Retiro de Ejercicios Espirituales


Ejercicios Espirituales de San Ignacio en retiro de 5 días. 2009

La Comunidad de Vida Cristiana (CVX) de nuestra parroquia invita a las personas que deseen participar en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.

CAMBIO DE FECHA, SERÁ:
Del 09 al 13 de noviembre.
Dirige la experiencia: P. Adolfo Franco, S.J.
Lugar: Casa de Retiro Santa Rosa de Lima.
Costo: S/. 250,00 (incluye alojamiento y comidas).
Requisitos para quienes no participan en la CVX: Inscribirse personalmente en las oficinas parroquiales, ser personas que tienen experiencia de oración y meditación personal.
Los demás detalles se les darán en la misma Parroquia al momento de inscribirse.
Inscripción y pago con antelación.
Parroquia Nuestra Señora de Fátima, Telf 4463119 Av. Armendáriz 350, Miraflores, Lima Perú.


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El P. Adolfo Franco, S.J. colabora con nuestro blog en la Etiqueta de REFLEXIÓN.
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Homilía: Solemnidad de Todos los Santos (B)


Lecturas: Ap 7,2-4.9-14; S.23; 1Jn 3,1-3; Mt 5,1-12


¡La salvación es de nuestro Dios y del Cordero!
P. José Ramón Martínez Galdeano S.J.

En la fiesta de hoy, la solemnidad de Todos los Santos, la Iglesia celebra a todos los Santos que a lo largo de su historia alcanzaron la santidad, practicando las virtudes en grado heroico. Superan con mucho el número de días del calendario anual y no hay posibilidad de dedicar cada año a cada uno un día. La Iglesia los reúne a todos en este día.

Durante los primeros siglos sólo se daba culto a los mártires de la fe en el aniversario de su martirio. Más tarde comenzó el culto de los confesores, llamados así porque sus actos en vida manifestaban o confesaban su fe cristiana de manera clara. Los fieles se encomendaban a ellos y Dios lo aprobaba hasta con milagros. Luego se introdujeron los procesos de canonización y beatificación, que hoy concluyen ante el Papa. Además de pruebas sobre la virtud en grado heroico, se exigen un milagro para la beatificación y otro para la canonización. Con la canonización el Papa declara de forma infalible que aquel fiel ha llegado al Cielo y por tanto su vida y su doctrina son válidos como norma y camino para el cielo y su intercesión eficaz para obtener los favores de Dios.

Es importante que todos tengamos esto claro: Los católicos no adoramos a los santos. Sólo adoramos a Dios, uno en su Trinidad, en el Padre, Hijo y Espíritu Santo. La señal de adoración es la genuflexión. Nosotros no hacemos genuflexión ante las imágenes de los santos ni de la Virgen María, porque no los adoramos; hacemos genuflexión ante el Santísimo Sacramento, presente en la hostia y vino consagrados y también en las hostias consagradas guardadas en el Sagrario. Allí sí está presente Dios, es decir Cristo real y verdadero, con su cuerpo, alma y divinidad. Por eso le adoramos. Pero a las imágenes, ni siquiera las de Cristo, no hacemos genuflexión porque representan pero no hacen real ni presente a Dios.

Además de los santos canonizados, hoy también honramos a todos aquellos que por su fe y los méritos de la sangre de Cristo recibieron el perdón de los pecados y, tras purificarse, si lo necesitaron, en el Purgatorio, recibieron la recompensa de su conversión y demás obras buenas. A algunos, tal vez no pocos, los hemos conocido. Tenemos razones para confiar con más o menos seguridad que por la misericordia de Dios están en el Cielo. Hoy celebramos su salvación, junto con esa misma misericordia de Dios, y podemos invocarlos pidiendo que intercedan por nosotros. Yo les recomiendo que lo hagan con su mamá, su papá, su hijo o hija, su hermano o hermana, aquel amigo, amiga o compañero del que conservan tan buenos recuerdos. Con frecuencia notarán que su oración es eficaz.

Dios se complace que oremos así a los santos y que los pongamos como intercesores. A través de ellos está haciéndose presente en el mundo y bendice y concede favores y aun milagros, sobre todo por medio de personas santas en grado extraordinario, como Juan Pablo II y otros cuyas causas de beatificación y canonización están en curso. Dios honra a los santos; él sabe que ello nos estimula a que nosotros confiemos en Él y nos esforcemos por ser mejores.

Porque pertenecemos a una Iglesia santa, que nos quiere santos y tiene los medios que necesitamos para serlo. “Creo en la santa Iglesia católica” –decimos en el Credo–. Y el Catecismo nos enseña: “La fe confiesa que la Iglesia… no puede dejar de ser santa. En efecto, Cristo, el Hijo de Dios, a quien con el Padre y con el Espíritu se proclama el solo santo, amó a su Iglesia como a su esposa. El se entregó por ella para santificarla, la unió a sí mismo como su propio cuerpo y la llenó del Espíritu Santo para gloria de Dios (LG 39). La Iglesia es, pues, el Pueblo santo de Dios y sus miembros son llamados santos. La Iglesia, unida a Cristo, está santificada por El; por El y con El ella también ha sido hecha santificadora. Todas las obras de la Iglesia se esfuerzan en conseguir la santificación de los hombres en Cristo y la glorificación de los hombres en Cristo y la glorificación de Dios. En la Iglesia es donde está depositada la plenitud total de los medios de salvación. En ella donde conseguimos la santidad por la gracia de Dios. La Iglesia, en efecto, ya en la tierra se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todavía imperfecta. En sus miembros, la santidad perfecta está todavía por alcanzar: Todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados cada uno por su propio camino, a la perfección de la santidad cuyo modelo es el mismo Padre” (CIC 823-825).

Tenemos la santidad al alcance de la mano. Dios quiere que seamos santos y está dispuesto a ayudarnos y acompañarnos en cada esfuerzo para ello. “Sean santos –nos dice – porque Yo soy santo” (Lev 11,44). “Siete veces al día cae el justo” (Prov 24,16). Las faltas cotidianas no nos deben desanimar. No nos abandonemos.

¿Cuáles son los medios? Fundamentalmente el ejercicio de la fe, la esperanza y la caridad. Y para ello oramos, nos alimentamos con su palabra y los sacramentos, nos esforzamos en llevar la cruz, aunque nos pese y a veces tropecemos, y procuramos hacer el bien de palabra y obra allí donde estamos. En misa, sobre todo la del domingo, con toda la Iglesia de Dios, miramos al Padre y con el Espíritu nos ofrecemos a Él con Cristo: “Por Cristo, con Él y en Él a Ti, Dios Padre Omnipotente, todo honor y gloria por los siglos de los siglos”.

Un día, que para nadie está tan lejos y para más de uno ciertamente está cercano, “cuando se manifieste lo que somos”, seremos de los que “gritarán con voz potente: La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en ello trono, y del Cordero. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén”
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Ofrecimiento Diario - Intenciones para el mes de Noviembre

APOSTOLADO
DE LA
ORACIÓN

INTENCIONES PARA EL MES DE
NOVIEMBRE




Ofrecimiento Diario

Ven Espíritu Santo, inflama nuestro corazón en las ansias redentoras del Corazón de Cristo, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras, en unión con él, por la redención del mundo.

Señor mío y Dios mío Jesucristo:

Por el Corazón Inmaculado de María me consagro a tu Corazón y me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar; con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu reino.

Te pido en especial por las intenciones encomendadas al Apostolado de la Oración.







Por las Inteciones del Papa:


Intención General: Para que los hombres y las mujeres del mundo, especialmente los responsables de la economía, no retrocedan en su empeño de salvaguardar la creación.



Misional: Para que los creyentes de las diversas religiones, con el testimonio de sus vidas y mediante el diálogo fraterno, ofrezcan una demostración clara de que el nombre de Dios es portador de paz.





Por las intenciones de la Conferencia Episcopal Peruana



Para que, como discípulos, sigamos a Jesucristo paso a paso por los caminos del Evangelio.






Salvaguardar la creación

“La conservación del medio ambiente, la promoción del desarrollo sostenible y la atención particular al cambio climático son cuestiones que preocupan mucho a la persona humana. Ninguna nación o sector comercial puede ignorar las implicaciones éticas presentes en todo desarrollo económico y social. La investigación científica demuestra cada vez con mayor claridad que el impacto de la actividad humana en cualquier lugar o región puede tener efectos sobre todo el mundo...” (Benedicto XVI a S.S. Bartolomé I, Arzobispo de Constantinopla, Patriarca ecuménico. 1.9.2007. Extracto).

El Nombre de Dios portador de Paz

“... Cuando el sentido religioso alcanza su madurez, genera en el creyente la percepción de que la fe en Dios, creador del universo y Padre de todos, no puede por menos de fomentar relaciones de fraternidad universal entre los hombres.De hecho, en todas las grandes tradiciones religiosas se registran testimonios del íntimo vínculo que existe entre la relación con Dios y la ética del amor... La paz es un valor en el que confluyen muchos componentes;... en primer lugar, la paz se debe construir en los corazones... el corazón del hombre es el lugar donde actúa Dios”. (Benedicto XVI, XX Aniversario encuentro de oración por la paz en Asís. Roma, 2.9.2006. Extractos).

Aparecida - Misión Continental

“La vocación y el compromiso de ser hoy discípulos y misioneros de Jesucristo... Miramos a Jesús, el Maestro que formó personalmente a sus apóstoles y discípulos. Cristo nos da el método: “Vengan y vean”, “Yo Soy el camino, la verdad y la vida”. (cfr. 276)




Eucaristía
Misa de acción de gracias. (Misal romano)

Palabra de Dios
Génesis 1,26-31. Vio Dios que cuanto había hecho era muy bueno.
Salmo 103. Grandeza de Dios en la naturaleza.
Job 36,22-37,24. La Majestad de Dios en la creación visible.
Lucas 12,22-31. No anden agobiados por la vida.

Reflexionemos
¿Cómo podemos colaborar en la tarea común de no dañar el medio ambiente con nuestro estilo de vida?
¿Cómo seguir a Jesús paso a paso como discípulos suyos?

P. Antonio Gonzalez Callizo S.J.
Director Nacional del Apostolado de la Oración (AO)
Parroquia San Pedro

Invitación
A participar de la Misa dominical de 11:00 AM en la Parroquia de San Pedro y a acompañarnos en las reuniones semanales a las 12:00 M en el claustro de la parroquia, todos los domingos.Asimismo, invitamos a la Misa de los primeros viernes de cada mes en Honor al Sagrado Corazón de Jesús, a las 7:30 PM en San Pedro.

¡ADVENIAT REGNUM TUUM!
¡Venga a nosotros tu reino!

Apostolado de la Oración
Azángaro 451, Lima

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Teología monástica y teología escolástica


AUDIENCIA GENERAL
DE SS BENEDICTO XVI
Miércoles 28 de octubre de 2009

Queridos hermanos y hermanas:
Hoy me detengo en una interesante página de la historia, que atañe al florecimiento de la teología latina en el siglo XII, gracias a una serie providencial de coincidencias. En los países de Europa occidental reinaba por aquel entonces una paz relativa, que aseguraba a la sociedad el desarrollo económico y la consolidación de las estructuras políticas, y favorecía una intensa actividad cultural, entre otras causas gracias a los contactos con Oriente. En la Iglesia se advertían los beneficios de la vasta acción conocida como "reforma gregoriana", promovida vigorosamente en el siglo anterior, que había aportado una mayor pureza evangélica a la vida de la comunidad eclesial, sobre todo en el clero, y había restituido a la Iglesia y al Papado una auténtica libertad de acción. Además, se iba difundiendo una amplia renovación espiritual, sostenida por un fuerte crecimiento de la vida consagrada: nacían y se expandían nuevas Órdenes religiosas, mientras que las ya existentes vivían una prometedora recuperación.

La teología también volvió a florecer y adquirió una mayor conciencia de su naturaleza: afinó el método, afrontó problemas nuevos, avanzó en la contemplación de los misterios de Dios, produjo obras fundamentales, inspiró iniciativas importantes en la cultura, desde el arte hasta la literatura, y preparó las obras maestras del siglo sucesivo, el siglo de santo Tomás de Aquino y de san Buenaventura de Bagnoregio. Los ambientes en los que tuvo lugar esta intensa actividad teológica fueron dos: los monasterios y las escuelas de la ciudad, las scholae, algunas de las cuales muy pronto darían vida a las universidades, que constituyen uno de los típicos "inventos" de la Edad Media cristiana. Precisamente a partir de estos dos ambientes, los monasterios y las scholae, se puede hablar de dos modelos diferentes de teología: la "teología monástica" y la "teología escolástica". Los representantes de la teología monástica eran monjes, por lo general abades, dotados de sabiduría y de fervor evangélico, que se dedicaban esencialmente a suscitar y a alimentar el deseo amoroso de Dios. Los representantes de la teología escolástica eran hombres cultos, apasionados por la investigación; magistri deseosos de mostrar la racionabilidad y la autenticidad de los misterios de Dios y del hombre, en los que ciertamente se cree por la fe, pero que también se comprenden con la razón. La distinta finalidad explica la diferencia de su método y de su manera de hacer teología.

En los monasterios del siglo XII el método teológico estaba vinculado principalmente a la explicación de la Sagrada Escritura, de la página sagrada, como decían los autores de ese periodo; se practicaba especialmente la teología bíblica. Todos los monjes escuchaban y leían devotamente las Sagradas Escrituras, y una de sus principales ocupaciones consistía en la lectio divina, es decir, en la lectura orante de la Biblia. Para ellos la simple lectura del texto sagrado no era suficiente para percibir su sentido profundo, su unidad interior y su mensaje trascendente. Por tanto, era necesario practicar una "lectura espiritual", llevada a cabo en docilidad al Espíritu Santo. En la escuela de los Padres, la Biblia se interpretaba alegóricamente, para descubrir en cada página, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, lo que dice de Cristo y de su obra de salvación.

El Sínodo de los obispos del año pasado sobre la "Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia" recordó la importancia del enfoque espiritual de las Sagradas Escrituras. En este sentido, es útil tomar en consideración la herencia de la teología monástica, una ininterrumpida exégesis bíblica, como también las obras realizadas por sus representantes, valiosos comentarios ascéticos a los libros de la Biblia. A la preparación literaria la teología monástica unía la espiritual; es decir, era consciente de que no bastaba con una lectura puramente teórica y profana: para entrar en el corazón de la Sagrada Escritura, hay que leerla identificándose con el espíritu con el que fue escrita y creada. La preparación literaria era necesaria para conocer el significado exacto de las palabras y facilitar la comprensión del texto, afinando la sensibilidad gramatical y filológica. El estudioso benedictino del siglo pasado Jean Leclercq tituló así el ensayo con el que presenta las características de la teología monástica: L'amour des lettres et le désir de Dieu (El amor por las palabras y el deseo de Dios). Efectivamente, el deseo de conocer y de amar a Dios, que nos sale al encuentro a través de su Palabra que debemos acoger, meditar y practicar, lleva a intentar profundizar los textos bíblicos en todas sus dimensiones.

Hay otra actitud en la que insisten quienes practican la teología monástica: una íntima actitud orante, que debe preceder, acompañar y completar el estudio de la Sagrada Escritura. Puesto que, en resumidas cuentas, la teología monástica es escucha de la Palabra de Dios, no se puede dejar de purificar el corazón para acogerla y, sobre todo, no se puede dejar de encenderlo de fervor para encontrar al Señor. Por consiguiente, la teología se convierte en meditación, oración y canto de alabanza, e incita a una sincera conversión. No pocos representantes de la teología monástica alcanzaron, por este camino, las más altas metas de la experiencia mística, y constituyen una invitación también para nosotros a alimentar nuestra existencia con la Palabra de Dios, por ejemplo, mediante una escucha más atenta de las lecturas y del Evangelio, especialmente en la misa dominical. Es importante también reservar cada día cierto tiempo para la meditación de la Biblia, a fin de que la Palabra de Dios sea lámpara que ilumine nuestro camino cotidiano en la tierra.

La teología escolástica, en cambio —como decía—, se practicaba en las scholae, que surgieron junto a las grandes catedrales de la época, para la preparación del clero, o alrededor de un maestro de teología y de sus discípulos, para formar profesionales de la cultura, en una época en la que el saber era cada vez más apreciado. En el método de los escolásticos era central la quaestio, es decir, el problema que se plantea al lector a la hora de afrontar las palabras de la Escritura y de la Tradición. Ante el problema que estos textos autorizados plantean, surgen preguntas y nace el debate entre el maestro y los alumnos. En ese debate aparecen, por una parte, los temas de la autoridad; y, por otra, los de la razón, y el debate se orienta a encontrar, al final, una síntesis entre autoridad y razón para alcanzar una comprensión más profunda de la Palabra de Dios. San Buenaventura dice al respecto que la teología es "per additionem" (cf. Commentaria in quatuor libros sententiarum, i, proem., q. 1, concl.), es decir, la teología añade la dimensión de la razón a la Palabra de Dios y de este modo crea una fe más profunda, más personal y, por tanto, también más concreta en la vida del hombre. En este sentido, se encontraban distintas soluciones y se formaban conclusiones que comenzaban a construir un sistema de teología. La organización de las quaestiones llevaba a la elaboración de síntesis cada vez más extensas, pues se componían las diversas quaestiones con las respuestas encontradas, creando así una síntesis, las denominadas summae, que eran en realidad amplios tratados teológico-dogmáticos nacidos de la confrontación entre la razón humana y la Palabra de Dios. La teología escolástica tenía como objetivo presentar la unidad y la armonía de la Revelación cristiana con un método, llamado precisamente "escolástico", de la escuela, que confía en la razón humana: la gramática y la filología están al servicio del saber teológico, pero con mayor motivo lo está la lógica, es decir, la disciplina que estudia el "funcionamiento" del razonamiento humano, de manera que resulte evidente la verdad de una proposición. Todavía hoy, leyendo las summae escolásticas sorprende el orden, la claridad, la concatenación lógica de los argumentos, y la profundidad de algunas intuiciones. Con lenguaje técnico se atribuye a cada palabra un significado preciso, y entre el creer y el comprender se establece un movimiento recíproco de clarificación.

Queridos hermanos y hermanas, retomando la invitación de la primera carta de san Pedro, la teología escolástica nos estimula a estar siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que nos pida razón de nuestra esperanza (cf. 1 P 3, 15). Sentir nuestras las preguntas y de ese modo ser capaces de dar también una respuesta. Nos recuerda que entre fe y razón existe una amistad natural, fundada en el orden mismo de la creación. El siervo de Dios Juan Pablo II, al comienzo de la encíclica Fides et ratio escribe: "La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad". La fe está abierta al esfuerzo de comprensión por parte de la razón; la razón, a su vez, reconoce que la fe no la mortifica, sino que la lanza hacia horizontes más amplios y elevados. Aquí se introduce la perenne lección de la teología monástica. Fe y razón, en diálogo recíproco, vibran de alegría cuando ambas están animadas por la búsqueda de la unión íntima con Dios. Cuando el amor vivifica la dimensión orante de la teología, el conocimiento que adquiere la razón se ensancha. La verdad se busca con humildad, se acoge con estupor y gratitud: en una palabra, el conocimiento sólo crece si ama la verdad. El amor se convierte en inteligencia y la teología en auténtica sabiduría del corazón, que orienta y sostiene la fe y la vida de los creyentes. Oremos, pues, para que el camino del conocimiento y de la profundización de los misterios de Dios siempre esté iluminado por el amor divino.

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Tomado de:
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La dificultad para dialogar sobre los sentimientos en el matrimonio


P. Vicente Gallo, S.J.
Otros temas difíciles, 1º Parte


Titulamos esta publicación “Otros temas difíciles”. La “dificultad” a la que nos referimos no está propiamente en “los temas” que vamos a recorrer. Ni tampoco en que sean especialmente graves los “problemas” o conflictos en la pareja que puedan surgir por esos temas. La “dificultad” que decimos está, más bien, en la decisión que la pareja debería tomar para dialogar sobre los sentimientos surgidos en uno y en otro por los problemas que se ocasionan en esos temas. Quede esto aclarado previamente.

Todos los problemas que vamos mencionando son difíciles para ser abordados dialogando sobre los sentimientos que surgen desde esos conflictos. Son difíciles no porque cueste captar los sentimientos que se están teniendo, ni porque sean muy abrumadores, sino porque es difícil abrirse y dialogar sobre ellos. Vamos a fijarnos ahora en algunos temas en los que más difícil se hace ese hacer frente a lo que se está sintiendo y manifestarlo al otro en el diálogo.

Comenzamos por el simple caso de la escasa comunicación personal que está teniendo en la pareja, y acaso no por culpa del otro sino de uno mismo. Cuando eran novios sabían muy bien que su amor no era válido sino se veían todos los días, sino se hablaban largamente y de todo, incluso de sus intimidades; y se daban muestras de amor con besos y caricias o tomándose de la mano. Si por necesidades del trabajo, o de lo que fuere, tenían que vivir en ciudades o países separados, veían necesario escribirse con mucha frecuencia y acaso diariamente. Ahora, ya casados, el amor mutuo tiene las mismas exigencias; pero ambos se olvidan de satisfacerlo.

Por la razón del trabajo de uno o de los dos, hay días que apenas se ven. Cuando por fin están juntos, normalmente no se besan ni expresan su amor con alguna caricia. No tienen humor para hacerlo. Apenas conversan entre sí, o lo hacen siempre sobre temas intrascendente, hablando del clima o de cualquier noticia, menos de lo que toca su relación o los intereses que sean comunes a la pareja. Si es que no abundan en sarcasmos, en críticas al otro, en pequeños insultos. Puede estar sucediendo que no se comunican sino es con gritos o culpándose de todo el uno al otro.
La dificultad que todo ello está originando en uno o en los dos para tomar la actitud de dialogar, muchas veces radica en que les parezca que así es en las demás parejas, que es la vida rutinaria de cada día en matrimonio, y que se deben dejar ahí esos problemas. Piensan que no es una cosa como para dialogar sobre ella. Les parecería complicar la vida en pareja.

Están en una gran equivocación, toda esa comunicación entre ambos tan deficiente y poco deseable, en los dos produce sentimientos negativos que originan pensamientos de crítica al otro, y también de la situación que viven; no precisamente culpándose a uno mismo sino al otro. Pero igual que los pensamientos, vienen frecuentemente las palabras, y las actitudes de poco amor, con un mal disimulado distanciamiento mutuo que se aguanta un día y otro, pero que no se asimila y no se puede asumir; porque todo ello es convivir sin amarse de veras ni sentirse felices de ser pareja. Sino es que se llega a sentir insoportable estar juntos; entonces, prefieren buscarse compañías fuera de casa. Lo cual agrava más el conflicto.

Difícilmente se sentarán juntos para hablar sobre el problema que les está agobiando. Es posible que no llegue el día en que se enfrenten y se peleen por esa situación, ni aún con el fin de desahogarse. Aunque poco arreglarán si lo hacen, sino que más bien empeorarán su relación. Ojalá llegue el día en que uno de los dos plantee la necesidad de dialogar, abriéndose al otro para comunicarle los sentimientos que dichas realidades producen en él; y el otro, escuchando con el corazón, cuente también los sentimientos suyos. Dialogando así, los dos decidirán amarse más de veras.

Lo que nunca debe ocurrir es algo que uno de los dos ya temía, y acaso es la razón por la que no se atrevía a plantear un posible diálogo sobre los sentimientos que está experimentando y es consciente de ellos. Me refiero a que el otro, si se le habla de tales sentimientos como destructivos del amor de la pareja a nivel de intimidad, reaccione respondiendo que eso es estar cayendo en demasiada sensibilidad, que no hay razón válida para tener esos sentimientos por problemas que “no existen”, porque él no los valora tanto o porque no quiere ni aun percibirlos. Piensa que su matrimonio es normal como cualquier otro. Y en esto por desgracia, tiene razón; pero no debería resignarse a que su relación de pareja siga siendo tan deficiente.
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Agradecemos al P. Vicente por su colaboración
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Los Testigos de Jehová - 2º Parte: Aspectos Teológicos


Las Sectas en Latinoamérica
7º Parte

P. Ignacio Garro, S.J.
Profesor del Seminario Arquidiocesano de Arequipa, ex profesor del Seminario de Trujillo.



Descripción de Sectas Protestantes Fundamentalistas en América Latina

Continuación



4.- ASPECTOS TEOLÓGICOS.

El primer cuestionamiento que salta a la mente de las gentes que se sienten asediadas por la intensa propaganda de los Testigos de Jehová es, si son realmente cristianos.
Para un fiel católico, así como para la mayor parte de las Confesiones Cristianas Históricas, los Testigos de Jehová no son cristianos. ¿Por qué? porque:
.- Niegan la divinidad de Jesucristo
.- Niegan la Resurrección de Jesucristo
.- Niegan el Misterio de la Trinidad
.- Niegan la presencia real de Jesucristo en las especies eucarísticas
.- Niegan que Jesucristo haya fundado la única Iglesia
.- Niegan que la Biblia (auténtica) sea la auténtica palabra de Dios y que lleve en sí toda la revelación.
Con estos argumentos, más otros muchos más detallados, se puede afirmar que los Testigos de Jehová no son cristianos, aunque ellos sí se llaman cristianos y tienen algunos elementos cristianos.

A continuación vamos a ir detallando una serie de aspectos en los que veremos cómo piensan los Testigos de Jehová y cómo piensa la Iglesia Católica.

a.- La Biblia
Los Testigos de Jehová afirman rotundamente que su única fuente de revelación es la Biblia. Junto a esta afirmación está la realidad de que sus libros y folletos constituyen un amasijo de citas sacadas de la Biblia a su antojo y conveniencia. Por eso rechazan la Tradición y el Magisterio de la Iglesia Católica. Aunque no utilizan la palabra "libre examen", sin embargo concuerdan con el resto del protestantismo en la "interpretación subjetiva y literal" de la Biblia. Van más lejos aún que el fundamentalismo empleado por las otras confesiones cristianas sin tener en cuenta las reglas más elementales de la exégesis, de la hermenéutica y de la epistemología. Los Testigos de Jehová utilizan una versión especial de la Biblia que contiene un texto notoriamente diferenciado del que utilizan los cristianos con lo que se consideran autorizados a sacar conclusiones de la Biblia distinta e incluso opuesta a las del resto de la cristiandad, (por eso los Testigos de Jehová son poco apreciados en las reuniones cristianas interconfesionales).
Según los Testigos de Jehová la Biblia se lee y se debe de entender "según la perspectiva con que nos acerquemos al Libro sagrado", y según esta perspectiva puede transformar nuestra concepción de todo su contenido. Por ejemplo, si una persona parte del supuesto de que el tema central de la Biblia es la "salvación", todo cuanto veamos en sus páginas estará coloreado por esta idea. En cambio, si las premisas de que partimos son distintas, la luz difundida por el nuevo prisma será también diversa. Los Testigos de Jehová parten de la premisa de que: "La Biblia es la gran epopeya en que, para hacer resaltar la majestad de Dios, se nos narra la lucha de Aquél con las fuerzas del mal y el triunfo que finalmente seguirá, para Jehová y los buenos, de aquella magna contienda". 39
El autor A. Hookema en su obra "Los cuatro cultos mayores", 1963, pág., 238, dice: "(La Biblia de los Testigos de Jehová) no es una versión objetiva del texto sagrado... sino una obra llena de prejuicios que han metido de contrabando en el texto de la Biblia hasta hacer toda una serie de doctrinas peculiares del jehovismo".
La raíz del mal consiste en el prejuicio hermenéutico adoptado por los jehovistas, al interpretar literal y prejuiciadamente la Biblia interpretan arbitrariamente los vocablos, de ahí que se dé un inmovilismo exegético y la fijación absurda de toda una serie de vocablos bíblicos. Pero las objeciones de los exegetas no se limitan al método defectuoso de traducción sino que se extiende a las interpretaciones que del texto hacen los autores; pues, además del literalismo, ellos eliminan aquellos pasajes que podrían perjudicarles en sus doctrinas y sobre todo, a las lucubraciones de todo orden (ya sean apocalípticas, históricas, etc.) con que cargan su texto sagrado para beneficio de sus doctrinas y de sus seguidores. El P. Damboriena dice: "La razón última de estas libertades está en que, al contrario de los que proclaman en su predicación, los jehovistas tienen una fuente y una autoridad que es superior a la misma Biblia, esa autoridad es la que regula sus creencias y su conducta: las enseñanzas de los libros y folletos que editan o de los sermones que predican...". 40
Pongamos algunos ejemplos para ver cómo manipulan los textos sagrados: Para poder negar la divinidad de Jesucristo desfiguran el texto del Evangelista Juan 1, 1. Dice: "Y el Verbo era Dios", ellos dicen: "Y el Verbo era un dios".
Para negar la presencia real de Cristo en la Eucaristía, Lc 22, 19, traducen así: "Esto significa mi cuerpo", en vez de decir: "Esto es mi Cuerpo".
Respecto del infierno, Mt 25, 46, en lugar de decir: "e irán éstos al suplicio eterno", ellos dicen: "y partirán éstos al acortamiento eterno".
Como se puede apreciar los cambios son abismales y subjetivos. Según éstas y otras muchas más pruebas, los Testigos llegan a relegar la importancia de la Biblia a un segundo plano, ellos dan más importancia a los escritos emanados de sus centrales editoriales de Nueva York que lo que realmente dicen los textos sagrados.

A continuación veamos que dice el fundador Ch. Russell en un artículo de la revista "Atalaya" del 15 de septiembre de 1910. Decía así:

"Los seis tomos de los "Estudios de la Escrituras", constituyen prácticamente la Biblia arreglada conforme a tópicos. No son meramente comentarios acerca de la Biblia, sino que son prácticamente la Biblia misma... No puede verse el plano divino estudiando la Biblia por sí sola. Encontramos, que si alguien pone a un lado los "Estudios de las Escrituras" aun después de familiarizarse con ellos... y se dirige a la Biblia sola, dentro de unos años vuelve a las tinieblas. Al contrario, si lee los "Estudios de las Escrituras" con sus citas y no ha leído ni una página de la Biblia, como tal, estará en la luz al término de dos años".

Con estos criterios es fácil encontrar la estrategia y el principal motor de los Testigos de Jehová, pues, por lo que se ve, para ellos es más importante lo que dicen los seis tomos de "Estudios de las Escrituras" que lo que dice la Biblia misma. Por supuesto, los seis libros de "Estudios de las Escrituras" están escritos por Ch. Taze (el fundador y primer presidente de los Testigos de Jehová) y él sabe más que la Sagrada Escritura.

b.- La Trinidad
Niegan que existe la Trinidad, dicen que no tiene fundamentación escriturística. Explican que la Trinidad es una invención de la Iglesia Católica, la cual descubrió este término en las religiones mistéricas del Oriente cristiano. "La doctrina de la Trinidad, (dice Russell), es increíble y nadie puede dar crédito a la misma, puesto que en el verdadero sentido de la palabra nadie puede tampoco creer lo que es en sí incompatible", "The atonement between and Man", Pág. 64. (Russell, hace de la Trinidad un problema numérico, a saber 3 no puede ser igual a 1, pero eso no es la Trinidad).
J. F. Rutherford (el segundo presidente de los Testigos de Jehová) dice que la Trinidad es "una teoría inventada e impuesta por el demonio con el fin de apagar nuestra fe en Dios".
Ellos, que admiten otros misterios, como el de la existencia de Dios, sus atributos, la existencia del cielo, del alma humana, etc., niegan el Misterio de la Trinidad. El racionalismo rige los fundamentos del jehovismo e impide la aceptación de las Tres Divinas Personas en una Unidad de Substancia Divina. Es verdad que la palabra "Trinidad" no se encuentra en la Sagrada Escritura, pero sí se encuentra su contenido dogmático. Tampoco se halla la palabra "unidad" atribuida a Dios, y, sin embargo, no tienen reparo en aceptarla. El P. Damboriena dice: "Ni los gnósticos ni los arrianos, osaron nunca emplear el lenguaje tan duro ni organizaron jamás campañas tan sistemáticas contra el más excelso y consolador misterio del dogma cristiano" 41. Sin embargo, los Testigos de Jehová reconocen como dogmas palabras que no existen en las Escrituras.

c.- Cristología
El P. Damboriena dice: "Nada tan confuso entre las doctrinas de los Testigos de Jehová como su cristología. Es una mezcla de herejía primitiva y de liberalismo enciclopedista; parece como si hubieran espigado en todas las fuentes condenables hasta formar un cuerpo de ideas negativas sobre la persona de Jesús. Con los arrianistas del S. IV, dicen que Jesús fue un ser (criatura), un hombre perfecto (no dicen que es Dios, verdadero Dios); parece que copian las palabras de Mahoma cuando sostienen que es un espíritu de Dios y se ponen de acuerdo con la escuela judía que ve en Jesús a un profeta más, como los muchos del Antiguo Testamento".42
Los Testigos de Jehová niegan la divinidad de Cristo. Enseñan que Jesús no es el Hijo de Dios y Creador de todas las cosas. Notamos sin embargo que se refieren a Jesús como el Hijo de Dios, pero es una frase de conveniencia puesto que no creen que Jesús sea el Hijo de Dios eterno, ya que para ellos resulta muy duro negar un dogma fundamental para todos los cristianos, entre los cuales andan buscando siempre sus adeptos. En general siguen el estilo de los racionalistas de principios del S. XIX que alaban extraordinariamente a Jesús para terminar negando su divinidad. A veces, le llaman el Primogénito o el Ángel: "Nuestro Redentor existió como espíritu antes de ser hecho carne y vivir entre los hombres. Fue conocido como el Arcángel Miguel", "Estudios de las Escrituras", Vol. 5.
En otros libros dice: "Jesús no fue Dios el Hijo". "Miguel es realmente Cristo Jesús". Los Testigos de Jehová niegan la encarnación de Cristo. Enseñan que Jesús no poseyó dos naturalezas (la divina y la humana) cuando estaba en la tierra, ni tampoco posee dos naturalezas ahora. Con estas ideas los jehovistas niegan toda eficacia de salvación venida de Cristo. Es verdad que a veces le llaman "Hijo de Dios" y le dan títulos como "portavoz de Dios", su "principal lugarteniente", "el administrador de la teocracia de Jehová", etc.
Se refieren a su obra redentora, pero considerándole meramente como un "instrumento humano" del que se sirve Dios para realizar la obra de redención. Jesús al tomar carne humana se desprendió totalmente de su divinidad. Por eso, durante su vida participó de todas las miserias, aun de las morales, de la naturaleza caída, razón por la que fue justamente condenado a muerte.
En otro lugares se habla como si Jehová hubiera tenido dos hijos: uno Malo (Satanás) y el otro Bueno (el Arcángel San Miguel = Cristo), que continúan su lucha a través de los siglos. Por estas y otras doctrinas semejantes se ven cuán lejos están las doctrinas de los jehovistas de la doctrina sana y buena de la Iglesia Católica.
Los jehovistas, niegan la Resurrección corporal de Cristo. Dicen: "quizá su cuerpo fue disuelto en gases, o quizá esté conservado en algún lugar... Nadie sabe". Con esta afirmación se deduce que tampoco nosotros resucitaremos con Cristo en el último día. Finalmente los Testigos de Jehová niegan la venida futura de Cristo, para Russell, Cristo ya vino en 1874.

d.- Pneumatología
Niegan la Persona y la divinidad del Espíritu Santo. "En realidad son unitarios, dice Hookema. Para ellos Dios existe en una sola Persona, la de Jehová. Jesucristo, aunque persona, no es divina, y el Espíritu Santo, no es ni persona, ni divina" 43.
Así, pues, al negar la Trinidad forzosamente se ven obligados a negar la divinidad del Espíritu Santo. Para ellos el Espíritu Santo es "la fuerza activa e invisible de Dios, que impulsa a sus siervos a hacer el bien", o "es una fuerza impersonal e invisible, que halla su origen y su fuente en Jehová, a quien emplea (como instrumento) para hacer cumplir su voluntad por encima del tiempo y del espacio".
Por estas razones, el jehovismo niega el Espíritu Santo su personalidad distinta (del Padre y del Hijo) y a la fuerza su auténtica divinidad. A sus ojos, el divino Espíritu se identifica con el poder de Dios que obra sobre el mundo y sus criaturas como mejor le place. Únicamente se le concede al Espíritu Santo un papel primordial en la inspiración de las Sagradas Escrituras.

e.- Mariología
La Virgen María engendró a un simple ser humano, como cualquier mujer. Cristo fue hecho Mesías cuando se bautizó en el Jordán. Decir que María es Madre de Dios es una blasfemia para los miembros de la secta Jehovista. De ahí que ellos niegan la Maternidad Divina de María, también niegan su Virginidad y por lo tanto su Inmaculada Concepción y la Asunción de María a los cielos en cuerpo y alma.

f.- Antropología
Los conceptos antropológicos que manejan son muy obscuros. Así unas veces niegan la existencia del alma humana: "Los científicos y cirujanos han llegado a la conclusión de que el hombre es sencillamente el orden más elevado de la vida animal, poseyendo un organismo más completo y capaz de ejercer facultades fuera del alcance de otras formas de vida animal... No pueden hallar evidencia alguna que indique el hombre tenga un alma", del libro "Sea Dios Veraz". Pág. 64.
Otras veces, aseguran que el alma es mortal: "El alma, criatura, (incluyendo el alma humana) es mortal, destructible, corruptible", en el libro "Asegúrese de todas las cosas". Pág. 23. Los testimonios claros de las Sagradas Escrituras los entienden en un sentido simbólico, así como las palabras de Jesús: "No temáis a quienes matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma", Mt 10, 28. Según ellos, la inmortalidad será premio de los que han seguido fielmente las doctrinas Jehovistas.

g.- Pecado Original
Los Testigos de Jehová dicen que Dios creó a nuestros primeros padres y les asignó un lugar en el paraíso como si fuera su propio hogar y les mandó que poblasen la tierra. Pero Satanás, envidioso de la gloria divina, concibió el plan de destronarlo y ponerse a sí mismo en su lugar. Para ello se transformó en serpiente, engañó a nuestros primeros padres con la promesa de la inmortalidad (exclusiva de Dios), les hizo comer del fruto prohibido e induciéndoles al pecado, frustró el plan de Dios. Después de la caída, Satanás se hace dueño de la tierra. Dios le maldice y le conmina con que, por caminos que El conoce, deshará aquella mala partida que le ha jugado y volverá a poner al hombre en el puesto que le corresponde. Hasta que esto se realice, la batalla entre Dios y Satanás continúa. Entre todos los mortales, quedan algunos fieles de Jehová, son la simiente de la que brotará Aquél que ha de aplastar la cabeza del Diablo. Luego nacerá Jesús y, en su calidad de puro hombre, llevará a cabo la redención que no tendrá nada de objetivo en sí, sino que será una simple señal de que Jehová no aniquilará ya a la pobre humanidad. Seguirá una fecha de casi 2.000 años durante los cuales el demonio, sirviéndose de tres grandes instrumentos: 1.- las Religiones organizadas (Iglesia Católica y otras), 2.- las potencias bélicas y 3.- las grandes finanzas. Con estos tres elementos continuará engañando a los hombres y alargando aquel conflicto entre Dios y sus criaturas.

"Los jehovistas admiten el pecado original; afirman que trajo la muerte a los descendientes de Adán dejando en la naturaleza de éstos huellas más o menos profundas del mal. Los protestantes les han acusado de no concebir la corrupción de la naturaleza humana en los términos tétricos enseñados en los Catecismos Protestantes de Heildeberg, o el de la Asamblea de Westminster. La posición jehovista resultaría asimismo insuficiente a la luz de los decretos del Concilio de Trento. Pero no podía menos de serlo así, dado el pelagianismo que practican los Testigos de Jehová. Esta misma confianza suya en el poder del hombre para salvarse, explica su rechazo a suplicar la ayuda de la gracia de Cristo para poder salvarse".44

h.- La Gracia de Justificación45:
Esta gracia de salvación sólo alcanza a los 144.000 fieles de Apoc. 7, 4, que dice: "Y oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel".46
Para los jehovistas la gracia de justificación no consiste en un renacimiento a la vida de la gracia mediante la remisión de los pecados, sino en una "capacitación" para la predicación del reino y en un derecho a una existencia perfecta en la tierra. La manera de expresar el contenido de la justificación nos recuerda la expresión luterana de "justificación extrínseca". Ellos dicen que, los que no pertenecen al número de los elegidos, no reciben la gracia de la justificación y su "único quehacer en el mundo consiste en la lucha por la causa jehovista custodiando, libre de enemigos, el campamento asignado a los guerreros teocráticos de Jehová. Todos ellos deberán "ganarse" su justificación durante el milenio con su esfuerzo personal y con la mira puesta más en sí mismos que en la ayuda de Dios" 47

"Ante esta postura, nuestra conclusión es la de que en la teología jehovista el hombre se salva primariamente no por la gracia que Dios concede gratuitamente a los pecadores, sino por la demostración que éstos hacen de su capacidad de alcanzar la salvación". 48
Esta es una postura típica pelagiana49 (herejía del S.IV-V), que no sólo rechazan los mismos protestantes, sino que tampoco pueden admitir en sana ortodoxia los católicos.

i.- Escatología
Los Testigos de Jehová, tienen una idea del final de los tiempos muy original. De momento fijaron el final de todos los tiempos para el año 1914 y ésto no ocurrió. Ellos afirman que Cristo vino de manera invisible en el año 1914, cuatro años más tarde 1918, Satanás fue arrojado del cielo, Cristo ocupa allí su lugar y empiezan las preparaciones inmediatas para la Segunda Venida de Cristo. Esta Segunda Venida de Cristo, la definitiva, ha sido anunciada en diversas fechas pero, al no verificarse su llegada "debido a la imperfección de nuestros cálculos queda retrasada definitivamente para algún tiempo antes de 1984". (Como se puede ver no aciertan en nada pero lo creen todo con una fe fundamentalista increíble). Este período entre 1918 y la venida visible del señor constituye para los jehovistas un tiempo de especial preparación para cuando llegue aquél día. Por eso la urgencia por esperar la llegada del reino, esa es la tarea de los 144.000 elegidos (todos ellos Testigos de Jehová), anunciar la Segunda Venida inminente y formar como un meollo del nuevo reino, es decir, los verdaderos miembros del Cuerpo Místico de Cristo, y que cuando aparezca el Señor de forma visible, se convertirán en lugartenientes suyos para el gobierno de los nuevos cielos y la nueva tierra. Serán los elegidos que le acompañarán en el día del gran triunfo hasta el Reino eterno.
Como se puede observar se cambia todo el sentido de las palabras de Jesús en lo referente a este tema y se hace de una manera realmente risible. Los Testigos de Jehová que rechazan verdades trascendentales e imprescindibles del mensaje cristiano, son exageradamente aficionados a los temas escatológicos. El problema es que ellos entienden la escatología50 a su manera y trastocan todo el orden y contenido de la Sagrada Escritura. Cristo habló de su Segunda Venida Triunfal al final de los tiempos y lo hizo de manera clara. Esto no se puede cambiar de manera arbitraria.

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REFERENCIAS

39 Cole Merley, en "Jehova´s Witnesses, The New World Society", Londres 1956, Pag. 154.
40 Damboriena, Op. Cit. Pag. 5.
41 Damboriena, SJ. Op. cit. Pag. 5.
42Damboriena, SJ. Op. cit. Pag. 93.
43 Hookema, Op. cit. Pag. 258.
44 Damboriena, Op. cit. Pag. 195-196.
45 En La Iglesia Católica entendemos por gracia de "justificación", aquella gracia que Cristo nos consiguió con su pasión, muerte y resurrección y que nos libra del pecado y nos da una vida nueva vida sobrenatural (la vida de la gracia). La gracia de justificación es aquella gracia de Cristo que nos libra del poder del pecado original y nos hace auténticamente hijos de Dios y herederos de las promesas del cielo. Esta gracia se comunica por medio del Sacramento del Bautismo. Término paulino que designa el acto por el que Dios Padre hace "justo" a la criatura humana, es decir, acto, por el cual Dios hace pasar al pecador del estado de pecado al estado de "justicia", o sea, de salvación (santificación) por la fe en Cristo. Es el acto (bautismo) por el cual la criatura humana pasa de una vida de pecado a una vida de santificación y de gracia, quedando incorporado a Cristo.
46 Ver, "El Mensaje bíblico de nuestro tiempo" de A. Läpple. Edic. Paulinas, 1971, Pgs. 132-133, sobre los números simbólicos en la Biblia. 144.000 puede ser el resultado de 10 x 12 = 120 + 10 x 12= 120. Ahora se multiplica 120 x 120 = 14.400 x 10 = 144.000. 10 = número sagrado en los israelitas. 12 = número sagrado, significa las 12 tribus de Israel. La interpretación que hacen algunos autores católicos es que 144.000 puede ser el simbolismo de la salvación de muchos, multiplicados por muchos que da como resultado = muchísimos. Estos (muchísimos), parece que encajan mejor en el plan de salvación de Dios que no sólo 144.000. La salvación conseguida por Cristo puede ser aplicada a muchísimos, a todos aquellos que hayan muerto con el corazón fiel y puro en el seguimiento de Cristo, el Cordero de Dios, que dió su vida por amor al mundo.
47Damboriena, Op. cit. Pg. 7.
48 Hookema, Op. cit. pag. 285.
49 Pelagio, monje irlandés que vivió en Roma (Siglo V.) y decía que el hombre es de naturaleza sana, es decir que la naturaleza humana no está corrompida por el pecado original, éste sólo fue un mal ejemplo de Adán, pero no tuvo efecto ni fue comunicado a todo el género humano. Que el pecado original sólo afectó a Adán y a Eva pero no a todas las criaturas del género humano. El decia que el hombre no necesita recurrir a la gracia de Cristo para salvarse, lo único que necesita, para salvarse, es hacer obras buenas de caridad, pero sin la ayuda de la gracia de Cristo.
50 Escatología. Tratado de teología que trata de los acontecimientos que han de ocurrir al final de los tiempos: Segunda venida triunfal de Cristo, Resurrección de los muertos, Juicio Universal, Castigo eterno para los malos y Premio eterno para los buenos. Recapitulación de todas las cosas en Cristo, etc.


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Continuará...
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Para leer la 1º Parte de este tema:
http://formacionpastoralparalaicos.blogspot.com/2009/10/caracteristicas-religiosas-psicologicas_18.html
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Para las entregas anteriores lea la Etiqueta SECTAS
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Agradecemos al P. Ignacio Garro S.J. por su colaboración

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Homilías - Jesús y Bartimeo - Domingo 30° T.O. (B)






P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.†

Lecturas: Jer 31,7-9; S. 125; Heb 5,1-6; Mc 10,46-52

Señor, que yo te esté viendo siempre



Nos encontramos a una semana o menos de la muerte de Jesús. Jericó está a un día de camino de Jerusalén. Inmediatamente entrará en la ciudad el Domingo de Ramos, posiblemente haciendo noche en Betania, que está a una hora escasa.

La viveza de la narración, la cita del nombre del ciego, Bartimeo, y la expresión también hebrea de “Rabboní”, que los oyentes no entienden y viene en el texto griego, muestran al testigo ocular, Pedro. Marcos, excepto a los apóstoles, sólo llama con su nombre propio a Jairo y a este ciego. Es probable que perteneciese a la comunidad romana que escucha; el nombre hebreo se traduce, porque los oyentes no entienden su significado. Mateo habla de dos ciegos; Marcos de uno solo, del que da el nombre y muchos detalles, lo que refuerza la sospecha de ser muy conocido en la comunidad de Roma.

También el “Hijo de David” no aparece, dirigido a Jesús, en todo San Marcos más que aquí y en la entrada de Ramos dos o tres días después. A los cristianos de Roma, en su mayoría de origen no judío, no les decía nada. El mismo Jesús nunca se llamó así dado el concepto mesiánico de los judíos de aquel tiempo esperando un mesías puramente temporalista. El milagro y su petición refleja el concepto del Mesías no políticamente poderoso sino misericordioso con los que sufren, que cura ciegos como dice Isaías (“te he destinado a ser luz de las gentes, para abrir los ojos ciegos”, 42,6-7) y también Jeremías en lectura de hoy: “El Señor ha salvado a su pueblo. Los traeré, los reuniré. Entre ellos hay ciegos y cojos”.

Fue llevado a Jesús. El momento está descrito preciosamente por Pedro. Planta al lector en primera fila: “Llamaron al ciego diciéndole: Ánimo, levántate, que te llama. Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús” ¿Qué quieres de mí? “¿Qué quieres que haga por ti?”. Jesús y todos lo sabían. Pero quería que expresase su deseo y así se hiciese más consciente de su necesidad y viviese bien a fondo su confianza y fe.

“¡Maestro!”. Marcos, como dije, lo cita en hebreo, repitiendo a la letra la palabra del ciego: “Rabboni”, que no es simplemente Maestro sino “Maestro mío”. La expresión va cargada de confianza, de agradecimiento, de fe, de seguridad en que solo Él, solo Jesús y nadie más que Jesús puede devolverle la vista: “¡Maestro mío! ¡Que pueda ver!”. En el paralelo Mateo dice que, al curar, Jesús tuvo compasión y les tocó los ojos En Marcos Jesús sólo destaca la fe del ciego, ni siquiera le dice que vea, sino: “Anda, tu fe te ha curado.”

Jesús no hará ya más curaciones milagrosas. En Jerusalén culminará su predicación, el jueves celebrará la última Cena y el viernes celebrará la Pascua de verdad muriendo en la Cruz. Levantado en alto, el que le mire y crea en él se salvará y el que no crea se condenará. Eso mismo resucitado encargó a los discípulos: “Prediquen el Evangelio a todos. El que creyere y se bautizare se salvará; el que no creyere, se condenará” (16,15-16). La fe es el punto culminante de la catequesis de Marcos y el objetivo fundamental (v. 1,1): “Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”.

Fe es creer en lo que no se ve. Hay una fe humana, que es creer en lo que los hombres nos dicen. Sin esa fe no se puede vivir. Compramos diarios, vemos televisión, escuchamos radio, leemos libros, trabajamos en común, mandamos hijos a la escuela… Si no se creyera a los demás, sería perder el tiempo. Reflexionando un poco seriamente, se ve que es un gran absurdo decir que no se cree más que lo que se ve. La experiencia de mis actos internos no la tengo más que yo. Mi dolor, mi alegría, mi pensar, mis sentimientos, mi querer, mi admiración, sólo yo los experimento. Creo al médico, a mis padres, a mi esposo o esposa, a mis hijos, al que me vende algo, a quien me sirve la comida, al profesor, a las noticias de los medios, etc. ¿Quién sabe quiénes son sus padres? sino creyendo. Creyendo es como sabemos más del 90% de las cosas que conocemos. Si cada uno tuviéramos que descubrir por experiencia lo que sabe, continuaríamos todos siendo unos salvajes sin conocimientos. Todo progreso humano se ha hecho y hace usando de conocimientos que en su mayor parte no hemos descubierto nosotros. El hombre cree por naturaleza, necesita creer para vivir, hace muy bien en creer, progresa creyendo y es muy razonable creer. El hombre se puede definir como el único ser del mundo que cree. Lo dicho se refiere a la fe humana, la fe del hombre en el hombre.

La fe sobrenatural, la fe cristiana, es creer en Dios que se ha revelado a los hombres. Porque el hombre no ha visto a Dios, pero Dios se le ha revelado. Y si es razonable que creamos a los hombres, los cuales nos pueden mentir o simplemente equivocarse, creer a Dios es mucho más razonable. Porque Dios no puede equivocarse pues es infinitamente sabio, ni puede mentir pues es infinitamente bueno.

Dios nos habla, a veces directamente, otras indirectamente por medio de otros hombres, pero para que nos lo comuniquen a nosotros. Ha hablado a Abrahán, Moisés, los profetas, los apóstoles, San Pablo y otros, y sobre todo nos ha enviado a su Hijo Jesucristo, para que nos comuniquen a los demás su mensaje (Hb 1,1-2). Si esto podemos comprobarlo como razonable, no cabe duda de que debemos creer en la existencia de ese Dios creador, que se nos ha comunicado, y en su mensaje. Esto en definitiva es creer en Dios y a Dios.

En efecto son muchos los hechos que de modo aplastante nos dicen que es así. Dios nos ha hablado a lo largo de la historia. Son innumerables las pruebas que hacen razonable nuestra fe: Es toda la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento, de la que tenemos miles de copias y traducciones a las más diversas lenguas de los siglos más antiguos; son muchos escritos explicando y discutiendo los textos; son descubrimientos arqueológicos, otros textos históricos confirmatorios; son realidades actuales como los milagros que se siguen dando (cada beatificación y canonización exigen un milagro aplastante, examinado por científicos especialistas que excluyen la explicación por causas naturales). La misma existencia hoy de la Iglesia Católica, única institución social que persiste al cabo de veinte siglos sin armas, sin riquezas, cuando no hay ninguna otra organización social humana que tenga una presencia y una autoridad moral en el mundo, incluso fuera de sus límites, comparable. Todo esto demuestra que el Todopoderoso la sostiene y que lo que ella testimonia de Dios es la Verdad.

Es pues razonable creer en nuestra fe y en nuestra Iglesia. Es razonable creer en Dios que nos ha hablado y se ha manifestado en Jesucristo. Es razonable creer en que Jesús es el Hijo unigénito del Padre que se hizo hombre en el seno de la Virgen María, que cargó con nuestros pecados y murió en la cruz y resucitó por nuestra salvación. Es razonable creer en la Iglesia Católica y en que nos transmite la Verdad que Dios nos ha manifestado por Jesús y los profetas y en que perdona los pecados y nos comunica la vida y el Espíritu de Cristo en los sacramentos.

Esta fe es además para nosotros no una obligación cargosa sino la entrada a una vida maravillosa. Es como la entrada a un estadio para escuchar esos conciertos de masas o contemplar un espectáculo deportivo entre los dos mejores equipos. No se entra para estar dos horas sentados en una dura banca. Se va para disfrutar de algo inenarrable. Así es la fe. Se entra para una experiencia inenarrable, para ver algo grande. ¿Qué? Para ver a Cristo.

De aquel antes ciego dice el texto que “recobró la vista y lo seguía por el camino”. Ustedes no están ciegos, tienen fe. Sigan a Cristo en su camino. Es el camino que están haciendo el día de hoy. ¡Cuántas veces lo había recorrido Bartimeo! Pero ahora era muy distinto. Ahora veía el sol, las casas, los árboles, las flores, los colores, los pájaros, los rostros de las personas, su sonrisa y su dolor. Todo tenía una nueva dimensión, una nueva vida.

Es lo que tiene que suceder con ustedes. Tienen fe. Deben abrir los ojos y mirar. Hablo de los ojos y del mirar de la fe. La fe es el comienzo de la justificación. Nuestras obras no valen si no se hacen con fe. Hay ya una fe, que podemos calificar de elemental. Ustedes han venido a misa porque tienen fe, la fe les ha impulsado a ello. Han entrado en la iglesia, hecho la genuflexión ante Jesús en la Eucaristía, porque tienen fe. Mientras escuchan la palabra, miran como de reojo su conducta para ver en qué fallan o pueden mejorar su actitud cristiana. Dan una limosna. Frenan una intemperancia que puede molestar, porque ese hermano representa a Jesús o simplemente porque es algo bueno que Dios quiere. Podríamos ir añadiendo un montón de cosas. Todas son un ejercicio de fe.

Pero se puede mejorar; se puede hacer más. Así como los músculos se vigorizan con el ejercicio y la alimentación apropiada, también la fe. ¿Cómo? Con la oración, con los sacramentos, con las obras de caridad, con la lectura y escucha de la palabra de Dios y de la enseñanza de la Iglesia, con la participación en la vida de la Iglesia, con el ejercicio de las virtudes en la vida, en la familia, el trabajo, la vida social. Hecho todo desde la fe y con la fe más vigorosa que se pueda, el cristiano va logrando cada vez mejores marcas, aumentando su fe y sus virtudes y viendo cada vez mejor a Dios cerca y en todo. Así, por ejemplo, de la eucaristía deben salir más alegres por haber podido comunicarse con Dios y haber escuchado su Palabra; al oír la Palabra, piensen en lo que les dice para su vida actual y normal; deben salir animados a ser más amables en sus familias y allí donde vayan este domingo y más adelante.

Como ustedes comprenden, podríamos seguir así toda la mañana. No es fácil vivir de la fe; pero, cuando con la gracia de Dios se logra en alguna proporción, la vida cambia, se ve lo que no se ve más que con ella.

Bartimeo seguía a Jesús y probablemente no dejó nunca de seguirle. Pidámosle su gracia para hacerlo también nosotros: “Véante mis ojos, dulce Jesús bueno. Véante mis ojos, muérame yo luego” (Santa Teresa).

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Voz de audio: Guillermo Eduardo Mendoza Hernández.
Legión de María - Parroquia San Pedro, Lima. 
Agradecemos a Guillermo por su colaboración.

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P. José Ramón Martínez Galdeano, jesuita
Director fundador del blog






¡Señor, haz que vea!


P. Adolfo Franco, S.J.

Comentario del Evangelio del Domingo 30 del Tiempo Ordinario
Marcos 14, 46-52


Jesús, en este pasaje cura a un ciego de nacimiento, y pone al descubierto la importancia de la fe: por eso lo subraya y al curarlo le dice "tu fe te ha curado". Parecería que todo se está centrando en la importancia de la fe, y para afirmarlo con más énfasis se asevera indirectamente que la falta de fe es una ceguera.

Se pone en contraste la ceguera de este hombre, con la intensidad de su fe. Por la ceguera él no podía ver las personas, no podía contemplar los árboles, ni la luz del sol; no podía ver el camino sin ayuda de alguien, podía tropezar. No tenía ese conocimiento de las realidades materiales que se nos hacen presentes por la vista corporal. En cambio tenía conocimiento de otras realidades superiores por la fe de su corazón: tenía la certeza de la presencia de Dios, supo distinguir a Jesucristo como el salvador de su extrema indigencia, sabía que una fuerza superior (la de Dios) podía incluso salvarle de su ceguera corporal. Le faltaba una vista, pero tenía otra vista de realidades superiores. Muchos otros tenían vista, veían a Jesús de Nazareth y no creían en El, no lo aceptaban como Hijo de Dios; interiormente estaban ciegos. En cambio este pobre ciego, por dentro veía esta realidad maravillosa de Jesús el Hijo de Dios.

Así podemos decir que hay también dos cegueras: la del que no tiene vista corporal, y la del que no tiene fe. Es curioso que nos afecte más la ceguera corporal, que la falta de fe. A pesar de que el que no tiene fe tiene una ceguera más lamentable, que la del que no tiene vista. Porque no tener fe significa no tener una respuesta a las interrogantes más importantes de la vida, es no poder apoyarse en la firmeza de Dios, es no tener un sentido profundo de la vida misma. Es una ceguera de mucha mayor importancia. Las preguntas más trascendentales del ser humano tienen una respuesta en la fe. Vivir la vida sin sentido, es la consecuencia de no vivir en la fe.

Podríamos preguntarnos ¿qué cosas no ve el que no tienen fe? Ya que la calificamos de ceguera tiene que plantearse esta pregunta. Hay dos realidades, en las cuales vive el hombre: la realidad natural y la realidad sobrenatural. Dos realidades, no una realidad y un mito, o una fantasía. Las dos son realidades; y puestos a comparar, la realidad sobrenatural podríamos decir que es más real; por que, si no, veamos ¿qué hay más real y más existente que Dios, del cual deriva toda existencia y toda realidad? Eso el no creyente no lo ve: y es algo tan importante.

A veces hay personas que no ven el sentido de la vida, por qué he nacido, cuál es el término de esta vida. Ciegos, porque solo ven los hechos y los dolores, los sufrimientos, ven la superficie de estos hechos, pero no los ponen en el contexto del plan de Dios sobre sus vidas. Así a veces se pierde el sentido de la vida misma, y estos ciegos se llegan a preguntar ¿para qué vivo? ¿para que nací? De esa ceguera nos cura la fe; que, además nos alivia de la tristeza de una vida sin sentido.

Hay personas que no saben ver el mundo creado, como los signos de Dios en el mundo: la perfección de la creación, la armonía del conjunto de los planetas, y las estrellas, que se rigen por un orden extraordinario. No saben ver que detrás de las bellezas naturales hay la mano de un Artista. No saben ver que detrás de la maravilla organizada que es la vida, la maravilla que es el cuerpo humano, detrás de todo eso y de otras muchas cosas, hay una Presencia, con la cual sintoniza el que tiene fe, y no la ve el que no tiene fe.

La fe nos hace ver nuestro destino, la presencia de Dios en nuestra vida, y la consistencia que El da a nuestra fragilidad. La fe nos hace ver que no estamos solos en el universo, que siempre estamos cuidados, observados y protegidos por Dios, que nunca deja a sus hijos. El que no tiene fe no ve nada de eso, y además lo niega. No percibe que cada ser humano es un hermano, no simplemente un animal racional.

El que tiene fe ve en cada sacramento una maravillosa presencia, la presencia de Jesús, que está incorporando al que recibe el sacramento, a la vida misma de Dios. En cambio el que no tiene fe, no ve el misterio, solo ve la ceremonia, a la que le ha quitado la sustancia.

Tantas y tantas cosas nos hace ver la fe, y no ven los que no tienen fe. Con razón a esta falta de fe se la llama ceguera. Porque además no ven al Hijo de Dios que vino a salvarnos, que pisó nuestra tierra, y que está presente entre nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Cuántas cosas dejan de ver los que no tienen fe. Y cuánto debería de preocuparnos esta ceguera, para pedirle al Señor, como este ciego le pedía la vista corporal: ¡Señor, haz que vea!


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Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración
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Amigos y amigas de ambos esposos


P. Vicente Gallo, S.J.

Problemas que vienen de afuera - 3º Parte



En la vida de pareja hay que estar atentos también a otra fuente de conflictos un tanto similar a la anterior. Se trata de los amigos de cada uno. Los amigos que cada uno tuvo antes del matrimonio, no son para olvidarlos desde el día del matrimonio. Normalmente estuvieron invitados a la boda e hicieron probablemente su correspondiente regalo. Lo más hermoso sería que siguiesen siendo amigos verdaderos; pero no ya siendo amigos de uno o del otro, sino amigos de ambos como casados. Después de haberse casado uno y otro pueden seguir haciendo amigos nuevos, es natural. El cultivar las propias amistades es una tarea muy buena. Aunque peligrosa.

Cuando las cosas no se hacen debidamente, el peligro puede ser hasta grave. Es claro cuando el esposo cultiva la amistad con una mujer si la toma como «mi amiga», o cuando la esposa tiene y cultiva la amistad con un hombre diciendo «es mi amigo». Surgirán por lo menos «los celos», que son un enemigo funesto en la relación de intimidad que ha de darse en la pareja. Podrá llagar hasta una ruptura del matrimonio concluyendo: «nada, vete con ella (o él) de una vez», o bien: «anda, vete con esa persona y olvídate de mi». Una ruptura que se puede dar sin que se haya llegado ya a un adulterio conocido por ambos.

Encierran ese peligro las cartas, las visitas, las llamadas telefónicas, por tratarse de «mi amigo o amiga». Mucho más los viajes para cumplir con esa amistad. Pero también si se sabe de confidencias a quien es «mi amigo o amiga», que no se le hacen ni a la familia, ni tampoco a la propia pareja. Como es grave igualmente el pedir préstamos o darlos por cuenta propia, sin contar con tu pareja, a quien es tu amigo o amiga y sólo porque lo es. Hasta el hacer o recibir regalos así es fuente de problemas; mucho más si son frecuentes o se reciben para uno y no para los dos.

Un confrontar al otro para que dé explicaciones y para exigir que rompa con esa amistad, sería una pelea que pusiera peor la situación. Conversar con el otro para convencerse de que no hay nada peligroso ni hay motivos para pensar nada malo, también serviría para muy poco, no convencerían las razones. Una vez más, en estos problemas, igual que en todos los que haya en la vida de relación de la pareja, la solución estará en dialogar sobre los sentimientos, desde el principio, y con el amor como deben abordarse los conflictos para encontrar la solución satisfactoria y crecer más en amarse, alimentando la intimidad con la debida confianza mutua.



El matrimonio no termina en los primeros años de convivencia en pareja, ni siquiera en los 25 años hasta celebrar las Bodas de Plata; puede durar, y así se desea, 50 años, en los que se celebren las Bodas de Oro, y aun quizás bastante más actualmente. Igualmente duran los problemas posibles en la vida de pareja. Los mismos hijos, fruto y gozo del amor matrimonial, ya antes de las Bodas de Plata tienen sus 20 años, son mayores de edad, son adultos, personas ya hechas, con todos sus derechos personales, entre otros el de vivir su propia autonomía con su personal responsabilidad, y el buscar su propio matrimonio, ya no lejano, sin que nadie se lo imponga.

Los padres, acostumbrados a ver los niños necesitados de la dependencia de ellos, se resisten a aceptar esa emancipación o autonomía. Pero han de ser los hijos, y no los padres en lugar de ellos, quienes han de enamorarse y casarse, aunque a sus padres no les guste la pareja que han elegido. Son ya los hijos quienes tienen su carrera o profesión; ellos deben elegir cómo se realizarán y en qué. Los hijos harán su propia vida, con sus propias ideas, sus ideales y sus sueños, libremente, sin pedir permiso a sus padres. Aunque estos deben estar siempre atentos y aconsejar bien a los hijos.

Es frecuente, aunque no general, que los hijos varones tengan el conflicto con su padre, buscando el cariño y el apoyo en la madre, y las hijas, por lo contrario, tengan los desacuerdos con su madre, y será en su padre en el que buscará apoyo. Pero tanto ellas como ellos tendrán conflictos con sus padres desde la propia autonomía y libertad que defienden, y frente a la autoridad que los padres siguen queriendo imponer exigiendo obediencia. En esos conflictos, fácilmente los padres se dividirán en pareceres y en apoyar u oponerse a las opciones que tomen alguno de los hijos ya adultos.

En consecuencia, a causa de los hijos adultos, la buena relación de pareja que deben mantener intacta sus padres se puede ver afectada por tales divergencias. Las opiniones y los afectos divergentes entre quienes siguen siendo matrimonio teniendo que ser felices en una verdadera intimidad, hacen que la unidad deseable de la pareja se vea fuertemente afectada para mal. Los sentimientos que surgirán en cada uno de ellos, serán igualmente distintos, acaso opuestos. Junto con esos sentimientos, los pensamientos en los que divergen harán que se estén quizás acusando y peleándose por dentro, y aparecerán comportamientos de fricción o de agresiones mutuas, con los que será muy difícil la buena relación que deben tenerse como esposos. Lo que comienza siendo algo interior, también se manifestará externamente de un modo o de otro. Y los hijos, al verlo, se reafirmarán en pensar que la razón está a su favor de todos modos.

Un caso, entre muchos, es que las mamás, lo mejor que hay en la vida, se convierten en lo peor para las nueras; desde que un hijo se casa, se duelen de lo que ven o se imaginan en la sujeción de ese hijo a su esposa. Parecido a los hombres papás, que se hacen igualmente suegros del marido de sus hijas. Siempre puede ocurrir que lo que apoya el papá, la mamá lo desaprueba; y lo que la mamá apoye, el papá lo critique o censure.

El matrimonio es para toda la vida. Después de 25 años de casados pueden quedar aún muchos más para vivir juntos en el amor, enamorados ojalá como en el día en que se casaron. Pero los conflictos que aquí citamos se dan, no sólo antes, sino también después de los 25 años de matrimonio. Y como en todos los problemas en la vida de pareja, ni la confrontación, ni el conversar para aclararse, arreglan la situación, sino que fácilmente la agravan por las heridas que se causen en esos modos de pretendida solución. Sólo el dialogar sobre los sentimientos que se tienen por razón de ese problema, es lo que puede aportar la solución deseable de mayor unidad y una verdadera intimidad en la pareja unida ante Dios en el Matrimonio, tan sagrado cuando es Sacramento y también cuando no lo es.

Agradecemos al P. Vicente por su colaboración
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Justicia y Solidaridad en tiempos de Globalización - 3º Parte



CONFERENCIA DE LA X SEMANA SOCIAL NACIONAL


Perú, Noviembre 11- 14 del 2008
3º Parte

+ Norberto Strotmann
Obispo de la Diócesis de Chosica - Lima


Parte final




3. Justicia y Solidaridad en tiempos de Globalización

“Vivimos un momento de grandes peligros y de grandes oportunidades para el hombre y para el mundo, un momento que es también de gran responsabilidad para todos nosotros. Durante el siglo pasado, las posibilidades del hombre y su dominio sobre la materia han crecido en una medida verdaderamente impensable, pero su poder para disponer del mundo ha hecho también que su poder de destrucción haya alcanzado las dimensiones que, a veces, nos hacen horrorizar. En este sentido, se puede pensar espontáneamente en la amenaza del terrorismo, esta nueva guerra sin límites y sin frentes. El temor que éste último pueda apoderarse rápidamente de las armas nucleares y biológicas no es infundado,… Menos visibles, pero no por eso menos inquietantes, son las posibilidades de automanipulación que el hombre ha adquirido. Él ha sondeado los sectores más recónditos del ser, ha descifrado los componentes del ser humano, y ahora está en condiciones, por así decir, de «construir» por sí mismo al hombre, quien ya no viene más al mundo como don del Creador sino como producto de nuestro obrar,... Él ya no es otra cosa que imagen del hombre, ¿pero de qué hombre? A esto se agregan los grandes problemas planetarios: la desigualdad en el reparto de los bienes de la tierra, la pobreza creciente, incluso el empobrecimiento, la explotación de la tierra y de sus recursos, el hambre, las enfermedades que amenazan a todo el mundo, el choque de las culturas. Todo eso muestra que el crecimiento de nuestras posibilidades no se corresponde con un desarrollo idéntico de nuestra energía moral. La fuerza moral no ha crecido junto al desarrollo de las ciencias, … El verdadero y más grave peligro en este momento está justamente en este desequilibrio que hay entre las posibilidades técnicas y la energía moral. La seguridad de la que tenemos necesidad como supuesto de nuestra libertad y de nuestra dignidad no puede venir, en última instancia, de sistemas técnicos de control sino que puede brotar precisamente de la fuerza moral del hombre: allí donde ésta última falta o no es suficiente, el poder que el hombre tiene se transforma cada vez más en un poder destructivo.”[1]


Hasta aquí una cita sobre la situación de la moral, tomada de una conferencia del Card. Joseph Ratzinger y dictada el 1 de abril de 2005 en Subiaco, en el Monasterio de Santa Escolástica, con ocasión de la entrega del Premio San Benedetto. Dieciocho días más tarde sería elegido Papa. (Quizá explica este hecho en algo, por qué asumió este cargo con el nombre de Benedicto).
Ante nuestra temática – Justicia y Solidaridad en tiempos de Globalización – podemos sacar una primera conclusión: No existe la necesaria sensibilidad moral ante los grandes problemas, que aquejan a la humanidad, ni ante los problemas, que el hombre ha causado como efectos colaterales con los grandiosos inventos durante los últimos 150 años ni ante la delicada cuestión, si es ético que el hombre realice, lo que técnicamente puede. Los valores medulares en el pensamiento cristiano como son la justicia y la solidaridad son la insustituible memoria, que la tierra es de todos los hombres, que cada persona humana tiene un valor en sí y que todos los seres humanos – sin excepción alguna – son ‘imagen de Dios’ (Gn 1,27)[2].


No cabe duda, desde Agosto de este año (2008) – el comienzo de la crisis financiera mundial – está aumentando cierta sensibilidad moral. Hace diez años tuve una vez en mi casa de Huaycán la visita de un secretario del Estado alemán con algunos banqueros, especializados en Desarrollo. Quise conversar con ellos sobre la ética en el mundo financiero. No era un tema posible. Hoy reclama el mundo financiero una nueva ronda de Basilea, normas claras para evitar la repetición del debacle. Lo que comenzó en los EEUU con créditos riesgosos en el sector inmobiliario – con los subprime credits[3], se hizo debacle mundial. El capital menos prescindible en el sector financiero – la confianza – se perdió; no solo nuestra confianza en los Bancos, sino – peor aún – la confianza mutua entre los Bancos. En plena crisis escribió un periodista:


“Que los hombres tengan miedo, es normal. Que la humanidad entera tenga miedo, es novedoso. Aquí no se trata de temores imaginados, se trata de afectación auténtica, … No, esta vez habrá tragado la mayoría de los seis mil millones de hombres en nuestro mundo con dificultades. Primero les tocó a los norteamericanos, después a europeos y japoneses. Pronto salió a la luz, que también rusos y chinos habían jugado con el riesgo más alto en el casino de la Wall Street. … Y África teme – con razón – por la ayuda para el desarrollo. … A partir de ahora, algo así puede repetirse. Porque la humanidad se ha juntado por tráfico, finanzas, comercio e Internet de tal manera, que ya no existe un afuera.”[4]


Dijimos: desde Agosto de este año está aumentando la sensibilidad moral. Pero, ¿qué moral? Las reacciones ante la crisis muestran los siguientes rasgos: (1) Se busca reglas internacionales (ante todo sobre reservas financieras necesarias y sobre un mayor control del capital de riesgo) para evitar la repetición del debacle. (2) Por lo demás vale: la ganancia especulativa es de los bancos o es privada; pero la pérdida es del Estado, se socializa, la paga el pueblo. Los Estados más desarrollados ayudan a su propio sistema financiero con sumas, que llevan varios ceros más que las sumas, que están dispuestos a invertir en el desarrollo de los pueblos. ¿Solidaridad consigo mismo? ¿Qué tal justicia?


Pero, cuidado con nuestros sentimientos. En 1989 – con la caída del muro de Berlín – comenzó la era de un liberalismo de poca sensibilidad, no obstante que S. S. Juan Pablo II había levantado su voz contra la repetición del “capitalismo salvaje” [5] del pasado. Hoy es el momento de júbilo de la izquierda. El Card. Ratzinger nos hace recordar en la ya citada exposición de Subiaco:
“Es verdad que hoy existe un nuevo moralismo cuyas palabras-claves son la justicia, la paz, la conservación de lo creado, palabras que reclaman valores morales esenciales de los que tenemos realmente necesidad. Pero este moralismo … se precipita, en forma casi inevitable, hacia la esfera política partidaria. Ese moralismo es ante todo una pretensión dirigida a los demás, y muy poco un deber personal de nuestra vida cotidiana. ... El moralismo político de los años 70, cuyas raíces no han muerto realmente, fue un moralismo … con una dirección errónea, en cuanto estaba privada de serena racionalidad, y porque en última instancia ponía la utopía política más allá de la dignidad del individuo humano, mostrando incluso que en nombre de grandes objetivos se podía llegar a despreciar al hombre. …, el moralismo político no sólo no abre el sendero para una regeneración, sino que la bloquea. En consecuencia, lo mismo vale también para un cristianismo y para una teología que reducen el núcleo del mensaje de Jesús, el «Reino de Dios», a los «valores del Reino», identificando estos valores con las grandes consignas del moralismo político ... Pero así se olvidan que Dios es justamente el sujeto y la causa del Reino de Dios. En su lugar se hacen presentes grandes palabras (y valores) que se prestan a cualquier tipo de abuso.”[6]


Ratzinger nos facilita una segunda conclusión: No todo uso de las palabras ‘justicia’ o ‘solidaridad’ es compatible con el pensamiento social de la Iglesia y su doctrina. Desde los años 70 del siglo pasado hay una titánica discusión filosófica sobre nuestro tema, que comenzó con el ‘Monstruo verde’ (así llamaron los estudiantes de Harvard el grueso libro de su profesor John Rawls: Teoría de la Justicia)[7]; le siguen Jürgen Habermas[8] y – más cercano al pensamiento católico – Charles Taylor[9]. En 1993 se pronuncia S. S. Juan Pablo II en su encíclica Veritatis splendor: sobre algunas cuestiones fundamentales de la enseñanza moral de la Iglesia[10], dejando claro, que la Iglesia no comparte ningún pensamiento moral teleológico que no tenga una base deontológica. El mismo Compendio de la DSI aclara esta situación, cuando presenta su jerarquía de valores. El libro enseña la siguiente secuencia de los valores sociales básicos: Verdad à Libertad à Justicia, transformadas (las tres) por el Amor. [11] Eso, básicamente, quiere decir: éticas basadas en la libertad o en la justicia ‘a costa’ de la verdad son inaceptables para la Iglesia. Con otras palabras: cuidado con el liberalismo y con el socialismo; fácilmente vendes tu alma allí (depende de su posición ante el valor de la verdad). A la vez, todo pensamiento meramente utilitarista o pragmatista queda desacreditado.


Dejemos la perspectiva teórica; pero, quisiera recordar la advertencia del ahora Papa: ¡cuidado con el moralismo! Fácilmente cae en la trampa del partidarismo político, que carece de la serena racionalidad y pone la utopía política por encima de la dignidad de la persona. En tiempos de los medios de comunicación, las corrientes del pensar son un problema. Anuncian una verdad, que todos compartimos, y pronto venden una verdad como la verdad. La verdad particular correcta se vuelve la más grosera mentira. No nos olvidemos: La marca del moralismo es: exige a los demás; pero no a sí mismo.


Terminemos nuestro tema ‘Justicia y Solidaridad en tiempos de Globalización’. Justicia se refiere al ordenamiento adecuado de todas las cosas y a la actitud correspondiente; y el cristiano añade: según la voluntad de Dios. Solidaridad se refiere a todos los hombres y a todas las mujeres, que necesitan ayuda. Los tiempos de ‘globalización’ facilitan la reflexión de estos valores por un lado, y hacen su realización más difícil por otro. Miremos una vez esta situación:
Hace dos siglos, la Ilustración buscaba un nuevo orden político, separando las iglesias cristianas de la influencia política. Cayeron los regímenes antiguos, caracterizados por su vínculo entre trono y altar. Hoy, a 200 años de distancia histórica, podemos y debemos subrayar: las instituciones sociales (ante todo económicas y políticas), que nos rodean y marcan toda nuestra vida, no son una suerte incalculable, sino el resultado de la actitud humana. Con esta constatación queda a la vez claro: estas instituciones son de responsabilidad humana. En otras palabras: tenemos una libertad para pensar el futuro, como pocas veces antes, porque nuestros tiempos exigen – básicamente – ‘la ilustración de la Ilustración’[12], e.d., un nuevo margen, una nueva forma de pensar las cosas.


Durante el último año y medio me interesé mucho por datos empíricos sobre la Iglesia. En gran parte se lo debía a mi descontento con la preparación de eventos eclesiales internacionales, sea Aparecida (mayo de 2007) sea el Sínodo de Obispos en Roma (octubre de 2008). Mirando una y otra vez los datos, salta a la vista: Cuanto más avanzan las sociedades económica- y tecnológicamente, tanto menos se interesan por la religión, la dimensión profunda de su vida. Europa queda religiosamente exhausta; los EE.UU. quedan algo mejor, pero no podemos anticipar la reacción de la gente ante la época Bush y su (ab)uso de la religión. Pero, no se engañen, observamos en América Latina el mismo fenómeno como a nivel mundial: en Centro América hay una vida muy dinámica de la Iglesia; mirando el Sur de nuestro continente (Chile, Argentina y Uruguay), tenemos una situación europea. En las partes avanzadas, que están casi en perfecta dependencia de su propia criatura, que se llama economía, parece que la Iglesia ya no lleva mensaje. – La alternativa son los grupos pentecostales y carismáticos y su salida espiritual de nuestro mundo.


¿En qué sentido buscan nuestros tiempos una nueva justicia?:
o Todo hombre inteligente sabe, que con nuestras actuales formas de vida no podemos guardar intacto nuestro planeta: los cambios climáticos están a la vista, sus consecuencias aún son incalculables.
o Teóricamente se dice, que cada vida humana es un valor en sí. En nuestra vida latino-americana vale: el continente está plagado por desigualdad, desocupación y pobreza. Si naciste en el lugar equivocado, mala suerte.
o Lo mismo vale para la desigualdad grande, la entre Norte y Sur: 50 años de programas de ayuda para el desarrollo y todos sabemos, que el estándar de vida en el primer mundo depende de sus ventajas referentes a la tecnología y su manejo.
o Sociedades con afán de avanzar en el mundo actual están ante la exigencia de una nueva generación humana, preparada para manejar los últimos inventos de soft- y hardware.
o Adelantar por un lado el entrenamiento básico del niño hacia el tiempo preescolar es un polo de las exigencias actuales; el cambio de las universidades en instituciones de ‘proliferación’ de tecnócratas de la próxima generación es el otro polo. El hombre al servicio exclusivo de los juguetes, que el mismo creó.
o El ciclo de renovación en las tecnologías de la informática es acelerado: nuevos programas requieren nuevas máquinas y al revés. Pero no solo eso: las nuevas tecnologías (hard y soft) necesitan cíclica- y aceleradamente nuevo personal.
o Para llevar la producción de bienes o servicios a un lugar más rentable, vale la distinción: si implica trabajo pesado va al sitio más barato del llamado tercer mundo; si es trabajo de nivel más alto, hay que aprovechar sociedades de alta educación con un fuerte déficit de tecnología y su respectiva fuerza laboral barata. Cuando la brecha de la ventaja salarial se cierra, se buscará nuevas oportunidades, lugares con material laboral (¡)más rentable.


En el escenario de la vida actual llega el momento, cuando recordamos la palabra del Señor: “El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado.” (Mc 2.27 par) La pregunta de los próximos años y décadas será: ¿Quién es el hombre, cuál es su vida? ¿El hombre es una función de sus propios inventos?, ¿su vida una esclavitud para con sus propias máquinas e instituciones?, ¿esclavo de inventos que anulan las posibilidades de futuras generaciones?


De vez en cuando pregunto a la gente de mi diócesis (casi todos son migrantes): ¿por qué has venido a Lima? Y me miran con sorpresa y tristeza, sin contestar, pero en sus ojos la interrogante: ¿qué alternativa tenemos? Han cambiado el aire diáfano de la sierra con la contaminación limeña, su chacra con los 50 m2 de su choza, la cultura propia con Magaly-TV, los sueños de Gisela y la telenovela.


Muchas veces cité en mis trabajos la definición de religión de un filósofo agnóstico: Religión es la liberación del absolutismo de la realidad[13]. Lo que el hombre de hoy espera de su religión es que le dé la valentía de un nuevo espíritu, que lo libere de la esclavitud de sus propios inventos sociales, psicológicos, tecnológicos, etc. Busca una nueva justicia para con la vida de la naturaleza, para con el hombre, su vida y para con las distintas culturas y sociedades. Las religiones políticas del siglo XIX (derecha-izquierda) han perdido su vigor – al menos entre la gente pensante. Pero tampoco acepta formas de religión, que no inspiran el anhelo de una nueva justicia y una nueva solidaridad. – Hasta aquí nuestra tesis, que los tiempos de globalización facilitan la reflexión de nuestros valores.


Los valores de esta reflexión – justicia y solidaridad – se escriben siempre con mayúscula y con minúscula. Hemos visto algunas perspectivas escritas en mayúscula. Pero (recordamos las palabras del Card. Ratzinger) es señal de un falso moralismo, cuando nuestra moral exige solo a los demás; si no comienza en casa. Justicia y solidaridad son sensibilidades muy profundas en la vida humana; necesitan de una experiencia personal que señala: estos valores no son disponibles – ¡jamás! Esta experiencia es difícil en una cultura, donde la justicia como institución tiene la fama o de arbitrariedad o de negocio lucrativo; en una cultura, donde la paternidad no es la fuente ordinaria de una solidaridad confiable e incuestionable. Solidaridad se aprende de los padres, en familia, en la vecindad. Desde esta experiencia crece a ser un valor, que es más que argot político o – hoy muy actual – materia de la imagen empresarial (no conviene mencionar ejemplos). Lo mismo vale para la justicia. En familia, entre madre y padre, se aprende que una vida lograda no es una vida impulsiva sin control, sino la vida de respeto entre esposos, entre padres e hijos; donde se aprende que hay un respeto más allá de mis propios sentimientos, respeto intangible. Allí nacen y crecen nuestros valores y – más allá – las virtudes sociales, que no solo marcarán la calidad de la vida social en el Perú, sino, además, en nuestro continente y en nuestro globo globalizado.


Justicia y solidaridad son conceptos muy amplios y no determinados; de cierta manera son contrarios a términos técnicos. Acompañan al hombre en cualquier situación y durante toda la vida. Son sismógrafos del alma, indicadores de la sensibilidad ética en su vida. Justicia abarca toda la realidad, solidaridad a todos los hombres. No son conceptos de procedencia cristiana, pero nuestra fe amplía y profundiza su perspectiva. Vitalidad y personalización de la fe condicionan su alcance, su profundidad y dinámica en la vida del creyente.


En la vida de la Iglesia han crecido en importancia desde las grandes Conferencias del Episcopado latinoamericano en Medellín y Puebla. Desde allí son para nosotros conceptos estratégicos en la lucha contra los flagelos de nuestras sociedades latinoamericanas, marcadas por la desigualdad injusta y anti-solidaria, la desocupación injusta y anti-solidaria y la pobreza injusta y anti-solidaria. La Iglesia en América Latina tiene el mérito de haber concientizado a nuestro continente e insistido ante la Iglesia universal sobre la importancia social imprescindible de la justicia y de la solidaridad.


Para nuestro país, la Comisión de la Verdad y de la Reconciliación ha aclarado convincentemente, que el país necesita una nueva sensibilidad ante nuestros valores y de nuevos mecanismos institucionales para implementar medidas de solidaridad y justicia, si quiere evitar el riesgo de la repetición de la violencia. Vale esta recomendación para nuestro continente y vale para el mundo entero. Pero la pregunta es: ¿Cómo promover la justicia y la solidaridad?


Nuestra fe en el Dios uno y trino, nuestra fe en el Dios amor[14], es bella. Esta verdad de Dios la debemos a Cristo. Las consecuencias éticas de esta fe, que ya mencionamos arriba (verdad, libertad y justicia, valores elevados por el amor), son convincentes. Justicia y solidaridad reciben como exigencias su apoyo por los grandes principios de la DSI:
1. (a) por el principio del Bien común[15] y (b) el del Destino universal de los Bienes[16], principios que fundamentan nuestra opción por los pobres,
2. por la centralidad de la persona humana[17] en la DSI y
3. por el principio de la subsidiaridad[18].


¿Cómo promover la justicia y la solidaridad en tiempos de globalización? En primer lugar – queda claro con nuestra reflexión – por vivir estos valores desde una vida auténtica de nuestra fe. De esta autenticidad depende nuestra credibilidad. En segundo lugar, de la competencia racional en el sector, donde reclamamos una mayor implementación de estos valores.
Por lo demás, hay que ser modesto y conocedor de las consecuencias de la globalización: modesto, porque como católicos representamos el 17% de hombres y mujeres en nuestro mundo. Somos minoría y no podemos imponernos. Además, la cifra mencionada es muy optimista. No será ni el 10% de los mencionados, los que comparten en la Iglesia estas ideas.


Además, el mundo globalizado – ante todo en la economía – tiene sus propias reglas elementales, que pocos tienen presente. Lo describí en mi último libro así: “El que quiere participar en la economía, o está informado sobre los factores productivos a nivel del globo o desaparecerá del mercado, e.d., o acepta las reglas del juego o sale del tablero. Lo que la Iglesia no ha asimilado hasta el momento, es el cambio profundo en y por la economía globalizada: hasta las reglas prácticas y las normas éticas (y la modificación de ambas en la economía) dependen[19] hoy del consenso global de los participantes. Repetimos: el que no acepta las reglas, sale del tablero – a no ser, que consiga para nuevas reglas un consenso a nivel del globo.”[20] – Un ejemplo, para ilustrar lo dicho: Hace quince años, el jefe de gobierno en un país europeo hizo caso a muchos reclamos y puso – para contrarrestar la especulación financiera frente a los países en vía de desarrollo – el impuesto de Tobin[21]. La intención fue tan loable como la consecuencia desastrosa: Como era una ley nacional, el efecto para lo cual fue creada era casi cero, pero el daño colateral ha sido peor, porque indujo una enorme fuga de capitales, que hasta ahora no han recuperado.


En el mundo protestante hay una habilitación sobre nuestro tema con el título: Globalización – Reto para Iglesia y Teología. Perspectivas para una economía mundial más justa y humana.[22] Habilitaciones– por su exigencia científica – valen la lectura. Pero, el autor no llega más allá de las siguientes recomendaciones, que hago mías:
1. Vive tu fe con autenticidad, porque de ella depende tu credibilidad.
2. Promueve los valores dentro de la comunidad eclesial local, dentro de sus grupos y asociaciones.
3. Intenta de colaborar con las instituciones de la Iglesia que promueven tus valores; en este caso: la justicia y la solidaridad.
4. Anima a tus instituciones eclesiales a promover alianzas estratégicas con instituciones, que quieren promover estos valores. Pero nunca lo hagas a costa de la autenticidad de tu fe.
Este camino no es fácil. Pero, ¿quién ha dicho, que la promoción de la justicia y de la solidaridad sería fácil en un mundo globalizado? Cristo murió en la cruz, y así expresó que nuestra vida tiene para su Padre valor de eternidad. – Les agradezco su atención.

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Literatura

ADINOLFI, Giulio: “Divergencias fundamentales en la Filosofía de la Justicia de Habermas y Rawls”. En: Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas 15 (2007) http://www.ucm.es/info/nomadas%20/15/giulioadinolfi.pdf.
BAUER, Wilhelm, W. ARNDT & F. W. DANKER: A Greek-English Lexicon of the New Testament and other Early Christian Literature [basado en: Walter BAUER’s ‚Griechisch-deutsches Wörterbuch zu den Schriften des Neuen Testaments und der frühchristlichen Literatur’, sexta edición de: Kurt ALAND and Barbara ALAND, con Viktor REICHMANN y ediciones previas en ingles de: W. F. ARNDT, F. W. GINGRICH and F. W. DANKER (3rd ed.)]. Chicago; University of Chicago Press 2000 (abreviación: BDAG).
BENEDICTO XVI: Carta encíclica «Deus caritas est» (25-XII-2005). Ciudad del Vaticano; Libr. Editr. Vaticana 2006.
BENEDICTO RODRÍGUEZ, Rubén: Charles Taylor – Identidad, Comunidad y Libertad. Univ. de Valencia, Dep. del Derecho, Moral y Política 2005, 429 pp. (http://www.tesisenxarxa.net/TESIS_UV/ AVAILABLE/TDX-0701105-132255//benedicto.pdf).
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Referencias:

[1] RATZINGER, Joseph: “Europa en la crisis de las culturas”. Conferencia publicada en: http://chiesa.espresso. repubblica.it/articolo/27262?sp=y.
[2] Cf., ComDSI, N° 108 – 123.
[3] Cf. sobre el tema: MÜNCHAU, Wolfgang: Vorbeben - Was die globale Finanzkrise für uns bedeutet und wie wir uns retten können. München; Carl Hanser 2008, 234 pp., ante todo: pp. 10 – 36.
[4] ULRICH, Bernd: “Welt auf Koks”. En: Die Zeit, 16. Okt. 2008, p. 1.
[5] Cf. su Carta encíclica Centesimus annus (1-V-1991) N° 8c.
[6] RATZINGER, Joseph: “Europa en la crisis de las culturas”. Op. cit.
[7] RAWLS, John: A Theory of Justice. Cambridge, Harvard Univ. Press, 1971. Trad. Castell.: Teoría de la justicia, México, F.C.E., 1979. Sobre su discusión crítica, cf.: HÖFFE, Otfried (Ed.): John Rawls – Eine Theorie der Gerechtigkeit. Zweite, bearb. Aufl. Berlin; Akademie Verl. 2006, 325 pp. y FRÜHBAUER, Johannes J.: John Rawls’ >Theorie der Gerechtigkeit<. Stuttgart; WBG 2007, 192 pp. [8] HABERMAS, Jürgen: Teoría de la acción comunicativa. Dos tomos (orig.: Theorie des kommunikativen Handelns, Frankfurt/M.; Suhrkamp 1981; trad.: Manuel Jiménez Redondo). Madrid; taurus 1987, 517 y 618 pp. Sobre las diferencias entre Rawls y Habermas, cf. ADINOLFI, Giulio: “Divergencias fundamentales en la Filosofía de la Justicia de Habermas y Rawls”. En: Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas 15 (2007) http://www.ucm.es/info/nomadas%20/15/giulioadinolfi.pdf.
[9] TAYLOR, Charles: The Ethics of Authenticity. Cambridge; Harvard Univ. Press 1991. Trad. cast.: La ética de la autenticidad. Barcelona; Paidós 1994 e id.: Sources of the Self. The Making of the Modern Identity. Cambridge; Harvard Univ. Press 1989. Trad. cast.: Fuentes del yo. La construcción de la identidad moderna. Barcelona; Paidós 1996. Sobre las diferencias entre Rawls, Habermas y Taylor, cf.: BENEDICTO RODRÍGUEZ, Rubén: Charles Taylor – Identidad, Comunidad y Libertad. Univ. de Valencia, Departamento del Derecho, Moral y Política 2005, 429 pp. (http://www.tesisenxarxa .net/TESIS_UV/AVAILABLE/TDX-0701105-132255//benedicto.pdf).
[10] Ciudad del Vaticano, 6 de agosto de 1993.
[11] El esquema presenta una escala intransitiva de valores, señalada por el símbolo: ‘à’. Así (1) respeta las enseñanzas de la enc. de S.S. Juan Pablo II: Veritatis splendor –Sobre algunas cuestiones fundamentales de la enseñanza moral de la Iglesia (Ciudad del Vaticano 1993) y (2) guarda la tradición ‘iusnaturalista’ de la DSI: La libertad ha de respetar la verdad de las cosas; la justicia ha de respetar la libertad. Sin el amor, estos tres valores no son nada (1 Cor 13,2b). – Sobre la temática como tal, cf. CompDSI, N° 197-208.
[12] Me sorprendió en el reciente sínodo de obispos una profesora alemana con la coincidencia en esta posición.
[13] BLUMENBERG, Hans: Arbeit am Mythos. Frankfurt; Suhrkamp 1979, 699 pp.
[14] BENEDICTO XVI: Carta encíclica «Deus caritas est» (25-XII-2005). Ciudad del Vaticano; Librería Editr. Vaticana 2006.
[15] Cf. CompDSI, N° 164 – 170.
[16] Cf. CompDSI, N° 171 – 185.
[17] Hasta hace poco, se trataba este enfoque personalista en la literatura de la DSI bajo el rubro de los ‘principios’ [cf. Congregación para la Educación Católica: Orientaciones para el Estudio y Enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia en la Formación de los Sacerdotes. Roma, Ed. Vaticana (30 de Diciembre de 1988), N° 31. Y: Manual de la Doctrina Social de la Iglesia, coord. por: Alfonso A. CUADRÓN. Madrid; B.A.C: 1993 (= BAC mayor, 43), pp. 93 ss.]. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (2004) le da – epistemológicamente más correcto – el estatus de axioma o de principio fundamental (Cf. CompDSI, N° 105 – 159). Aparte de la antropología teológica (que aquí no podemos tratar), la DSI se basa en la visión de la persona, que la antropología clásica nos enseña. Sobre esta perspectiva, cf.: HÖFFE, Otfried: Demokratie im Zeitalter der Globalisierung. München; Beck 1999, 476 pp., allí pp. 62 – 89 con las debidas referencias a Aristóteles.
[18] Principio de subsidiaridad: La limitación de la libertad personal y asociativa sólo es legítima, en cuanto esta limitación posibilita la misma libertad a todos los sujetos de la sociedad (cf. Quadragesimo anno, Nº 79 sig.; Centesimus annus, Nº 35.2/ 48.4. y CompDSI, N° 185 – 188). Con palabras más sencillas: Que nunca asuma una entidad social superior una función, que puede cumplir una entidad inferior o el hombre como tal (para el conocedor de la DSI consta: Gramsci y Mao llegaron tarde con sus ideas).
[19] ‘dependen’: en el sentido de su aplicabilidad, por supuesto no en el sentido de su validez.
[20] “Descifrando…”, op. cit., pp. 102 s.
[21] TOBIN, James es el autor de un impuesto para transacciones financieras de +/- 1%, para evitar la especulación financiera. Cf.: idem: »A Proposal for International Monetary Reform«, in: Eastern Economic Journal, Bd. 4, 1978, Nr. 3–4, 153–159 e idem: »Why We Need Sand in the Market’s Gears«, in: Washington Post, Dec. 21, 1997.
[22] HÜBNER, Jörg: Globalisierung – Herausforderung für Kirche und Theologie – Perspektiven einer menschengerechten Weltwirtschaft. Stuttgart; Kohlhammer 2003, 351 pp. (= Forum Systematik 19).

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Para leer la 1º Parte:
http://formacionpastoralparalaicos.blogspot.com/2009/10/justicia-y-solidaridad-en-tiempos-de.html
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Para leer la 2º Parte:

http://formacionpastoralparalaicos.blogspot.com/2009/10/justicia-y-solidaridad-en-tiempos-de_17.html

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Agradecemos a Roberto Tarazona por compartir esta Conferencia
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