PROCESIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN 2016


SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS,
EN TI CONFÍO





ESPECIAL: PUERTA DE LA MISERICORDIA



Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica
(Salmo 86,5s.)





Nuevas publicaciones:

Oraciones diarias para unirnos a la Red Mundial del Papa en el mes de julio - ClickToPray, 1 al 10

El P. Enrique Rodríguez S.J., Secretario Nacional del Apostolado de la Oración, nos comparte las oraciones diarias para unirnos al Papa Francisco durante el mes de julio a través de la Red Mundial de Oración, que nos ofrece ClickToPray. Las oraciones corresponden del 1° al 10° de julio. Acceda AQUÍ.

Jesús nos envía a la misión

El P. Adolfo Franco, S.J. nos comparte su reflexión del evangelio del domingo 3 de julio, "Jesús envía a sus apóstoles, a sus discípulos y también nos envía a nosotros a transmitir la Buena Nueva." Acceda AQUÍ.

Historia de la Devoción al Corazón de Jesús en el Perú - 17° Parte: El libro del P. Juan de Loyola

Continuando con la Historia de la devoción al Sagrado Corazón por el +P. Rubén Vargas Ugarte S.J., presentamos en esta oportunidad sobre la importancia del libro del P. Juan de Loyola para la difusión por escrito de esta devoción en nuestro país. Acceda AQUÍ.

Cristología II - 10° Parte: La Vida Pública de Jesús - Las exigencias para entrar en el Reino de Dios

El P. Ignacio Garro, S.J. nos comparte en este importante tema, las características más importantes como la Conversión profunda y entrega confiada al Padre celestial, Espíritu de renuncia, Espíritu de sencillez y de autenticidad, y El amor al prójimo. Acceda AQUÍ.

Historia de la Salvación: 15° Parte - El Post Exilio: Dominio Griego

El P. Ignacio Garro, S.J. continúa presentándonos la Historia de la Salvación, con respecto a este tema nos ofrece las características del dominio griego, los Tolomeos de Egipto, los Seléucidas, Antíoco IV y el papel de los Macabeos frente a esta realidad. Acceda AQUÍ.

Catequesis del Papa - Jesús cura a un leproso

El Papa Francisco continúa con la presentación de los milagros de Jesús en su vida pública, en esta oportunidad con el suceso que nos presenta el evangelista Lucas. Acceda AQUÍ.

Ofrecimiento Diario - Orando con el Papa Francisco en el mes de JULIO 2016

Compartimos las intenciones del Papa Francisco para el mes de Julio que encomienda al Apostolado de la Oración (AO) y a toda la Iglesia a través de la Red Mundial de Oración, acompañamos con la síntesis de la Exhortación Apostólica Post Sinodal sobre el Amor en la Familia "La Alegría del Amor" del Papa Francisco, que el P. Enrique Rodríguez, S.J. Secretario Nacional del AO nos viene ofreciendo durante estos meses. Acceda AQUÍ.

Las exigencias del seguimiento a Jesús

El P. Adolfo Franco, S.J. nos comparte su reflexión sobre este pasaje bíblico donde se nos muestra las exigencias para seguir a Jesús "El Señor invita a seguirlo cargando con la cruz; pero hay muchos pretextos para eludir esa invitación." Acceda AQUÍ.

San Pedro

Con ocasión de su fiesta, compartimos una reseña de su vida basado en las Sagradas Escrituras y el significado del Primado de Pedro en la Iglesia. Acceda AQUÍ. 

San Pablo

El Apóstol de los gentiles, cuando Pablo fue tirado del caballo por tierra, fue capaz de entregarle a Cristo absolutamente todo su ser. Más tarde pudo decir "ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí". Con motivo de su fiesta el próximo 29 de junio, compartimos su reseña histórica, acceda AQUÍ. 

Homilía de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo

Compartimos la homilía de nuestro Director dedicada a esta fiesta, muy importante por el papel que ellos desempeñaron en la historia de la Iglesia. Acceda AQUÍ.

Fiesta de San Pedro y San Pablo

El 29 de junio se celebra la fiesta de las dos columnas de la Iglesia, San Pedro y San Pablo, dos columnas o dos cimientos. Acceda AQUÍ.

El Óbolo de San Pedro, Colecta para la caridad del Papa

¿Qué es el Óbolo de San Pedro? ¿para qué es útil? ¿en qué se invierte? ¿cómo se origina? Éstas y otras interrogantes se responden en esta publicación para conocer a mayor detalle sobre esta jornada de la caridad. Acceda AQUÍ.

Jesús cura a un leproso


PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 22 de junio de 2016




Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

«Señor, si quieres, puedes limpiarme» (Lc 5, 12): la petición que hemos escuchado es la que un leproso dirige a Jesús. Este hombre no pide solamente ser curado, sino ser «purificado», es decir curado integralmente, en el cuerpo y en el corazón. En efecto, la lepra era considerada una forma de maldición de Dios, de impureza profunda. El leproso tenía que permanecer alejado de todos; no podía acceder al templo y a ningún servicio divino. Lejos de Dios y lejos de los hombres. Triste vida la de esta gente.

No obstante esto, ese leproso no se resigna ni ante la enfermedad ni ante las disposiciones que hacen de él un excluido. Para llegar a Jesús, no teme quebrantar la ley y entra en la ciudad —algo que no debía hacer, le estaba prohibido—, y al encontrarlo «se echó rostro en tierra, y le rogó diciendo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”» (v. 12). Todo aquello que hace y dice este hombre considerado impuro es la expresión de su fe. Reconoce el poder de Jesús: está seguro de que tiene el poder de curarlo y que todo depende de su voluntad. Esta fe es la fuerza que le permitió romper con las normas y buscar el encuentro con Jesús; y, postrándose ante Él, lo llama «Señor». La súplica del leproso muestra que cuando nos presentamos a Jesús no es necesario hacer largos discursos. Son suficiente pocas palabras, siempre que vayan acompañadas por la plena confianza en su omnipotencia y en su bondad. Confiar en la voluntad de Dios significa, en efecto, situarnos ante su infinita misericordia. También yo os haré una confesión personal. Por la noche, antes de ir a la cama, rezo esta breve oración: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». Y rezo cinco «Padrenuestro», uno por cada llaga de Jesús, porque Jesús nos ha purificado con las llagas. Y si esto lo hago yo, lo podéis hacer también vosotros, en vuestra casa, y decir: «Señor, si quieres, puedes limpiarme» y pensar en las llagas de Jesús y decir un «Padrenuestro» por cada una de ellas. Jesús nos escucha siempre.

Jesús siente profunda compasión por este hombre. El Evangelio de Marcos destaca que «compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: “Quiero; queda limpio”» (1, 41). El gesto de Jesús acompaña sus palabras y hace que sea más explícita su enseñanza. Contra las disposiciones de la Ley de Moisés, que prohibía acercarse a un leproso (cf. Lv 13, 45-46), Jesús extiende la mano e incluso lo toca. ¡Cuántas veces nosotros encontramos a un pobre que se nos acerca! Podemos ser incluso generosos, podemos tener compasión, pero normalmente no lo tocamos. Le damos la moneda, la tiramos allí, pero evitamos tocar la mano. Y olvidamos que ese es el cuerpo de Cristo. Jesús nos enseña a no tener miedo de tocar al pobre y al excluido, porque Él está en ellos. Tocar al pobre puede purificarnos de la hipocresía e inquietarnos por su condición. Tocar a los excluidos. Hoy me acompañan aquí estos jóvenes. Muchos piensan que hubiese sido mejor permanecer en su tierra, pero allí sufrían mucho. Son nuestros refugiados, pero muchos los consideran excluidos. Por favor, ¡son nuestros hermanos! El cristiano no excluye a nadie, hace espacio a todos.

Después de curar al leproso, Jesús le manda que no hable de ello con nadie, pero le dice: «Vete, muéstrate al sacerdote y haz la ofrenda por tu purificación como prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio» (v. 14). Esta disposición de Jesús muestra al menos tres cosas. La primera: la gracia que obra en nosotros no busca el sensacionalismo. A menudo se mueve con discreción y sin clamor. Para curar nuestras heridas y guiarnos por la senda de la santidad ella trabaja modelando pacientemente nuestro corazón según el Corazón del Señor, de tal modo que asimilemos cada vez más sus pensamientos y sentimientos. La segunda: haciendo verificar oficialmente por los sacerdotes la curación realizada y celebrando un sacrificio expiatorio, el leproso es readmitido en la comunidad de los creyentes y en la vida social. Su reintegro completa la curación. Como él mismo lo había suplicado, ahora está completamente purificado. Por último, presentándose a los sacerdotes el leproso testimonia ante ellos acerca de Jesús y su autoridad mesiánica. La fuerza de la compasión con la cual Jesús curó al leproso condujo la fe de este hombre a abrirse a la misión. Era un excluido, ahora es uno de nosotros.

Pensemos en nosotros, en nuestras miserias... Cada uno tiene las propias. Pensemos con sinceridad. Cuántas veces las tapamos con la hipocresía de las «buenas formas». Y precisamente entonces es necesario estar solos, ponerse de rodillas ante Dios y rezar: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». Hacedlo, hacedlo antes de ir a la cama, todas la noches. Y ahora digamos juntos esta hermosa oración: «Señor, si quieres, puedes limpiarme».




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Tomado de:
http://w2.vatican.va/

La Conversión



JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA

PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA JUBILAR

Sábado 18 de junio de 2016



Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Después de su resurrección, Jesús se apareció diversas veces a los discípulos, antes de ascender a la gloria del Padre. El pasaje del Evangelio que acabamos de escuchar (Lc 24, 45-48) narra una de estas apariciones, en la cual el Señor indica el contenido fundamental de la predicación que los apóstoles deberán ofrecer al mundo. Podemos sintetizarla con dos palabras: «conversión» y «perdón de los pecados». Son dos aspectos que califican la misericordia de Dios que, con amor, cuida de nosotros. Hoy tomamos en consideración la conversión.

¿Qué es la conversión? Está presente en toda la Biblia, y de manera particular en la predicación de los profetas, que invitan continuamente al pueblo a «volver al Señor» pidiéndole perdón y cambiando estilo de vida. Convertirse, según los profetas, significa cambiar de dirección y dirigirse de nuevo al Señor, basándose en la certeza de que Él nos ama y su amor es siempre fiel. Volver al Señor. Jesús ha hecho de la conversión la primera palabra de su predicación: «Convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1, 15). Es con este anuncio que Él se presenta al pueblo, pidiendo que se acoja su palabra como la última y definitiva que el Padre dirige a la humanidad (cf. Mc 12, 1-2). Respecto a la predicación de los profetas, Jesús insiste todavía más en la dimensión interior de la conversión. En esa, efectivamente, toda la persona está involucrada, con el corazón y la mente, para convertirse en una criatura nueva, una persona nueva. Cambia el corazón y uno se renueva.

Cuando Jesús llama a la conversión no se erige en juez de las personas, lo hace desde la cercanía, desde el compartir la condición humana, y por tanto de la calle, de la casa, de la mesa... La misericordia hacia quienes tenían la necesidad de cambiar de vida se realizaba con su presencia amable, para hacer partícipe a cada uno de ellos en su historia de salvación. Jesús persuadía a la gente con la amabilidad, con el amor; y con este comportamiento, Jesús llegaba a lo más profundo del corazón de las personas que se sentían atraídas por el amor de Dios e impulsadas a cambiar de vida. Por ejemplo, las conversiones de Mateo (cf. Mt 9, 9-13) y de Zaqueo (cf. Lc 19, 1-10) sucedieron exactamente de esta manera, porque se sintieron amados por Jesús y, a través de Él, por el Padre. La verdadera conversión se da cuando acogemos el don de la gracia; y una señal clara de su autenticidad es el hecho que nos damos cuenta de las necesidades de los hermanos y estamos preparados para salir a su encuentro.

Queridos hermanos y hermanas, ¡cuántas veces sentimos también nosotros la exigencia de un cambio que afecte a toda nuestra persona! ¡Cuántas veces nos decimos: «debo cambiar, no puedo continuar así... Mi vida, por este camino, no dará frutos, será una vida inútil y yo no seré feliz!». ¡Cuántas veces nos vienen estos pensamientos, cuántas veces!... Y Jesús, a nuestro lado, con la mano tendida nos dice: «ven, ven a mí. El trabajo lo hago yo; yo te cambiaré el corazón, yo te cambiaré la vida, yo te haré feliz». Pero nosotros, ¿creemos esto o no?; ¿creemos o no?; ¿qué pensáis vosotros?; ¿creéis en esto o no? ¡Menos aplausos y más voz!: ¿creéis o no creéis? [la gente: «¡Sí!»]. Es así. Jesús que está con nosotros nos invita a cambiar de vida. Él, con el Espíritu Santo, siembra en nosotros esa inquietud de cambiar de vida y ser un poco mejores. Sigamos entonces esta invitación del Señor y no opongamos resistencia, porque sólo si nos abrimos a su misericordia, encontraremos la verdadera vida y la verdadera alegría. Sólo debemos abrir la puerta de par en par, y Él hará el resto. Él hace todo, pero a nosotros nos corresponde abrir el corazón de par en par para que Él pueda sanarnos y hacernos seguir adelante. Os aseguro que seremos más felices. Gracias.




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Tomado de:
http://w2.vatican.va/




Jesús nos envía a la misión




P. Adolfo Franco, S.J.

Lucas 10, 1-12.17-20

Jesús envía a sus apóstoles, a sus discípulos y también nos envía a nosotros a transmitir la Buena Nueva.


Jesús envía a predicar a sus setenta y dos discípulos, y les da instrucciones precisas de cómo deben actuar. Esas lecciones nos dan muchas orientaciones de cómo El quiere que nos comportemos cuando actuamos apostólicamente.

Nos pide primero oración: recen al Dueño de la Mies. A continuación nos indica que la predicación puede tener graves dificultades (estamos como ovejas entre lobos), nos dice que hay que ir en pobreza: ni sandalia, ni bastón, ni bolsas. Y la actividad apostólica que hay que realizar en estas condiciones es doble: trasmitir la paz, y curar las enfermedades.

¿Qué es la actividad apostólica? El mensaje que el Señor quiere que trasmitamos es “su mensaje”, y esto es lo primero que se debe tener en cuenta; que hay que recibir el mensaje de Jesús, para trasmitirlo. El problema es que como lo hacemos nosotros y el mensaje debe estar en nosotros y partir de nuestra propia palabra, sin querer podemos estar trasmitiendo nuestras ideas, más que el mensaje de Jesús. Lo adornamos con nuestras palabras, y a veces queda oculto detrás de nuestros adornos y de nuestras ocurrencias. Por otra parte para que salga como se necesita, debe salir del corazón. Nuestros mensajes personales con frecuencia salen de nuestra cabeza y esos mensajes naturalmente llegan a la cabeza de nuestro interlocutor. Pero si se quiere la conversión de alguien hay que conmover su corazón, y sólo un corazón conmueve a otro corazón.

Además es Dios el dueño del mensaje y el que quiere trasmitirlo y el que puede conmover el corazón de los oyentes. Sólo Dios tiene eficacia para trasformar una vida. Entonces se trata de que Dios, que está en nuestros corazones, sea el que hable a través de nuestras palabras; nuestra boca debe estar conectada a nuestro corazón, y nuestro corazón conectado a Dios. Así saldrá el mensaje de Dios a través de nuestra palabras. Estar en contacto con Dios en nuestro ser más íntimo, y que sea lo que hay en nuestro corazón lo que trasmitimos. Así estará Dios hablando con nuestras palabras y llegando al corazón de nuestros hermanos.

Por eso Jesús les dice a los setenta y dos, y nos dice a nosotros, que oremos al Dueño de la Mies que envíe operarios a su campo. O sea que vayamos pero enviados por Dios, y que ésa sea nuestra petición. No sólo que mande más operarios, sino que nos mande a nosotros: ir enviados por El, no ir a título personal. Sin oración el mensaje puede quizá ser bonito, pero no eficaz; podrán decir ¡qué bonito!, pero no trasformará por dentro al oyente del mensaje. Hay que predicar como quien está orando.

Por eso hay que saber que el mensaje enfrentará dificultades. Pero debemos ser como la oveja que se acerca a los oyentes: no como lobos agresivos, que convierten a sus oyentes por el miedo, sino con toda humildad, desarmados. Y aceptando que a pesar de ir con modestia y humildad y sencillez, como las ovejas, trasformaremos a los lobos. Que la bondad y el amor de la oveja podrán dominar la ferocidad de cualquier lobo. La bondad y la humildad son esenciales al predicador del mensaje. No llega (y menos en nombre de Dios) un trabajo apostólico violento y lleno de amenazas.

Y manda que el mensajero no lleve ninguna clase de riquezas, ni mucho equipaje. De hecho hay que dejarlo todo. ¿De qué pobreza se trata? Ciertamente de un corazón libre de todo materialismo, libre de preocupaciones económicas, sin ninguna voluntad de sacar ventaja personal del mensaje. Fiarse de sólo Dios, de la eficacia que El da a la palabra auténtica dicha en su nombre. Muchas veces nos fiamos excesivamente de nuestra agudeza, de nuestra contundencia verbal, de nuestra brillantez, de nuestra imaginación llena de colorido; nuestros preparativos con los que recubrimos el mensaje ponen de manifiesto que nosotros somos los que pensamos que vamos a dar eficacia al mensaje de Jesús. Hay que desnudar el mensaje de todas esas consideraciones. Y además desnudarnos a nosotros de todo interés personal, y de todo deseo de poseer el éxito de la empresa. Esa purificación del mensajero es algo sumamente importante, para que hablemos en nombre de Dios, y demos su mensaje.

Y el contenido del mensaje es muy simple: la paz y la curación de las enfermedades. O sea hablar del amor de Dios que es la fuente única de la paz que todos necesitamos y buscamos. Y que además es lo que nos cura de todas las enfermedades, las que nos dañan más hondamente. Esas enfermedades se curan con el toque del amor, y este toque sólo lo da Dios. Pero el Señor no quiere que haya otro mensaje, o mejor que en cualquier mensaje que trasmitamos se anuncie muy claro el amor (la paz de Dios) y la salvación (la que nos cura de las enfermedades más malignas).


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Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración.

Para otras reflexiones del P. Adolfo acceda AQUÍ.


Historia de la Devoción al Corazón de Jesús en el Perú - 17° Parte: El libro del P. Juan de Loyola




+P. Rubén Vargas Ugarte S.J.

6. LA PROPAGANDA POR ESCRITO
6.1. EL LIBRO DEL P. JUAN DE LOYOLA

Ya hemos dicho que el libro del P. Juan de Loyola “Tesoro escondido en el Sacratísimo Corazón de Jesús”, fue varias veces reimpreso en Lima, contribuyendo a la difusión de su culto en el Perú como lo había hecho en España. Pero no fue ésta la única obra que sobre el tema circuló entre nosotros y vamos a verlo, haciendo una breve reseña de las más importantes.

Una de estas obras no fue impresa en el Perú pero tuvo en cambio por autor a un piadoso canónigo de Lima, oriundo de la ciudad de Trujillo que, al sobrevenir la independencia, hubo de expatriarse y fijó su residencia en España. Aquí se dio a conocer y mereció que el Gobierno español lo presentase para la mitra de Puerto Rico. Se llamó Pedro Antonio Fernández de Córdoba y era de linaje conocido. Este tradujo al castellano la obra escrita en latín por Don Natal Verani Aubry, Cura de Tarascón, en Provenza y publicada en el año 1755, titulada “Jesús al Corazón del Cristiano y el Cristiano al Corazón de Jesús”. La hizo imprimir en Cádiz en el año 1842 y la dedicó a Santa Rosa de Lima. La versión del Canónigo Fernández de Córdoba corrió por España y también en el Perú, en donde no se había perdido la memoria del traductor.

A esta se siguieron otras dos debidas a la pluma del clérigo limeño, D. Manuel Trinidad González de la Rosa. Ambas vieron la luz en Lima y la primera lleva por título: Tesoro de los Devotos del Sagrado Corazón de Jesús. Su autor había estudiado en el Seminario de Lima, pero se había graduado de Doctor en Teología en la Universidad Gregoriana de Roma y, vuelto a su patria, ejercía el magisterio en el Colegio de Santo Toribio. La obra se difundió bastante y fue reeditada, por lo menos una vez, pues además de la primera edición de 1862, conocemos otra del año 1867. La otra se titula: Manual del Apostolado de la Oración y es un breve resumen de esta obra hecha por el P. Enrique Ramiére y que González de la Rosa tradujo del francés. El traductor quiso dar a conocer entre nosotros esta asociación que tanto contribuía y había de contribuir a difundir el culto al Sagrado Corazón. Por esta razón en la última hoja de guarda se imprimió la cédula de agregación al Apostolado, a fin de que todos los lectores se inscribiesen en esta milicia cristiana.

Muy popular se hizo también el Manual del Apostolado, cuya primera edición vio la luz en Quito, en 1870, por iniciativa de un padre de la Compañía. Pronto alcanzó la tercera edición y, a partir de la cuarta, mudó de portada y comenzó a denominarse: “El Apostolado del Sagrado Corazón de Jesús”. Fue el manual más en uso entre los socios de la Guardia de Honor y del Apostolado y venía a ser como un florilegio de lo mejor que se había escrito sobre la devoción al Corazón de Jesús y de las prácticas más en uso para rendirle culto. La novena edición de este libro la hizo en París la conocida casa de Garnier Hermanos y el volumen consta de más de 712 páginas. Es probable que se hayan seguido otras ediciones, pero sólo citamos las que hemos visto.

Cronológicamente, le sigue el “Mes del Sagrado Corazón”, arreglado por el Capellán de la Casa de Ejercicios de este nombre de la ciudad de Lima, D. Amador Sotomayor. El libro apareció en Lima en 1883 y es un tomito en octavo de unas 214 páginas. Aunque se publicó sin nombre de autor, así por la censura como por la dedicatoria, se viene a saber que fue el piadoso Capellán el que emprendió la redacción de este mes. Todos los años, este buen sacerdote lo celebraba en la Capilla de la Casa de Ejercicios y eran muchos los que acudían a honrar en Junio al Corazón Sagrado. Cerramos esta ligera reseña bibliográfica, con la cita de la obra del P. Fray Bernardino Izaguirre, que en 1901, en los comienzos del siglo 20, publicó en Lima el “Estado de la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús al finalizar el siglo XIX”.



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Cristología II - 10° Parte: La Vida Pública de Jesús - Las exigencias para entrar en el Reino de Dios



P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


4.4. EXIGENCIAS ESPIRITUALES Y MORALES PARA ENTRAR EN EL REINO DE DIOS

4.4.1. Conversión profunda y entrega confiada al Padre celestial

Los evangelios resumen las exigencias de Jesús cuando anuncia el advenimiento del "Reino de Dios" diciendo: "Convertíos y creed en el evangelio", Mc,1,15. "Conversión", supone un cambio de mente ("metanoia" = cambio de mente) sólo así es posible hacerse digno del "Reino de Dios". Ahora bien, lo primero que pide la conversión es aborrecer el pecado, y una vez apartado del pecado aceptar un programa de vida a base de la práctica de determinadas virtudes y la adhesión incondicional a la persona y al mensaje de Cristo.

Otra de las características es reconocer la paternidad divina  y esto dentro de una actitud filial. Jesús les enseña a sus discípulos a decir "Padre nuestro", contrario al Dios lejano y distante del Monte Sinaí. Ex 19, 18. La imagen que presenta Jesús, del Padre, y de nuestro Padre es la del Dios bueno y providente: "que hace llover sobre justos y pecadores, que viste los lirios del campo", Mt 5, 45, s.s. La exhortación "sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto" , Mt 5, 48, es el modelo ideal de nuestra vida. Dios Padre, El es el único bueno y por ello hay que acercarse a El con confianza: "Pedid y se os dará...", Mt 7, 7-11. Porque como Padre se preocupa de nuestras necesidades y provee en ellas. Por eso un sentido sanamente providencial en nuestras vidas es necesario. Con esto, Jesús, no quiere fundar una sociedad de flojos y haraganes sino de personas que viven, siempre en tensión hacia los valores espirituales de la vida, en función de lo: "único necesario", Lc 10, 42, es decir, conseguir la vida eterna, Jn 12, 23.

4.4.2. Espíritu de renuncia

Frente a los sueños mesiánicos de una sociedad futura del bienestar dirigida por los principios hedonistas, Jesús, resalta en su mensaje que sólo tendrán acceso al "Reino de Dios" los que tengan espíritu de sacrificio y de renuncia. Por ello declara bienaventurados a los pobres, a los misericordiosos y a los perseguidos por causa de la justicia del Reino de los cielos, etc. Mt 5, 1, s.s. Respecto a su persona, Cristo, exige como condición previa a sus discípulos que: "tome cada uno su cruz y que le siga cada día", Mt 10, 38, rompiendo incluso con los lazos familiares para entregarse más de lleno a la causa del Reino. Lc 14, 25 33, porque: "el que se ama a sí mismo se perderá, mientras que el que se odia en este mundo, se conservará para la vida eterna", Jn 12, 23 26. Para dar fruto es preciso enterrarse como "el grano de trigo". Cristo triunfó por el sufrimiento y el dolor, por eso, sus seguidores deben seguir su camino de persecuciones y sufrimientos. Mt 10, 23. Jn 15, 20.

En realidad todo el mensaje de Jesús se mueve siempre dentro de una dimensión trascendente y ultraterrena. Y esto exige muchos sacrificios. Los contemporáneos de Jesús esperaban un Reino mesiánico de índole terrenal. Jesús sale al paso de este falso mesianismo y lanza un mensaje de superación en función de la esperanza trascendente. Jesús aclara ante Pilato: "mi Reino no es de este mundo", Jn 18, 36. Por eso declara a sus seguidores que deben alegrarse cuando sean perseguidos por aclamar el ideal, "porque su recompensa será grande en el cielo", Mt 5, 1 8. En cambio, Jesús, considera desgraciados a los que han sido mimados por la suerte o la fortuna y aún suenan duras y difíciles a los oídos humanos las palabras: "¡Ay, de vosotros, ricos, porque habéis recibido vuestro consuelo!", Lc 6, 20 26. Y también declara: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si al fin pierde su alma?", Lc 9, 23. Este es el gran interrogante que  flota en todo el mensaje de Jesús: que lo efímero y temporal no tiene valor, sólo lo sobrenatural tiene valor eterno, y esto hay que descubrirlo y vivirlo aquí en la tierra para pasar a su plenitud en el cielo.

4.4.3. Espíritu de sencillez y de autenticidad

La vida de Jesús fue una lucha constante contra la hipocresía religiosa que caracterizaba a los dirigentes religiosos de la sociedad judía. Estos se preocupaban solamente de cumplir externamente y de guardar las apariencias. Jesús los define: "como sepulcros blanqueados, llenos de podredumbre por dentro, limpios por fuera". Mt 23, 27. Jesús al contrario enseña una religión: "en espíritu y en verdad", Jn 4, 24. Y es que una de las características de su mensaje es la sinceridad; por eso exige a sus seguidores una posición clara y tajante: "Vuestra palabra sea sí, sí; no, no", Mt 5, 37. Esta sinceridad requiere como actitud básica la "humildad". En la parábola del fariseo y el publicano queda claro el pensamiento frente al orgullo y autosuficiencia de los dirigentes religiosos judíos y la humildad sincera del publicano pecador. Lc 18, 10. Otra de las actitudes es la "sencillez" e inocencia de los niños: "dejad que los niños se acerquen a mí, porque de ellos es el Reino de los cielos". Mc 10, 13. "En verdad os digo: si no os convertís y os hacéis como niños no podréis entrar en el reino de los cielos", Mt 18, 3. De hecho, Jesús, no tomó como colaboradores suyos a sabios e inteligentes de este mundo, sino a simples pescadores y gente sencilla. En su Reino, los primeros deben de ser los últimos, porque El ha venido: "a servir y no a ser servido", Mt 20, 27. Jesús consecuente con este espíritu de servicio, en la última cena lavó los pies a sus discípulos, dando así un sublime ejemplo de humildad y servicialidad, pues cumplió cabalmente la función más humillante de los siervos. Jn.13, 8.

4.4.4. El  amor al prójimo

El mensaje de Jesús se basa en la vinculación esencial al Dios Padre, que queda como modelo de perfección para los seguidores de Jesús. Pero, ¿cómo se demuestra el amor al Padre?. Cuando un escriba le preguntó por el principal mandamiento de la Ley, Jesús, le respondió: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón ... este es el más importante el segundo es semejante a éste: amarás al prójimo como a ti mismo...", Mt 22, 37-40, con lo cual le señala la importancia del amor al prójimo igual en importancia al primer mandamiento de la Ley. Jesús, en la última cena añadió: "un mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros como yo os he amado". Jn 13, 34. En el sermón del monte dijo que hay que amar incluso al enemigo, Lc 6, 27. Además, nos dió como fórmula de oro: "todo lo que quieres que te hagan a ti, hazlo tú a los demás", Lc 6, 31. Y con: "la misma medida que midamos a los demás, con esa misma medida seremos medidos", Mt 7, 2. De la misma manera, no tendremos perdón de Dios si no nos perdonamos entre nosotros mismos. Mt 6, 12. Y es tan fundamental el precepto del amor, puesto en las buenas obras, que en el día del Juicio Final se nos va a juzgar de acuerdo a la práctica u omisión de las mismas. Mt  25, 34 40. Jesús pues, no ha creado un código abstracto de amor, sino que vivió su espíritu de servicio hasta el extremo.

Pero la verdadera novedad en la enseñanza de Jesús sobre el amor al prójimo es que lo hace derivar del amor a Dios, es decir, es un amor vertical, trascendente, no horizontal ni filantrópico: es el modelo del amor al prójimo a través de Dios, que es el modelo de amor: "Sed misericordiosos como es misericordioso vuestro Padre celestial", Lc 6, 36. Y para Jesús, el prójimo es todo hombre creado a imagen y semejanza de Dios, Gen l, 26. De ahí, su mensaje universalista de salvación: todos son hijos de Dios, y en consecuencia, todos son hermanos. Pero además, Jesús, da una razón nueva de vinculación fraternal entre los hombres, pues El se considera como centro de la humanidad, (en su condición de Redentor), y por ello se siente solidario con todos los hombres, especialmente con los más desheredados y los que sufren. Por eso exclamará en el día del Juicio: "lo que habéis hecho con uno de estos mis pequeños, conmigo lo hicisteis...", Mt  25, 40.



Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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Historia de la Salvación: 15° Parte - El Post Exilio: Dominio Griego

ALEJANDRO MAGNO


P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


8.2. DOMINIO GRIEGO

8.2.1. Alejandro Magno y el Helenismo (326 – 312)

Aunque parezca paradójico, resulta casi imposible reconstruir la historia del judaísmo palestino desde la reforma protagonizada por Esdras, (398), hasta la época de los Macabeos (168).  Y la razón es que en ningún escrito bíblico se consignan las vicisitudes de esos siglos largos de la historia judía.

En efecto, sabemos que el Imperio Persa fue decayendo y entre los años 340-326, en el que aparece Alejandro Magno, rey de Macedonia (Grecia) tras el asesinato de su padre Filipo II, parte a la conquista de Oriente. El ejército persa es derrotado en la batalla de Iso (333 a.d.C.) Siria y Palestina son ocupadas inmediatamente, en pocos años (334-325 a.d.C.) Alejandro Magno es rey de un Imperio que se extiende desde Grecia hasta el Indo y desde el mar Negro hasta Egipto. Él lo dirige con prudencia, sabiendo hacer convivir los valores griegos con las culturas de las diversas naciones que componen su reino. Judea pudo seguir viviendo según la LEY, la TORÁH que probablemente, es confirmada como ley del Estado.

A la muerte de Alejandro, en el 323 a.d.C. sus dos hijos son todavía menores de edad por lo que la regencia del Imperio Griego es asumida por sus generales: los Diadocos = sucesores. El Imperio es dividido en cuatro partes:

  • Primera parte, la componen: Macedonia, Grecia y Tracia. 
  • Segunda parte: Egipto, confiada a los Tolomeos, (dinastía de los Lágidas). 
  • Tercera parte: Asia Menor. 
  • Cuarta parte: Babilonia, confiada a Seleuco I (dinastía Seléucidas).


Los dos generales de Alejandro Magno que reinaban en Egipto y Babilonia se disputan Siria y Palestina. Los hijos menores de Alejandro Magno desaparecen de la escena política, seguramente asesinados y el reino griego queda en manos de los generales. La historia bíblica tiene mucho que ver con dos de estos reinos (el reino de Egipto, los Tolomeos  Lágidas y el reino de Babilonia regido por Seléuco I, los Seléucidas)


8.2.2. Dinastía de los Tolomeos Lágidas de Egipto (312-285)

Desde los años 312 hasta los 200 a.d.C. los judíos estuvieron bajo el gobierno benévolo de los Tolomeos. Muchos acontecimientos de esta época están indicados en el sumario de Daniel, Cptlo, 11. En el año 312 a.d.C. Jerusalén es ocupada y Palestina queda bajo la dinastía de los Tolomeos Lágidas de Egipto. Las relaciones entre los hebreos de Alejandría y los Tolomeos son buenas; el gran número de judíos dispersos en la diáspora hizo sentir la necesidad de traducir la Biblia Hebrea a la lengua Griega, especialmente para la numerosa comunidad de Alejandría (Egipto), bajo Tolomeo II Filadelfo (285-246 a.d.C.), versión llamada de los LXX (de los Setenta). La región de Palestina goza de una notable prosperidad.  


8.2.3. Los Seléucidas del reino de Babilonia (238-187)

Bajo Antíoco III el Grande (238-187, a.d.C.), el reino seléucida se extiende hasta Asia Menor y las ciudades jónicas. En el 198 a.d.C. Tolomeo V es derrotado en la batalla de Manea, y Siria y Palestina son anexionadas al Imperio Seléucida. El avance de tropas provoca un violento conflicto entre Roma y Antíoco III, que concluye en el año 190 a.d.C. en Magnesia con una desastrosa derrota del ejercito seléucida. Antíoco III se ve obligado a aceptar la paz en condiciones muy duras, que condicionarán para siempre su Imperio: debe de abandonar Asia Menor y las ciudades libres griegas; pagar una elevada indemnización que vaciará continuamente las arcas del Estado; debe de entregar rehenes a Roma, incluidos su propio hijo Antíoco IV y Demetrio; y prestar los elefantes de guerra y toda su flota marina. Palestina, englobada en el reino, será víctima del amargo destino de Antíoco III.


8.2.4. Antíoco IV Epifanes (175-163)

Sucesor de su padre Antíoco III, Antíoco IV fue antiguo rehén de Roma, alcanza el trono en el año 175 a.d.C.  Aprovechando la debilidad de los Lágidas de Egipto, en el año 169 a.d.C. declara la guerra a Egipto y con dos campañas victoriosas se hace reconocer rey de Menfis. Pero la intervención de una delegación romana le obliga a retirarse humillado. Al no poder expandirse por Occidente, se dirige a conquistar Armenia y Persia, donde encuentra la muerte en el año 163 a.d.C.

La persecución antijudía que caracteriza su reinado tiene un triple trasfondo:
  • Primero, de naturaleza política, concierne al vínculo existente entre las autoridades religiosas de Jerusalén y las comunidades de la diáspora de Alejandría, cosa sospechosa a sus ojos, sobre todo en el contexto de las tensiones entre Seléucidas y Lágidas.
  • Segundo, de naturaleza económica, afecta a su fuerte deuda con Roma para la que podía ser muy útil el dinero de las limosnas del Templo. Este último constituía en efecto el principal centro económico del país, no sólo por los ingresos de las ofrendas religiosas, sino también por el ejercicio de las funciones bancarias en beneficio de los nobles.
  • Tercero, se refiere al proceso de helenización del país, que bajo Antíoco IV habría sido llevado adelante de modo sistemático, recurriendo incluso a la violencia. Tal proceso es sostenido por el partido judío simpatizante de la helenización de la ciudad de Jerusalén, que con una serie de sucios juegos de poder origina la degeneración total del más alto cargo religioso: el Sumo Sacerdote. Este último se convierte en efecto en un “poder” del que adueñarse a costa de promesas de dinero cada vez más ingentes, hechas al rey. El Sumo sacerdote Onías III es exilado y sustituido por Jasón, que tres años más tarde, sufre la misma suerte por obra de Menelao.
Antíoco IV llega a Jerusalén en el año 168 a.d.C. sumamente irritado por la humillación que la infligido Roma. Asedia la ciudad de Jerusalén, extermina a todos los que considera hostiles, ocupa y saquea el Templo dejando un presidio en el lugar sagrado. Al año siguiente decreta la helenización forzada de toda Judea enviando a un ejército capitaneado por Apolonio. Éste, fingiéndose amigo, es acogido en la ciudad de Jerusalén con sus tropas. Saquea la ciudad, vende como esclavos a un gran número de ciudadanos israelitas, desmantela las murallas y construye en ella una fortaleza, el Akra, para controlar desde ahí, el Templo y la ciudad de Jerusalén. Mientras tanto los funcionarios del rey son encargados de dirigir la obra de helenización de toda Judea.

El Templo es transformado en un santuario dedicado al dios Júpiter Olímpico y el 25 de diciembre del año 167 a.d.C. se ofrecen sacrificios al dios Sol Invicto. Toda forma de culto hebraico, privada o pública es prohibida y castigada severamente. Muchos israelitas ceden ante estas medidas tan duras, otros se refugian en la montaña en zonas semidesérticas en torno al valle del Jordán, el Mar Muerto y la Sefelá, son la familia de los macabeos.




8.2.5. La rebelión de los Macabeos (163 – 67, a.d.C.) El Reino de los Macabeos

Macabeo, significa = “martillo”. Es el sobrenombre del tercer hijo del sacerdote Matatías de Modín, 1 Mac 2, 4, héroe de la guerra de independencia judía contra Siria. Judas Macabeo habría sido el martillo, contra los seléucidas, alusión a su fuerza física y a sus hazañas bélicas; de Judas Macabeo pasó el sobrenombre a sus cuatro hermanos, Juan, Simón, Eleazar y Yonatán.

Entre los años 167 a 166 a.d.C. llegan a Modín los emisarios de Antíoco IV, Epifanes, para obligar a apostatar de la religión judía a todos los judíos de la ciudad de Jerusalén. En ella reside la familia sacerdotal, capitaneados por Matatías, el cual mata al funcionario del rey y huye con sus hijos a la montaña, reuniendo en torno a sí a los rebeldes. Aprovechando la ausencia de Antíoco IV, ocupado en las campañas de Oriente, Judas Macabeo, que ha asumido el rol de guía después de la muerte de su padre Matatías, logra recuperar gran parte de Judea. Su acción culmina con la conquista de la ciudad de Jerusalén, excluyendo el Akra, donde se atrincheran las tropas supervivientes de Antíoco IV, el día 25 de Kislev (noviembre - diciembre) del año 164 a.d.C. vuelve a dedicarse solemnemente el Templo al culto (fiesta de Hannukah).

Antíoco IV muere durante la campaña de Oriente, pero el Akra sigue guardada por su tropas. En su ayuda llegan del sur los ejércitos capitaneados por el general Lisias y por Antíoco V, que derrotan a Judas Macabeo, obligándole a levantar el asedio. No obstante se evita la catástrofe, pues Lisias y Antíoco V se ven obligados a regresar urgentemente a Antioquía para asegurar el trono.

A la muerte de Antíoco IV, Epifanes,  le sucede, su hijo el joven regente Antíoco V, éste como era muy joven e inexperto en la guerra militar nombró a Lisias general experto que respondió al asedio que Judas Macabeo puso a la ciudadela de Jerusalén (el Akra) en el año 163. Derrotó a Judas Macabeo, y murió Eleazar, 1 Mac 6, 43-46. Sin embargo el general Lisias tuvo que regresar a Antioquía para defender sus territorios y firmó un tratado concediéndoles libertad para que los judíos “pudieran vivir según sus propias   leyes”, 1 Mac 6, 59. Con este tratado se podía decir que se había conseguido el objetivo de la rebelión de los Macabeos, pues se había dado fin a la opresión iniciada por su padre Antíoco IV. Pero los macabeos se sintieron tentados por la idea de afirmar aún más su poder político y su independencia nacional y sobre todo religiosa.

Lisias de Antioquía mandó a su general Nicanor para someter una vez más a los rebeldes macabeos y Judas Macabeo derrotó al general Nicanor en Cafarsamala y más tarde lo destrozó por completo en la batalla de Bet-Jorón y Adasa el día 13 del mes de Adar, (28 de marzo de 160, a.d.C.). Judas Macabeo no supo sacar todo el partido posible a su victoria y el rey Demetrio I envió a su general Báquides con un fuerte ejército, que consiguió derrotar a los judíos en la zona de Berea y Elasa, al norte de Jerusalén, 1 Mac 9, 4-5. Judas Macabeo murió y fue cuando empezaron las represalias contra el partido macabeo.

 A Judas Macabeo le siguió su hermano Jonatán (160-143), tomó el relevo del mando militar guerrillero de los judíos y pudo oponer resistencia a Báquides en Betbasi, era el año 159, a.d.C.
A Jonatán el Macabeo le sucedió su hermano Simón el Macabeo (143 – 134, a.d.C.) ocupó el puesto militar y se preparó para el ataque mediante la ocupación de la ciudad de Joppe. Simón el Macabeo se puso de parte de Demetrio II, a cambio de que fuera reconocida la independencia de los judíos. Así en el año 142, a.d.C. “el yugo de los paganos fue arrancado de Israel”, 1 Mac 13, 41, al ser reconocido Simón Macabeo como Sumo Sacerdote, Gobernador y Comandante militar del pueblo judío. Las aspiraciones de los Macabeos al mando militar, político y al Sumo Sacerdocio fueron legitimados por los mismos judíos, 1 Mac 14, 41: “hasta que apareciera un verdadero profeta” . Siguieron varios años de paz.

Simón el Macabeo fue traidoramente asesinado por su yerno de nombre Tolomeo, cerca de Jericó, y le sucedió en sus cargos su hijo Juan Hircano. En este punto termina el Libro 1º de Libro de los Macabeos.


8.2.6. Los Asmoneos (163 - 67)

Para el reinado de Juan Hircano y sus descendientes dependemos del escritor judío Flavio Josefo y sin sus escritos estaríamos casi por completo a oscuras respecto a este período en que los príncipes asmoneos reconstituyen un reino judaico independiente. Los escritores cristianos tienden a aplicar el término de “asmoneos” a la descendencia  de Juan Hircano, mientras que os escritores judíos, siguiendo al escritor Flavio Josefo y el Talmud, engloban en este título también a los predecesores de Juan Hircano, los hermanos Macabeos. No se está muy seguro de la etimología de esa palabra “asmoneos”, pero tradicionalmente se la relaciona con “Asamonaios”, (en hebreo “Hasmon”), identificado por Flavio Josefo como el bisabuelo de Matatías, padre, a su vez de Judas Macabeo.

La dinastía asmonea propiamente dicha comienza en el año 134 a.d.C. cuando Juan Hircano (134 –104 a.d.C.), que sucede a su padre Simón Macabeo, y asciende a Sumo Sacerdote del Templo, se nombra príncipe de los judíos. Durante su gobierno ha de hacer frente a la recuperación de la dinastía seléucida que, con Antíoco VII, llega a asediar la ciudad de Jerusalén.

La muerte de Antíoco VII, en el año 129 a.d.C. reabre una serie de conflictos internos entre los Seléucidas, que le permiten a Juan Hircano no sólo librarse del yugo extranjero, sino también extender sus propias fronteras. Herederos de esta política son sus dos hijos Aristóbulo I (104-103 a.d.C.) y Alejandro Yanneo (103-76 a.d.C.). Ambos son partidarios del helenismo, son muy criticados por los fariseos que llegan incluso a pedir la intervención de las tropas sirias de Demetrio III. En respuesta, Alejandro Yanneo inicia un proceso de dura represión antifarisáica durante el cual centenares de fariseos son crucificados.

En el año 76 a.d.C. el poder pasa a manos de su mujer Alejandra, la cual intenta reconciliarse con los fariseos. De los dos hijos, el primero Hircano II, llega a Sumo sacerdote y el segundo Aristóbulo II, asume la dirección del ejército.

A la muerte de su madre Alejandra, 67 – 63, a.d.C. apoyado en su potencia militar, Aristóbulo II obliga a su hermano a abdicar ciñéndose él mismo la corona real (67-63 a.d.C.). Serán estas tensiones dinásticas, agravadas por tensiones de naturaleza religiosa (Aristóbulo es apoyado por los saduceos e Hircano II por los fariseos), las que hagan precipitar las cosas: ambos apelan a Roma, que en el año 64-63 a.d.C. han anexionado Siria a su imperio, favoreciendo así la intervención del general romano Pompeyo y la ocupación de las legiones romanas de Palestina y así resolver el problema de sucesión de los dos últimos reyes macabeos.

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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.

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San Pedro




El Príncipe de Los Apóstoles, Primer Papa

 Fiesta de San Pedro y San Pablo, 29 de Junio
 Cátedra de Pedro, 22 de febrero


San Pedro Apóstol -- Pedro es mencionado frecuentemente en el Nuevo Testamento -- en los Evangelios, en los Hechos de los Apóstoles, y en las Epístolas de San Pablo. Su nombre aparece 182 veces.

Lo único que sabemos de su vida antes de su conversión es que nació en Betsaida, junto al lago de Tiberíades y se trasladó a Cafarnaum, donde junto con Juan y Santiago, los hijos del Zebedeo, se dedicaba a la pesca. Existe evidencia para suponer que Andrés (el hermano de Pedro) y posiblemente Pedro fueron seguidores de Juan el Bautista, y por lo tanto se habrían preparado para recibir al Mesías en sus corazones.

Imaginamos a Pedro como un hombre astuto y sencillo, de gran poder para el bien, pero a veces afligido un carácter abrupto y tempestivo que habría de ser transformado por Cristo a través del sufrimiento.

Nuestro primer encuentro con Pedro es a principios del ministerio de Jesús. Mientras Jesús caminaba por la orilla del lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón Pedro y Andrés, echar la red al agua. Y los llamó diciendo: << Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.>> (Mateo 4,19). Inmediatamente abandonaron sus redes y lo siguieron. Un poco después, aprendemos que visitaron la casa en la que estaba la suegra de Pedro, sufriendo de una fiebre la cual fue curada por Jesús. Esta fue la primera curación atestiguada por Pedro, quien presenciará muchos milagros más durante los tres años de ministerio de Jesús, siempre escuchando, observando, preguntando, aprendiendo.

Profesión de fe y primado de Pedro:
Cristo resucitado es el fundamento de la Iglesia: "porque nadie puede poner otro fundamento que el que está ya puesto, que es Jesucristo" -1 Cor 3,10. Sin embargo, el mismo Jesús quiso que su Iglesia tuviese un fundamento visible que serán Pedro y sus sucesores. Jesús presenta la vocación singular de Pedro en la imagen de roca firme. Pedro= Petros= Quefá= Piedra= Roca. Es el primero que Jesús llama y lo nombra roca sobre la cual construirá su Iglesia. Pedro es el primer Papa ya que recibió la suprema potestad pontificia del mismo Jesucristo. El ministerio Petrino asegura los cimientos que garantizan la indefectibilidad de la Iglesia en el tiempo y en las tormentas. La barca del pescador de Galilea es ahora la Iglesia de Cristo. Los peces son ahora los hombres.

Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo , hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?" Ellos dijeron: "Unos, que Juan el Bautista, otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas." Díceles el: "Y vosotros ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro contestó: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" Replicando Jesús dijo: "Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del Reino de los Cielos y lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos. -Mateo 16: 13-20.

Dar las llaves significa entregar la autoridad sobre la Iglesia con el poder de gobernar, de permitir y prohibir. Pero no se trata de un gobierno como los del mundo sino en función de servicio por amor: "el mayor entre vosotros sea el último de todos y el servidor de todos" (Mt 23,11).

Recordemos algunos de los episodios Bíblicos en los que aparece Pedro.

Después del milagro de la multiplicación de los panes, Jesús se retiró a la soledad de un cerro a orar, mientras sus discípulos cruzaban en una barca el lago de Galilea. De improviso vieron a Jesús caminando sobre el agua y según San Mateo Jesús les dijo: <<¡Soy yo, no temáis!>>. Pedro respondió: <> Entonces Pedro empezó a caminar confiadamente pero al notar la fuerza del viento titubeó y comenzó a hundirse. Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: <<¡Que poca fe! ¿Por qué dudaste?>> (Mateo 14, 22-31)

Pedro siempre figura entre los tres mas allegados a Jesús. Fue elegido con Santiago y Juan, para subir al monte Tabor donde ocurrió la Transfiguración. Aquí contempló la Gloria del Señor y escuchó la proclamación de Dios: <> (Mateo 17, 1-5)

Después bajaron a Jerusalén donde Jesús comenzó a preparar a sus discípulos para el fin de su ministerio en la tierra. Pedro llevó a Jesús aparte y comenzó a reprenderlo porque no quería aceptar un fin tan terrible como la cruz.

Al estar todos reunidos en la Última Cena, Pedro declaró su lealtad y devoción con estas palabras: <> E insistió: <>. Con inmensa tristeza Jesús le contestó: <> Al desenvolverse esta trágica noche se realizó esta profecía. Cuando los soldados llevaron a Jesús a los judíos, Pedro se quedó en el patio y tres veces lo acusaron de ser discípulo de Jesús. El lo negó las tres veces. En aquel mismo momento, cantó el gallo por segunda vez y Pedro empezó a llorar.

Pedro es un pecador arrepentido. Cristo lo perdona y confirma su elección. Pregunta a Pedro: "¿Me amas más que éstos?" (Jn 21,15). Pedro afirma tres veces su amor. Jesús entonces le dice "Apacienta mis ovejas". Signo de su misión como pastor universal de la Iglesia. Su ministerio se sostendrá gracias al poder de Cristo, quien ora por el. "He rogado por ti para que tu fe no desfallezca. Cuando te conviertas, confirma a tus hermanos" (Lc 22,32). Es Cristo el Buen Pastor quien confiere su poder de perdonar, consagrar, enseñar y dar testimonio.

Pedro ejerció su primacía entre los Apóstoles con entereza y valor. El fue << La Piedra>> en la que la Iglesia fue fundada. Su capacidad de conversión quizás sea lo que hace su historia ejemplar para nosotros pecadores. Pedro cayó muy bajo en la noche que negó al Señor. Después se arrepintió y ascendió hasta llegar a obispo de Roma, mártir, y <>.

Lo vemos a la cabeza de los Apóstoles. Fue Pedro quien tomó la iniciativa de elegir uno que tomara el lugar de Judas y quien realizó el primer milagro. Un mendigo le pidió limosna. Pedro le dijo que no tenía dinero, pero en el nombre de Jesús Nazareno le mandó levantarse y andar. El mendigo, curado de su mal hizo lo que le mandó Pedro.

La esparción del cristianismo atrajo persecuciones en las que fue martirizado San Esteban y muchos de los convertidos se esparcieron o escondieron. Los Apóstoles permanecieron firmes en Jerusalén donde los líderes judíos eran sus peores perseguidores. Pedro decidió predicar en las aldeas circundantes y cada vez mas lejos. En Samaria donde predicó y realizó milagros, Simón, un mago, le ofreció dinero para que le enseñara el secreto de sus poderes. Pedro lo reprendió fuertemente y le dijo: << Quédate con tu dinero, que te pudras con él, porque has pensado que los dones de Dios se pueden comprar.>>

Por su sinceridad, Pedro inevitablemente tuvo muchos conflictos con las autoridades judías, hasta dos veces los jefes de los sacerdotes lo mandaron arrestar. Nos dice la Escritura que fue milagrosamente desencadenado y librado de la prisión e impresionó a los demás Apóstoles al llegar repentinamente donde ellos moraban. Pedro después predicó en los puertos marítimos de Joppa y Lydda, donde conoció hombres de diferentes razas y en Cesarea donde se convirtió el primer gentil, Cornelio.

Fue obispo de Antioquía y después pasó a ser obispo de Roma donde fue martirizado durante el reinado de Nerón alrededor del año 67, el mismo año que San Pablo. Así lo estiman tres Padres de la Iglesia: San Ireneo, San Clemente de Alejandría y Tertuliano. Fue sepultado en lo que hoy es el Vaticano donde aun se encuentran su restos bajo el altar mayor de la basílica de San Pedro. Esto ha sido comprobado en los encuentros arqueológicos y anunciado por Pío XII al concluir el año santo de 1950.

Martirio de San Pedro

San Pedro murió crucificado. El no se consideraba digno de morir en la forma de su Señor y por eso lo crucificaron con la cabeza hacia abajo. El lugar exacto de su crucifixión fue guardado por la tradición. Muy cerca del circo de Nerón, los cristianos enterraron a San Pedro.

Las palabras de Jesús se cumplen textualmente.

"Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella".
Mateo 16:18

Hay testimonios arqueológicos de la necrópolis con la tumba de San Pedro, directamente bajo el altar mayor. Esta ha sido venerada desde el siglo II. Un edículo de 160 d.C. en el cual puede leerse en griego "Pedro está aquí".

Ver Vaticano y la Basílica de San Pedro construida sobre la tumba del santo

Se han encontrado muchos escritos en las catacumbas que unen los nombres de San Pedro y San Pablo, mostrando que la devoción popular a estos grandes Apóstoles comenzó en los primeros siglos. Pinturas muy antiguas nos describen a San Pedro como un hombre de poca estatura, energético, pelo crespo y barba. En el arte sus emblemas tradicionales son un barco, llaves y un gallo.

Hoy el Papa continúa el ministerio petrino como pastor universal de la Iglesia de Cristo. Al conocer los orígenes, debemos renovar nuestra fidelidad al Papa como sucesor de Pedro.

Los únicos escritos que poseemos de San Pedro son sus dos Epístolas en el Nuevo Testamento. Pensamos que ambas fueron dirigidas a los convertidos de Asia Menor. La Primera Epístola esta llena de admoniciones hacia la caridad, disponibilidad y humildad, y en general de los deberes en la vida de los cristianos. Al concluir, Pedro manda saludos de parte <>. Esto prueba que la Epístola fue escrita desde Roma, que en esos tiempos los judíos la llamaban "Babilonia". La Segunda Epístola trata de las falsas doctrinas, habla de la segunda venida del Señor y concluye con una bella doxología, <>


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Tomado de :
http://www.corazones.org/santos/pedro_apostol.htm

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Itinerario de la Misericordia - 9° Mes




Décima recomendación

Dar posada al peregrino

¿A qué nos llama esta obra de misericordia? Actualmente, el "peregrino" no es sólo el que peregrina a los Santuarios, también identificamos a las personas y familias que huyen de la violencia y guerras en sus países, los migrantes también son los "peregrinos" que deben ser acogidos, en especial si son por estas causas.

Como recomendación, podemos contribuir buscando una institución que albergue a los peregrinos y migrantes que no tienen donde dormir, ayudando a instalarse, también brindándoles cosas materiales que les ayudarán o bien siendo voluntario sirviendo en estas instituciones.

Lo más importante es nuestra disponibilidad en dar y servir, de allí Dios obrará. Recordemos que son nuestros hermanos y en ellos está Cristo.




Vestir al desnudo

El Papa Francisco ha dicho que una de las formas de hacer obras de misericordia es con cosas sencillas.

La ropa que ya no se usa, o que está acumulada se puede donar a personas o instituciones que las necesiten y las reciban. No necesariamente se tiene que dar a una persona que esté desnuda, no siempre se tiene esa oportunidad.Decir que hay que vestir al desnudo parece no tan fácil, pero en las cosas sencillas hechas con amor ahí está la obra. El que requiere ropa, no necesita ropa en sí misma, sino cubrir su frío y eventualmente mostrarse de una manera adecuada para sus labores.

Cada prenda de vestir que se da, es un acto de amor. Muchos pueden vivir con lo mismo y nunca cambiar. Los Evangelios dicen que debemos compartir, si tenemos dos túnicas, darle una al que no tiene. Cada uno con una. No es el hecho de dar miles de prendas, sigamos el ejemplo de la viuda que dio en el templo una moneda sin valor, pero compartió todo lo que tenía con Dios. Lo importante no es lo que se da, sino como se da. (1)

El amor se ha de poner más en las obras que en las palabras.

Al practicar estas obras hay que recordar que debemos poner todos los medios como si todo dependiese de uno, pero confiando totalmente en Dios, porque todo depende de él.

Mientras no se nos presente la oportunidad de practicar estas obras, oremos ofreciéndole nuestra disponibilidad y para que Él ayude a estas personas según sus necesidades, recordemos que la oración es muy importante, Santa Teresita de Lixieux nunca fue misionera, pero se dedicaba a orar por ello, y es patrona de las misiones.



(1) Referencia: http://forosdelavirgen.org/99133/misericordia-corporal/