La dificultad para dialogar sobre los sentimientos en el matrimonio


P. Vicente Gallo, S.J.
Otros temas difíciles, 1º Parte


Titulamos esta publicación “Otros temas difíciles”. La “dificultad” a la que nos referimos no está propiamente en “los temas” que vamos a recorrer. Ni tampoco en que sean especialmente graves los “problemas” o conflictos en la pareja que puedan surgir por esos temas. La “dificultad” que decimos está, más bien, en la decisión que la pareja debería tomar para dialogar sobre los sentimientos surgidos en uno y en otro por los problemas que se ocasionan en esos temas. Quede esto aclarado previamente.

Todos los problemas que vamos mencionando son difíciles para ser abordados dialogando sobre los sentimientos que surgen desde esos conflictos. Son difíciles no porque cueste captar los sentimientos que se están teniendo, ni porque sean muy abrumadores, sino porque es difícil abrirse y dialogar sobre ellos. Vamos a fijarnos ahora en algunos temas en los que más difícil se hace ese hacer frente a lo que se está sintiendo y manifestarlo al otro en el diálogo.

Comenzamos por el simple caso de la escasa comunicación personal que está teniendo en la pareja, y acaso no por culpa del otro sino de uno mismo. Cuando eran novios sabían muy bien que su amor no era válido sino se veían todos los días, sino se hablaban largamente y de todo, incluso de sus intimidades; y se daban muestras de amor con besos y caricias o tomándose de la mano. Si por necesidades del trabajo, o de lo que fuere, tenían que vivir en ciudades o países separados, veían necesario escribirse con mucha frecuencia y acaso diariamente. Ahora, ya casados, el amor mutuo tiene las mismas exigencias; pero ambos se olvidan de satisfacerlo.

Por la razón del trabajo de uno o de los dos, hay días que apenas se ven. Cuando por fin están juntos, normalmente no se besan ni expresan su amor con alguna caricia. No tienen humor para hacerlo. Apenas conversan entre sí, o lo hacen siempre sobre temas intrascendente, hablando del clima o de cualquier noticia, menos de lo que toca su relación o los intereses que sean comunes a la pareja. Si es que no abundan en sarcasmos, en críticas al otro, en pequeños insultos. Puede estar sucediendo que no se comunican sino es con gritos o culpándose de todo el uno al otro.
La dificultad que todo ello está originando en uno o en los dos para tomar la actitud de dialogar, muchas veces radica en que les parezca que así es en las demás parejas, que es la vida rutinaria de cada día en matrimonio, y que se deben dejar ahí esos problemas. Piensan que no es una cosa como para dialogar sobre ella. Les parecería complicar la vida en pareja.

Están en una gran equivocación, toda esa comunicación entre ambos tan deficiente y poco deseable, en los dos produce sentimientos negativos que originan pensamientos de crítica al otro, y también de la situación que viven; no precisamente culpándose a uno mismo sino al otro. Pero igual que los pensamientos, vienen frecuentemente las palabras, y las actitudes de poco amor, con un mal disimulado distanciamiento mutuo que se aguanta un día y otro, pero que no se asimila y no se puede asumir; porque todo ello es convivir sin amarse de veras ni sentirse felices de ser pareja. Sino es que se llega a sentir insoportable estar juntos; entonces, prefieren buscarse compañías fuera de casa. Lo cual agrava más el conflicto.

Difícilmente se sentarán juntos para hablar sobre el problema que les está agobiando. Es posible que no llegue el día en que se enfrenten y se peleen por esa situación, ni aún con el fin de desahogarse. Aunque poco arreglarán si lo hacen, sino que más bien empeorarán su relación. Ojalá llegue el día en que uno de los dos plantee la necesidad de dialogar, abriéndose al otro para comunicarle los sentimientos que dichas realidades producen en él; y el otro, escuchando con el corazón, cuente también los sentimientos suyos. Dialogando así, los dos decidirán amarse más de veras.

Lo que nunca debe ocurrir es algo que uno de los dos ya temía, y acaso es la razón por la que no se atrevía a plantear un posible diálogo sobre los sentimientos que está experimentando y es consciente de ellos. Me refiero a que el otro, si se le habla de tales sentimientos como destructivos del amor de la pareja a nivel de intimidad, reaccione respondiendo que eso es estar cayendo en demasiada sensibilidad, que no hay razón válida para tener esos sentimientos por problemas que “no existen”, porque él no los valora tanto o porque no quiere ni aun percibirlos. Piensa que su matrimonio es normal como cualquier otro. Y en esto por desgracia, tiene razón; pero no debería resignarse a que su relación de pareja siga siendo tan deficiente.
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Agradecemos al P. Vicente por su colaboración
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