos esperanza en las luchas de la vida,
otórganos la paz interior y exterior.
Amén.





Oración al Señor de los Milagros

Señor Dios, piadoso y de bondad infinita,
de nuestros corazones brota el clamor por tus bendiciones,
haz que nuestros rostros, desfigurados por la falta de paz,
hoy se tornen tranquilos al participar, gozosa y devotamente
en la Unción Consagratoria de la imagen de tu Hijo Jesucristo,
Nuestro Señor de los “Milagros”.

Jesús, que llevas la Cruz a cuestas por nosotros,
haz que la sed de amor de tu pueblo se mitigue
en el cántaro de la unidad fraterna y
que nuestra presencia agradecida hoy cabe a ti,
sea el “milagro” de la luz en nuestro camino

hacia la casa del Padre. 



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Cristología - 1° Parte: La existencia histórica de Jesús

P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


1.1. LA EXISTENCIA HISTÓRICA DE JESÚS
         
Muchas veces y de distintos modos, todos hemos tomado conciencia de la decisiva importancia que para la historia del mundo, como para la historia de cada hombre, tiene la Encarnación del Verbo (segunda Persona de la Trinidad), a saber que la segunda Persona se haya hecho hombre y haya habitado entre nosotros. Esta es una afirmación de nuestra fe cristiana con base histórica real.
         
Es doctrina común de los teólogos desde S. Agustín que las criaturas irracionales son vestigio (vestigium) de la Santísima Trinidad. Es decir, huellas de Dios. Que las criaturas racionales son imagen (imago) de Dios y las que se encuentran por la gracia santificante elevadas presentan una semejanza (similitudo) de la Trinidad. Con el Misterio de la Encarnación de la Segunda Persona de la Tri­nidad, la Revelación de Dios a los hombres llega a su cota máxima: es Dios en persona que se hace presente, habita entre nosotros, muere en la Cruz para salvarnos del pecado y de la muerte eterna y con su Resurrección darnos una nueva vida, (la vida de la gracia santificante).
         
Efectivamente, Jesús es el Mesías y el Redentor prometido en el Antiguo Testamento, y en efecto llegada la plenitud de los tiempos, Gal 4, 4; Jn l, 14, Dios envió a su Hijo Unigénito al mundo, para redimir a todo el género humano.
         
La existencia histórica de Jesús está testimoniada con toda claridad por las fuentes paganas (romanas) y por los escritos cristianos. Tenemos, además, escritores judíos, que se suman a las anteriores fuentes para darnos testimonio de la existencia histórica de Jesús, el Cristo. Ningún historiador serio la pone en duda hoy día.


1.1.1. Fuentes paganas (romanas): 

Se ha de tener en cuenta que, por su condición de paganos, no cabe sospecha de haber falsificado la realidad, ya que miraban con poca simpatía la actividad de Cristo o la de sus discípulos. Estos hechos acaecieron en el siglo 1º de nuestra era. Los autores son los siguientes:
        
a. Plinio el Joven: Era procónsul de Bitinia, en Asia Menor, escribe hacia el año 111 en una carta al emperador Trajano que : "los cristianos se reúnen un día determinado antes de romper el alba y entonan un himno a Cristo como a un dios".

b. Tácito: Gran historiador, refiere en sus "Anales" hacía el año 115 la cruel persecución de Nerón, que sufrieron los cristianos de Roma a propósito del incendio de la ciudad y manifestando un cierto desprecio dice: "Para ahogar el rumor público (Nerón) inventó culpables e infligió tormentos refinados a los que por sus abominaciones eran detestados y que el vulgo llamaba cristianos. Este nombre les viene de Cristo, que había sido, bajo el reino de Tiberio, entregado al suplicio por el procura­dor Poncio Pilato. Reprimida por entonces esta execrable superstición penetraba de nuevo, no sólo en Judea, donde había nacido el mal, sino incluso en Roma donde afluye y encuentra adeptos todo lo infame y vergon­zoso".

c. Suetonio: Alrededor del año 120, refiere un acontecimiento del año 51‑52, en el que el emperador Claudio : "expulsó de Roma a los judíos por promover incesantes alborotos a instigación de un tal Crestos".
         
En esta desfigurada información hay un núcleo histórico: las violentas discusiones en torno a Cristo, que se habían levantado en la comunidad judía de Roma. Este mismo autor señala en otro lugar: "Se infligían suplicios a los cristianos, gentes entregadas a una supersti­ción nueva y maléfica". Estos documentos, y otros más, nos testifican que, desde el año 64, la doctrina y los seguidores de Cristo suponían una fuerza capaz de inspirar odio y persecución a los que tenían fe en Cristo Jesús.
        

1.1.2. Fuentes cristianas: 

Además de las anteriores noticias, incidentales e indiferentes, tenemos los abundantes testimonios de los seguidores de Jesús que, contando sólo los libros inspirados, componen juntos el Nuevo Testamento. En total son 27 obras escritas en griego, el idioma de la época. Los libros principales son los Evangelios; la palabra "evange­lio" significa : "buena nueva" o "buena noticia" y contiene el mensaje de salvación dado por Jesucristo. Este mensaje lo comunicó oralmente, sin transmitirnos ni una pequeña parte por escrito. Es curioso observar, cómo un mensaje tan importante, Jesucristo, lo dejase dicho oralmente; a nosotros se nos ocurre que, puesto que es una cosa muy importante mejor dejarlo por escrito, como dictando a sus apóstoles lo que era más importante; y sin embargo no fue así. ¿No habrá querido indicarnos con este proceder que su enseñanza debía ser comunicada principalmente con palabras habladas y vividas con la fuerza del convencimiento y del testimonio? Esta comunicación verbal de los evangelios en la primitiva comunidad cristiana la realizaron los Apóstoles como deposita­rios del mensaje de la fe.
         
Muy pronto, sin embargo apareció el texto escrito en el seno de la comunidad cristiana y de aquí surgen las distintas tradiciones orales: los Sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas y la tradición de Juan. Estas tradiciones se dan dentro del ámbito de la Iglesia y ésta reconoce, con los Apóstoles a la cabeza, que estos escritos son auténticos. Así vemos cómo después de un tiempo en el que se anunciaba de viva voz el evangelio de Cristo y se iba configurando la Iglesia, Dios inspiró a algunos hombres para que escribieran partes de la "Buena Nueva". Para ese entonces la autoridad de la Iglesia estaba suficiente­mente asegurada. Esta reconoció como "inspiradas" cuatro relaciones de un solo y mismo Evangelio: las tres primeras: Mateo, Marcos y Lucas, se escribieron antes de la destrucción del Templo de Jerusalén, ocu­rrida en el año 70 después de Cristo; el Evangelio de Juan se escribió después. No hay que olvidar que en esta misma época se escribieron muchos evangelios llamados "apócrifos" es decir, no auténticos y la Iglesia no los reconoció como palabra inspirada.
         
Los evangelistas tienen formaciones culturales y preocupacio­nes catequéticas distintas, y redactan según las necesidades de cada uno su Evangelio. No se ha de buscar por lo tanto en sus escritos una biografía exacta y completa de la vida de Jesús, ni una completa exposición de sus enseñanzas, como ya nos lo advierte S. Juan cuando dice:
         
"Muchas otras cosas hizo Jesús, las cuales, si se escribiesen una por una, creo que este mundo no podría contener los libros que se escribirían".
         
Por lo tanto, los evangelistas se preocupan muy poco de la cronología exacta. Ellos informan u omiten un hecho de la vida de Cristo, según las circunstancias en que escriben. Esto da a los evangelios una naturalidad y autenticidad que le son característicos. Tienen un modo de hacer el Evangelio muy diferente de lo que lo hace hoy un historiador, o un cronista, o un literato. Si Dios hubiera inspirado cuatro redacciones iguales hasta en los más pequeños detalles, equivaldría a darnos cuatro ejemplares de la misma obra. Así, es evidente que nos regala algo mucho mejor que eso: obras peculiares y originales, caracterizadas por las concretas circunstancias de ciertas áreas de la Iglesia, que juntas todas forman parte de un todo, un sólo y único Evangelio.


1.1.3. Fuentes judías
        
a. Flavio Josefo: Es el más destacado de ellos. Refiere en sus "Antiquitates", (terminada en el año 93‑94) que :
         
"El sumo sacerdote Ananías acusó de transgredir la ley al hermano de Jesús (que es llamado Cristo), por nombre Santiago, y también a algunos otros, haciéndolos lapidar".


b. El Talmud: Hace menciones incidentales de la persona de Jesús. El judaísmo desfiguró la imagen de Cristo, pero ello mismo supone la afirmación del carácter histórico de su existencia, ya que lo que no existe ni se afirma ni se niega.




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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
Para acceder a las otras publicaciones de esta serie acceda AQUÍ.


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Ofrecimiento Diario - Orando con el Papa Francisco en el mes de Octubre




APOSTOLADO
DE LA
ORACIÓN

INTENCIONES PARA EL 
MES DE OCTUBRE


Ofrecimiento Diario

Dios, Padre nuestro, yo te ofrezco toda mi jornada: mis oraciones, pensamientos, afectos y deseos, palabras, obras, alegrías y sufrimientos en unión con el Corazón de tu Hijo Jesucristo que sigue ofreciéndose a Ti en la Eucaristía para la salvación del mundo.
El Espíritu Santo, que condujo a Jesús, me guíe y sea mi fuerza en este día para que pueda ser testigo de tu amor.

Con María, la madre del Señor y de la Iglesia, pido especialmente por las intenciones del Papa y de nuestros obispos para este mes:


Oremos con el Papa Francisco


Para que sea erradicada la trata de personas, forma moderna de esclavitud.



Para que con espíritu misionero, las comunidades cristianas del continente asiático anuncien el Evangelio a todos aquellos que aún lo esperan. 




Oremos con los Obispos del Perú

Para que este mes sea tiempo de crecimiento espiritual, oración y conversión a Dios y al prójimo.






TRATA DE PERSONAS

Es posible que no estemos acostumbrados a estas palabras. Suenan muy duras y en todo caso podemos sospechar que se trata de hechos aislados. Se trata de una forma de esclavitud contemporánea vinculada al comercio de seres humanos, quienes son objeto de “compra y venta” dentro o fuera de un país para su explotación u otros fines ilícitos. Es un grave delito, una violación de los derechos humanos y un real problema social.

Se trata de una actividad organizada con sistemas de captación, traslado y acogida o recepción de personas. Utilizan amenazas, fuerzas, fraude, coacción, engaño, abuso. Tiene como finalidad la explotación sexual, trabajos o servicios forzados, esclavitud, servidumbre, venta de niños, extracción de órganos, reclutamiento forzoso.

Las formas más comunes de captación son el engaño a través de falsas ofertas de trabajo, el padrinazgo de la niña o el niño entregado a algún conocido o pariente para que reciba educación y mejor calidad de vida, lo que nunca se da, la seducción (enamoramiento y falsas propuestas), internet (a través de chats, blogs y redes sociales)

El Perú está considerado como un país de origen, tránsito y destino de la trata internacional, predominando la trata interna (sexual y laboral). El Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público registró en el año 2013 el total de 803 presuntas víctimas. Es indignante confirmar que el 54% de ese total corresponde a menores de edad.

“Dios creó al hombre a su imagen”, leemos en el Génesis. El Magisterio lo repite de varias maneras: “La trata de personas constituye una ofensa vergonzosa contra la dignidad humana y una grave violación de los derechos humanos” (Juan Pablo II, 15.5.2002). El Papa Benedicto nos dice: “Quisiera recordar a todos... que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad” (CV 17); “... no podemos olvidar la cuestión de la inmigración irregular, un asunto más acuciante en los casos en que se configura como tráfico y explotación de personas, con mayor riesgo para mujeres y niños” (2013). Y el Papa Francisco: “Son muchos los niños que son víctimas de la trata y la miseria; sin que el corazón de los hombres se apiade de ellos”... “La gracia más linda que podemos recibir es la de llorar. 

¡Señor, cambia el corazón de estos esclavistas, cámbiaselo!”

La Iglesia nos pide orar por este problema y combatirlo y con acciones de prevención, persecución y sanción de los tratantes que involucra a un conjunto de sectores del Estado (Ley 28950) Hay que visibilizar este delito desconocido, del que hay falta de conciencia, para lo cual se requiere con urgencia generar acciones de prevención, sensibilización y formación.

La Iglesia realiza una abnegada labor con diversas congregaciones religiosas, movimientos y asociaciones, ofreciendo escucha, acogida y asistencia, que merecen nuestro apoyo.


Invitación

A participar de la Misa dominical de 11:00 AM en la Parroquia de San Pedro y a acompañarnos en las reuniones semanales a las 12:00 M en el claustro de la parroquia, todos los domingos. 

Asimismo, invitamos a la Misa de los primeros viernes de cada mes en Honor al Sagrado Corazón de Jesús, a las 7:30 PM en San Pedro.

El Apostolado de la Oración es antes que nada hacernos interiormente disponibles a la misión de Cristo. Esta disponibilidad tiene como su fuente y modelo a Jesucristo entregado a nosotros y por nosotros, que se nos hace presente continuamente en la Eucaristía. Recibir su vida nos lleva, en reconocimiento, a ofrecer diariamente nuestra propia vida al Padre.


Para conocer más acerca del Apostolado de la Oración y sus actividades acceda AQUÍ



Visítenos en:

Web oficial del Apostolado de la Oración

En Facebook:
MEJ International
MEJ (Movimiento Eucaristico Juvenil)-Perú
San Pedro de Lima – Santuario del Corazón de Jesús



Secretariado Nacional

Apartado 387 – Lima 100 – Perú

Jirón Azángaro 451 – Cercado de Lima

sanpedrodelima@gmail.com

Tlf.  427-0266

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Viaje apostólico del Papa Francisco a Cuba y Estados Unidos


Acceda al programa de actividades del Papa Francisco durante estos viajes.
Enlace con la web de la Santa Sede AQUÍ.



Jesús y el escándalo a los pequeños

El P. Adolfo Franco S.J. nos comparte su reflexión del evangelio del domingo 27 de septiembre: "Qué tremendo es que una persona 'contagie' el mal con su conducta". Acceda AQUÍ.

Procesos de nulidad matrimonial - Las nuevas disposiciones

Nuestro Director, el P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J. nos comparte su comentario sobre las nuevas normas publicadas por el Vaticano con respecto al proceso de nulidad del matrimonio. Acceda AQUÍ. 

Cristología - Introducción

El P. Ignacio Garro S.J. inicia su tratado sobre Cristología, a través de estas publicaciones estudiaremos el Misterio de la Persona de Cristo, que iniciamos con la introducción. Invitamos a acompañar esta serie a través de las posteriores entregas. Acceda AQUÍ.

La Misa: 8° Parte - El culto estacional romano

Continuando con las publicaciones del P. Rodrigo Sánchez Arjona, S.J. sobre los aportes de los pueblos a la misa romana, presentamos la misa presidida por el Papa en el siglo IV. Acceda AQUÍ.

¿Qué es el Año Litúrgico? 11° Parte

Continuamos con las publicaciones del P. Rodrigo Sánchez Arjona S.J. en esta ocasión compartimos el tema del Ayuno como práctica de la Cuaresma en camino hacia la Pascua. Acceda AQUÍ.

Procesos de nulidad matrimonial - Las nuevas disposiciones

P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.



El Vaticano ha publicado unas normas nuevas sobre el matrimonio. ¿Qué ha cambiado? ¿Qué sigue igual sin haber cambiado? Porque ya han surgido interpretaciones equivocadas.

El sacramento del matrimonio, el que dos bautizados realizan conforme a la ley de la Iglesia Católica, sigue igual. Una vez consumado es indisoluble.

El matrimonio es una institución que afecta al hombre y mujer que lo han contraído y también a otros, y especialmente a la Iglesia y a la sociedad civil. Por eso (y en las culturas más diversas) están establecidas costumbres y leyes que lo regulan.

La Iglesia no es una excepción. La ley moral natural manifiesta que el matrimonio y la familia son instituciones claves en la vida de los hombres, comportan derechos y deberes claves para la existencia de las personas y de las mismas sociedades civiles, y naturalmente, como toda la vida moral, el cumplimiento de tales exigencias son obligaciones ante Dios, el Creador de todo y de todos. Por eso la Iglesia de Cristo, instituida por Él para la salvación de los hombres, tiene la obligación de ayudar a sus hijos (y a todos los hombres pues de su salvación eterna no puede ser indiferente) con su enseñanza y demás medios que su Fundador le otorgó.

Jesús mismo enseñó también sobre el matrimonio y la familia con su palabra y ejemplo (de los 33 años de su vida mortal el 90% fueron formando parte de una familia);  y el Espíritu Santo, quien desde el principio iluminó de modo infalible a los apóstoles y a sus sucesores en la formación y organización de la Iglesia, también inspiró acerca del matrimonio y familia (v. Ef 5; 1Cor 7).

Además de asumir la importancia y valor que Dios le dio desde el principio de la creación, el matrimonio de los bautizados, fue dotado con la prerrogativa de ser sacramento, portador de la gracia divina y signo del amor de Cristo y su Iglesia. De ahí la Iglesia sabe que es asunto que le concierne y que por tanto puede y debe regular sobre las condiciones de su constitución y juzgar con autoridad en situaciones conflictivas o dudosas.

El Código de Derecho Canónico, que contiene el conjunto de derechos y deberes por los que se rige la Iglesia, regula también la forma en que se ha de celebrar el matrimonio de católicos y sobre posibles separaciones en el caso triste de fracaso. Dado que normalmente los Estados no reconocen efectos civiles a las sentencias de los tribunales eclesiales, a los tribunales de la Iglesia se acude normalmente pidiendo la declaración de nulidad del matrimonio (v. c. 1692).

Las nuevas disposiciones modifican este proceso en los casos en que pueda haber razones para al menos sospechar que un matrimonio canónico, que aparentemente cumplió con las condiciones de validez, en realidad no haya sido así. Son casos en que lo normal es que el defecto se descubra después de la boda y también tras el fracaso de la vida conyugal, pero habían sido nulos siempre.

El Sínodo extraordinario de la Familia, celebrado en octubre del año pasado, pidió procesos más rápidos y accesibles. Por eso el Papa ha querido dar disposiciones que no favorezcan la nulidad, pero sí aceleren los procesos y sean más sencillos, siendo siempre justos.

En este documento el Papa Francisco decreta e instituye que el Libro VII del Código de Derecho Canónico, (parte III, título I, capítulo I sobre las causas para la declaración de nulidad del matrimonio can.1671-1691), se sustituya integralmente con las nuevas normas a partir del 8 de diciembre de 2015. Se ofrece un resumen de ellas.

Francisco puntualiza que queda firme “el principio de que el matrimonio católico es indisoluble”, pero explica que “la caridad y la misericordia exigen que la misma Iglesia como madre se haga cercana a los hijos que se sienten separados”. Por eso reforma el trámite de anulación del matrimonio católico, pero no modifica los motivos que justifican las anulaciones, un tema que el sínodo de los obispos de octubre próximo abordará. Se trata de “dar disposiciones que no favorezcan la nulidad, pero sí aceleren los procesos, y con justa sencillez”, es decir que sean menos complicados y gratuitos.

La primera modificación es la introducción del “proceso breve”. Si se opta por este medio (para las causas más claras) será suficiente un único juez. Hasta ahora las causas de nulidad matrimonial se enjuiciaban por tres jueces. Incluso se da potestad al Obispo para que se encargue de juzgar “los casos de nulidad más evidentes”.

Además, la reforma de Francisco introduce el juez único bajo responsabilidad del obispo en el caso de que se realice el llamado proceso breve, ya que hasta ahora las causas de nulidad matrimonial se enjuiciaban colegiadamente, por un turno de tres jueces. Incluso se da la potestad al Obispo para que se encargue de juzgar “los casos de nulidad más evidentes”. Se modifica el c. 1673,1°, que ahora dirá: “en cada una de las diócesis, el juez en primera instancia para las causas de nulidad del matrimonio, para las que el derecho no contenga excepciones, es el Obispo diocesano el que puede ejercitar la potestad judicial personalmente o por medio de otros, a norma del derecho”.

Pero la principal novedad es que una sola sentencia a favor de la nulidad será suficiente. Hasta ahora el Derecho Canónico exigía que cada causa fuese analizada por dos tribunales en instancias sucesivas, por lo que, tras decidir favorablemente el primer tribunal (cuya sentencia podría demorar hasta cuatro años), otro tribunal inmediatamente superior tenía que confirmar la decisión de esa primera instancia (c. 1682,2).

Estas medidas sin duda que agilizarán los procesos. Pero al Papa no se le oculta que un juicio breve puede “poner en riesgo el principio de que el matrimonio es indisoluble”. Por eso se ha introducido la posibilidad de “apelación”, pero directamente a la Sede Metropolitana y no necesariamente a la Rota romana; aunque también existirá la posibilidad de, si se desea, realizar el recurso de apelación a la Sede Apostólica, es decir al Tribunal de la Rota Romana.

El Pontífice insta también a que, excepción hecha de la justa y digna retribución de los empleados de los tribunales, “se garantice que el procedimiento sea gratuito”. Esto facilita también el acceso para todos.

Por fin el documento termina insistiendo, para evitar falsas interpretaciones, que, una vez aceptado el pedido, la Iglesia considera a los ex cónyuges como personas solteras, lo que no significa que “recuperen su soltería”, sino que en realidad nunca la perdieron, porque el casamiento nunca existió pues fue nulo.

¿Qué pasará ahora? Pues en primer lugar que las declaraciones de nulidad tardarán menos y serán más baratas. Se puede prever que por ello el número de sentencias de declaración de nulidad aumente en números absolutos, ya que el número de recursos y sentencias en un tiempo dado (v,g, al año) será mayor. Sin embargo las causales de nulidad continúan.

Pero podría suceder (y el peligro está presente) que la crisis de fe actual en no pocos católicos lleve a no tomarse con la debida seriedad su compromiso matrimonial y que piensen erróneamente que sea fácil romperlo en caso de fracaso. Los Párrocos y todo sacerdote que asista a un matrimonio deben, por eso, asegurarse de que los que quieren contraer un matrimonio canónico, estén plenamente informados de su indisolubilidad y la acepten con plena responsabilidad. En caso contrario ni un Párroco ni ningún sacerdote deberá recibir el consentimiento de los contrayentes.




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