Estructura del evangelio según San Juan
Este evangelio según san Juan está formado por dos grandes secciones: el libro referente a los signos (cap. 2-12) y la hora de la exaltación de Jesús (cap. 13-20). Va precedido por una introducción (cap. 1) y se suma un final como epílogo (cap. 21)
Introducción (Cap. 1)
Este capítulo primero nos presenta un himno cristológico de hondura impresionante (1-14), y el testimonio de Juan Bautista acerca de Jesús, al que se añade el testimonio de algunos de sus primeros discípulos (15-51).
En el himno se proclama que el "Verbo" (el Hijo) estaba junto a Dios y en Dios, y que la creación toda entera fue hecha "con vistas al Hijo de Dios" y que mediante su "encarnación", nosotros si reconocemos su luz creadora en medio de las tinieblas, somos asumidos por ella y en verdad también alcanzamos el ser hijos de Dios.
Acerca de Juan Bautista, el evangelista subraya que él no es la luz verdadera (1,8), que no es el Mesías (1,20), que sólo Jesús "es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (1,29). El testimonio del Bautista es afirmativo y tajante: "Y como lo he visto, doy testimonio de que él es el Hijo de Dios" (1,34). A este testimonio sigue el de sus primeros discípulos (1,37-51)
El libro de los "signos" (Cap. 2-12)
Se llama así a esta parte del evangelio de Juan, porque en ella se narran siete acontecimientos que son calificados como unos "signos" por su significado, porque manifiestan la voluntad del Padre en los hechos y dichos (sus "obras") de Jesús según san Juan. Estas obras provocan dos reacciones contrarias: unos creen y así eligen la vida, y otros no creen y escogen la muerte.
- Signo 1º: El agua es transformada en vino (2,1-11). Se complementa con las conversaciones con Nicodemo y la Samaritana (3,3-8 y 4,21-24). Es éste un signo gozoso del paso de la antigua alianza a la nueva. Hemos de nacer de nuevo y beber del agua que salta hasta la vida eterna.
- Signo 2º: La curación del hijo de un funcionario real (4,46-54). La palabra de este Jesús cuando creída con fe viene a ser signo de sanación y de vida.
- Signo 3º: La curación del paralítico de Betesdá, precisamente en sábado (5,1-8). Se refuerza con los versículos que siguen, del 19 al 29. Es signo del poder de Jesús. Actúa en nombre del Padre.
- Signo 4º: La multiplicación generosa de los panes (6,1-14). Se descubre en ella su significado con el discurso sobre el verdadero pan (6,23-58). Jesús es el alimento capaz de dar vida en comunión con él.
- Signo 5º: Jesús camina sobre las agua del lago (6,16-22). Es un signo de que Jesús domina las fuerzas de la naturaleza y de que su persona nunca ha de ser motivo de miedo y temor, sino todo lo contrario.
- Signo 6º: La curación de un ciego de nacimiento (9,1-41). Signo evidente de que aquel que sigue a Jesús "no caminará a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida" (8,12). Luz y fe van juntas.
- Signo 7º: La resurrección de su amigo Lázaro (11,1-45). Es este un signo de la victoria definitiva de Jesús sobre la muerte. A partir de ese momento sus adversarios empezaron a planear su muerte (11,53)
Despedida (Cap. 13-17)
Constituye la parte mayor del segundo gran bloque de este evangelio (cap. 13-20). Juan se sintió impresionado por el acontecimiento de la muerte y resurrección de su Señor. Para él, Cristo es exaltado en la cruz como el signo de humanidad de la gloria del Padre, porque desde ella se derrama su Espíritu sobre el mundo. Es el signo por excelencia del amor de Dios a los hombres. Esta es en definitiva su gloria y su esplendor.
Juan presenta en la cena pascual la escena del lavatorio de los pies en relación con el mandamiento nuevo del "amaos los unos a los otros como yo os he amado" (13,34). Prosigue luego el "discurso de despedida" en el que Jesús manifiesta sus confidencias, instrucciones y palabras de ánimo y consuelo. Es un discurso "trinitario" en el que la promesa del Espíritu de la verdad dará a sus discípulos la capacidad de ser testigos suyos ante el mundo entero.
La "hora" de Jesús (Cap. 18-20)
La pasión es la "hora" en la que la revelación se cumple (19,30). El relato de Juan coincide en su conjunto y en no pocos detalles con la tradición de los evangelios sinópticos. Se observa una mayor insistencia suya en el domino soberano de Jesús. La hora en la que los hombres levantaron al crucificado, es la hora anunciada por el mismo Jesús, es la hora de su revelación definitiva y plena. La hora: "Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy" (8,28). No era fácil aceptar tal doctrina.
Con la entrega de su espíritu en la cruz (28,30), Jesús se convierte por la resurrección en un ser capaz de hacer partícipe del Espíritu Santo a toda criatura humana. Sus apariciones ponen de relieve no sólo que su identidad es la misma que la del Jesús de Nazaret, que vivió y murió, sino también su forma nueva de estar con los suyos. Es el mismo Jesús histórico, pero su presencia es diferente pues responde a una realidad nueva: "Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios" (20,17)
Epílogo (Cap. 21)
Según la opinión más generalizada entre los estudiosos, este capítulo final fue añadido posteriormente, ya terminada la obra. Sin embargo, puesto que aparece en todos los manuscritos que han llegado hasta nosotros, es considerado como perteneciente a la comunidad joánica. Una respuesta al porqué se hizo esta añadidura no es fácil. De hecho, la escena muestra a Pedro como el gran pastor de la Iglesia de Cristo, y a Juan como el apóstol "testigo" de la verdad y misterio del Jesús de Nazaret. "Jesús hizo muchas cosas. Si se quisieran recordar una por una, pienso que ni en el mundo entero cabrían los libros que podrían escribirse" (21,25). Pedro recibía así el carisma de la unidad eclesial y Juan lo testificaba como un hecho vivido.
Agradecemos al P. Fernando Martínez, S.J. por su colaboración.
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Gracias por tan importantes aportes
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