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Noticias desde Haití del P. Mario Serrano Marte, S.J.


Estimados amigos,

Qué bueno poder leer los correos de tanta gente que busca solidarizarse con el pueblo Haitiano. En particular me alegra el que ustedes se estén movilizando pensando en la ayuda a largo plazo. Esto será muy necesario.

En estos momentos estoy en Haití coordinando esfuerzos junto a Kawas y Miller, compañeros jesuitas haitianos. De inmediato informo muy brevemente lo que hemos estado haciendo.
1. En República Dominicana nos hemos articulado con las organizaciones religiosas y de la sociedad civil para dar el apoyo de forma coordinada y oportuna. Nos hemos dividido en diversas comisiones (salud, voluntariado, comunicación, relación con Haití, reconstrucción, contacto con donantes, acopio de donaciones) y nos hemos localizado físicamente en 5 puntos geográficos (Santo Domingo, Santiago, Dajabón, Elías Pina, Jimani, Pedernales y Puerto Príncipe). Desde estos puntos geográficos organizamos la ayuda, coordinamos el proceso, atendemos a las víctimas y levantamos información relevante.

Los jesuitas también nos hemos articulado con la vida religiosa (CONDOR) para ofrecer la ayuda. Uno de mis compañeros, Jorge Rojas, ha venido a Puerto Príncipe para acompañar una comisión que trabaja en ello. Por otra parte como jesuitas en AL estamos organizados para ir pensando dónde focalizar la ayuda que vamos recibiendo.

2. Yo me he establecido en Puerto Príncipe, en el noviciado jesuita, junto a otros compañeros del Bonó y del Centro Poveda que hemos venido en representación de la red de organizaciones de la sociedad civil de República Dominicana. Allí coordino con los compañeros jesuitas las acciones a desarrollar. Es mi segundo viaje y ya tengo dos días. Estoy ayudándoles a organizar el proceso y a canalizar la ayuda que viene de República Dominicana. Todavía estamos en fase de responder a la emergencia, que consiste en tener presencia solidaria, alimentación, medicina, higiene y un lugar para descansar. Estamos acompañando directamente 8 puntos donde hay campos de víctimas. Y a la vez compartimos la ayuda que nos llega con otros grupos que se acercan para pedir nuestra colaboración. Poco a poco vamos logrando un nivel más grande de organización que hará que esta ayuda sea más oportuna y efectiva.

Les comparto que las necesidades de emergencia son muchas. Además de las ya mencionadas se necesitan baños, tiendas de campaña y vehículos para transportar la ayuda. A largo plazo hay que pensar en focalizar la ayuda en alguna prioridad sobre la cual concentrar nuestros esfuerzos. Yo entiendo que esta debe ser la educación. Tenemos que ayudar a que todos los niños de Haití tengan buenas escuelas con buenos profesores.

Tengo muchas anécdotas para compartir. De ellas escojo la siguiente. Salimos de Santo Domingo hacia Haití y de camino decidimos pedir a los camiones de donaciones, que ese día se dirigían a Barahona para ser depositados en una nave industrial, que nos acompañaran. Llegamos a Jimani, pueblo fronterizo con Haití, dejamos organizado un equipo con personal de Bonó y el Centro Poveda y cruzamos la frontera con dos grandes camiones de ayuda. Nos aseguramos de ser acompañados de seguridad militar. Llegamos al noviciado jesuita ya casi de noche y no descargamos los camiones por miedo a la reacción de la población. Ya no teníamos seguridad militar... Pero diligenciamos para tener dos policías para la vigilancia de esa noche.

Al día siguiente, temprano en la mañana descargamos y luego nos reunimos para organizarnos. Mientras nos reuníamos un gran número de personas empezó a golpear la puerta pidiendo que se distribuyera la comida. Detuvimos la reunión y pensamos en lo peor. Hubo que llamar a la policía. Llego la policía y la gente no se dispersó. El comandante nos pidió que les diéramos una botella de agua y les despidiéramos con la promesa de que también a ellos les daríamos de la ayuda recibida. La gente aceptó y les prometí que iría a hablar con ellos más tarde.

Esa tarde me acerqué a ellos. Nuestro noviciado está en la entrada de su barrio, que es muy pobre y en el que residen muchas víctimas del sismo. Esa tarde tuvimos una excelente asamblea de moradores. Entendieron que necesitábamos tiempo para organizar la distribución, nosotros entendimos que ellos también debían ser beneficiarios de nuestra ayuda. Les compartí nuestro miedo y sentimiento de inseguridad, ellos nos afirmaron que en la zona ellos pondrían la seguridad, se organizaron para recibir la ayuda y se comprometieron a ayudarnos a descargar los camiones de ayuda. No saben la alegría que me dio todo este proceso. Una alegría ligada a una nueva comprensión de la situación, a unas referencias muy concretas de personas, a una nueva forma de gerenciar la ayuda. Hay que integrar a la gente lo más que se pueda en el proceso mismo... Cuando se agolparon la gente a nuestra puerta recuerdo la voz y el rostro de Soucet, una mujer muy valiente que exigía comida, con enojo y valor. Recuerdo mi temor frente a tanta gente. Ahora veo caras amigas, gente con las cuales compartir y trabajar juntos por una misma causa... Ahora tenemos una seguridad y protección más fuerte que la que nos pueden brindar las fuerzas militares, tenemos el acompañamiento de quienes pretendíamos acompañar y ayudar...

Me detengo aquí por el momento. Nos seguimos encomendando al Dios de la vida y el amor que nos renueva diariamente aumentando nuestra esperanza en la posibilidad de un mundo más fraterno...

De ustedes,

Mario Serrano Marte SJ
Cortesía: P. Juan Miguel Zaldúa, S.J., Socio de la Provincia de Venezuela.
(Fuente: Noticias al Día de la Provincia de Colombia)


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