¿Qué es el Año Litúrgico? 17° Parte - La Semana Santa: Vigilia Pascual y Domingo de Resurrección



P. Rodrigo Sánchez Arjona Halcón, S.J.

2. LA SEMANA SANTA

Continuación

2.4. DOMINGO DE RESURRECCIÓN

La Liturgia del Domingo de Pascua comienza con el Vigilia Pascual en la Noche Santa y en las rúbricas introductorias leemos:

"Desde una tradición antiquísima, esta noche es dedicada a la espera del Señor (Exod. 12,42), de tal manera que los fieles, según el aviso del Evangelio (Le. 12, 35 ss.), llevando en sus manos cirios encendidos, se asemejan a los hombres, que esperan al Señor, cuando llegue; para que, cuando venga, los encuentre velando y los haga sentar en su mesa”.

La Vigilia Pascual consta del rito de la luz, de la liturgia de la Palabra, de la liturgia bautismal y de la liturgia eucarística.

El rito de la luz es un símbolo fácilmente captado por los fieles. Pues el Cirio Pascual simboliza a Jesús Resucitado, que con su luz enciende la luz de la fe y de la esperanza en los corazones fieles.
Basta recorrer despacio todas las oraciones de este rito de la luz para ver el sentido espiritual que la liturgia da al fuego, a la luz del Cirio Pascual y a la luz de las velas encendidas, que llevan los fieles durante la procesión en un templo oscurecido.

En lo posible el Pregón Pascual ante el Cirio debe ser cantado, por eso las rúbricas admiten que pueda ser cantado por un laico. En esta alabanza al Cirio llena de lirismo leemos frases de una hondura y de una emoción religiosas que despiertan la alegría en los corazones cristianos:

“Esta es la noche de que estaba escrito: Será la noche clara como el día, la noche iluminada por mi gozo... Te rogamos, Señor, que este Cirio, consagrado a tu nombre, arda sin apagarse para destruir la oscuridad de esta noche... Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso y es Cristo, tu Hijo Resucitado, que, al salir del sepulcro, brilla sereno para el linaje humano y vive y reina glorioso por los siglos de los siglos. Amén.

La lectura de la Palabra de Dios es una parte fundamental de la Vigilia Pascual. Así, pues, en esta Vigilia, madre de todas las vigilias, se proponen nueve lecturas, de las cuales siete del Antiguo Testamento y dos del Nuevo. Por razones pastorales pueden disminuirse las lecturas del Antiguo Testamento. La introducción, que debe hacer el sacerdote, nos hace caer en la cuenta de la importancia de la liturgia de la Palabra en esta Vigilia:

“Con el pregón solemne de la Pascua, hemos entrado ya en la noche santa de la Resurrección del Señor. Ahora oigamos con un corazón sosegado la Palabra de Dios”.

Leído el Evangelio y tenida la homilía, se comienza con la liturgia bautismal. En ella se bendice el agua bautismal, se bautiza en el caso que haya bautismos, y se hace la renovación de las promesas bautismales. Los fieles renovaran sus promesas bautismales de pie y con las velas, encendidas en sus manos.

Concluida la liturgia bautismal, el sacerdote comienza la liturgia de la Eucaristía. La cual terminará con la despedida:

“Podéis ir en paz, aleluya, aleluya”.

El pueblo contesta:

“Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya”.




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Bibliografía: P. Rodrigo Sánchez Arjona Halcón S.J. Año Litúrgico y Piedad Popular Católica. Lima, 1982

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