El peligro del dinero

El P. Adolfo Franco, S.J. nos comparte su reflexión sobre el Evangelio del domingo 26: "Señor para advertirnos del peligro del dinero, pone una fuerte contraposición entre Dios y el dinero." Acceda AQUÍ.

La ideología de género: Sus peligros y alcances - 1° Parte

Compartimos esta publicación escrita en 1998, de † Mons. Oscar Alzamora Revoredo, S.M. Obispo Auxiliar de Lima, en base al informe "La desconstrucción de la mujer" de Dale O'Leary, ya desde ese tiempo se venía estudiando esta ideología. Esperemos que nos ayude a tener un panorama más claro y amplio sobre este tema muy actual en estos días. Acceda AQUÍ.

Mensaje del Papa para la Cuaresma 2017

Con motivo del inicio de la Cuaresma, compartimos el Mensaje del Papa Francisco para la presente Cuaresma, que es el camino que nos lleva a la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Acceda AQUÍ.

Con la esperanza de que todos nos reconocemos salvados

El Papa Francisco en su catequesis sobre la Esperanza cristiana, nos recuerda que ante la desolación el Señor no nos deja solos y nos ofrece una perspectiva nueva de liberación, de salvación universal. Acceda AQUÍ.

Historia de la Salvación: 36° Parte - La Virgen María, Madre de la Iglesia

El P. Ignacio Garro, S.J. nos comparte el papel de Madre de la Iglesia que tienen la Santísima Virgen y las principales características de su maternidad divina. Acceda AQUÍ.

La Misa: 10° Parte - El Misal del Concilio de Trento

Continuamos con la serie del P. Rodrigo Sánchez Arjona Halcón, S.J., en esta oportunidad presentamos el importante papel que desempeñó el Concilio de Trento y el Papa Pío IV en la creación del Misal, con la finalidad de garantizar los principios doctrinales que orientan el desarrollo de la Misa. Acceda AQUÍ.

Santísima Trinidad: 4° Parte - La existencia de Dios a la luz de la fe sobrenatural

El P. Ignacio Garro, S.J. finaliza el tema sobre la posibilidad de conocer a Dios con la tercera tesis referida a la fe sobrenatural. Acceda AQUÍ.

¿Qué es el Año Litúrgico? 13° Parte - La Cuaresma, 3° al 5° Domingo

Continuamos con los temas del P. Rodrigo Sánchez Arjona Halcón, S.J., en esta entrega sobre los temas del Evangelio a tratarse en los últimos domingos de Cuaresma. Acceda AQUÍ.

Historia de la Devoción al Corazón de Jesús en el Perú - 25° Parte: Propagadores de la devoción - La Consagración

Concluidos la presente serie del +P. Rubén Vargas Ugarte S.J. con esta última entrega, que refiere la experiencia del intento de la Consagración del Perú al Sagrado Corazón de Jesús a inicios del siglo XX y su repercusión política en el país que afecta manifestación de fe. Acceda AQUÍ.

Oraciones diarias Click To Pray en PDF, audios y videos - FEBRERO 2017

Oremos en Febrero junto al Papa Francisco a través de la Red Mundial de Oración. Podemos descargar las oraciones del mes en PDF, o acceder día a día por AUDIO y VÍDEO. Acceda AQUÍ.

Oraciones diarias para unirnos a la Red Mundial del Papa en el mes de FEBRERO 2017 - ClickToPray, 15 al 28

Compartimos las oraciones diarias de ClickToPray - Red Mundial de Oración del Papa, para continuar unidos en oración a lo largo del día durante febrero. Agradecemos al P. José Enrique Rodríguez S.J. Secretario Nacional del Apostolado de la Oración - Perú, por compartir este material. Acceda AQUÍ.

ESPECIAL DE CUARESMA


COMIENZA LA CUARESMA

Vivir de Cristo y con Cristo, eso es vivir la fe. Así lo hacemos presente y actuante en el mundo.
En estas semanas la Iglesia nos alienta a que oremos más, nos esforcemos más en corregir defectos y perfeccionar virtudes que nos son más necesarias en nuestra relación con Dios y los demás. Dios actúa en la Iglesia y nos ayudará con gracia más abundante.
Es tiempo de orar más y mejor, de esforzarse más en corregir los defectos que nos hacen más difícil la relación con los demás y con Dios.
Porque esto es lo único que queda, lo más importante. Acordémonos de que somos polvo y en polvo vamos a terminar; pero quedará lo que hayamos asimilado de Jesús.

P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.








Vía Crucis









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El peligro del dinero



P. Adolfo Franco, S.J.

DOMINGO VIII
DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt. 6, 24-34

El Señor para advertirnos del peligro del dinero, pone una fuerte contraposición entre Dios y el dinero.


Tres afirmaciones: primera, si servimos al dinero, no servimos a Dios; segunda, confiar en la Providencia y no dejarnos agobiar por las preocupaciones; y tercera, lo prioritario en nuestra vida es buscar el Reino de Dios y su justicia.

Comenzamos la explicación por esta tercera, porque las otras dos ven unidas a ésta. Jesús en este párrafo del Evangelio de San Mateo, que es parte del llamado sermón del monte, nos dice cuál debe ser la principal meta de la vida. Lo principal es buscar el Reino de Dios y su justicia. O sea se trata de que lo fundamental en nuestra vida es buscar a Dios, relacionarse con El, entregarse a Dios, llenarse de su amor y entregarle todo el nuestro.  Todo lo demás vendrá como una consecuencia, como una añadidura. Es necesario señalar que no se trata de que si buscamos a Dios, después estaremos inundados por todos los bienes materiales, incluso que obtendremos todos nuestros caprichos. Evidentemente no es ése el sentido de la frase de Jesús “que todo lo demás se nos dará como añadidura”. Lo que quiere decir el Señor es que todo lo demás que es secundario, se nos concederá en la medida que nos sea necesario.

El ser humano tiene muchas metas en la vida y no siempre escogemos como central para nuestra existencia lo que es realmente central. Para muchas personas el enriquecerse es la meta a la cual subordina todo lo demás, y es la meta que consume todas sus energías. Esto es demasiado frecuente. Pero hay otras metas que se escogen como prioritarias por encima de lo que es escoger a Dios como  fundamental. También el saber en las ciencias se puede escoger como lo prioritario, y a eso se dedican las noches y los días. Todo lo demás queda subordinado a eso. En otros casos es el afán de poder. Y además a veces esa meta central la vamos cambiando en las distintas etapas de la vida. Pero en todos esos casos se busca primero la añadidura como si fuera lo fundamental, y en cambio el que queda como añadidura es Dios.

Jesús corrige ese planteamiento de la existencia y nos orienta: “Busca primero a Dios”. De hecho es una forma diferente de lo mismo que nos dice también el primer mandamiento: “amar a Dios sobre todas las cosas.

El párrafo del Evangelio que vamos comentando nos añade otras enseñanzas que se relacionan con ésta que es la central. No podemos servir a Dios y al dinero. No se puede tener dos amos. Y una vez más nos da la alerta del peligro que tiene el dinero para el corazón humano. Muy fácilmente el hombre puede convertirse en servidor del dinero, y entonces se hace esclavo. La necesidad del dinero se puede convertir fácilmente en avaricia. El afán de seguridad puede llevarnos a la obsesión de ganar y ganar más, aunque a ello se sacrifiquen muchos valores, como la rectitud, la solidaridad, la justicia, y con frecuencia la misma familia. Algunas veces, por el dinero, se puede llegar a una cosa que es lamentable y es la venta de la propia conciencia para conseguir más y más.

Y en esos casos no sólo se pierde a Dios, y por tanto lo fundamental, sino que al final se pierde uno a sí mismo. Se pretendía obtener la máxima seguridad, el egoísmo que era como salvar la propia persona, y en cambio se arruina la propia vida.

Muchas veces la búsqueda del dinero se persigue por tener la seguridad del mañana.  La previsión es una necesidad del ser humano, dada su fragilidad. Por eso el Señor nos habla de la seguridad, y de los temores. Y nos dice Jesús, por eso, que no estemos agobiados por la vida pensando en lo que vamos a comer o en lo que vamos a beber. Y también nos añade que no nos angustiemos por el mañana. Y todo esto lo motiva con una lección fundamental: que Dios tiene Providencia de sus hijos, y que se preocupa de ellos, que se preocupa de nosotros. Y nos pone el ejemplo de cómo Dios cuida a los pájaros.

Creer en la Providencia es fundamental, y es lo mismo que creer en Dios. Dios nos cuida porque somos sus hijos. Y eso es lo que de verdad nos quita todos los afanes y todos los temores. Saber que estamos en las manos de Dios, como en realidad lo estamos es lo único que nos da seguridad. Y además le añade una afirmación que completa toda esta enseñanza: “¿quién a fuerza de preocuparse puede añadir una hora a su vida?” Descansar en Dios, confiarse a sus brazos y creer en sus designios, que nos guían con seguridad. Como nos dice ese bello salmo: “El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tú estás conmigo”.


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Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración.

Para otras reflexiones del P. Adolfo acceda AQUÍ.

La ideología de género: Sus peligros y alcances - 1° Parte



En base al informe "La desconstrucción de la mujer" de Dale O'Leary

Comisión ad hoc de la mujer
Comisión Episcopal de Apostolado Laical
Conferencia Episcopal Peruana 

Presentación 

Se ha estado oyendo durante estos últimos años la expresión "género" y muchos se imaginan que es solo otra manera de referirse a la división de la humanidad en dos sexos, pero detrás del uso de esta palabra se esconde toda una ideología que busca precisamente hacer salir el pensamiento de los seres humanos de esta estructura bipolar.

Los proponentes de esta ideología quieren afirmar que las diferencias entre el varón y la mujer, fuera de las obvias diferencias anatómicas, no corresponden a una naturaleza fija que haga a unos seres humanos varones y a otros mujeres. Piensan más bien que las diferencias de manera de pensar, obrar y valorarse a sí mismos son el producto de la cultura de un país y de una época determinados, que les asigna a cada grupo de personas una serie de características que se explican por las conveniencias de las estructuras sociales de dicha sociedad.

Quieren rebelarse contra esto y dejar a la libertad de cada cual el tipo de "género" al que quieren pertenecer, todos igualmente válidos. Esto hace que hombres y mujeres heterosexuales, los homosexuales y las lesbianas, y los bisexuales sean simplemente modos de comportamiento sexual producto de la elección de cada persona, libertad que todos los demás deben respetar.

No se necesita mucha reflexión para darse cuenta de lo revolucionaria que es esta posición, y de las consecuencias que tiene la negación de que haya una naturaleza dada a cada uno de los seres humanos por su capital genético. Se diluye la diferencia entre los sexos como algo convencionalmente atribuido por la sociedad, y cada uno puede "inventarse" a sí mismo.

Toda la moral queda librada a la decisión del individuo y desaparece la diferencia entre lo permitido y lo prohibido en esta materia. Las consecuencias religiosas son también obvias. Es conveniente que el público en general se dé clara cuenta de lo que todo esto significa, pues los proponentes de esta ideología usan sistemáticamente un lenguaje equívoco para poder infiltrarse más fácilmente en el ambiente, mientras habitúan a las personas a pensar como ellos. Este librito puede ayudar mucho en precisar conceptos y llamar a una toma de posición con respecto a la mencionada ideología.

† Mons. Oscar Alzamora Revoredo, S.M.
Obispo Auxiliar de Lima
Miembro de la Comisión Episcopal de Apostolado Laical - CEAL
Lima, Abril 1998


La Ideología de Género
Sus Peligros y Alcances

“El género es una construcción cultural; por consiguiente no es ni resultado causal del sexo ni tan aparentemente fijo como el sexo. Al teorizar que el género es una construcción radicalmente independiente del sexo, el género mismo viene a ser un artificio libre de ataduras; en consecuencia hombre y masculino podrían significar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como uno femenino”.[1]

Estas palabras que podrían parecer tomadas de un cuento de ciencia ficción que vaticina una seria pérdida de sentido común en el ser humano, no son otra cosa que un extracto del libro “Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity” (El Problema del Género: el Feminismo y la Subversión de la Identidad”) de la feminista radical Judith Butler, que viene siendo utilizado desde hace varios años como libro de texto en diversos programas de estudios femeninos de prestigiosas universidades norteamericanas, en donde la perspectiva de género viene siendo ampliamente promovida.

Mientras muchos podrían seguir considerando el término género como simplemente una forma cortés de decir sexo para evitar el sentido secundario que sexo tiene en inglés, y que por tanto género se refiere a seres humanos masculinos y femeninos, existen otros que desde hace ya varios años han decidido difundir toda una “nueva perspectiva” del término. Esta perspectiva, para sorpresa de muchos, se refiere al término género como “roles socialmente construidos”.

La IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, realizada en setiembre de 1995 en Pekín, fue el escenario elegido por los promotores de la nueva perspectiva para lanzar una fuerte campaña de persuasión y difusión. Es por ello que desde dicha cumbre la “perspectiva de género” ha venido filtrándose en diferentes ámbitos no sólo de los países industrializados, sino además de los países en vías de desarrollo.

1. Definición del término género 

Precisamente en la cumbre de Pekín, muchos de los delegados participantes que ignoraban esta “nueva perspectiva” del término en cuestión, solicitaron a sus principales propulsores una definición clara que pudiera iluminar el debate. Así, la directiva de la conferencia de la ONU emitió la siguiente definición:

“El género se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo”.

Esta definición creó confusión entre los delegados a la cumbre, principalmente entre los provenientes de países católicos y de la Santa Sede, quienes solicitaron una mayor explicitación del término ya que se presentía que éste podría encubrir una agenda inaceptable que incluyera la tolerancia de orientaciones e identidades homosexuales, entre otras cosas. Fue entonces que Bella Abzug, ex-diputada del Congreso de los Estados Unidos intervino para completar la novedosa interpretación del término “género”:

“El sentido del término género ha evolucionado, diferenciándose de la palabra sexo para expresar la realidad de que la situación y los roles de la mujer y del hombre son construcciones sociales sujetas a cambio. Quedaba claro pues que los partidarios de la perspectiva de género proponían algo mucho más temerario como por ejemplo que “no existe un hombre natural o una mujer natural, que no hay conjunción de características o de una conducta exclusiva de un sólo sexo, ni siquiera en la vida psíquica”[2]. Así, “la inexistencia de una esencia femenina o masculina nos permite rechazar la supuesta superioridad de uno u otro sexo, y cuestionar en lo posible si existe una forma natural de sexualidad humana” [3].

Ante tal situación, muchos delegados cuestionaron el término así como su inclusión en el documento. Sin embargo, la ex-diputada Abzug abogó férreamente en su favor:

“El concepto de género está enclavado en el discurso social, político y legal contemporáneo. Ha sido integrado a la planificación conceptual, al lenguaje, los documentos y programas de los sistemas de las Naciones Unidas los intentos actuales de varios Estados Miembros de borrar el término género en la Plataforma de Acción y reemplazarlo por sexo es una tentativa insultante y degradante de revocar los logros de las mujeres, de intimidarnos y de bloquear el progreso futuro”.

El apasionamiento de Bella Abzug por incluir el término en Pekín llamó la atención de muchos delegados. Sin embargo, el asombro y desconcierto fue mayor luego que uno de los participantes difundiera algunos textos empleados por las feministas de género, profesoras de reconocidos Colleges y Universidades de los Estados Unidos. De acuerdo a la lista de lecturas obtenida por el delegado, las “feministas de género” defienden y difunden las siguientes definiciones:

  • Hegemonía o hegemónico: Ideas o conceptos aceptados universalmente como naturales, pero que en realidad son construcciones sociales.
  • Desconstrucción: La tarea de denunciar las ideas y el lenguaje hegemónico (es decir aceptados universalmente como naturales), con el fin de persuadir a la gente para creer que sus percepciones de la realidad son construcciones sociales.
  • Patriarcado, Patriarcal: Institucionalización del control masculino sobre la mujer, los hijos y la sociedad, que perpetúa la posición subordinada de la mujer.
  • Perversidad polimorfa, sexualmente polimorfo: Los hombres y las mujeres no sienten atracción por personas del sexo opuesto por naturaleza, sino más bien por un condicionamiento de la sociedad. Así, el deseo sexual puede dirigirse a cualquiera.
  • Heterosexualidad obligatoria: Se fuerza a las personas a pensar que el mundo está dividido en dos sexos que se atraen sexualmente uno al otro.
  • Preferencia u orientación sexual: Existen diversas formas de sexualidad -incluyendo homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales y trasvestis- como equivalentes a la heterosexualidad.
  • Homofobia: Temor a relaciones con personas del mismo sexo; personas prejuiciadas en contra de los homosexuales. (El término se basa en la noción de que el prejuicio contra los homosexuales tiene sus raíces en el ensalzamiento de las tendencias homosexuales).

Estas definiciones fueron tomadas del material obligatorio del curso “Re-imagen del Género” dictado en un prestigioso College norteamericano. Asimismo, las siguientes afirmaciones corresponden a la bibliografía obligatoria del mismo:

“La teoría feminista ya no puede darse el lujo simplemente de vocear una tolerancia del lesbianismo como estilo alterno de vida o hacer alusión de muestra a las lesbianas. Se ha retrasado demasiado una crítica feminista de la orientación heterosexual obligatoria de la mujer”. [4] 

“Una estrategia apropiada y viable del derecho al aborto es la de informar a toda mujer que la penetración heterosexual es una violación, sea cual fuere su experiencia subjetiva contraria”. [5]

Las afirmaciones citadas podrían parecer suficientemente reveladoras sobre la peligrosa agenda de los promotores de esta “perspectiva”. Sin embargo, existen aún otros postulados que las “feministas de género” propagan cada vez con mayor fuerza:

“Cada niño se asigna a una u otra categoría en base a la forma y tamaño de sus órganos genitales. Una vez hecha esta asignación nos convertimos en lo que la cultura piensa que cada uno es -femenina o masculino-. Aunque muchos crean que el hombre y la mujer son expresión natural de un plano genético, el género es producto de la cultura y el pensamiento humano, una construcción social que crea la verdadera naturaleza de todo individuo.”[6] 

Es así que para las “feministas de género”, éste “implica clase, y la clase presupone desigualdad. Luchar más bien por desconstruir el género llevará mucho más rápidamente a la meta”. [7]

2. El feminismo de género 

Pero en qué consiste el “feminismo de género” y cuál es la diferencia con el comúnmente conocido feminismo. Para comprender más a profundidad el debate en torno al “término género”, vale la pena responder a esta pregunta.

El término “feministas de género” fue acuñado en primer lugar por Christina Hoff Sommers en su libro “Who Stole Feminism?” (“¿Quién se robó el Feminismo?”), con el fin de distinguir el feminismo de ideología radical surgido hacia fines de los 60s, del anterior movimiento feminista de equidad.

Aquí las palabras de Hoff Sommers:

“El feminismo de equidad es sencillamente la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos. Una feminista de equidad quiere para la mujer lo que quiere para todos: tratamiento justo, ausencia de discriminación. Por el contrario, el feminismo del género es una ideología que pretende abarcarlo todo, según la cual la mujer norteamericana está presa en un sistema patriarcal opresivo. La feminista de equidad opina que las cosas han mejorado mucho para la mujer; la feminista del género a menudo piensa que han empeorado. Ven señales de patriarcado por dondequiera y piensan que la situación se pondrá peor. Pero esto carece de base en la realidad norteamericana. Las cosas nunca han estado mejores para la mujer que hoy conforma 55% del estudiantado universitario, mientras que la brecha salarial continúa cerrándose” [8].

Al parecer, este “feminismo de género” tuvo una fuerte presencia en la Cumbre de Pekín. Así lo afirma Dale OLeary, autora de numerosos ensayos sobre la mujer y participante en la Conferencia de Pekín, quien asegura que durante todas las jornadas de trabajo, aquellas mujeres que se identificaron como feministas abogaron persistentemente por incluir la “perspectiva del género” en el texto, por la definición de “género” como roles socialmente construidos y por el uso de “género” en sustitución de mujer o de masculino y femenino.

De hecho todas las personas familiarizadas con los objetivos del “feminismo de género”, reconocieron inmediatamente la conexión entre la mencionada ideología y el borrador del “Programa de Acción” del 27 de febrero que incluía propuestas aparentemente inocentes y términos particularmente ambiguos.

3. Neo Marxismo

En palabras de Dale OLeary, la teoría del “feminismo de género” se basa en una interpretación neo-marxista de la historia. Comienza con la afirmación de Marx, de que toda la historia es una lucha de clases, de opresor contra oprimido, en una batalla que se resolverá solo cuando los oprimidos se percaten de su situación, se alcen en revolución e impongan una dictadura de los oprimidos. La sociedad será totalmente reconstruida y emergerá la sociedad sin clases, libre de conflictos, que asegurará la paz y prosperidad utópicas para todos.

OLeary agrega que Frederick Engels fue quien sentó las bases de la unión entre el marxismo y el feminismo. Para ello cita el libro “El Origen de la Familia, la Propiedad y el Estado”, escrito por el pensador alemán en 1884 en el que señala:

“El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el masculino” [9].

Según OLeary, los marxistas clásicos creían que el sistema de clases desaparecería una vez que se eliminara la propiedad privada, se facilitara el divorcio, se aceptara la ilegitimidad, se forzara la entrada de la mujer al mercado laboral, se colocara a los niños en institutos de cuidado diario y se eliminara la religión. Sin embargo, para las “feministas de género”, los marxistas fracasaron por concentrarse en soluciones económicas sin atacar directamente a la familia, que era la verdadera causa de las clases.

En ese sentido, la feminista Shulamith Firestone afirma la necesidad de destruir la diferencia de clases, más aún la diferencia de sexos:

“asegurar la eliminación de las clases sexuales requiere que la clase subyugada (las mujeres) se alce en revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure a la mujer la propiedad sobre sus propios cuerpos, como también el control femenino de la fertilidad humana, incluyendo tanto las nuevas tecnologías como todas las instituciones sociales de nacimiento y cuidado de niños. Y así como la meta final de la revolución socialista era no sólo acabar con el privilegio de la clase económica, sino con la distinción misma entre clases económicas, la meta definitiva de la revolución feminista debe ser igualmente -a diferencia del primer movimiento feminista- no simplemente acabar con el privilegio masculino sino con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre los seres humanos ya no importarían culturalmente” [10].

4. Cuando la Naturaleza estorba 

Es claro pues que para esta nueva “perspectiva de género”, la realidad de la naturaleza incomoda, estorba, y por tanto, debe desaparecer. Al respecto, la propia Shulamith Firestone decía:

“Lo natural no es necesariamente un valor humano. La humanidad ha comenzado a sobrepasar a la naturaleza; ya no podemos justificar la continuación de un sistema discriminatorio de clases por sexos sobre la base de sus orígenes en la Naturaleza. De hecho, por la sola razón de pragmatismo empieza a parecer que debemos deshacernos de ella” [11] .

Para los apasionados defensores del la “nueva perspectiva”, no se deben hacer distinciones porque cualquier diferencia es sospechosa, mala, ofensiva. Dicen además que toda diferencia entre el hombre y la mujer es construcción social y por consiguiente tiene que ser cambiada. Buscan establecer una igualdad total entre hombre y mujer, sin considerar las naturales diferencias entre ambos, especialmente las diferencias sexuales; más aún, relativizan la noción de sexo de tal manera que, según ellos, no existirían dos sexos, sino más bien muchas “orientaciones sexuales”.

Así, los mencionados promotores del “género” no han visto mejor opción que declararle la guerra a la naturaleza y a las opciones de la mujer. Según OLeary, las “feministas de género” a menudo denigran el respeto por la mujer con la misma vehemencia con que atacan el irrespeto, porque para ellas el “enemigo” es la diferencia.

Sin embargo, es evidente que no toda diferencia es mala ni mucho menos irreal. Tanto el hombre como la mujer -creados a imagen y semejanza de Dios- tienen sus propias particularidades naturales que deben ser puestas al servicio del otro, para alcanzar un enriquecimiento mutuo. Esto, claro está, no significa que los recursos personales de la femineidad sean menores que los recursos de la masculinidad; simplemente significa que son diferentes.

En tal sentido, si aceptamos el hecho de que hombre y mujer son diferentes, una diferencia estadística entre hombres y mujeres que participen en una actividad en particular, podría ser más que una muestra de discriminación, el simple reflejo de esas diferencias naturales entre hombre y mujer.

No obstante, ante la evidencia de que estas diferencias son naturales, los propulsores de la “nueva perspectiva” no cuestionan sus planteamientos sino más bien atacan el concepto de naturaleza.
Además, consideran que las diferencias de “género”, que según ellos existen por construcción social, fuerzan a la mujer a ser dependiente del hombre y por ello, la libertad para la mujer consistirá, no en actuar sin restricciones indebidas, sino en liberarse de “roles de género socialmente construidos”. En ese sentido, Ann Ferguson y Nancy Folbre afirman:

“Y las feministas deben hallar modos de apoyo para que la mujer identifique sus intereses con la mujer, antes que con sus deberes personales hacia el hombre en el contexto de la familia. Esto requiere establecer una cultura feminista revolucionaria auto-definida de la mujer, que pueda sostener a la mujer, ideológica y materialmente fuera del patriarcado. Las redes de soporte contra-hegemónico material y cultural pueden proveer substitutos mujer-identificados de la producción sexo-afectiva patriarcal, que proporcionen a las mujeres mayor control sobre sus cuerpos, su tiempo de trabajo y su sentido de sí mismas.” [12]

Con dicho fin, Ferguson y Folbre diseñan 4 áreas claves de “ataque”:
  1. Reclamar apoyo económico oficial para el cuidado de niños y los derechos reproductivos.
  2. Reclamar libertad sexual, que incluye el derecho a la preferencia sexual (derechos homosexuales/lesbianas).
  3. El control feminista de la producción ideológica y cultural (es importante porque la producción cultural afecta los fines, el sentido de sí mismo, las redes sociales y la producción de redes de crianza y afecto, amistad y parentesco social).
  4. Establecer ayuda mutua: sistemas de apoyo económico a la mujer, desde redes de identificación única con la mujer, hasta juntas de mujeres en los sindicatos que luchen por los intereses femeninos en el trabajo asalariado. [13]

5. Una buena excusa: La mujer

Luego de revisar la peculiar “agenda feminista”, Dale OLeary evidencia que el propósito de cada punto de la misma no es mejorar la situación de la mujer, sino separar a la mujer del hombre y destruir la identificación de sus intereses con los de sus familias. Asimismo, agrega la experta, el interés primordial del feminismo radical nunca ha sido el de mejorar directamente la situación de la mujer ni aumentar su libertad. Por el contrario, para las feministas radicales activas, las mejoras menores pueden obstaculizar la revolución de clase sexo/género.

Esta afirmación es confirmada por la feminista Heidi Hartmann que radicalmente afirma:

“La cuestión de la mujer nunca ha sido la cuestión feminista. Esta se dirige a las causas de la desigualdad sexual entre hombres y mujeres, del dominio masculino sobre la mujer” [14] .

No en vano, durante la Conferencia de Pekín, la delegada canadiense Valerie Raymond manifestó su empeño en que la cumbre de la mujer se abordara paradójicamente “no como una conferencia de la mujer” sino que “los temas debían enfocarse a través de una óptica de género”.

Así, dice OLeary, la “nueva perspectiva” tiene como objeto propulsar la agenda homosexual/ lesbiana/bisexual/transexual, y no los intereses de las mujeres comunes y corrientes.

6. Roles socialmente construidos 

Para tratar este punto, tomemos la definición de “género” señalada en un volante que fuera circulado en la Reunión del ComPrep (Comité Preparatorio de Pekín) por partidarias de la perspectiva en cuestión.

“Género se refiere a los roles y responsabilidades de la mujer y del hombre que son determinados socialmente. El género se relaciona a la forma en que se nos percibe y se espera que pensemos y actuemos como mujeres y hombres, por la forma en que la sociedad está organizada, no por nuestras diferencias biológicas”.

Vale señalar que el término rol distorsiona la discusión. Siguiendo el estudio de OLeary, el rol se define primariamente como: parte de una producción teatral en la cual una persona, vestida especialmente y maquillada, representa un papel de acuerdo a un libreto escrito. El uso del término rol o de la frase roles desempeñados transmite necesariamente la sensación de algo artificial que se le impone a la persona.

Cuando se sustituye rol por otro vocablo -tal como vocación-, se pone de manifiesto cómo el término rol afecta nuestra percepción de identidad. Vocación envuelve algo auténtico, no artificial, un llamado a ser lo que somos. Respondemos a nuestra vocación a realizar nuestra naturaleza o a desarrollar nuestros talentos y capacidades innatos. En ese sentido, por ejemplo, OLeary destaca la vocación femenina a la maternidad, pues la maternidad no es un rol.

Cuando una madre concibe a un hijo, emprende una relación de por vida con otro ser humano. Esta relación define a la mujer, le plantea ciertas responsabilidades y afecta casi todos los aspectos de su vida. No está representando el papel de madre; es una madre. La cultura y la tradición ciertamente influyen sobre el modo en que la mujer cumple con las responsabilidades de la maternidad, pero no crean madres, aclara OLeary.

Sin embargo, los promotores de la “perspectiva de género” insisten en decir que toda relación o actividad de los seres humanos es resultado de una “construcción social” que otorga al hombre una posición superior en la sociedad y a la mujer una inferior. Según esta perspectiva, el progreso de la mujer requiere que se libere a toda la sociedad de esta “construcción social”, de modo que el hombre y la mujer sean iguales.

Para ello, las “feministas de género” señalan la urgencia de “desconstruir estos roles socialmente construidos”, que según ellas, pueden ser divididos en tres categorías principalmente:
  • Masculinidad y Feminidad. Consideran que el hombre y la mujer adultos son construcciones sociales; que en realidad el ser humano nace sexualmente neutral y que luego es socializado en hombre o mujer. Esta socialización, dicen, afecta a la mujer negativa e injustamente. Por ello, las feministas proponen depurar la educación y los medios de comunicación de todo estereotipo y de toda imagen específica de género, para que los niños puedan crecer sin que se les exponga a trabajos “sexo-específicos”.
  • Relaciones familiares: padre, madre, marido y mujer. Las feministas no sólo pretenden que se sustituyan estos términos “género-específicos” por palabras “género-neutrales”, sino que aspiran a que no haya diferencias de conducta ni responsabilidad entre el hombre y la mujer en la familia. Según Dale OLeary, ésta es la categoría de “roles socialmente construidos” a la que las feministas le atribuyen mayor importancia porque consideran que la experiencia de relaciones “sexo-específicas” en la familia son la principal causa del sistema de clases “sexo/géneros”.
  • Ocupaciones o profesiones. El tercer tipo de “roles socialmente construidos” abarca las ocupaciones que una sociedad asigna a uno u otro sexo.
Si bien las tres categorías de “construcción social” ya podrían ser suficientes, el repertorio de las “feministas de género” incluye una más: la reproducción humana que, según dicen, también es determinada socialmente. Al respecto, Heidi Hartmann afirma:

“La forma en que se propaga la especie es determinada socialmente. Si biológicamente la gente es sexualmente polimorfa y la sociedad estuviera organizada de modo que se permitiera por igual toda forma de expresión sexual, la reproducción sería resultado sólo de algunos encuentros sexuales: los heterosexuales. La división estricta del trabajo por sexos, un invento social común a toda sociedad conocida, crea dos géneros muy separados y la necesidad de que el hombre y la mujer se junten por razones económicas. 
Contribuye así a orientar sus exigencias sexuales hacia la realización heterosexual, y a asegurar la reproducción biológica. En sociedades más imaginativas, la reproducción biológica podría asegurarse con otras técnicas.” [15]


Continuará
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[1] Judith Butler, Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity, Routledge, New York, 1990, p. 6. 

[2] Véase el trabajo de Cristina Delgado, Reporte sobre la Conferencia Regional de Mar de Plata, Argentina, en el que recoge diversas citas de "feministas de género". 

[3] Allí mismo. 
[4] Adrienne Rich, "Compulsory Heterosexuality and Lesbian Existence", Blood, Bread and Poetry, p. 27. 
[5] Allí mismo, p. 70. 
[6] Lucy Gilber y Paula Wesbster, "The Dangers of Feminity", Gender Differences: Sociology of Biology?, p. 41. 
[7] Gender Outlaw, p. 115. 
[8] Entrevista a Christina Hoff Sommers en Faith and Freedom, 1994, p. 2. 
[9] Frederick Engels, The Origin of the Family, Property and the State, International Publishers, New York, 1972, pp. 65-66. 
[10] Shulamith Firestone, The Dialectic of Sex, Bantam Books, New York, 1970, p. 12. 
[11] Allí mismo, p. 10. 
[12] Ann Ferguson & Nancy Folbre, "The Unhappy Marriage of Patriarch and Capitalism", Women and Revolution, p. 80. 
[13] Allí mismo. 
[14] Heidi Harmann, "The Unhappy Marriage of Marxism and Feminism", Women and Revolution, South End Press, Boston, 1981, p. 5. 
[15] Allí mismo, p. 16.



Agradecemos al P. Ignacio Garro S.J. por recomendarnos este artículo.

Mensaje del Papa para la Cuaresma 2017



MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2017

La Palabra es un don. El otro es un don


Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor. Jesús es el amigo fiel que nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que volvamos a él y, con esta espera, manifiesta su voluntad de perdonar (cf. Homilía, 8 enero 2016).

La Cuaresma es un tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu a través de los medios santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna. En la base de todo está la Palabra de Dios, que en este tiempo se nos invita a escuchar y a meditar con mayor frecuencia. En concreto, quisiera centrarme aquí en la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro (cf. Lc 16,19-31). Dejémonos guiar por este relato tan significativo, que nos da la clave para entender cómo hemos de comportarnos para alcanzar la verdadera felicidad y la vida eterna, exhortándonos a una sincera conversión.

1. El otro es un don

La parábola comienza presentando a los dos personajes principales, pero el pobre es el que viene descrito con más detalle: él se encuentra en una situación desesperada y no tiene fuerza ni para levantarse, está echado a la puerta del rico y come las migajas que caen de su mesa, tiene llagas por todo el cuerpo y los perros vienen a lamérselas (cf. vv. 20-21). El cuadro es sombrío, y el hombre degradado y humillado.

La escena resulta aún más dramática si consideramos que el pobre se llama Lázaro: un nombre repleto de promesas, que significa literalmente «Dios ayuda». Este no es un personaje anónimo, tiene rasgos precisos y se presenta como alguien con una historia personal. Mientras que para el rico es como si fuera invisible, para nosotros es alguien conocido y casi familiar, tiene un rostro; y, como tal, es un don, un tesoro de valor incalculable, un ser querido, amado, recordado por Dios, aunque su condición concreta sea la de un desecho humano (cf. Homilía, 8 enero 2016).

Lázaro nos enseña que el otro es un don. La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida. La primera invitación que nos hace esta parábola es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido. La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo. Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil. Pero para hacer esto hay que tomar en serio también lo que el Evangelio nos revela acerca del hombre rico.

2. El pecado nos ciega

La parábola es despiadada al mostrar las contradicciones en las que se encuentra el rico (cf. v. 19). Este personaje, al contrario que el pobre Lázaro, no tiene un nombre, se le califica sólo como «rico». Su opulencia se manifiesta en la ropa que viste, de un lujo exagerado. La púrpura, en efecto, era muy valiosa, más que la plata y el oro, y por eso estaba reservada a las divinidades (cf. Jr 10,9) y a los reyes (cf. Jc 8,26). La tela era de un lino especial que contribuía a dar al aspecto un carácter casi sagrado. Por tanto, la riqueza de este hombre es excesiva, también porque la exhibía de manera habitual todos los días: «Banqueteaba espléndidamente cada día» (v. 19). En él se vislumbra de forma patente la corrupción del pecado, que se realiza en tres momentos sucesivos: el amor al dinero, la vanidad y la soberbia (cf. Homilía, 20 septiembre 2013).

El apóstol Pablo dice que «la codicia es la raíz de todos los males» (1 Tm 6,10). Esta es la causa principal de la corrupción y fuente de envidias, pleitos y recelos. El dinero puede llegar a dominarnos hasta convertirse en un ídolo tiránico (cf. Exh. ap. Evangelii gaudium, 55). En lugar de ser un instrumento a nuestro servicio para hacer el bien y ejercer la solidaridad con los demás, el dinero puede someternos, a nosotros y a todo el mundo, a una lógica egoísta que no deja lugar al amor e impide la paz.

La parábola nos muestra cómo la codicia del rico lo hace vanidoso. Su personalidad se desarrolla en la apariencia, en hacer ver a los demás lo que él se puede permitir. Pero la apariencia esconde un vacío interior. Su vida está prisionera de la exterioridad, de la dimensión más superficial y efímera de la existencia (cf. ibíd., 62).

El peldaño más bajo de esta decadencia moral es la soberbia. El hombre rico se viste como si fuera un rey, simula las maneras de un dios, olvidando que es simplemente un mortal. Para el hombre corrompido por el amor a las riquezas, no existe otra cosa que el propio yo, y por eso las personas que están a su alrededor no merecen su atención. El fruto del apego al dinero es una especie de ceguera: el rico no ve al pobre hambriento, llagado y postrado en su humillación.

Cuando miramos a este personaje, se entiende por qué el Evangelio condena con tanta claridad el amor al dinero: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24).

3. La Palabra es un don

El Evangelio del rico y el pobre Lázaro nos ayuda a prepararnos bien para la Pascua que se acerca. La liturgia del Miércoles de Ceniza nos invita a vivir una experiencia semejante a la que el rico ha vivido de manera muy dramática. El sacerdote, mientras impone la ceniza en la cabeza, dice las siguientes palabras: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». El rico y el pobre, en efecto, mueren, y la parte principal de la parábola se desarrolla en el más allá. Los dos personajes descubren de repente que «sin nada vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él» (1 Tm 6,7).
También nuestra mirada se dirige al más allá, donde el rico mantiene un diálogo con Abraham, al que llama «padre» (Lc 16,24.27), demostrando que pertenece al pueblo de Dios. Este aspecto hace que su vida sea todavía más contradictoria, ya que hasta ahora no se había dicho nada de su relación con Dios. En efecto, en su vida no había lugar para Dios, siendo él mismo su único dios.
El rico sólo reconoce a Lázaro en medio de los tormentos de la otra vida, y quiere que sea el pobre quien le alivie su sufrimiento con un poco de agua. Los gestos que se piden a Lázaro son semejantes a los que el rico hubiera tenido que hacer y nunca realizó. Abraham, sin embargo, le explica: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces» (v. 25). En el más allá se restablece una cierta equidad y los males de la vida se equilibran con los bienes.

La parábola se prolonga, y de esta manera su mensaje se dirige a todos los cristianos. En efecto, el rico, cuyos hermanos todavía viven, pide a Abraham que les envíe a Lázaro para advertirles; pero Abraham le responde: «Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen» (v. 29). Y, frente a la objeción del rico, añade: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto» (v. 31).

De esta manera se descubre el verdadero problema del rico: la raíz de sus males está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo. La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios. Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano.

Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor ―que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador― nos muestra el camino a seguir. Que el Espíritu Santo nos guíe a realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados. Animo a todos los fieles a que manifiesten también esta renovación espiritual participando en las campañas de Cuaresma que muchas organizaciones de la Iglesia promueven en distintas partes del mundo para que aumente la cultura del encuentro en la única familia humana. Oremos unos por otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras puertas a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua.

Vaticano, 18 de octubre de 2016
Fiesta de san Lucas Evangelista
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Francisco


Tomado de:
http://w2.vatican.va/

Con la esperanza de que todos nos reconocemos salvados




PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 22 de febrero de 2017



(cf. Rom 8.19 a 27)

Queridos hermanos:

A menudo nos tienta pensar que la creación sea una propiedad nuestra, una posesión que podemos aprovechar como nos plazca y de la cual no tenemos que rendir cuentas a nadie. En el pasaje de la Carta a los Romanos (8, 19-27) de la cual acabamos de escuchar una parte, el apóstol Pablo nos recuerda sin embargo que la creación es un don maravilloso que Dios ha puesto en nuestras manos, para que podamos relacionarnos con ella y podamos reconocer la huella de su diseño de amor, en cuya realización estamos todos llamados a colaborar, día tras día.

Pero cuando se deja llevar por el egoísmo, el ser humano termina por estropear también las cosas más bonitas que le han sido encomendadas. Y así ocurrió también con la creación. Pensemos en el agua. El agua es una cosa bellísima y muy importante; el agua nos da la vida, nos ayuda en todo pero para explotar los minerales se contamina el agua, se ensucia la creación y se destruye la creación. Esto es un ejemplo solamente. Hay muchos. Con la experiencia trágica del pecado, rota la comunión con Dios, hemos infringido la originaria comunión con todo aquello que nos rodea y hemos terminado por corromper la creación, haciéndola de esta manera esclava, sometida a nuestra caducidad. Y desgraciadamente la consecuencia de todo esto está dramáticamente delante de nuestros ojos, cada día. Cuando rompe la comunión con Dios, el hombre pierde la propia belleza originaria y termina por deturpar entorno a sí cada cosa; y donde todo antes recordaba al Padre Creador y a su amor infinito, ahora lleva el signo triste y desolado del orgullo y de la voracidad humanas. El orgullo humano, explotando la creación, destruye.

Pero el Señor no nos deja solos y también ante este cuadro desolador nos ofrece una perspectiva nueva de liberación, de salvación universal. Es lo que Pablo pone en evidencia con alegría, invitándonos a escuchar los gemidos de la entera creación. Si prestamos atención, efectivamente, a nuestro alrededor todo gime: gime la creación entera, gemimos nosotros seres humanos y gime el Espíritu dentro de nosotros, en nuestro corazón. Ahora, estos gemidos no son un lamento estéril, desconsolado, sino —como precisa el apóstol— son los gritos de dolor de una parturienta; son los gemidos de quien sufre, pero sabe que está por ver la luz una vida nueva. Y en nuestro caso es verdaderamente así. Nosotros estamos todavía afrontando las consecuencias de nuestro pecado y todo, a nuestro alrededor, lleva todavía el signo de nuestras fatigas, de nuestras faltas, de nuestra cerrazón. Pero al mismo tiempo, sabemos que hemos sido salvados por el Señor y se nos permite contemplar y pregustar en nosotros y en aquello que nos circunda los signos de la Resurrección, de la Pascua, que obra una nueva creación.

Este es el contenido de nuestra esperanza. El cristiano no vive fuera del mundo, sabe reconocer en la propia vida y en lo que le circunda los signos del mal, del egoísmo y del pecado. Es solidario con quien sufre, con quien llora, con quien está marginado, con quien se siente desesperado... pero, al mismo tiempo, el cristiano ha aprendido a leer todo esto con los ojos de la Pascua, con los ojos del Cristo Resucitado. Y entonces sabe que estamos viviendo el tiempo de la espera, el tiempo de un anhelo que va más allá del presente, el tiempo del cumplimiento. En la esperanza sabemos que el Señor desea resanar definitivamente con su misericordia los corazones heridos y humillados y todo lo que el hombre ha deturpado en su impiedad, y que de esta manera Él regenera un mundo nuevo y una humanidad nueva, finalmente reconciliados en su amor.


Cuántas veces nosotros cristianos estamos tentados por la desilusión, pesimismo... A veces nos dejamos llevar por el lamento inútil, o permanecemos sin palabras y no sabemos ni siquiera qué cosa pedir, qué cosa esperar... Pero una vez más viene para ayudarnos el Espíritu Santo, respiración de nuestra esperanza, el cual mantiene vivos el gemido y la espera de nuestro corazón. El Espíritu ve por nosotros más allá de las apariencias negativas del presente y nos revela ya desde ahora los cielos nuevos y la tierra nueva que el Señor está preparando para la humanidad.


Tomado de:
http://w2.vatican.va/

Historia de la Salvación: 36° Parte - La Virgen María, Madre de la Iglesia



Por el P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


2.14.  MARÍA, MADRE DE CRISTO, MADRE DE LA IGLESIA

Después de haber hablado del papel de la Virgen María en el Misterio de Cristo y del Espíritu, conviene considerar ahora su lugar en el Misterio de la Iglesia. «Se la reconoce y se la venera como verdadera Madre de Dios y del Redentor... más aún, "es verdaderamente la madre de los miembros (de Cristo) porque colaboró con su amor a que nacieran en la Iglesia los creyentes, miembros de aquella cabeza" », «... María, Madre de Cristo, Madre de la Iglesia».


2.14.1. La Maternidad de María respecto de la Iglesia. Totalmente unida a su Hijo

El papel de María con relación a la Iglesia es inseparable de su unión con Cristo, deriva directamente de ella. «Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte». Se manifiesta particularmente en la hora de su pasión.

La Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz. Allí, por voluntad de Dios, estuvo de pie, sufrió intensamente con su Hijo   y se unió a su sacrificio con corazón de madre que, llena de amor, daba su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima. Finalmente, Jesucristo, agonizando en la cruz, la dio como madre al discípulo con estas palabras: "Mujer, ahí tienes a tu hijo", (Jn 19, 26-27).

Después de la Ascensión de su Hijo, María «estuvo presente en los comienzos de la Iglesia con sus oraciones». Reunida con los apóstoles y algunas mujeres, «María pedía con sus oraciones el don del Espíritu, que en la Anunciación la había cubierto con su sombra», también en su Asunción.
«Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo y enaltecida por Dios como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los Señores y vencedor del pecado y de la muerte». La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos.

“En el parto te conservaste Virgen, en tu tránsito no desamparaste al mundo, oh Madre de Dios. Te trasladaste a la vida porque eres Madre de la Vida, y con tu intercesión salvas de la muerte nuestras almas”.


2.14.2. Ella es nuestra Madre en el orden de la gracia

Por su total adhesión a la voluntad del Padre, a la obra redentora de su Hijo, a toda moción del Espíritu Santo, la Virgen María es para la Iglesia el modelo de la fe y de la caridad.   Por eso es «miembro muy eminente y del todo singular de la Iglesia», incluso constituye «la figura» de la Iglesia.

Pero su papel con relación a la Iglesia y a toda la humanidad va aún más lejos. «Colaboró de manera totalmente singular a la obra del Salvador por su fe, esperanza y ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nuestra Madre en el orden de la gracia».

«Esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el consentimiento que dio fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la realización plena y definitiva de todos los escogidos.

En efecto, con su asunción a los cielos no abandonó su misión salvadora, sino que continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna... Por eso la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora».
«La misión maternal de María para con los hombres de ninguna manera disminuye o hace sombra a la única mediación de Cristo, sino que manifiesta su eficacia. En efecto, todo el influjo de la Santísima Virgen en la salvación de los hombres... brota de la sobreabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende totalmente de ella y de ella saca toda su eficacia».

“Ninguna creatura puede ser puesta nunca en el mismo orden con el Verbo encarnado y Redentor. Pero, así como en el sacerdocio de Cristo participan de diversa manera tanto los ministros como el pueblo creyente, y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en las criaturas de distintas maneras, así también la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en las criaturas una colaboración diversa que participa de la única fuente”.


2.14.3. El culto a la Santísima Virgen María

«Todas las generaciones me llamarán bienaventurada», (Lc 1, 48): «La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano». La Santísima Virgen «es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera a la Santísima Virgen con el título de "Madre de Dios", bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades.

Este culto... aunque del todo singular, es esencialmente diferente del culto de adoración que se da al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo, pero lo favorece muy poderosamente»; encuentra su expresión en las fiestas litúrgicas dedicadas a la Madre de Dios y en la oración mariana, como el Santo Rosario, «síntesis de todo el Evangelio».


2.14.4. María, Figura escatológica de la Iglesia

Después de haber hablado de la Iglesia, de su origen, de su misión y de su destino,   no se puede concluir mejor que volviendo la mirada a María para contemplar en ella lo que es la Iglesia en su Misterio, en su «peregrinación de la fe», y lo que será al final de su marcha, donde le espera, «para la gloria de la Santísima e indivisible Trinidad», «en comunión con todos los santos», aquella a quien la Iglesia venera como la Madre de su Señor y como su propia Madre.


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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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Santísima Trinidad: 4° Parte - La existencia de Dios a la luz de la fe sobrenatural



Por el P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


C. POSIBILIDAD DE CONOCER LA EXISTENCIA DE DIOS SOBRENATURALMENTE, ES DECIR, COMO OBJETO DE FE

TESIS 3°. "La existencia de Dios es conocida también a la luz de la fe sobrenatural"

1. Explicación

La existencia de Dios no sólo es objeto del conocimiento de la razón natural, como hemos mostrado en las dos tesis precedentes, sino que también es objeto de la fe sobrenatural. Decimos: la inteligencia humana, a partir de las cosas creadas, llega al conocimiento de que existe un Ser supremo llamado Dios, que es el principio y fin de todo lo creado. Por otra parte, la misma inteligencia humana tiene conocimiento de que Dios se ha revelado, es decir, se ha dado a conocer, se ha comunicado con el hombre para transmitirle verdades vinculantes, muchas de ellas al alcance de las fuerzas de la razón natural, otras verdades superiores a la capacidad de la razón humana. Entre el grupo de verdades, que ese Ser supremo ha revelado, se encuentra la de su propia existencia. El hombre, pues, que por la razón natural "sabe" que Dios existe y que, por los motivos de credibilidad "acepta" que Dios se nos ha revelado, "cree" todo lo que Dios le revela y, por lo que ahora nos afecta, cree que Dios existe.

El acto o hábito por el que una persona "conoce" la existencia de Dios es de orden natural. El acto o hábito por el que esa misma persona "cree" que existe Dios es de un orden ontológico distinto, es el orden de la gracia.


2. Magisterio de la Iglesia

Símbolo de Nicea: (325) "Creemos en un solo Dios Padre... creador de todas las cosas, visibles e invisibles". Denz 125.

Concilio de Constantinopla I (381): "Creemos en un solo Dios... creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles y de las invisibles". Denz 150

Concilio de Trento: "Creo en un solo Dios... creador del cielo y de la tierra...". Denz 1862

Vaticano I: “La santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana cree y afirma que hay un solo Dios verdadero y vivo, creador y Señor del cielo y de la tierra....; sin embargo, plugo a su sabiduría y bondad revelar al género humano por otro camino,  y éste sobrenatural, a sí mismo y los decretos eternos de su voluntad”. Denz 3004

“A esta divina revelación ha de atribuirse ciertamente que aquello que en las cosas divinas no es inaccesible de suyo a la razón humana, pueda ser conocido por todos, aun en la condición presente del género humano, de modo fácil, con firme certeza y sin mezcla de error alguno”. Denz 3005


3. Sagrada Escritura

Hebreos 11.6: "Ahora bien, sin fe es imposible agradar a Dios, pues el que se acerca a Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan".

Según el autor de esta carta, la fe es necesaria para salvarse; esta fe tiene un doble objeto:

  • La existencia de un solo Dios personal, de naturaleza invisible Jn 1,18: “A Dios nadie lo ha visto Jamás. El Hijo Unigénito que está en el seno del Padre, él lo ha contado”.
  • Su Providencia remuneradora que dará una recompensa justa, de acuerdo con el mérito de cada uno, en la vida eterna. Mt  25,31-46: “Vengan, benditos de mi Padre porque tuve hambre y me dieron de comer ... en verdad les digo que cuanto hicieron con uno de estos mis pequeños a mi me lo hicieron”.


4. Argumento teológico

La existencia de Dios, aceptada como objeto de fe en virtud de la revelación sobrenatural, tiene como resultado, según el Conc. Vat. I, el hecho de que todos los hombres pueden llegar al conocimiento de la existencia de Dios con facilidad, con firme certeza y sin mezcla de error. Esta enseñanza del Magisterio solemne de la Iglesia arguye que: “Sin embargo, no por ello ha de decirse que la revelación sea absolutamente necesaria, sino porque Dios, por su infinita bondad, ordenó al hombre a un fin sobrenatural, es decir, a participar de bienes divinos que sobrepujan totalmente la inteligencia de la mente humana; pues a la verdad ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni ha probado el corazón del hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman”. Denz 3005.


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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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