P. Vicente Gallo, S.J.
Otros temas difíciles, 2º Parte
Otro tema del que pueden surgir problemas profundos, aunque sutiles y difíciles de abordar dialogando, es el relativo a la relación con Dios; de los dos esposos cada uno por su parte, y de los dos como pareja. No desearía a nadie que se case con quien tiene religión distinta, fe cristiana distinta, o ninguna religión. Aunque puede haber quienes piensen que eso no tiene importancia para que sea buena o mala la relación de una pareja en la vida de matrimonio, si se tienen amor verdadero, yo afirmo que están muy equivocados, que normalmente se originan problemas serios por esa causa.
Aun pensando en el caso de que ambos tienen el mismo credo. El uno lo practica en su vida, mientras el otro vive al margen de lo que cree. El uno va a Misa todos los domingos, y el otro nunca cumple esa obligación cristiana. Acaso, por ello, surge un conflicto cuando se plantean en pareja el deseo de una salida de esparcimiento en el Día del Señor, en el tiempo normal o cuando los dos a la vez están gozando sus vacaciones.
En la actividad sexual de la pareja, habrá problemas cuando el uno es muy estricto en las exigencias de la moral cristiana, mientras el otro está acostumbrado a tomárselo muy relajadamente, como si no hubiera Dios. Pero es que puede haber conflicto hasta cuando el uno quisiera que en la familia se rece el Rosario o se lea la Biblia, y el otro no pasa por ahí. Acaso cuando uno se involucra en actividades parroquiales, y al otro no le gusta ni hacerlo ni que su cónyuge emplee su tiempo en esas cosas.
Por de pronto, las divergencias que se tengan en lo religioso, no las arreglará una confrontación; por muy amistosa que se quiera hacer, será para hacerse heridas y distanciarse más. El conversar para intercambiar sus respectivas opiniones sin querer pelear por ellas, tampoco servirá gran cosa para arreglar los problemas que esa discusión haga cambiar a uno u otro de sus opiniones o creencias, y los problemas persistirán. La manera de que uno pueda convencer al otro en este asunto es siendo mejor que él como persona en todo el proceder y que se vea que es por su fe.
Solamente el acudir a un diálogo abierto y confiado sobre lo que uno y otro sienten ante esos conflictos, que afectan su vida de relación de pareja, podrá servir para algo: recuperando el amor por encima de las diferencias en lo religioso. Difícilmente arreglarán los problemas surgidos, pero sí, quizás, el problema de su relación deteriorada. Lo que ya sería un logro muy importante.
En el diálogo sobre los sentimientos y la aceptación amorosa mutua, será como puedan revisar ambos sus ideas, entendiendo que ambos deberían cambiar sus actitudes algo siquiera, y tratando de ponerse de acuerdo en ellas, llegando al pacto de vivir en paz a pesar de sus diferencias. Antes de casarse juntos, ambos sabían que lo hacían con esas diferencias de fe, porque aun así se amaban; es por lo que ahora pueden pretender aceptarlas y amarse a pesar de tenerlas. También ahora deberían lograrlo.
Claramente es muy difícil decidirse a tener un diálogo cuando es este tema el que crea los conflictos de relación. Y es poco probable que las cosas se arreglen aun con ello; porque el problema que hay de la divergencia en lo religioso normalmente permanecerá. Pero si es muy válido hacerlo al dialogar sobre cualquier otro problema existente en la vida de pareja, mucho más en este tema será valioso el que uno diga, y el otro lo acepte como arreglo: «mira, vamos a rezar juntos un poquito» Probablemente terminarán la oración más cerca de Dios, que es lo importante, y se darán un beso con profundo amor, acaso con algunas lágrimas secretas de gozo. ¡Qué importante es rezar juntos en pareja!
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Agradecemos al P. Vicente Gallo, S.J. por su colaboración. Asimismo pedimos oraciones por la salud del P. Vicente que se encuentra muy delicado.
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es muy cierto, definitivamente la fe es un elemento indispensable en una buena relación de pareja. Bien lo dijera nuestro Señor Jesucristo en el evangelio de Juan 15. 5 "Separados de mi, nada podéis hacer". la verdadera relación de pareja, no es de dos, sino de tres: El, ella y Dios.
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