Jubileo de las 40 Horas - Raíces bíblicas y de la Tradición



Sobre el Jubileo de las 40 Horas

Raíces bíblicas y de la Tradición

Para celebrar la Pascua del Señor, era ya una de las costumbres de los cristianos de los primeros siglos, juntarse para ayunar, hacer penitencia, orar y cantar salmos durante cuarenta horas, en memoria del tiempo que el Salvador del mundo permaneció en el sepulcro. De esta manera, durante este tiempo sagrado, estos cristianos, asociándose con profundidad a la muerte redentora del Señor, hacían más perfecta su participación en la celebración de su resurrección en la liturgia pascual. Este tiempo lo computaban, desde el viernes, a la hora de nona (3 de la tarde), en que murió Cristo (Lc 23,44), hasta el amanecer del domingo, hacia las 7 horas, en el que resucitó (Mt 28,1). Tres días, pues, permaneció muerto el Señor en el sepulcro.

Esta manera de interpretar el tiempo de permanencia de Jesús en el sepulcro, tiene una significación propia en la Sagrada Escritura. El número cuarenta puede significar sin más un largo período de tiempo, como cuando se dice que Saúl reinó cuarenta años (Hch 13,21), David cuarenta (1 Cro 29,27) y Salomón cuarenta (2 Cro 9,30). Pero en otras ocasiones "cuarenta" señala un tiempo largo de purificación o de abatimiento, previo a una gracia muy alta o una especial exaltación. Son cuarenta, por ejemplo, los días que dura la purificación enorme del Diluvio (Gen 7,12; 7,17). Cuarenta años dura para Israel la prueba del desierto, antes de entrar en la Tierra Prometida (Dt 8,2; Núm 14, 33-34; Hch 13,18). Cuarenta días y noches para Moisés solo en el Sinaí, en oración y ayuno, antes de recibir la Ley divina (Ex 24, 18; 34, 28). Cuarenta días y noches, con la fuerza del alimento misterioso que le da un ángel, Elías camina hasta el monte Horeb (1 Re 19,8). Jesús permenece cuarenta días y noches a solas en el desierto antes de iniciar su misión pública en medio de Israel (Mc 1,13). Cuarenta horas permanece muerto. Y una vez resucitado, se aparece a sus discípulos durante cuarenta días (Hch 1,3)


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Tomado de "Jubileo de las 40 Horas, Año 2010" Arzobispado de Lima.

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Para enterarnos más sobre el Jubileo, visitemos nuestras publicaciones:

Tiempos difíciles.
Extensión de la devoción.

La devoción en nuestra patria.


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Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos




AUDIENCIA GENERAL
DE S.S. BENEDICTO XVI


Miércoles 20 de enero de 2010



Queridos hermanos y hermanas:


Estamos a mitad de la Semana de oración por la unidad de los cristianos, una iniciativa ecuménica, que se ha ido estructurando desde hace más de un siglo, y que cada año llama la atención sobre un tema, el de la unidad visible entre los cristianos, que implica la conciencia y estimula el compromiso de quienes creen en Cristo. Y lo hace, ante todo, con la invitación a la oración, como imitación de Jesús mismo, que pide al Padre para sus discípulos: "Que sean uno, para que el mundo crea" (Jn 17, 21). La exhortación perseverante a la oración por la comunión plena entre los seguidores del Señor manifiesta la orientación más auténtica y profunda de toda la búsqueda ecuménica, porque la unidad es ante todo don de Dios. En efecto, como afirma el concilio Vaticano II: "El santo propósito de reconciliar a todos los cristianos en la unidad de la una y única Iglesia de Cristo excede las fuerzas humanas" (Unitatis redintegratio, 24). Por lo tanto, además de nuestro esfuerzo por desarrollar relaciones fraternas y promover el diálogo para aclarar y resolver las divergencias que separan a las Iglesias y las comunidades eclesiales, es necesaria la confiada y concorde invocación al Señor.


El tema de este año está tomado del Evangelio de san Lucas, de las últimas palabras de Cristo Resucitado a sus discípulos: "Vosotros sois testigos de todo esto" (Lc 24, 48). La propuesta del tema la pidió el Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, de acuerdo con la Comisión Fe y Constitución del Consejo mundial de Iglesias, a un grupo ecuménico de Escocia. Hace un siglo la Conferencia mundial para la consideración de los problemas relativos al mundo no cristiano tuvo lugar precisamente en Edimburgo, Escocia, del 13 al 24 de junio de 1910. Entre los problemas que se discutieron entonces estaba el de la dificultad objetiva de proponer con credibilidad el anuncio evangélico al mundo no cristiano por parte de los cristianos divididos entre sí. Si a un mundo que no conoce a Cristo, que se ha alejado de él o que se muestra indiferente al Evangelio, los cristianos se presentan desunidos, más aún, con frecuencia contrapuestos, ¿será creíble el anuncio de Cristo como único Salvador del mundo y nuestra paz? La relación entre unidad y misión ha representado desde ese momento una dimensión esencial de toda la acción ecuménica y su punto de partida. Y por esta aportación específica esa Conferencia de Edimburgo es uno de los puntales del ecumenismo moderno. La Iglesia católica, en el concilio Vaticano II, retomó y confirmó con vigor esta perspectiva, afirmando que la división entre los discípulos de Jesús no sólo "contradice clara y abiertamente la voluntad de Cristo, sino que además es un escándalo para el mundo y perjudica a la causa santísima de predicar el Evangelio a toda criatura" (Unitatis redintegratio, 1).


En ese contexto teológico y espiritual se sitúa el tema propuesto para esta Semana dedicada a la meditación y la oración: la exigencia de un testimonio común de Cristo. El breve texto propuesto como tema, "Vosotros sois testigos de todo esto", hay que leerlo en el contexto de todo el capítulo 24 del Evangelio según san Lucas. Recordemos brevemente el contenido de este capítulo. Primero las mujeres van al sepulcro, ven los signos de la resurrección de Jesús y anuncian lo que han visto a los Apóstoles y a los demás discípulos (v. 8); después el mismo Jesús resucitado se aparece a los discípulos de Emaús en el camino, luego a Simón Pedro y, sucesivamente, "a los Once y a los que estaban con ellos" (v. 33). Les abre la mente para que comprendan las Escrituras acerca de su muerte redentora y su resurrección, afirmando que "se predicará en su nombre a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados" (v. 47). A los discípulos que se encuentran "reunidos" y que han sido testigos de su misión, el Señor resucitado les promete el don del Espíritu Santo (cf. v. 49), a fin de que juntos lo testimonien a todas las naciones. De ese imperativo -"de todo esto", de esto vosotros sois testigos (cf. Lc 24, 48)-, que es el tema de esta Semana de oración por la unidad de los cristianos, brotan para nosotros dos preguntas. La primera: ¿qué es "todo esto"? La segunda: ¿cómo podemos nosotros ser testigos de "todo esto"?


Si nos fijamos en el contexto del capítulo, "todo esto" significa ante todo la cruz y la resurrección: los discípulos han visto la crucifixión del Señor, ven al Resucitado y así comienzan a entender todas las Escrituras que hablan del misterio de la pasión y del don de la resurrección. "Todo esto", por lo tanto, es el misterio de Cristo, del Hijo de Dios hecho hombre, que murió por nosotros y resucitó, que vive para siempre y, de ese modo, es garantía de nuestra vida eterna.
Pero conociendo a Cristo —este es el punto esencial— conocemos el rostro de Dios. Cristo es sobre todo la revelación de Dios. En todos los tiempos, los hombres perciben la existencia de Dios, un Dios único, pero que está lejos y no se manifiesta. En Cristo este Dios se muestra, el Dios lejano se convierte en cercano. Por lo tanto, "todo esto" es, principalmente el misterio de Cristo, Dios que se ha hecho cercano a nosotros. Esto implica otra dimensión: Cristo nunca está solo; él vino entre nosotros, murió solo, pero resucitó para atraer a todos hacia sí. Cristo, como dice la Escritura, se crea un cuerpo, reúne a toda la humanidad en su realidad de la vida inmortal. Y así, en Cristo, que reúne a la humanidad, conocemos el futuro de la humanidad: la vida eterna. De manera que todo esto es muy sencillo, en definitiva: conocemos a Dios conociendo a Cristo, su cuerpo, el misterio de la Iglesia y la promesa de la vida eterna.


Pasemos ahora a la segunda pregunta. ¿Cómo podemos nosotros ser testigos de "todo esto"? Sólo podemos ser testigos conociendo a Cristo y, conociendo a Cristo, conociendo también a Dios. Pero conocer a Cristo implica ciertamente una dimensión intelectual —aprender cuanto conocemos de Cristo— pero siempre es mucho más que un proceso intelectual: es un proceso existencial, es un proceso de la apertura de mi yo, de mi transformación por la presencia y la fuerza de Cristo, y así también es un proceso de apertura a todos los demás que deben ser cuerpo de Cristo. De este modo, es evidente que conocer a Cristo, como proceso intelectual y sobre todo existencial, es un proceso que nos hace testigos. En otras palabras, sólo podemos ser testigos si a Cristo lo conocemos de primera mano y no solamente por otros, en nuestra propia vida, por nuestro encuentro personal con Cristo. Encontrándonos con él realmente en nuestra vida de fe nos convertimos en testigos y así podemos contribuir a la novedad del mundo, a la vida eterna. El Catecismo de la Iglesia católica nos da una indicación también para entender el contenido de "todo esto". La Iglesia ha reunido y resumido lo esencial de cuanto el Señor nos ha dado en la Revelación, en el "Símbolo llamado niceno-constantinopolitano, que debe su gran autoridad al hecho de que es fruto de los dos primeros concilios ecuménicos (325 y 381)" (n. 195). El Catecismo precisa que este Símbolo "sigue siendo todavía hoy común a todas las grandes Iglesias de Oriente y Occidente" (ib.). En este Símbolo, por lo tanto, se encuentran las verdades de fe que los cristianos pueden profesar y testimoniar juntos, para que el mundo crea, manifestando, con el deseo y el compromiso de superar las divergencias existentes, la voluntad de caminar hacia la comunión plena, la unidad del Cuerpo de Cristo.


La celebración de la Semana de oración por la unidad de los cristianos nos lleva a considerar otros aspectos importantes para el ecumenismo. Ante todo, el gran avance logrado en las relaciones entre Iglesias y comunidades eclesiales después de la Conferencia de Edimburgo de hace un siglo. El movimiento ecuménico moderno se ha desarrollado de modo tan significativo que en el último siglo se convirtió en un elemento importante en la vida de la Iglesia, recordando el problema de la unidad entre todos los cristianos y sosteniendo también el crecimiento de la comunión entre ellos. No sólo favorece las relaciones fraternas entre las Iglesias y las comunidades eclesiales en respuesta al mandamiento del amor, sino que también estimula la investigación teológica. Además, implica la vida concreta de las Iglesias y las comunidades eclesiales con temáticas que tocan la pastoral y la vida sacramental, como, por ejemplo, el reconocimiento mutuo del Bautismo, las cuestiones relativas a los matrimonios mixtos, los casos parciales de comunicatio in sacris en situaciones particulares bien definidas. En la estela de este espíritu ecuménico, los contactos se han ido ampliando también a movimientos pentecostales, evangélicos y carismáticos, para un mayor conocimiento recíproco, si bien no faltan problemas graves en este sector.


La Iglesia católica, desde el concilio Vaticano II, ha entablado relaciones fraternas con todas las Iglesias de Oriente y las comunidades eclesiales de Occidente, especialmente organizando con la mayor parte de ellas diálogos teológicos bilaterales, que han llevado a encontrar convergencias o también consensos en varios puntos, profundizando así los vínculos de comunión. En el año que acaba de concluir los distintos diálogos han dado pasos positivos. Con las Iglesias ortodoxas, la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico, en la XI Sesión plenaria que tuvo lugar en Paphos, Chipre, en octubre de 2009, comenzó el estudio de un tema crucial en el diálogo entre católicos y ortodoxos: El papel del obispo de Roma en la comunión de la Iglesia en el primer milenio, es decir, en el tiempo en que los cristianos de Oriente y de Occidente vivían en la comunión plena. Este estudio se extenderá sucesivamente al segundo milenio. Otras veces ya he solicitado la oración de los católicos por este diálogo delicado y esencial para todo el movimiento ecuménico. También con las antiguas Iglesias ortodoxas de Oriente (copta, etiópica, siria, armenia), la análoga Comisión mixta se reunió del 26 al 30 de enero del año pasado. Estas importantes iniciativas demuestran que se está llevando a cabo un diálogo profundo y rico de esperanzas con todas las Iglesias de Oriente que no están en comunión plena con Roma, en su propia especificidad. Durante el año pasado, con las comunidades eclesiales de Occidente se han examinado los resultados alcanzados en los distintos diálogos de estos cuarenta años, deteniéndose especialmente en los diálogos con la Comunión anglicana, con la Federación luterana mundial, con la Alianza reformada mundial y con el Consejo mundial metodista. Al respecto, el Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos ha realizado un estudio para dilucidar los puntos de convergencia a los que se ha llegado en los relativos diálogos bilaterales, y señalar, al mismo tiempo, los problemas abiertos sobre los que será preciso comenzar una fase nueva de confrontación.


Entre los eventos recientes, quiero mencionar la conmemoración del décimo aniversario de la Declaración común sobre la doctrina de la justificación, celebrado conjuntamente por católicos y luteranos el 31 de octubre de 2009, para estimular la continuación del diálogo, como también la visita a Roma del arzobispo de Canterbury, doctor Rowan Williams, quien mantuvo también conversaciones sobre la situación particular en que se encuentra la Comunión anglicana. El compromiso común de continuar las relaciones y el diálogo son un signo positivo, que manifiesta cuán intenso es el deseo de la unidad, pese a todos los problemas que la obstaculizan. Así vemos que existe una dimensión de nuestra responsabilidad en hacer todo lo posible para llegar realmente a la unidad, pero también existe la otra dimensión, la de la acción divina, porque sólo Dios puede dar la unidad a la Iglesia. Una unidad "auto-confeccionada" sería humana, pero nosotros deseamos la Iglesia de Dios, hecha por Dios, el cual creará la unidad cuando quiera y cuando nosotros estemos preparados. Debemos tener presentes también los avances reales que se han alcanzado en la colaboración y en la fraternidad en todos estos años, en estos últimos cincuenta años. Al mismo tiempo, debemos saber que la labor ecuménica no es un proceso lineal. En efecto, problemas viejos, nacidos en el contexto de otra época, pierden su peso, mientras que en el contexto actual surgen nuevos problemas y nuevas dificultades. Por lo tanto, debemos estar siempre dispuestos para un proceso de purificación, en el que el Señor nos haga capaces de estar unidos.


Queridos hermanos y hermanas, pido la oración de todos por la compleja realidad ecuménica, por la promoción del diálogo, como también para que los cristianos de nuestro tiempo den un nuevo testimonio común de fidelidad a Cristo ante nuestro mundo. Que el Señor escuche nuestra invocación y la de todos los cristianos, que en esta semana se eleva a él con especial intensidad.


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Tomado de:



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Ayudemos a los hermanos del Cusco






De parte de la Oficina de Desarrollo y Procura (ODP) de la Provincia compartimos este mensaje del P. Oscar Morelli SJ que envió el pasado lunes 25. _____________________________________________________________

Muy Queridos Amigos y Amigas Acabamos de tener desborde del río y derrumbes, tenemos dos comunidades afectadas: Piñipamapa, de modo parcial y Acopampa, de modo total. Aún no tenemos cifras. Las casas de adobe se están cayendo, han perdido la mayoría de sus bienes y se están alojando en un colegio y en un teatrín de la municipalidad, alguna familia la estamos alojando en la casa de retiro de la Parroquia.


Videos de la emergencia en Urcos


La situación de emergencia debido a las intensas lluvias en la sierra de nuestro país es alarmante. El P. Oscar Morelli SJ, superior de la comunidad de Cusco y Urcos, nos envía estos videos donde podemos apreciar el impacto que está teniendo este embate de la naturaleza en la vida de los pobladores. “Les paso el dato sobre los videos que hemos colgado en You Tube. Son videos aficionados realizados por el personal del CCAIJO al día siguiente del desastre”, nos escribe.


Para poder ver los videos pueden acceder a los siguientes links:


Acopampa: http://www.youtube.com/watch?v=9QEr_c67NkE
Huacarpay: http://www.youtube.com/watch?v=m5QrxA4Mjpg
Piñipampa: http://www.youtube.com/watch?v=OPwwyuo4S2c


Donaciones para nuestros hermanos del Cusco


Si desean colaborar con alguna donación material para los damnificados del Cusco (frazadas, ropa de abrigo para niños y adultos, pantalones, zapatos de campo, alimentos no perecibles, colchonetas, etc.), les informamos que la Compañía de Jesús a través de sus obras en Lima ha organizado tres lugares de acopio que estarán a su disposición hasta el lunes 8 de febrero:

Miraflores
Parroquia Nuestra Señora de Fátima

Dirección: Av. Armendáriz 350 (a dos cuadras de Larcomar)
Teléfono: 446-4465 / 446-0707
Persona de contacto: Sra. Amada (encargada de la tienda)
Horario: 9am – 12pm / 4:30pm – 7pm
Nota: Fuera del horario de atención, dirigirse a la puerta posterior (estacionamiento de la Parroquia , frente al Malecón) y entregar la donación a alguno de los vigilantes que atienden de 9am - 9pm.

Santiago de Surco
Colegio de la Inmaculada

Dirección: Calle Hno. Santos García 108 - Urb. Valle Hermoso
Teléfono: 275-1000
Persona de contacto: P. Marvin Quispe SJ
Horario: 9am – 9pm
Nota: Dejar la donación a los vigilantes de la portería.

El Agustino
Parroquia La Virgen de Nazaret

Dirección: Renán Olivera 249
Teléfono: 327-0483
Persona de contacto: Sra. Sonia Romero / Sr. Pedro Morales
Horario: 4pm – 7pm



Nos pueden ayudar con depósitos para poder dar la alimentación para toda esta población, esta noche reabriremos el comedor para atender al máximo de damnificados. La cuenta de la Parroquia es:


Banco de Crédito de Perú


Ahorros sóles: 285-18201623-0-44

Ahorros dólares: 285-18201626-1-47

Código interbancario: BCPLPEPLXXX

(Nota: una vez realizado el depósito por favor escribir a http://es.mc270.mail.yahoo.com/mc/compose?to=omorellisj@gmail.com)

Confío en su solidaridad que expresa la bondad de Dios.


Un gran abrazo,



Oscar Morelli SJ, desde Andahuaylillas.





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Fuente: Noticias para los amigos del P. Rómulo Franco, S.J.





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Foto: Las lluvias destruyen viviendas en Huacarpay, Cusco.





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“Fin de Semana del Encuentro Matrimonial Mundial”




P. Vicente Gallo, S.J.
Aprender para saber, 2º y 3º Parte




II


Los sacerdotes, presidimos las bodas y asentamos constancia de ellas en los Libros Parroquiales. Quizás ocurre que algunos sí nos hemos preocupado por instruir previamente a esas parejas con algunas charlas más o menos acertadas. Pero después, ahí los dejamos abandonados a su pobre suerte, aun sabiendo que la mayor parte terminan yendo a la deriva. ¿No parecería una grave irresponsabilidad?

Acaso es porque no se conoce bien lo que se aprende en ese Movimiento del “Encuentro Matrimonial Mundial”; ni saben dónde funciona. Muchas veces, aun sabiendo algo de él, se lo desestima, y no se hace nada para que acudan a vivir esa experiencia salvadora las parejas cuyo matrimonio se presidió o que de algún modo están al cuidado de su pastoreo.

Las publicaciones de esta Etiqueta (MATRIMONIOS Y PAREJAS) puede resultar oportuno aun para los novios; pero más para los que están casados, con algunos o con muchos años ya viviendo a trompicones en pareja matrimonial. También valdrá, pienso, para las parejas que hayan vivido el “Fin de Semana del Encuentro Matrimonial Mundial”, pero que fácilmente olvidan lo que aprendieron en él. Hago sin embargo esta advertencia: hay otras experiencias que han tomado el nombre de “Encuentro Matrimonial”, y que son otra cosa; no es a lo que me refiero al hablar de los “Fines de Semana del Encuentro Matrimonial Mundial”, que siempre lo menciono con este nombre, pues así es en su original en inglés; quede claro. Su nombre es: “Worldwide Marriage Encounter”.

Esta experiencia está pensada para matrimonios con algún tiempo de casados, tres años por ejemplo o más; pero este no es requisito indispensable. En un Fin de Semana en el que yo participé como equipo guía, vivieron esta experiencia unos esposos que habían oído hablar de ella y querían probarla como preparación para la celebración de sus Bodas de Oro a los pocos días; al terminar dijeron en público que aquello era algo maravilloso, y que lamentaban no haberlo conocido ni vivido hasta entonces. Algunas parejas es muy posible que lo necesiten al poco tiempo de estar casados.

Lo ideal es tener ya algún tiempo de vivir en pareja, con los problemas ya encontrados con frecuencia. No esperar a que sea después de 25 años de matrimonio, quizás, cuando puedan vivir su relación de pareja más felizmente, por haber gozado finalmente esa Experiencia del Fin de Semana del Encuentro Matrimonial Mundial. Aunque no es requisito indispensable para entrar en este Fin de Semana el estar teniendo problemas en su matrimonio; las parejas que piensan que “ya se llevan bien”, son las que más provecho sacarán poniéndose a vivir esta experiencia de que les hablo.

Todo se hace en un fin de semana: del viernes en la noche al domingo en la tarde. Poco más de cuarenta horas. Pero con un trabajo intenso en pareja. Todos los temas se dan con poca teoría, muchas vivencias personales de los que lo dirigen, y fuerte trabajo de las parejas. El gozo, ya en la experiencia, y el éxito final, son cosa que la afirman todos los que lo han vivido. Es una gran pena que cueste tanto convencerse de ello antes de experimentarlo, siendo tan reconocido con gratitud por todos los que lo hayan vivido por fin porque alguien les convenció. Es algo grande “encontrar” de veras la debida relación de pareja y cómo poder vivirla siendo más felices.

No se trata de un Retiro Espiritual como tantos otros conocidos, aunque siempre hay un Sacerdote presente en el Equipo que dirige esta Experiencia. La finalidad de que esté ahí un Sacerdote no es para dirigir a los matrimonios que hablan de sus propias vivencias para enseñar con ellas. Aunque cueste trabajo entenderlo antes de haberlo vivido, el sacerdote está ahí para enseñar igual que esos matrimonios en base no a teorías, sino a sus vivencias propias.

Porque el sacerdote también vive en relación de amor; no con una persona, sino con la parcela de Iglesia encomendada a él para amarla como Cristo la ama. Si vive en Comunidad, será teniendo que amar de la misma manera a quienes con él la forman unidos por el Señor: para ser un ejemplo de tal amor en medio de la Iglesia. Y en la relación de ese debido amor, ha vivido y padecido las mismas ignorancias que los esposos antes de haber aprendido el modo de resolver los problemas que surgen en un vivir en relación para amarse como Dios ama, “como Cristo ama a su Iglesia”, que no se sabe sin más, y que pueden aprenderlo a la par con los matrimonios cristianos.



III


Quienes no pueden vivir ese Fin de Semana, solamente son aquellos a quienes el vivirlo no les arreglaría de ningún modo los problemas que tienen en su relación matrimonial. Por ejemplo, cuando uno de los dos padece el alcoholismo, la drogadicción, o cualquier trastorno semejante que sea la causa de los problemas en la vida de pareja. Un caso parecido sería si uno de la pareja sufre un desequilibrio psiquiátrico serio, que ya es un caso de verdadera enfermedad a tratarla con un especialista. El Diálogo no puede arreglar lo que necesita un tratamiento particular muy complicado y difícil.

Tampoco deben participar en estos Fines de Semana matrimonios ya rotos y sin arreglo posible. En esos casos es evidente que no se puede pretender que practiquen el Diálogo sobre los sentimientos; y menos el que hay que hacer en todos los Temas que presenta un Fin de Semana del Encuentro Matrimonial. Sería someterlos a una verdadera tortura, sin ningún fruto positivo, sino causando un mayor alejamiento que aquel que ya tenían. Para hacer con provecho el género de Diálogo que se practica y enseña en estos Fines de Semana, se necesita tener una indispensable confianza en el amor del otro, en el diálogo que se les manda hacer, y en el arreglo posible de los problemas de relación, para llegar a una verdadera intimidad que se desee gozar aunque pareciese difícil.

Pueden vivir esta experiencia en absoluto los matrimonios de hecho, los simples convivientes, los divorciados que cada uno “se casó” con otra, y los que están casados sin ser cristianos sino de otras creencias o de ninguna. Estos sí pueden aprender a resolver, con el Diálogo sobre los sentimientos, los problemas que sufran en su vida de relación. Pero también estarían fuera de lugar en los Fines de Semana del Encuentro Matrimonial Mundial, que no sólo es confesionalmente católico, sino que desde el principio hasta el fin, en todas sus Charlas desarrolla ese enfoque; como en sus soluciones siempre insiste en la fe cristiana sobre el Plan de Dios para el matrimonio, en el Matrimonio como Sacramento, y en la pertenencia al Cuerpo de Cristo que es su Iglesia. Quienes no pueden llegar a abrazar un Matrimonio así, no son para vivir estos Fines de Semana.



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Agradecemos al P. Vicente Gallo, S.J. por su colaboración.

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Los Pentecostales - 2º Parte: Organización y tipología




Las Sectas en
Latinoamérica
18º Parte


P. Ignacio Garro, S.J.

Profesor del Seminario Arquidiocesano de Arequipa, ex profesor del Seminario de Trujillo.




Continuación





3.- ORÍGENES DEL PENTECOSTALISMO MODERNO


En la segunda mitad del S. XIX y en los primeros años del S. XX hubo un florecimiento religioso muy grande en Estados Unidos. Muchos predicadores itinerantes, miembros de diferentes iglesias protestantes, llegan a formar un fenómeno típicamente transconfesional. En sus iglesias protestantes no hallaban la vida religiosa y de piedad que les llenara su espíritu, su predicación iba destinada a "hacer experimentar" la santidad (holiness), a los fieles adormecidos prescindiendo de qué secta proceden. Rechazados, sin embargo, estos grupos de sus respectivas sectas se vieron forzados a formar grupos de cristianos aspirantes a una vida de mayor fervor y comenzaron a reunirse en los "grupos de oración". Se pronunciaron conferencias bíblicas y se publicaron libros resaltando la frialdad de la Iglesia protestante. Eran grupos que llamaban de "santificación", es decir, de mayor celo y que los impulsaba a evangelizar a los pecadores, fueran cristianos o infieles. Este movimiento de promoción de devoción del Espíritu Santo, lejos de quedar limitado a un sector concreto de los creyentes, se expandió por todas las iglesias protestantes especialmente en aquellos miembros que querían seguir devotamente a Jesucristo. Sólo más tarde se puede hacer una clasificación de estas sectas según el mayor énfasis que tengan en promover el "don de lenguas", el "don de curación por la fe" (Pentecostales y Asambleas de Dios), que tiendan a la propia santificación (Iglesias de Santidad), o aquellas que resaltan la importancia de la evangelización (Asociaciones Evangelistas). Todas ellas mantienen el mismo denominador común: volver a vivir la efusión del Espíritu Santo que se dio en el día de Pentecostés y con esta fuerza del Espíritu Santo poder evangelizar todo el mundo, igual que los Doce Apóstoles.

Tenían como ideal volver al fervor de vida de la primitiva Iglesia Cristiana, y según ellos, les fue concedida a sus seguidores la gracia de Pentecostés y recibieron lo que ellos llaman el "bautismo del Espíritu", que como en otros tiempos, se manifestó en el don de lenguas y en dar gloria a Dios. Al bautismo siguió un fervor y un celo tan grande que, al empezar ellos a predicar aquel el mensaje, fueron muchos los creyentes de todas partes que se adhirieron al movimiento pentecostal para poder participar de la misma preciosa experiencia. 91

Hacia 1900, el pastor bautista Charles F, Parham, funda en la ciudad de Topeka, Estado de Kansas, una congregación que pone énfasis en el "bautismo del Espíritu" acompañado de los signos que se dieron en el día de Pentecostés. En 1906, el predicador negro de los Ángeles, J. Seymour, inicia quizá la primera comunidad propiamente pentecostal que se extiende rápidamente por los estados sureños. Estas experiencias coinciden cronológicamente con similares manifestaciones en el País de Gales, con Evan Roberts, y S. Jeffreys. En 1914, en Hot Springs, Estado de Arkansas, se crean las "Asambleas de Dios", la rama más numerosa y extendida del pentecostalismo.


4.- ORGANIZACIÓN


Actualmente la estructura del pentecostalismo es de tipo congregacionalista que, junto a su peculiar espontaneidad, ha creado una notable autonomía comunitaria, manifestada en su precaria estructuración interna y en los múltiples y diversos grupos que se reclaman herederos de la gran familia pentecostal. Podemos resumir en tres grandes grupos que componen esta familia: 92

1.- Pentecostales:
.- Asambleas de Dios
.- Asambleas Pentecostales del Mundo
.- Iglesia Internacional del Evangelio Cuadrado
.- Iglesia de Dios

2.- Iglesias de Santidad:
.- Iglesia de Santidad de California
.- Iglesia de Santidad de los Peregrinos
.- Iglesia de Cristo, Santidad
.- Iglesia de Dios, Santidad
.- Misión Metodista de Santidad

3.- Asociaciones Evangelistas:
.- Iglesia Apostólica Cristiana
.- Misión de la Fe Apostólica
.- Iglesia de Dios como fue organizada por Cristo
.- Asociación de la Iglesia Metropolitana
.- Columna de Fuego
.- Iglesia de Dios Apostólica.


5.- TIPOLOGIA DE LAS SECTAS PENTECOSTALES


Para un mejor conocimiento del movimiento pentecostalista seguimos a W. Hollenweger, en su libro: "El Pentecostalismo", Edit. La Aurora, Argentina, 1976. Según el mismo autor no es posible representar el grado de parentesco entre las diversas organizaciones pentecostales. Pero para facilitar un estudio general y resumiendo sus notas más importantes desde el punto de vista fenomenológico la división es esta:

1.- Pentecostales que predican la santificación en dos etapas: Este es el grupo más numeroso de las organizaciones pentecostales. Pertenecen a él agrupaciones de Estados Unidos, de Brasil y la Asambleas de Dios y otras. En la primera etapa se insiste en la "conversión" o nuevo nacimiento. La segunda está marcada por la "santificación". Esta segunda etapa está separada de la primera, conversión, y es llamada "segunda bendición", o "bautismo del Espíritu Santo", que va unido al don de lenguas, o glosolalia.

2.- Pentecostales que predican la santificación en tres etapas: Los representantes de estos grupos son: "La iglesia de Dios", (Cleveland) y sus congregaciones misioneras. Según ellos, la primera etapa es la "conversión" o nuevo nacimiento. La segunda etapa es la "santificación", que constituye un anticipo de la tercera etapa: el "Bautismo de Espíritu Santo", con el don de lenguas, o glosolalia.

3.- Los grupos: "Solamente Jesús" : Aceptan únicamente la fórmula del bautismo en "Nombre de Jesús". Los representantes más importantes son muchas iglesias pentecostales de fieles de raza negra de Estados Unidos, como la "Iglesia apostólica en la fe en Cristo Jesús", y otras parecidas.

4.- Pentecostales con doctrina cuáquera, reformada, luterana o católica romana: Con la excepción de los pentecostales católicos romanos (conocidos como "Movimiento de renovación carismática") y del movimiento carismático alemán de la Iglesias nacionales, este tipo de pentecostalismo no se encuentra en el movimiento pentecostal de cada iglesia.


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Referencias:


91 C. Crivelli, S.J. "Directorio Protestante de la América Latina", Pag. 292.
92 "Para conocer las Sectas" , J. Bosch. Edit. Verbo Divino, 1993. Estella. Pg. 81.


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Para leer la 1º Parte:



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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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Ofrecimiento Diario - Intenciones para el mes de Febrero



APOSTOLADO
DE LA

ORACIÓN

INTENCIONES PARA EL MES DE
FEBRERO






Ofrecimiento Diario

Ven Espíritu Santo, inflama nuestro corazón en las ansias redentoras del Corazón de Cristo, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras, en unión con él, por la redención del mundo.

Señor mío y Dios mío Jesucristo:

Por el Corazón Inmaculado de María me consagro a tu Corazón y me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar; con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu reino.

Te pido en especial por las intenciones encomendadas al Apostolado de la Oración.


Por las Intenciones del Papa:


Intenciones Generales


Por todos los científicos y las personas de cultura, para que por medio de la sincera búsqueda de la verdad puedan llegar al conocimiento del único Dios verdadero.


Intenciones misionales

Para que la Iglesia, consciente de su identidad misionera, se esfuerce en seguir fielmente a Cristo y en proclamar su Evangelio a todos los pueblos.




Por las intenciones de la
Conferencia Episcopal Peruana:

Para que vivamos nuestro ser cristianos con alegría y convicción como discípulos y misioneros de Jesucristo.




Buscar la verdad y llegar al conocimiento del Dios único y verdadero


En la encíclica Fides et ratio... Juan Pablo II subraya la importancia de conjugar la fe y la razón en su relación recíproca, aunque respetando la esfera de autonomía de cada una... La razón siente y descubre que existe una verdad que nunca podría descubrir partiendo de sí misma, sino sólo recibir como don gratuito. La verdad de la Revelación no se sobrepone a la alcanzada con la razón; más bien purifica la razón y la exalta... La verdad revelada, en la “plenitud de los tiempos” (Gal 4,4), tomó el rostro de una persona: Jesús de Nazaret, que trae la respuesta última y definitiva a la pregunta de sentido de todo hombre. La verdad de Cristo, en cuanto toca a cada persona que busca la alegría, la felicidad y el sentido de la vida, supera ampliamente cualquier otra verdad que la razón pueda encontrar... (Benedicto XVI al Congreso “Confianza en la razón”, en el X Aniversario de la Enc. “Fides et ratio”, 16.10.2008. Extractos)



Seguir a Cristo y proclamar su Evangelio


“Vayan pues, y hagan discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. (Mt 28, 19-20)... El tema elegido para la próxima Jornada Mundial de las Misiones: “Todas las Iglesias para todo el mundo”, invita a las iglesias locales de los diversos continentes a tomar conciencia de la urgente necesidad de impulsar nuevamente la acción misionera... llamamiento misionero que el Señor no deja de dirigir a todos los bautizados... toda comunidad cristiana nace misionera, y el amor de los creyentes a su Señor se mide según su compromiso evangelizador... La primera y principal aportación que debemos dar a la acción misionera de la Iglesia es la oración... multiplicar las misas celebradas por las misiones... (Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2007. 27.05.2007. Extractos).


Aparecida - Misión Continental


“Nosotros, como discípulos de Jesús y misioneros, queremos y debemos proclamar el Evangelio, que es Cristo mismo” (28)”.


Eucaristía


Misa por la evangelización de los pueblos (Misal Romano)


Palabra de Dios


Romanos 1, 18-25. Dios se manifiesta en la creación.

Mateo 16, 1-4. Interpretar los signos de los tiempos.


Reflexionemos


¿Es posible encontrar a Dios al contemplar la naturaleza?

¿La ciencia en alguna ocasión a dañado a la humanidad en lugar de fomentar el bien y el progreso?

P. Antonio Gonzalez Callizo S.J.

Director Nacional del Apostolado de la Oración (AO)

Parroquia San Pedro



Invitación


A participar de la Misa dominical de 11:00 AM en la Parroquia de San Pedro y a acompañarnos en las reuniones semanales a las 12:00 M en el claustro de la parroquia, todos los domingos.


Asimismo, invitamos a la Misa de los primeros viernes de cada mes en Honor al Sagrado Corazón de Jesús, a las 7:30 PM en San Pedro.



¡ADVENIAT REGNUM TUUM!

¡Venga a nosotros tu reino!

Apostolado de la Oración

Azángaro 451, Lima

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También visítenos en:
http://www.apostlesshipofprayer.net/http://www.jesuitasperu.org/ Apostolado parroquial


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Jesús rechazado



P. Adolfo Franco, S.J.


Reflexión sobre el Evangelio del 4º Domingo TO
Lucas 4, 21-30



El domingo pasado leíamos en la Misa la primera parte de la presentación de Jesucristo en la sinagoga de Nazaret. Hoy leemos la segunda parte de este mismo hecho, que cuenta la tragedia en que terminó esta presentación de Jesucristo en la sinagoga de su ciudad; no fue bien, recibido, fue rechazado por los suyos. Jesucristo tiene su primera actuación apostólica en su tierra, en Nazaret. Y no le fue muy bien, pues sus paisanos reaccionaron furiosos, tanto que quisieron asesinarlo, arrojándolo a un barranco. ¿Qué es lo que pasó?

Ellos pensaron que podrían aprovecharse de este "hijo predilecto" del pueblo de Nazaret para su propio provecho. Todos estaban felices de que volviese, y que empezase su predicación en su sinagoga, la que él había visitado tantas veces cuando niño. Y ahí está convertido en adulto, y todos orgullosos de El, y pensando en los beneficios que le podrían sacar.

Jesús siempre fue transparente, y no quiere que queden dudas de su actuación, de su forma de ver las cosas. Y por eso les dice claramente que no le van a poder manipular, y que no les podrá hacer ningún "signo", porque ellos no tienen el corazón preparado. Además Jesús no ha venido a realizar espectáculos, sino a suscitar la fe. Muchas veces nos acercamos a Dios, lo buscamos, pero no para entregarnos más a El, para que nuestra fe en El crezca, sino para sacarle provecho. Esta es una tendencia frecuente y un peligro constante de nuestra relación con Dios.

Este choque con la doctrina de Jesús la tendrán muchos de sus contemporáneos, porque encontraron que El no contemporizaba con ninguna apariencia, con ninguna superficialidad, ni con la comodidad, ni con lo fácil. Para El obtener popularidad y recibir aplausos fáciles no era ninguna meta; más bien rechazaba todo eso; no le interesaba el populismo religioso. Ahí está el problema que muchos encontraron en la predicación de Jesús. Y El fue lo suficientemente claro para que nadie dudase de qué es lo que enseñaba, y qué mensaje venía a traernos.

Los Apóstoles fueron los primeros sorprendidos cuando Jesús les planteó lo que significaba ser Mesías. No venía a buscar un triunfo humano, ni aplausos, ni una salvación política, ni nada por el estilo. Salvar a la humanidad era cumplir la voluntad del Padre hasta la Cruz. Y este era un lenguaje que escandalizó a los apóstoles, que quisieron disuadirlo. Ellos buscaron los lugares privilegiados junto a un supuesto triunfador de un reino de éxitos. Y Jesucristo les propone en su lugar beber del cáliz que El tenía que beber (el cáliz de la Pasión).

Pero El siguió adelante con su idea de cumplir el mandato del Padre hasta las últimas consecuencias. Había sufrido en carne propia la tentación, cuando el demonio lo tentó por tres veces en el desierto. Y esa tentación tuvo el mismo contenido: el éxito, el dominio, la comodidad. Y tres veces rechazó la propuesta del demonio; porque había venido no a cumplir su voluntad, sino la del Padre. Y cuando esto lo convierte en enseñanza, nos dice quiénes son los bienaventurados, o sea quiénes en verdad aciertan en la vida: los pobres, los que lloran, los perseguidos, los mansos. Que a Dios no se le adora con prácticas rituales, ni en un templo o en el otro, sino en espíritu y en verdad.

Y por atreverse a esto sus enemigos fueron llegando a la convicción de que El debía ser destruido, porque cuestionaba y hacía peligrar todos los refugios en que los hombres querían poner su confianza. Y al final, después de varios intentos fallidos, cuando fue la hora del "poder de las tinieblas", los poderosos culminaron su plan de eliminarlo. Aunque en realidad, sabemos que fue el momento de su triunfo.

Esa presentación en la sinagoga de Nazaret, y el rechazo que Jesús sufrió y la amenaza de muerte que vivió, son la introducción abreviada de todo lo que sería el resto de su vida.



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Agradecemos al P. Adolfo Franco S.J. por su colaboración.

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Homilía: 4º Domingo TO (C)



Lecturas: Jer 1,4-5.17-19; 1Cor 12,31-13,13; Lc 4,21-30

Escuchar la Palabra
P. José R. Martínez Galdeano, S.J.






El texto del evangelio de hoy continúa el del domingo pasado. Comienza constatando la satisfacción de los oyentes: “expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios”. Sin embargo, como muchas veces sucede, no todo el mundo estaba conforme con todo. No critican las ideas sino la baja extracción cultural de la que proceden Jesús y sus familiares. Es esto bastante normal, no habiendo argumentos más fuertes. “¿No es éste el hijo de José?”. El rasgo confirma la historicidad del hecho.


Ya les indiqué que Lucas sigue un orden preferentemente temático y que este capítulo, al comienzo de la predicación de Jesús, está dedicado a su “Palabra”, palabra del Espíritu, palabra poderosa, palabra que obra hasta milagros, que hace lo que dice y que es la misma palabra que la Iglesia anuncia y que nosotros y ustedes escuchamos y debe hacer los mismos efectos.


Tal vez alguno esté tentado de objetar que ya no es así, que esa Palabra en manos de la Iglesia hoy está descafeinada. Porque no todo el mundo acoge la Palabra. Hay quienes la rechazan. Y esta doble actitud se dio desde el principio y la hace notar Lucas con frecuencia: Ya a los 40 días del alumbramiento la predice el anciano Simeón, el evangelio de hoy, la parábola de la semilla, la explicación de por qué habla en parábolas, el discurso a los setenta que envía a predicar, el buen ladrón y el malo, los que se convierten y los que persiguen hasta la muerte a Pablo, el maestro de Lucas, en sus viajes apostólicos. Lucas, al principio de su evangelio, establecida la eficacia de la Palabra, quiere también dejar claro que no todos la van a acoger. Durante el último viaje a Jerusalén Jesús dirá así a sus discípulos con ese estilo tan personal suyo hiperbólico, exagerado y oratorio: “¿Piensan que he venido a dar paz a la tierra? No, se lo aseguro, sino división. Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos: tres contra dos y dos contra tres. Estarán divididos en padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra” (Lc 12,51s).


Por eso a Jesús la reacción de Nazaret no le resulta sorprendente. Las muestras de rechazo se producen allí mismo en la sinagoga, como dice el texto. Jesús responde duro y con fuertes argumentos. Primero con dos dichos populares que constatan formas consolidadas de proceder de la gente: «Sin duda me recitarán aquel refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Les aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra”. Además les recuerda la lección de dos milagros bíblicos de los grandes profetas Elías y Eliseo su discípulo. “A ninguna viuda hebrea fue enviado Elías, sino a una gentil sidonia, y a ningún leproso israelita curó Eliseo, sino a un sirio».


“Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos”. El profeta no es aceptado e incluso piensan deshacerse de él. Jesús lo sabe y lo sabe desde el principio. Es el drama de Jesús y el drama de Israel. Ya se lo profetizó a su madre el anciano Simeón. “Era necesario” (Lc 24,26). Sin embargo será aceptado por los paganos; los no judíos creerán en Él. Cristo ha venido a salvar no sólo a los judíos sino a todos. Es un tema constante en San Pablo y que Lucas hará notar otras veces.


“La palabra de Dios –dice la Escritura –es viva y eficaz y más cortante que espada de doble filo. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón” (Hb 4,12). “Cuando encontraba palabras tuyas, las devoraba; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque tu nombre fue pronunciado sobre mí, Señor, Dios todopoderoso” (Jr 15,16).


La Palabra es fuente de la fe; la Palabra, Espíritu y vida, hace lo que dice; la Palabra transforma el corazón del creyente; la Palabra es luz; la Palabra acogida da siempre fruto de 30, de 60, de 100 por uno. La Palabra es tan necesaria y eficaz que la Escritura la identifica con el avance de la Iglesia: “La Palabra de Dios iba creciendo, se multiplicó considerablemente el número de discípulos y multitud de sacerdotes iban aceptando la fe” (Hch 6,7).


Más de una vez les he estimulado a Ustedes a no quedarse, sino que mejoren constantemente en la vida de fe y en la práctica de la caridad. Hay que seguir corrigiendo defectos, hay que mejorar la oración, hay que aumentar la caridad y el bien que hago al prójimo, y así muchas más cosas. La Palabra de Dios es un arma eficacísima para ello. De forma que, si al volver su mirada al interior de sí mismos no notan algo de ese progreso por ejemplo de un año a esta parte, interróguense en primer lugar a ver si escuchan, si leen, si reflexionan sobre la Palabra de Dios y cómo lo hacen.
La Palabra de Dios hay que leerla, pensarla, gustarla, meditarla, dejarla que me juzgue y me cuestione, me enseñe, me estimule, me dé fuerzas para ponerla en práctica. La Palabra de Dios, meditada a los pies de Cristo Eucaristía, es la gran universidad de la oración contemplativa, el gran alimento de la fe. La Palabra de Dios se presenta a veces como la semilla que quiere echar profundas sus raíces y choca contra la dureza del corazón perezoso, contra sus piedras, con las raíces de sus espinas y malas hierbas, contra sus vicios y preocupaciones que le impiden llegar a Dios.


¿Qué hacer para ello? Es sencillo en el fondo. Basta leerla con humildad, para luego ponerla en práctica. Como María. Cuando no entendía la guardaba en su corazón (Lc 2,19.51). A la luz de la cruz y de Pentecostés lo pudo entender todo y vivirlo al servicio oracional de la Iglesia.


Nosotros hemos recibido por el bautismo el Espíritu de Jesús y hay que estar decidido a poner en obra lo que el Espíritu nos sugiere. En el fondo de una u otra forma es siempre obrar la caridad con Dios y con el prójimo. Es decir que la palabra de Dios nos empuja siempre a mejorar nuestra relación con Dios y con el prójimo, es decir a orar más y mejor, a perdonar, a ayudar al que lo necesita, a frenar en nuestros impulsos lo que molesta a otros, a ser más presencia de Cristo allí donde estamos. Esto exige la conversión interior a la fe y a la rectitud moral.


Hay que leer los evangelios y la Biblia con esta predisposición a la conversión desde la fe. Sólo así se puede entender a Jesucristo y su mensaje como mensaje de salvación. Se está leyendo bien la Biblia cuando se van encendiendo la fe y el amor de Dios, cuando se cae en la cuenta de defectos y cuando se aumenta la decisión y esfuerzo para corregirlos en el futuro. De una manera general: Cuando oramos, venimos a misa o hacemos un acto de acercamiento a Dios, debe producir en nosotros fuerza para obrar mejor respecto a Dios y respecto al prójimo. Procuremos, con la ayuda de Dios, que esto ocurra.


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“El Espíritu del Señor está sobre mí..."


P. Adolfo Franco, S.J.
Reflexión sobre el Evangelio del 3º Domingo TO
Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

La lectura del Evangelio de este domingo recoge dos párrafos, que en el mismo Evangelio de San Lucas están separados.

El primer párrafo expresa la voluntad del Evangelista San Lucas de ser muy cuidadoso en la transmisión de los datos y narraciones que hará en su Evangelio. Es el testimonio de un hombre que tiene la intención de ser objetivo y fiel a la verdad de todo lo que va a narrar. Con esto quiere dar un sello de autenticidad a lo que escribe, y manifiesta su cuidado al buscar las fuentes en que se basa todo lo que escribirá: un verdadero testimonio de historicidad. Y todo tiene como finalidad dar una base sólida a la fe; fe que se sustenta precisamente en la realidad de todo lo acontecido en Jesús de Nazaret.

El segundo párrafo es el comienzo de la predicación de Jesús en la sinagoga de Nazaret, la ciudad donde se había criado. Este hecho de la predicación de Jesús en su ciudad natal tiene dos momentos: uno de afirmación clara de Jesús sobre su mesianidad; el segundo, la confrontación y el rechazo de sus paisanos. Pero el evangelio de este domingo sólo contiene el primer momento: la afirmación de Jesús sobre su mesianismo.

Jesús ha tomado el rollo que debía leer en la sinagoga, y delante de todos lee uno de los párrafos del profeta Isaías en que se habla del futuro Mesías; en ese párrafo se señala la actividad bienhechora del Mesías (Is 61, 1-2). Si se quería identificar al Mesías, éste debía tener unas características, y una de las principales debía ser su bondad especialmente con los más necesitados. En el mismo profeta Isaías se indican en diversos capítulos otra serie de características del Mesías.

De entre todas esas características, Jesús en su presentación escoge, lee y subraya ésta: La unción que ha recibido el Mesías es para: “anunciar a los pobres la Buena Noticia... para proclamar la liberación a los cautivos... para dar la vista a los ciegos... para dar libertad a los oprimidos... para proclamar un año de gracia del Señor”. Y es que Jesús (esa sería la intención del Evangelista San Lucas) quiere en esta primera presentación pública, presentar todo un panorama de su futura actuación en la vida pública durante tres años. Y en esta primera presentación hay varias afirmaciones: Yo soy el Mesías, el Enviado de Dios, el Ungido, el cumplimiento de todas las promesas del A. T. Y mi venida, sigue destacando Jesús, es para enseñar la Buena Nueva y para redimir: y redimir a cada uno de lo que necesita. Así resume El su futura actividad: manifestar la Revelación y realizar la Redención.

Su predicación es calificada de Buena Nueva. La de Jesús es una enseñanza Nueva; no quita su relación con lo revelado ya por Dios en el A. T., a través de los autores inspirados. Pero su enseñanza tiene un aporte que da la plenitud a todo lo anterior. Con frecuencia Jesús hablará de esto. En todo el sermón del monte, recogido por San Mateo, tendrá esa serie de afirmaciones: “se dijo a los antiguos, pero yo les digo...” Cuando se enfrente en tantas oportunidades con los fariseos, dirá: no se pone un remiendo nuevo a un paño viejo, no se echa el vino nuevo en odres viejos. El nos hablará de un mandamiento nuevo: “Les doy un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros, como yo les he amado”. El nos dará a conocer el misterio interior de la vida de Dios, y de que es Padre, y de que habita en nosotros. Viene a predicar la Buena Nueva.

Y viene a redimirnos: Darnos la posibilidad de la salvación eterna, liberarnos de todas las cegueras, de todas las esclavitudes, para darnos un año (un tiempo definitivo) en que la gracia de Dios estará con nosotros. Este es en resumen el contenido de esta bella primera presentación de Jesucristo, anunciando su actividad en la sinagoga de Nazaret.
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Agradecemos al P. Adolfo Franco S.J. por su colaboración
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Homilía: 3º Domingo TO (C)


Lecturas: Neh 2-6.8-10; S 18; 1Cor 12,12-30; Lc 1,1-4; 4,14-21

El Espíritu del Señor me ungió y envió a anunciar el Evangelio
P. José R. Martínez Galdeano, S.J.

La perícopa o fragmento evangélico leído se compone de dos partes, que en el texto están separadas por tres capítulos. La parte primera, cuatro versículos, son el comienzo mismo del evangelio y ahí encontramos el nombre del amigo, Teófilo, al que Lucas dedica el escrito y las fuentes de su información, testimonios de testigos y catequistas de la fe. Luego hay un corte largo de tres capítulos y el resto, la segunda parte leída hoy, trata de la primera visita de Jesús a Nazaret en su vida pública. No se narra entera; el evangelio del próximo domingo completa el resto con la reacción que tuvieron sus paisanos.

Lucas coloca el hecho al principio de la vida pública de Jesús, pero probablemente fue más tarde, ya avanzado ese tiempo. En el texto que se leerá dentro de una semana aparece que Jesús ha estado ya en Cafarnaúm y que allí ha realizado milagros notables. En su introducción Lucas dice (lo hemos escuchado) que va escribir por orden. Pero este “orden” no significa y no es orden cronológico, en el que los acontecimientos se narran siguiendo su real sucesión en el tiempo. El “orden” de San Lucas es más bien temático. Sí tiene en cuenta el momento temporal, pero reuniendo en un bloque los hechos y afirmaciones de un mismo tema, que en rigor tuvieron lugar en momentos diferentes. Ejemplo es el capítulo tercero sobre Juan Bautista; informa de su prisión por orden de Herodes antes del bautismo y tentaciones de Jesús.

En el evangelio de hoy se inicia y presenta la acción evangelizadora de Jesús, que se concreta en su palabra y sus milagros, dos realidades íntimamente unidas en la obra de Jesús y de la Iglesia. Serán parte del testamento último del Maestro: “Me ha sido dado todo poder en cielo y tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que a ustedes he mandado” (Mt 28,18-20). Esta palabra de Jesús continúa la obra de Dios en el Antiguo Testamento, son acción del Espíritu Santo prometida por los profetas, hacen lo que dicen, siguen vivas y son proclamadas hoy por la Iglesia con la misma fuerza y efectos del Espíritu de Jesús.

Hasta entonces Jesús en Nazaret ha acudido los sábados a la sinagoga, como es normal en los judíos piadosos, sin asumir ningún protagonismo. El rito de la reunión recuerda la primera parte de la misa. Primero se cantan o rezan una serie de oraciones y salmos, luego se lee la escritura, se comenta y se concluye con alguna oración más de despedida. Dirige la reunión el arquisinagogo. Para leer la Biblia y comentarla invita en general a algún voluntario. Siempre hay quien lo hace, pues en toda comunidad hay algunos mejor preparados, que han estudiado en las escuelas de Jerusalén. En su vida oculta Jesús no ha intervenido nunca; pero en su vida pública éste es el momento que Jesús aprovecha para exponer el Evangelio y lo mismo hará Pablo en sus viajes apostólicos.

Había curiosidad, desde luego. Jesús llevaba un tiempo hablando con éxito sobre el Reino de Dios por aquella región de Galilea. Se hablaba incluso de milagros. No pocos esperaban que algo hiciera en Nazaret. Normal la expectativa que suscitó cuando se paró. Hubo suerte. El rollo de la Escritura se abrió en una profecía clásica claramente mesiánica del gran Isaías, de los profetas tal vez el más importante: “El Espíritu del Señor está sobre mí porque Él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos. Para anunciar el año de gracia del Señor”.

“Hoy se cumple esta Escritura” fueron las primeras palabras del comentario. Lucas va a exponer a continuación el contenido del Evangelio y esta visita al principio la elige para hacer ver con claridad el valor de la Palabra de Jesús, que continúa en la predicación de la Iglesia. “¡Ay de mí si no evangelizo!” –escribirá a los Corintios Pablo, el maestro de Lucas (1Cor 9,16). Esta palabra, hacerla llegar a todos los hombres, pertenece al fin y misión de la Iglesia; está en su misma esencia; es parte de un mandato perentorio de Cristo. Su acogida es necesaria para la salvación. El que crea se salvará y el que no se condenará (Mc 16,16). Es una palabra que hace lo que anuncia (Lc 4,36). El que la escucha y la cumple, construye su vida sobre roca (Mt 7,24).

El afán y aprecio por la Palabra debe formar parte de nuestra actitud de creyentes. Hoy debemos seguir escuchándola. “Desconocer la Escritura es desconocer a Cristo” –decía San Jerónimo–. Es una palabra ungida por el Espíritu, viva y que da vida, que mueve las conciencias y en primer lugar la nuestra, que suscita la actividad espiritual y el hambre de Dios, que ilumina nuestro camino y le comunica alegría y esperanza. Un creyente que no recibe la palabra es como un campo que no se riega ni se siembra; por buena que sea la tierra, no dará más que espinas secas. Si Ustedes no siguen sembrando la Palabra y mejorando su formación cristiana, el Espíritu Santo no actuará en ustedes. Por eso es importante la escucha atenta de las lecturas y la homilía en la misa, es importante que el sacerdote la prepare, es necesario leer libros religiosos, vidas de santos, documentos importantes de la Iglesia, los diferentes libros que forman la Biblia, etc. La lectura de esta literatura mantiene la actividad de la fe, no deja que los buenos sentimientos duerman, es como un sol cuyos rayos sostienen la vida y actividad de los vivientes.

Pero hay más. La Palabra ungida del Espíritu está en el Cristo total, que formamos todos los bautizados con Él nuestra cabeza desde el día de nuestro bautismo, cuando fuimos incorporados a Él como sus miembros, recibiendo de su sangre y de su vida. Son “palabras de vida eterna” (Jn 6,68). Ese “hoy” continua cumpliéndose por el Cristo total, ungido del Espíritu, la Iglesia, hasta el fin del mundo. Es palabra que juzga al mundo y lo juzga hoy porque es palabra de Cristo, es palabra que no puede errar, que cumple lo que dice. Este “hoy” continúa en cada fiel de la Iglesia, que, unido a ella, la proclama. También desde él dice el Espíritu: Hoy se cumple entre vosotros esta palabra.

Que nadie cometa la falta de fe de creer que su palabra de creyente no sirve para nada y no produce fruto. “El Espíritu del Señor está sobre ti, porque Él te ha ungido”. “Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haga realizado lo que yo quise y haya cumplido aquello a que la envié” (Is 55,10-11). Aunque no la veas, tiene eficacia; y habrá veces que la veas.

Padres, hablen de Cristo ustedes a sus hijos; maestros, hablen de Cristo a sus discípulos; cristianos, hablen de Cristo a sus amigos, a sus compañeros de trabajo, a sus familiares y a todo el que encuentran en el camino de la vida. Dejen al Espíritu que hable desde ustedes. Que el Espíritu del Señor esté sobre ti.
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Escuela para Matrimonios


P. Vicente Gallo, S.J.
Aprender para saber, 1º Parte



“Señor de misericordia, que por tu Palabra lo hiciste todo: Tú, que por tu sabiduría formaste al hombre para que él dominara todas las creaturas de tus manos, y también para que gobernase al mundo con santidad y justicia, y que así mismo pronunciara sentencias con alma recta. Dame esa sabiduría que procede de tu trono y nunca me rechaces del número de tus hijos... Pues el más perfecto de entre los hombres, si le faltara la sabiduría que viene de Ti, Señor, no merece ninguna consideración”.
(Sabiduría 9, 1-4 y 6)


Ir a buena Escuela

I

“Nadie nació sabiendo”, afirma un dicho popular. Ni el leer o escribir; ni aun el hablar siquiera. Todo necesita un aprendizaje. Por eso, todo se nos enseña en base a trabajar en ello; y todo procuramos aprenderlo con el debido esfuerzo. Lo más importante, nos afanamos por aprenderlo mejor. Y para las cosas difíciles, se establecen unas Escuelas a las que se va para aprender.

Sin embargo, para una cosa tan difícil y tan importante como es saber vivir bien la relación de pareja en el matrimonio, no se siente necesidad de Escuela alguna, se piensa que es algo natural que ya se sabe. Pero ni se nace sabiendo convivir en matrimonio, ni es fácil o normal aprenderlo desde lo que se ve en el entorno familiar y social donde uno se cría.

La mayor parte o quizás todos los matrimonios que uno llega a conocer de cerca, aun el matrimonio de los propios papás, viven improvisadamente su relación de pareja y muchas veces mal; porque tampoco a ellos les enseñó nadie a vivirlo adecuadamente. Los amigos, que se casan también, no le sirven a uno de modelo feliz a imitar, ya que ellos igualmente lo improvisan como pueden, y nunca se les enseñó lo que al respecto deberían saber. Leyendo lo que hemos dicho en las publicaciones de esta Etiqueta (Matrimonios y Parejas), pienso que algunos habrán ido diciendo: “¡Qué verdad es esto! Pero nadie me lo había hecho conocer antes”.

Ojalá haya acertado a escribir cosas que de veras interesen a muchos, y que las lean con verdadero gusto al encontrarlas. Personalmente voy hallando muchos matrimonios que tienen frecuentes problemas en su vida de relación en pareja, y que cuando se les dicen estas cosas lo agradecen, porque no las sabían.

Pero estoy convencido de que ni el leerlo repetidas veces, ni el aprenderlo de memoria al encontrarlo aquí, no ya el uno, sino ambos esposos, les servirá demasiado. Necesitan otra cosa: aprenderlo trabajándolo entre los dos, de manera sistemática y guiados por quienes lo saben y lo pueden enseñar. Es la Escuela a la que necesitan acudir. Yo les aseguro que esa Escuela ya existe y funciona muy bien, experimentada ya muchos años, con las mejoras que se han ido incorporando, y con mucho éxito. Tengo la satisfacción de haber “enseñado” en ella muchos años.

Son los Fines de Semana del llamado “Encuentro Matrimonial Mundial”, que desde hace más de treinta años se vienen dando en unos ochenta países del mundo entero, y que los han vivido muchos miles de parejas; sólo en México, por ejemplo, más de ciento veinte mil; y muchísimas en Estados Unidos, en Canadá, en casi todos los países de América Latina, de Europa, de Asia, de Africa, y de las islas de Oceanía. Es un Movimiento Católico, pero que lo han adoptado también en otras que decimos Iglesias o creencias; pues, aun con su enfoque Católico, que lo mantiene, sirve para todos los que creen en el matrimonio y que la salvación urgente de la humanidad pasa por la salvación de las familias.
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Agradecemos al P. Vicente Gallo SJ por su colaboración

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Los Pentecostales - 1º Parte: Origen y las iglesias de santidad


Las Sectas en
Latinoamérica
17º Parte


P. Ignacio Garro, S.J.

Profesor del Seminario Arquidiocesano de Arequipa, ex profesor del Seminario de Trujillo.




PENTECOSTALES

Son comunidades desgajadas del movimiento baptista, y de otras sectas protestantes, organizadas en iglesias autónomas con nombres muy diferentes. "Iglesia de Dios", "Iglesias evangélicas del despertar". Etc. Todas ellas tienen en común la creencia en un segundo bautismo, llamado por ellos el "bautismo del Espíritu Santo". Se atribuyen poderes de curación o sanación, el don de lenguas, don de profecías, etc. Dan excesiva importancia sentimental y externa a los fenómenos externos carismáticos.

Los pentecostales no tienen dogmas fijos, sus creencias están tomadas en parte del catolicismo y del protestantismo, tienen ritos baptistas y opiniones particulares acerca del Espíritu Santo, Tercera Persona de la santísima Trinidad, parece que olvidan atributos y obras de Jesucristo, la Segunda Persona de la santísima Trinidad y de Dios Padre. Este conjunto de comunidades de vida cristiana reunidos en el movimiento pentecostalista no ha surgido de un fundador único, ha sido más bien un movimiento protestante libre y abierto que ha ido asociando a diversas sectas fundamentalistas y que propone un reavivamiento de la fe y vida cristianas por medio de los dones y en la fe del Espíritu Santo.

Están muy extendidos en todo el mundo y por la sencillez de su doctrina y la espectacularidad de sus dones hace que tenga un gran número de adeptos. Veamos un poco su origen, su historia, dentro de este marco tan amplio de referencia.


1.- ORIGENES

El pentecostalismo, en el sentido de "perfeccionismo" y de "posesión de los dones del Espíritu Santo", podríamos decir que comienza con la misma vida de la primitiva comunidad cristiana. Ya S. Pablo menciona en la comunidad de Corinto los desvíos que puede haber acerca de los dones del Espíritu Santo, 1 Cor 12, 10; y 14, 18. Los montanistas del S. II pertenecían a esta categoría, en cuestiones morales profesaban un puritanismo exagerado, hablaban en diversas lenguas y esperaban el establecimiento de la nueva Jerusalén del Apocalipsis se estableciera en Pepuza, Frigia. Los cristianos de pensamiento gnóstico del S. II enseñaban que los cristianos "espirituales" (llamados "pneumáticos"), alcanzan en este vida la suma perfección de vida cristiana.

Con parecidas tendencias aparecieron un siglo más tarde en Roma los donatistas, S IV, y los novacianos en África del Norte. Sus acusaciones contra el laxismo de la Iglesia, sus enseñanzas sobre la necesidad de un "segundo bautismo", sus ansias exageradas del martirio, y su deseo de sobresalir sobre el común de los fieles cristianos, nos recuerdan algunas de las tendencias actuales dentro del pentecostalismo. Los pelagianos, S V, creyeron poder llegar a la misma meta por el esfuerzo personal del individuo en una naturaleza humana libre del pecado original.
La Edad Media también ofrece una proliferación de sectas menores que, sin pretender abandonar la Iglesia, se entregaban a criticar a la Iglesia y denunciarla como impura y pecadora, solo el grupo de buenos y puros eran dignos del Evangelio de Cristo. Los cátaros, en Francia, S. XII y XIII, los "Fraticelli" movimiento surgido dentro de franciscanismo, se sentían más puros y buenos cristianos que los demás. Todos abogaban por una Iglesia más pura, más pobre, más perfecta y santificada en este mundo.

En la época de la Reforma con Lutero a la cabeza, surge el deseo de crear una Iglesia espiritual más pura, más santa, y comenzaron los movimientos de reavivamiento y conversión espiritual. Estos cristianos proclamaban la necesidad de un contacto directo del alma con Dios. Los pentecostales en este entonces surgen como una "reforma dentro de la Reforma", pues creen que la Reforma de Lutero se ha anquilosado, se ha hecho muy mundana y materialista. Tomando de Lutero el principio de la libre interpretación y de sólo "Sacra Scriptura", prescindiendo de la autoridad legítima de la Iglesia, se lanzan a ofrecer un cristianismo de "perfección y de santidad de vida". Dentro de las corrientes del protestantismo oficial, insistieron en aspectos que más tarde quedarían adoptados por el pentecostalismo actual. Entre ellos figuran los siguientes:

1.- Los anabaptistas, revolucionarios en sus doctrinas, e iconoclastas, anunciadores de la Segunda Venida del Señor, partidarios de que la salvación se consigue con el influjo directo del Espíritu Santo en el alma, del bautismo exclusivo de adultos, de la puridad de costumbres, y de la impecabilidad de los creyentes.
2.- Los cuáqueros, con su fe ciega en la "luz interior", su rigorismo moralista, sus excentricidades, atribuidas al Espíritu Santo, que habitaba en ellos etc.
3.- Otras sectas menores: Los seguidores de Brown, los familistas, los libertinos, los camisardos franceses, etc. que con sus danzas sagradas y sus profecías apocalípticas, recuerdan algo del pentecostalismo actual.
4.- Los pietistas, y moravos, con su insistencia en la devoción sentida, con su vida comunitaria e intercambio de experiencias religiosas, y por supuesto en la creencia de la intervención directa del Espíritu Santo en sus vidas.

Pero hay un puesto de honor para J. Wesley, fundador de la iglesia Metodista. El fue le progenitor de las comunidades pentecostales y de los "grupos de santidad". Los hermanos Wesley organizaron el "Holy Club" de Oxford, como un grupo de reavivamiento, de perfección y de santidad. Ambos se dedicaron a la santificación total de sus personas y a alcanzar un estado de pureza de corazón que fuera consistente con la nueva vida que habían abrazado. Los hermanos Wesley fueron los que descubrieron que no hay salvación posible sin la santificación perfecta, aquí en la tierra. Por eso se puede afirmar que, al menos en sus comienzos, la iglesia metodista constituía lo que hoy llamamos una "verdadera iglesia de santidad". 89

El metodismo introdujo, dentro de la Reforma protestante, el emocionalismo, como elemento básico de la vida cristiana, y enseñó una santidad fundada en el "segundo bautismo" del Espíritu Santo; prometió a sus seguidores la fruición y el ejercicio de los dones carismáticos que aseguraban recibir de lo Alto. Insistieron en la doctrina del "segundo nacimiento", (The New Birth), como algo básico dentro de su sistema. En todo esto influyó el metodismo en los pentecostales actuales.


2.- APARICION DE LAS "IGLESIAS DE SANTIDAD”

En los reavivamientos religiosos a que nos hemos referido, el medio de convicción empleado por los predicadores era el de un candente "emocionalismo". Se quería partir del "temor de Dios" para luego abocarse a una inmensa alegría al sentir experiencialmente, por le fe fiducial, que "Cristo cubría con su manto todos los pecados de los asistentes dándoles la efusión de su Espíritu, con lo que alcanzaban sin etapas, una inquebrantable paz y la seguridad de su salvación eterna". 90 Con la emigración de los europeos a los Estados Unidos se repitieron en este continente los mismos síntomas pero con mayor fuerza, llegando a veces hasta el histerismo. Estas oleadas de entusiasmo religioso tienen estrecha relación con el naciente pentecostalismo. Históricamente aparecieron primero los "perfeccionistas" del metodismo, y luego como un derivado suyo surgió poco a poco, el pentecostalismo.

Los comienzos de aquellas "iglesias de santidad" apenas llamaron la atención. Se trataba de pequeños grupos inconexos entre sí, todos ellos partidarios de la "completa santidad". Más tarde consiguieron asociarse. Convocaron, en Estados Unidos, en 1887, varios mítines campestres y se integraron en una organización religiosa que llevaba por nombre "Holiness Union", (Unión por la Santidad"), y que empezó a tener sus publicaciones periódicas, sus capillas y hasta sus centros de enseñanza. Al respecto de esto, Clark comenta:

"Durante los treinta años siguientes, y con la formación del "Movimiento Nacional de Santidad", los perfeccionistas se fueron retirando de la iglesia metodista y formando sus agrupaciones propias, con un culto y unas agencias propagandísticas magníficamente montadas. El movimiento metió muy dentro su cuña en los círculos metodistas atrayéndose a muchos miembros de ciudades y aldeas y arrancando así del metodismo a los últimos partidarios del "segundo bautismo" y de la "completa santificación".

De aquí surgen, entre otras la "Iglesia del Nazareno", y la más conocida entre nosotros "Alianza Cristiana y Misionera", en Lima, Perú. También surgen La "Iglesia de santidad en California". La "Iglesia Apostólica Cristiana" y muchas otras denominaciones del mismo estilo.
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Referencias

89 J. B. Chapman, " A History of the Church of the Nazarene", Kansas, 1926, Pag. 11.
90 J. S. Reynolds, "The Evagelicals at Oxford", (1735 - 1889), Londres , 1953.
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Agradecemos al P. Ignacio Garro SJ por su colaboración.
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Las Órdenes Mendicantes


AUDIENCIA GENERAL
DE S.S. BENEDICTO XVI


Miércoles 13 de enero de 2010



Queridos hermanos y hermanas:


Al inicio del nuevo año miremos la historia del cristianismo, para ver cómo se desarrolla una historia y cómo puede renovarse. En ella podemos ver que los santos, guiados por la luz de Dios, son los auténticos reformadores de la vida de la Iglesia y de la sociedad. Maestros con la palabra y testigos con el ejemplo, saben promover una renovación eclesial estable y profunda, porque ellos mismos están profundamente renovados, están en contacto con la verdadera novedad: la presencia de Dios en el mundo. Esta consoladora realidad, o sea, que en cada generación nacen santos y traen la creatividad de la renovación, acompaña constantemente la historia de la Iglesia en medio de las tristezas y los aspectos negativos de su camino. De hecho, vemos cómo siglo a siglo nacen también las fuerzas de la reforma y de la renovación, porque la novedad de Dios es inexorable y da siempre nueva fuerza para seguir adelante. Así sucedió también en el siglo XIII con el nacimiento y el extraordinario desarrollo de las Órdenes Mendicantes: un modelo de gran renovación en una nueva época histórica. Se las llamó así por su característica de "mendigar", es decir, de recurrir humildemente al apoyo económico de la gente para vivir el voto de pobreza y cumplir su misión evangelizadora. De las Órdenes Mendicantes que surgieron en ese periodo las más conocidas e importantes son los Frailes Menores y los Frailes Predicadores, conocidos como Franciscanos y Dominicos. Se les llama así por el nombre de sus fundadores, san Francisco de Asís y santo Domingo de Guzmán, respectivamente. Estos dos grandes santos tuvieron la capacidad de leer con inteligencia "los signos de los tiempos", intuyendo los desafíos que debía afrontar la Iglesia de su época.

Un primer desafío era la expansión de varios grupos y movimientos de fieles que, a pesar de estar impulsados por un legítimo deseo de auténtica vida cristiana, se situaban a menudo fuera de la comunión eclesial. Estaban en profunda oposición a la Iglesia rica y hermosa que se había desarrollado precisamente con el florecimiento del monaquismo. En recientes catequesis hablé de la comunidad monástica de Cluny, que había atraído a numerosos jóvenes y, por tanto, fuerzas vitales, como también bienes y riquezas. Así se había desarrollado, lógicamente, en un primer momento, una Iglesia rica en propiedades y también inmóvil. Contra esta Iglesia se contrapuso la idea de que Cristo vino a la tierra pobre y que la verdadera Iglesia debería ser precisamente la Iglesia de los pobres; así el deseo de una verdadera autenticidad cristiana se opuso a la realidad de la Iglesia empírica. Se trata de los movimientos llamados "pauperísticos" de la Edad Media, los cuales criticaban ásperamente el modo de vivir de los sacerdotes y de los monjes de aquel tiempo, acusados de haber traicionado el Evangelio y de no practicar la pobreza como los primeros cristianos, y estos movimientos contrapusieron al ministerio de los obispos una auténtica "jerarquía paralela". Además, para justificar sus propias opciones, difundieron doctrinas incompatibles con la fe católica. Por ejemplo, el movimiento de los cátaros o albigenses volvió a proponer antiguas herejías, como la devaluación y el desprecio del mundo material -la oposición contra la riqueza se convierte rápidamente en oposición contra la realidad material en cuanto tal-, la negación de la voluntad libre y después el dualismo, la existencia de un segundo principio del mal equiparado a Dios. Estos movimientos tuvieron éxito, especialmente en Francia y en Italia, no sólo por su sólida organización, sino también porque denunciaban un desorden real en la Iglesia, causado por el comportamiento poco ejemplar de varios representantes del clero.

Los Franciscanos y los Dominicos, en la estela de sus fundadores, mostraron en cambio que era posible vivir la pobreza evangélica, la verdad del Evangelio como tal, sin separarse de la Iglesia; mostraron que la Iglesia sigue siendo el lugar verdadero, auténtico, del Evangelio y de la Escritura. Más aún, santo Domingo y san Francisco sacaron la fuerza de su testimonio precisamente de su íntima comunión con la Iglesia y con el Papado. Con una elección totalmente original en la historia de la vida consagrada, los miembros de estas Órdenes no sólo renunciaban a la posesión de bienes personales, como hacían los monjes desde la antigüedad, sino que ni siquiera querían que se pusieran a nombre de la comunidad terrenos y bienes inmuebles. Así pretendían dar testimonio de una vida extremadamente sobria, para ser solidarios con los pobres y confiar únicamente en la Providencia, vivir cada día de la Providencia, de la confianza de ponerse en las manos de Dios. Este estilo personal y comunitario de las Órdenes Mendicantes, unido a la total adhesión a las enseñanzas de la Iglesia y a su autoridad, fue muy apreciado por los Pontífices de la época, como Inocencio III y Honorio III, que apoyaron plenamente estas nuevas experiencias eclesiales, reconociendo en ellas la voz del Espíritu. Y no faltaron los frutos: los grupos "pauperísticos" que se habían separado de la Iglesia volvieron a la comunión eclesial o lentamente se redujeron hasta desaparecer. También hoy, a pesar de vivir en una sociedad en la que a menudo prevalece el "tener" sobre el "ser", la gente es muy sensible a los ejemplos de pobreza y solidaridad que dan los creyentes con opciones valientes. En nuestros días tampoco faltan iniciativas similares: los movimientos, que parten realmente de la novedad del Evangelio y lo viven con radicalidad en la actualidad, poniéndose en las manos de Dios, para servir al prójimo. El mundo, como recordaba Pablo VI en la Evangelii nuntiandi, escucha de buen grado a los maestros, cuando son también testigos. Esta es una lección que no hay que olvidar nunca en la obra de difusión del Evangelio: ser los primeros en vivir aquello que se anuncia, ser espejo de la caridad divina.

Franciscanos y Dominicos fueron testigos, pero también maestros. De hecho, otra exigencia generalizada en su época era la de la instrucción religiosa. No pocos fieles laicos, que vivían en las ciudades en vías de gran expansión, deseaban practicar una vida cristiana espiritualmente intensa. Por tanto, trataban de profundizar en el conocimiento de la fe y de ser guiados en el arduo pero entusiasmante camino de la santidad. Las Órdenes Mendicantes supieron felizmente salir al encuentro también de esta necesidad: el anuncio del Evangelio en la sencillez y en su profundidad y grandeza era un objetivo, quizás el objetivo principal, de este movimiento. En efecto, se dedicaron con gran celo a la predicación. Eran muy numerosos los fieles —a menudo auténticas multitudes— que se reunían en las iglesias y en lugares al aire libre para escuchar a los predicadores, como san Antonio, por ejemplo. Se trataban temas cercanos a la vida de la gente, sobre todo la práctica de las virtudes teologales y morales, con ejemplos concretos, fácilmente comprensibles. Además, se enseñaban formas para alimentar la vida de oración y la piedad. Por ejemplo, los Franciscanos difundieron mucho la devoción a la humanidad de Cristo, con el compromiso de imitar al Señor. No sorprende entonces que fueran numerosos los fieles, mujeres y hombres, que elegían ser acompañados en el camino cristiano por frailes Franciscanos y Dominicos, directores espirituales y confesores buscados y apreciados. Nacieron así asociaciones de fieles laicos que se inspiraban en la espiritualidad de san Francisco y santo Domingo, adaptada a su estado de vida. Se trata de la Orden Tercera, tanto franciscana como dominicana. En otras palabras, la propuesta de una "santidad laical" conquistó a muchas personas. Como recordó el concilio ecuménico Vaticano II, la llamada a la santidad no está reservada a algunos, sino que es universal (cf. Lumen gentium, 40). En todos los estados de vida, según las exigencias de cada uno de ellos, es posible vivir el Evangelio. También hoy cada cristiano debe tender a la "medida alta de la vida cristiana", sea cual sea el estado de vida al que pertenezca.

Así la importancia de las Órdenes Mendicantes creció tanto en la Edad Media que instituciones laicales como las organizaciones de trabajo, las antiguas corporaciones y las propias autoridades civiles, recurrían a menudo a la consulta espiritual de los miembros de estas Órdenes para la redacción de sus reglamentos y, a veces, para solucionar sus conflictos internos y externos. Los Franciscanos y los Dominicos se convirtieron en los animadores espirituales de la ciudad medieval. Con gran intuición, pusieron en marcha una estrategia pastoral adaptada a las transformaciones de la sociedad. Dado que muchas personas se trasladaban del campo a las ciudades, ya no colocaron sus conventos en zonas rurales, sino en las urbanas. Además, para llevar a cabo su actividad en beneficio de las almas, era necesario trasladarse según las exigencias pastorales. Con otra decisión totalmente innovadora, las Órdenes Mendicantes abandonaron el principio de estabilidad, clásico del monaquismo antiguo, para elegir otra forma. Frailes Menores y Predicadores viajaban de un lugar a otro, con fervor misionero. En consecuencia, se dieron una organización distinta respecto a la de la mayor parte de las Órdenes monásticas. En lugar de la tradicional autonomía de la que gozaba cada monasterio, dieron mayor importancia a la Orden en cuanto tal y al superior general, como también a la estructura de las provincias. Así los mendicantes estaban más disponibles para las exigencias de la Iglesia universal. Esta flexibilidad hizo posible el envío de los frailes más adecuados para el desarrollo de misiones específicas, y las Órdenes Mendicantes llegaron al norte de África, a Oriente Medio y al norte de Europa. Con esta flexibilidad se renovó el dinamismo misionero.

Otro gran desafío eran las transformaciones culturales que estaban teniendo lugar en ese periodo. Nuevas cuestiones avivaban el debate en las universidades, que nacieron a finales del siglo xii. Frailes Menores y Predicadores no dudaron en asumir también esta tarea y, como estudiantes y profesores, entraron en las universidades más famosas de su tiempo, erigieron centros de estudio, produjeron textos de gran valor, dieron vida a auténticas escuelas de pensamiento, fueron protagonistas de la teología escolástica en su mejor período e influyeron significativamente en el desarrollo del pensamiento. Los más grandes pensadores, santo Tomás de Aquino y san Buenaventura, eran mendicantes, trabajando precisamente con este dinamismo de la nueva evangelización, que renovó también la valentía del pensamiento, del diálogo entre razón y fe. También hoy hay una "caridad de la verdad y en la verdad", una "caridad intelectual" que ejercer, para iluminar las inteligencias y conjugar la fe con la cultura. El empeño puesto por los Franciscanos y los Dominicos en las universidades medievales es una invitación, queridos fieles, a hacerse presentes en los lugares de elaboración del saber, para proponer, con respeto y convicción, la luz del Evangelio sobre las cuestiones fundamentales que afectan al hombre, su dignidad, su destino eterno. Pensando en el papel de los Franciscanos y de los Dominicos en la Edad Media, en la renovación espiritual que suscitaron, en el soplo de vida nueva que infundieron en el mundo, un monje dijo: "En aquel tiempo el mundo envejecía. Pero en la Iglesia surgieron dos Órdenes, que renovaron su juventud, como la de un águila" (Burchard d'Ursperg, Chronicon).

Queridos hermanos y hermanas, precisamente al inicio de este año invoquemos al Espíritu Santo, eterna juventud de la Iglesia: que él haga que cada uno sienta la urgencia de dar un testimonio coherente y valiente del Evangelio, para que nunca falten santos, que hagan resplandecer a la Iglesia como esposa siempre pura y bella, sin mancha y sin arruga, capaz de atraer irresistiblemente el mundo hacia Cristo, hacia su salvación.





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Tomado de:
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2010/documents/hf_ben-xvi_aud_20100113_sp.html

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